jueves, 30 de octubre de 2025

Relato teatral


En mi novela La Entropía Tropical (pags 185 a 195) está publicado el guion de “HIDROFOBIA” una obra de teatro, denominada “pieza teatral en tres escenas, con un juglar y un bufón que dirigen las acciones”. En su ESCENA III Antes de subir el telón, el bufón se sienta en el borde del escenario y súbitamente chifla con los dedos en la boca llamando al público.

BUFON: Aprovechen este instante, el juglar mi compañebrio, está en el baño, vamos a sonreírnos en este previo, o a carcajearnos, solo un momento, antes de que el cantante, con cara de jumento, se limpie su cargada, mente, de tunante. ¿Os reís? Oigo unas risitas vacilantes, diviértanse señoras y señores, antes de que regrese mi estimado juglar, sin trovadores, su cante es deprimente, es¡puachff!, si acaso no se ha ido por el caño. ¡Para allá me voy yo! Se pone de pie y prosigue. ...Antes de que suban el telón, ¡voy a hacer mutis por el forro! ¡Oh! ¡Horror! ¡Ya asciende el cortinaje, telón develador!

Escapa, corre, y renqueando, sale por un lado del escenario

Al subir el telón aparece un área del laboratorio del doctor Rodrigo Gartán quien con y su asistente técnico Chuchú Terán, están sentados ante un microscopio y examinan varias láminas de vidrio con preparaciones histológicas.

RODRIGO: Bueno Chuchú. ¿Vos te acordáis de los cortes que dimos para microscopía electrónica del cerebro de la niñita? ¿Te acordáis que los dividimos con cinco números, porque teníamos cinco fragmentos de cerebro distintos? Bueno, caete de a patrás. ¿A que no sabéis que es lo que estoy viendo ahorita mismo? CHUCHU: No sé, pero, para mañana ya salen todos los bloques y los podrá ver en el electrónico. RODRIGO: No te preocupéis, vos sentate y mirá por los oculares que yo te digo lo que vais a ver. Mirá bien, porque te voy a mostrar los cinco trozos de cerebro que me dio el doctor Aranda, y ¿sabéis que?, son de tres casos diferentes, casos que no tienen nada que ver con el cerebro de la niñita con rabia. ¿¡Cómo te quedó el ojo!? CHUCHU: Mirando por el microscopio. ¿Pero usted está seguro? ¿Cómo pudo ocurrir eso? RODRIGO:  recordá que la niñita del caso tenía más de dos años, esa lámina que estáis viendo es de un recién nacido. ¿Me entendéis? Le entrega una lámina de vidrio con un corte histológico y toma la que Chuchú le alcanza. ¿Veis unas masitas doradas alrededor de los vasos? Bueno, eso es lipofuscina, pigmento de las neuronas que se han muerto, porque ese cerebro es de una persona mayor de edad, se nota también algo de arterioesclerosis en los vasos cerebrales. Le entrega una nueva lámina a Chuchú quien la coloca en la platina del microscopio y mira de nuevo. ¿Vos veis una cosa azul, con nidos y cordones de células?; eso es un adenocarcinoma metastásico, puede que sea del colon, o del pulmón. Ahora decime vos Chuchú... ¿Cómo vamos nosotros a hacer en estas muestras el diagnóstico de rabia? Decímelo. CHUCHU: Solamente será como dice José Luis, con las de Billy Queen. Lo que no comprendo es como pudo ocurrir esto.

Es ese instante, súbitamente, el juglar y el bufón sueltan una estruendosa carcajada y comienzan a cantar a duo esa ranchera que dice: “Ando volando bajo”. Rodrigo y Chuchú, parecieran oírlos, miran hacia un lado y al otro, y parecieran no comprender que es lo que sucede, hasta que la ranchera entra en la frase de: “tú y las nubes me traen muy loco, tú y las nubes me van a matar”. Ambos entonces miran hacia el cielo… RODRIGO: Son cosas locas. ¿Verdad? Esto no es ni tan siquiera una broma de mal gusto, no es un disparate, es una mala jugada que refleja el grado de estupidez de mi colega Cesar Aranda. El pensará que nos engañó y estará muerto de risa imaginándonos en la búsqueda de un virus inexistente. CHUCHU: ¿Será que él no sabe lo de la niñita y las vacunas y los familiares? ¿No habrá pensado que le pueden clavar las ampolletas en la barriga a un puño de muchachitos en el pueblo? RODRIGO: ¡De bola que es verdad Chuchú! Por eso es que la Sanidad está tan urgida de que lleguemos a un diagnóstico rápido. No sé qué hacer, esto no es un error, es un horror. ¡Creo, que no puedo, no debo silenciarlo!

En este momento ya ha cesado la ranchera y el juglar abandona la escena, por un lado, mientras el bufón se adelanta al borde del escenario y chifla gesticulando para que bajen el telón.

La Entropía Tropical (Ediluz 2003) es una publicación de cuya venta se ha beneficiado absoluta y totalmente LUZ (actualmente está a la venta hasta en un local de la Biblioteca Pública de Maracaibo). En las páginas mencionadas, se relata el “drama” titulado “Hidrofobia” sin darle los visos de tragedia que podría tener, pues la circunstancia y el personaje cuyo nombre se ha falseado (César Aranda) son reales, o sea: existieron.

Aranda aparece como un médico joven, y está recién llegado de USA especializado en Neuropatología. Aranda había venido muy ufano y se pavoneaba de flux y corbata… Estaba recién empleado como anatomopatólogo en un hospital donde una niña atacada por un perro había fallecido con diagnóstico probable de rabia. Su jefe, el patólogo, le pidió fragmentos del cerebro de la autopsia para enviarlos a su estudio con el microscopio electrónico(ME) del Sanatorio, siguiendo un procedimiento de rutina es esos casos en el Maracaibo en la década de los 70 del pasado siglo XX. Aranda decidió jugarle una broma pesada a los investigadores del ME y ese error habría de costarle su cargo en el hospital de la Sanidad.

Este asunto podría haber concluido aquí, -por la broma de mal gusto fue despedido- pero él persistió en su empeño: el colega “Aranda” decidió enviar una carta al Colegio de Médicos acusando a quien usaba el ME para diagnosticar la rabia, de no estar calificado como neuropatólogo y exigía unas aclaratorias o constancias sobre su capacitación. Lo insólito para quien escribe esta crónica, es que el presidente y el secretario del Colegio de Médicos del Estado Zulia para la época eran personajes probos, y mis amigos muy conocidos, pero le dieron curso a la denuncia exigiendo constancias y demás certificados que nunca habrían de ser presentados pues aquello no era “una comedia de equivocaciones” sino un exabrupto, que nunca fue analizado con objetividad. Me mostraron la carta con sus errores de ortografía y para mí, eso bastaba y de sobra, mas no para ellos... 

Un mes más tarde, me tocó dictar unas conferencias por invitación de la Profesora Dra Isabel Téllez Nagel en la Universidad de Nueva York (Yeshiva University) para hablar sobre la patogenia y ultraestructura del virus de la encefalitis equina venezolana.  La historia de Aranda y sus reclamos fue uno de los muchos inconvenientes del Laboratorio de Microscopía Electrónica del Sanatorio cuando ya transformado en hospital General de Sur estaba en dificultades para financiar la investigación y aceleraría mi decisión de aceptar el “Año Sabático” (1975) que me correspondía en la Facultad de Ciencias Veterinarias para ejercer como Neuropatólogo en el hospital Vargas de Caracas durante el año 1975.

En este Blog lapesteloca, en enero del año 2016, se hablaría sobre  la Baronesa Dra Gabrielle ZuRhein (https://surl.lt/sclwuf), de su presencia en Budapest y de la importancia en la investigación y en la formación de la especialidad de Neuropatología.  De manera que podemos resumir lo conversado, como una de esas actitudes curiosas entre colegas y de equivocadas respuestas, supongamos que debidas posiblemente por desinformación de los organismos gremiales. Se han visto casos y cosas y se siguen viendo ejemplos como el que hemos querido reseñar en este breve trabajo que se inició con teatro y terminó sin resolverse gremialmente.

Como decía mi primo Ernesto, quien tenga oídos, que oiga y si tiene ojos, que vea…

En Maracaibo, el jueves 30 de octubre del año 2025

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