Continuando hoy con esta tercera parte sobre la escritura literaria y en
concreto sobre el tema de “como escribir
novelas”…Hablamos sobre el bagaje de todas las experiencias provenientes de
la lectura de textos, con las variables que los autores de los mismos nos
ofrezcan, sumadas a lo que nace de la introspección y de las experiencias
adquiridas, amén de las habilidades personales de cada cual, todavía puede ser
que la creación literaria se vea restringida si no existe una firme y decidida voluntad de trabajar
seriamente para crear una obra literaria.
A eso me refería con lo de “la
voluntad” de crear. La memoria literaria de cualquier texto siempre tendrá
algún elemento autobiográfico, aun inadvertidamente, las cosas que se escriben
deben surgir de la persona misma, de quien escribe. Lo que se escribe
–recordemos que estamos hablando de la voluntad de crear- aunque sea
inequívocamente ficcional, el escritor las alimentará con la memoria
personal.
Citaré nuevamente a la escritora española Rosa
Montero quien diría en una ocasión: “Escribir
novelas en una actividad increíblemente íntima que te sumerge en el fondo de ti
mismo y saca a la superficie tus fantasmas más ocultos”. E insiste Rosa
Montero en afirmar que “Los fantasmas de escritor son aquellos
personajes o situaciones que persiguen al autor como perros de presa a lo largo
de todos sus libros”.
Cuando nace la creación literaria, esta emerge en un espacio transicional,
el cual implica que el escritor para lograr convencer al lector deba percibir
la situación que describe como si fuese real. Una novela puede parecer el
resultado de una suma de historias, pero en el decir de Rosa Montero, “aunque
cada autor tiene su ritmo, la redacción de una novela es un proceso muy lento”.
Ella afirmaba cómo, “…yo suelo tardar tres o cuatro años y de ese
tiempo, la mitad lo empleo en desarrollar la historia dentro de mi cabeza,
tomando notas a mano en una infinidad de cuadernillos”.
En este sentido puede ser interesante escuchar lo que al discutir el
tema de la mujer como escritor y de lo que ella piensa sobre el oficio de
escribir, opinaba Lucía Guerra, profesora de literatura en la
Universidad de California al entrevistar a Stefanía Mosca y
a Ana Teresa Torres en una publicación de Monte Ávila Eds.
Latinoamericana, del año 1997 (Escritura y desafío. Narradoras venezolanas del
siglo XX). Ellas conversaban sobre la literatura y la mujer-escritor…
Lucía Guerra diría : “…como
escritoras, estamos insertas en un contexto preñado de metáforas masculinas
acerca del llamado oficio del escritor y de lo que muchos hombre llaman, “el
parto de la escritura”… En mi caso, la mayoría de mis libros los he escrito en
la cocina mientras cuidaba a mis hijos y nunca, en realidad, me he identificado
con esa aureola solemne y sublime que se le atribuye al oficio del escritor”.
Stefanía Mosca replicaría : “…yo
si creo que existe el oficio del escritor, en el sentido que plantea Pavese,
como la búsqueda de un estado de gracia que pasa, que se te da y que uno trata
de explicarse aunque sea inútil”. Ana Teresa Torres concretará
finalmente: “…en cuanto al oficio del escritor yo no sé,
porque me imagino que no es igual para todo el mundo, dando por descontado el
factor del sexo. …lo que yo pienso cuando estoy escribiendo es que estoy
construyendo un mundo que es un mundo de ficción, pero que, para mí, tiene una
cierta realidad y que yo me construyo en ese proceso”.
Los espacios en el tiempo, pueden ser el peor enemigo exista para lograr el
trabajo de una creación literaria eficiente y sostenida, puede que dentro del
escritor mismo tal vez ésta necesidad puede ser, precisamente, la del factor
tiempo. ¿Cómo lograr las condiciones óptimas para concentrarse?, ¿de dónde
sacar el tiempo para que la rutina del diario vivir no interfiera con la
creación literaria?
Escribir en general puede requerir un esfuerzo especial y las variables
individuales serán múltiples, por eso volveré a repetir que para escribir
literatura como oficio, es necesario sacrificarse y mucho... Luego de que ya
estén escritas docenas de páginas, estas han de sufrir un proceso de
depuración, de relectura, de tachaduras, de borrones y de terminar muchas
veces, aunque nos duela, haciendo una bola de papeles que irá al cesto de la
basura. Llegará el momento de hasta no querer recordar lo que con tanta emoción
habíamos escrito.
Hemingway escribía de pie ante su máquina de escribir y otros lo han hecho a
mano, unos acostados en la cama, otras sentados ante una mesa por las mañanas
al levantarse, con pluma estilográfica, con bolígrafo o con lapicito, o en las
noches, directamente en una computadora, durante los viajes, solos y en
absoluto silencio, en las madrugadas, con música de fondo, en fin habrá un
centenar de opciones para hacerlo, y sin duda cada cual en su momento habrá de
buscar el espacio de tiempo más conveniente y el horario más favorable…
Citaré a nuestro fantástico escritor Ednodio Quintero quien
sobre este tema h dicho por escrito: “Puedo escribir en muy diversas
circunstancias, me basta con tener a mano un lápiz de grafito bien afilado, más
bien blando, un sacapuntas, un cuadernito y un borrador… …El ritual es
sencillo, incluso sobrio, podría decir que austero y monacal. Escribo con una
letra menuda y enrevesada que a veces semeja un desfile de hormigas que
hubiesen consumido LSD y que a menudo no logro descifrar. Luego, días o meses
después, vacío el contenido de mis cuadernos en la computadora y comienza allí
un proceso de revisión, depuración y arreglo de los materiales… Los cuadernos
contienen la esencia de la narración y lo demás es coser y cantar”.
Es necesario preguntarnos: ¿Qué es una novela? Les diré algo que he leído por allí, en
alguna parte: “Una novela no se parece a nada, ni siquiera
a otra novela”. Escuchemos nuevamente a Ednodio
Quientero quien ha definido La Novela como: “esa
forma de prosa que explora hasta sus últimas consecuencias las posibilidades
del lenguaje, a fin de examinar algún aspecto de la condición humana”.
Ednodio Quintero ya había escrito también: “La novela no es el lugar apropiado para la
prédica, ni púlpito ni cátedra ni tarima, es un espacio abierto, desolado tal
vez, abismo a la intemperie, donde el escritor, acompañado de su cómplice,
puede desplegar los múltiples registros de su voz, donde le es permitido
expresar su ansia por reconocer lo que aún resta de humano, donde acepta, al
fin, su parentesco con los dioses muertos, con el agua que corre y con el polvo
estelar”.
¿Cómo deberá funcionar la creación literaria para una novela? En todo
texto tiene que existir una fuerza que se perciba intensamente, un espíritu que
esté vigente, algo esencial que tiene que prevalecer y que estará expresado en
el lenguaje particular del escritor. Esa fuerza interior será lo que en cada
escritor de novelas vendrá a transformarse en su propio estilo. Quien se decide
a escribir una novela, generalmente ha escrito relatos, o especie de cuentos
breves. Hay que entender que un relato no es una novela corta, ni una novela es
un relato largo, son dos cosas muy diferentes. Estos no valen para darle cuerpo
a una novela, pues se necesitará haber tomado la decisión previa de escribirla
con un plan definido.
Esta aventura de conversar sobre literatura
continuará mañana…
Maracaibo,
martes 21 de octubre del año 2025
No hay comentarios:
Publicar un comentario