martes, 21 de octubre de 2025

De la escritura…(3)


Continuando hoy con esta tercera parte sobre la escritura literaria y en concreto sobre el tema de “como escribir novelas”…Hablamos sobre el bagaje de todas las experiencias provenientes de la lectura de textos, con las variables que los autores de los mismos nos ofrezcan, sumadas a lo que nace de la introspección y de las experiencias adquiridas, amén de las habilidades personales de cada cual, todavía puede ser que la creación literaria se vea restringida si no existe una firme y decidida voluntad de trabajar seriamente para crear una obra literaria.

 

A eso me refería con lo de “la voluntad” de crear. La memoria literaria de cualquier texto siempre tendrá algún elemento autobiográfico, aun inadvertidamente, las cosas que se escriben deben surgir de la persona misma, de quien escribe. Lo que se escribe –recordemos que estamos hablando de la voluntad de crear- aunque sea inequívocamente ficcional, el escritor las alimentará con la memoria personal. 

 

Citaré nuevamente a la escritora española Rosa Montero quien diría en una ocasión: “Escribir novelas en una actividad increíblemente íntima que te sumerge en el fondo de ti mismo y saca a la superficie tus fantasmas más ocultos”. E insiste Rosa Montero en afirmar que “Los fantasmas de escritor son aquellos personajes o situaciones que persiguen al autor como perros de presa a lo largo de todos sus libros”.

 

Cuando nace la creación literaria, esta emerge en un espacio transicional, el cual implica que el escritor para lograr convencer al lector deba percibir la situación que describe como si fuese real. Una novela puede parecer el resultado de una suma de historias, pero en el decir de Rosa Montero, “aunque cada autor tiene su ritmo, la redacción de una novela es un proceso muy lento”. Ella afirmaba cómo, “…yo suelo tardar tres o cuatro años y de ese tiempo, la mitad lo empleo en desarrollar la historia dentro de mi cabeza, tomando notas a mano en una infinidad de cuadernillos”.

 

En este sentido puede ser interesante escuchar lo que al discutir el tema de la mujer como escritor y de lo que ella piensa sobre el oficio de escribir, opinaba Lucía Guerra, profesora de literatura en la Universidad de California al entrevistar a Stefanía Mosca y a Ana Teresa Torres en una publicación de Monte Ávila Eds. Latinoamericana, del año 1997 (Escritura y desafío. Narradoras venezolanas del siglo XX). Ellas conversaban sobre la literatura y la mujer-escritor…

 

Lucía Guerra diría : “…como escritoras, estamos insertas en un contexto preñado de metáforas masculinas acerca del llamado oficio del escritor y de lo que muchos hombre llaman, “el parto de la escritura”… En mi caso, la mayoría de mis libros los he escrito en la cocina mientras cuidaba a mis hijos y nunca, en realidad, me he identificado con esa aureola solemne y sublime que se le atribuye al oficio del escritor”. 

 

Stefanía Mosca replicaría : “…yo si creo que existe el oficio del escritor, en el sentido que plantea Pavese, como la búsqueda de un estado de gracia que pasa, que se te da y que uno trata de explicarse aunque sea inútil”. Ana Teresa Torres concretará finalmente:  “…en cuanto al oficio del escritor yo no sé, porque me imagino que no es igual para todo el mundo, dando por descontado el factor del sexo. …lo que yo pienso cuando estoy escribiendo es que estoy construyendo un mundo que es un mundo de ficción, pero que, para mí, tiene una cierta realidad y que yo me construyo en ese proceso”.

 

Los espacios en el tiempo, pueden ser el peor enemigo exista para lograr el trabajo de una creación literaria eficiente y sostenida, puede que dentro del escritor mismo tal vez ésta necesidad puede ser, precisamente, la del factor tiempo. ¿Cómo lograr las condiciones óptimas para concentrarse?, ¿de dónde sacar el tiempo para que la rutina del diario vivir no interfiera con la creación literaria?

 

Escribir en general puede requerir un esfuerzo especial y las variables individuales serán múltiples, por eso volveré a repetir que para escribir literatura como oficio, es necesario sacrificarse y mucho... Luego de que ya estén escritas docenas de páginas, estas han de sufrir un proceso de depuración, de relectura, de tachaduras, de borrones y de terminar muchas veces, aunque nos duela, haciendo una bola de papeles que irá al cesto de la basura. Llegará el momento de hasta no querer recordar lo que con tanta emoción habíamos escrito.


Hemingway escribía de pie ante su máquina de escribir y otros lo han hecho a mano, unos acostados en la cama, otras sentados ante una mesa por las mañanas al levantarse, con pluma estilográfica, con bolígrafo o con lapicito, o en las noches, directamente en una computadora, durante los viajes, solos y en absoluto silencio, en las madrugadas, con música de fondo, en fin habrá un centenar de opciones para hacerlo, y sin duda cada cual en su momento habrá de buscar el espacio de tiempo más conveniente y el horario más favorable…

 

Citaré a nuestro fantástico escritor Ednodio Quintero quien sobre este tema h dicho por escrito: “Puedo escribir en muy diversas circunstancias, me basta con tener a mano un lápiz de grafito bien afilado, más bien blando, un sacapuntas, un cuadernito y un borrador… …El ritual es sencillo, incluso sobrio, podría decir que austero y monacal. Escribo con una letra menuda y enrevesada que a veces semeja un desfile de hormigas que hubiesen consumido LSD y que a menudo no logro descifrar. Luego, días o meses después, vacío el contenido de mis cuadernos en la computadora y comienza allí un proceso de revisión, depuración y arreglo de los materiales… Los cuadernos contienen la esencia de la narración y lo demás es coser y cantar”.

 

Es necesario preguntarnos: ¿Qué es una novela?  Les diré algo que he leído por allí, en alguna parte: “Una novela no se parece a nada, ni siquiera a otra novela”. Escuchemos nuevamente a Ednodio Quientero quien ha definido La Novela como: “esa forma de prosa que explora hasta sus últimas consecuencias las posibilidades del lenguaje, a fin de examinar algún aspecto de la condición humana”.

 

Ednodio Quintero ya había escrito también: “La novela no es el lugar apropiado para la prédica, ni púlpito ni cátedra ni tarima, es un espacio abierto, desolado tal vez, abismo a la intemperie, donde el escritor, acompañado de su cómplice, puede desplegar los múltiples registros de su voz, donde le es permitido expresar su ansia por reconocer lo que aún resta de humano, donde acepta, al fin, su parentesco con los dioses muertos, con el agua que corre y con el polvo estelar”. 

 

¿Cómo deberá funcionar la creación literaria para una novela? En todo texto tiene que existir una fuerza que se perciba intensamente, un espíritu que esté vigente, algo esencial que tiene que prevalecer y que estará expresado en el lenguaje particular del escritor. Esa fuerza interior será lo que en cada escritor de novelas vendrá a transformarse en su propio estilo. Quien se decide a escribir una novela, generalmente ha escrito relatos, o especie de cuentos breves. Hay que entender que un relato no es una novela corta, ni una novela es un relato largo, son dos cosas muy diferentes. Estos no valen para darle cuerpo a una novela, pues se necesitará haber tomado la decisión previa de escribirla con un plan definido.

 

Esta aventura de conversar sobre literatura continuará mañana…

 

Maracaibo, martes 21 de octubre del año 2025

 

 

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