sábado, 11 de octubre de 2025

López Baralt y Rangel (1)

Después de leer la obra del investigador: Dr. Ceferino Alegría, profesor Titular de Historia de la Medicina en la Universidad Central de Venezuela, podemos llegar a la conclusión, de que el Dr. Rafael López Baralt, a partir de haber tenido un incidente personal, con el bachiller Rafael Rangel, en Maracaibo, cuando éste tenía 19 años, afectaría negativamente durante toda su vida.

El doctor Juan de Dios Carrasquilla Lema trabajando en Bogotá, estaba bien informado sobre los avances de la ciencia de finales del siglo XIX, y de los sorprendentes hallazgos de Pasteur y de Koch. Conocía las doctrinas iniciales de las nuevas especialidades de la microbiología y de la inmunología relacionadas con las toxinas y estaba al tanto de la posibilidad de producir experimentalmente sueros neutralizantes de las toxinas bacterianas. El 30 de agosto de 1895, pronunció en la Academia de Medicina de Colombia la primera de cuatro conferencias sobre el empleo de la Seroterapia contra la lepra y pidió comedidamente a la Academia que estudiara su comunicación y le indicara si debía “continuar por el camino seguido o cambiarlo por otro”.

Los testimonios de aquella época, señalan que cuando Rangel cursaba su último año de bachillerato en 1896, llegaron noticias desde Bogotá, donde estaban realizando la curación seroterápica de la Lepra, según un novedoso procedimiento seguido por el doctor Juan de Dios Carrasquilla. La Junta de Lazareto del Zulia, decidiría enviar a Bogotá, una comisión con el objeto de estudiar el procedimiento utilizado por el doctor Carrasquilla.

Rangel, quien finalizaba sus estudios de bachillerato en Maracaibo, de inmediato, se ofrecería voluntariamente, para ir en calidad de ayudante; pero el director de la Sección de Seroterapia del Instituto Pasteur de Maracaibo, pero el Dr. Rafael López Baralt, lo rechazaría. Rangel insistiría, pero nuevamente su petición sería rechazada por el Dr. López Baralt. Acto seguido el joven estudiante Rafael Rangel, exaltado y ofuscado, le enrostró al Dr. López Baralt, su pequeña estatura, diciéndole que la trataba de compensar con unos zapatos de tacones altos, asignándole el calificativo de “Enano Engreído”. Rangel, previendo las consecuencias de ese incidente, con el Dr. Rafael López Baralt, ante la gran influencia política y científica del Dr. López, en Maracaibo; decidiría irse a seguir los estudios en la Universidad de Caracas.

El doctor Juan de Dios Carrasquilla Lema había nacido en la ciudad de Bogotá, el día 19 de marzo de 1833. El doctor Carrasquilla fue un hombre de ciencia forjado en la medicina del siglo XIX estudioso de la naturaleza y supo aplicar diestramente sus conocimientos en el terreno de las ciencias naturales al de las ciencias agropecuarias y al desarrollo técnico de las mismas; fue un experimentador en los campos casi desconocidos de la malaria; un investigador que indagaría en los misterios de la lepra con el anhelo de doblegar la enfermedad y de vencerla.

El doctor Carrasquilla estudió Medicina en los Colegios de San Bartolomé y el Rosario e hizo sus prácticas en el viejo hospital de San Juan de Dios hasta obtener su grado de Doctor a los 19 años, Ejerció la medicina durante seis años en las zonas rurales de Antioquia, en donde debía competir con los curanderos ambulantes que combatían los cólicos con “cayetanas de humo” y la indigestión con “enemas de caldo de pollo tierno”; que atacaban las lombrices con agua de siete hierbas y la debilidad con parches de Vigo aplicados sobre las sienes; que utilizaban la cañafístula en el tratamiento de las afecciones propias de la mujer, la otoba para tratar las niguas y el hinojo en las conjuntivitis, y pretendían curar la erisipela adhiriendo sapos a las áreas afectadas para que en forma mágica la enfermedad pasara a los sapos liberando al enfermo.

Con un artículo aparecido en noviembre de 1881 en “El Agricultor”, titulado “La elefantiasis de los griegos”, el doctor Carrasquilla dio comienzos a sus estudios sobre la lepra. En Colombia aún se consideraba a la lepra como la más temible quizás de las enfermedades. Los periodistas tomaban parte en discusiones acaloradas con los médicos sobre cómo tratar la enfermedad y opinaban en pro o en contra sobre la conveniencia o inconveniencia de aislar a los enfermos leprosos en leprocomios regionales, o como lo aconsejaba el general Rafael Reyes, en un Gran Lazareto Nacional que se establecería en una pequeña isla del Océano Pacífico, frente a Panamá, para albergar los veinte mil o más enfermos que se suponía que existían según “las más idóneas” estadísticas nacionales.

La clase más privilegiada de la sociedad bogotana pensaba que de no adoptarse prontamente medidas radicales, en corto tiempo el país habría de transformarse en una República de leprosos. Escritores prestigiosos como doña Soledad Acosta de Samper, el doctor Ricardo de la Parra y don Adriano Páez, al igual que lo hacía en España doña Emilia Pardo Bazán, contribuían a mantener el clima de zozobra y temor con relatos apocalípticos sobre una enfermedad que amenazaba destruir a todos.

En su primera conferencia sobre Seroterapia de la lepra, presentada ante los médicos de la Policlínica de Bogotá, diría: “El bacilo de la tuberculosis y el de la lepra se parecen hasta el punto de confundirse; las lesiones de la lepra y la sífilis ocasionan a menudo errores diagnósticos por su semejanza. En su segunda exposición, un mes más tarde, anunció a la Academia que había iniciado el tratamiento seroterápico en leprosos de la forma tuberculosa.  He necesitado presentar día por día los sorprendentes efectos de la medicación para adquirir el convencimiento que hoy tengo de que la lepra se cura”.

En 1897 el doctor Carrasquilla partió hacia Europa aceptando una honrosa invitación para tomar parte en el Congreso de Leprología que se reuniría en Berlín en octubre de ese año. Allí presentó sus trabajos de investigación y tuvo la satisfacción de recibir el respaldo de muchos delegados al certamen científico y logró que sus trabajos se a aceptaran como material de estudio de futuras investigaciones. Pero al regresar al país, encontró con sorpresa que el Gobierno Nacional había clausurado su Instituto basándose en un informe desfavorable que la Comisión de la Academia había rendido finalmente sobre el tratamiento de la lepra por el método de la seroterapia. Sus palabras, recibidas con frialdad en la Academia fueron estas: “Cultivado el Bacilo de Hansen en condiciones prácticas y relativamente fáciles, las diversas cuestiones relativas a la naturaleza infecciosa de la lepra, y sobre todo el gran problema de la durabilidad de esa terrible enfermedad, quedarán definitivamente resueltas”. Pero al igual que Federico Lleras Acosta, treinta años más tarde, Carrasquilla no había logrado cultivar el bacilo…

Rafael Rangel ya en el hospital Vargas de Caracas, había diseñado un programa tutorial de licenciatura en microbiología con especial énfasis en parasitología, y lo cumplió durante cinco años (1898-1902), bajo la dirección de José Gregorio Hernández y Santos Aníbal Domínici. Desde su inicio en el año  1898, Rangel solicitó por primera vez al Congreso una beca, para trasladarse al exterior, a realizar estudios de inmunología seroespecifica, pero el Dr. Rafael López Baralt, era miembro de la comisión encargada de otorgar las becas en el parlamento, y la solicitud de Rangel, quedaría negada.

A mediados del año 1900, Rangel conseguiría la aprobación de un aporte presupuestario, con el primer Presidente del Estado Trujillo, Inocente de Jesús Quevedo, recién nombrado por Cipriano Castro. Rangel esperaba viajar al exterior a realizar su sueño, de estudiar serología inmunoespecifica, pero ya en el mes de abril de 1901, fue nombrado Presidente del Estado Trujillo, el médico y político marabino Dr. Rafael López Baralt, y el aporte presupuestario aprobado, no se ejecutó en beneficio del joven trujillano. Así lo dispuso el nuevo Presidente del Estado.

La alegría de Rafael Rangel, duró muy poco, pues en el mes de abril de 1901, sería nombrado Presidente del Estado Trujillo, el Dr. Rafael López Baralt, el médico y político marabino, que en 1896, había recibido en Maracaibo, las palabras del emocionalmente alterado joven Rafael Rangel, y sus esperanzas tuvieron que silenciarse pues con intenso dolor, se sintió lesionado en sus intereses investigativos, nuevamente tropezaba con la misma piedra.  

Esta historia continuará   y finalizará   mañana…   

Maracaibo, sábado 11 de octubre del año 2025

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