miércoles, 12 de julio de 2023

El fentanilo…


En Bélgica, la compañía farmacéutica Jannsen fundada por el doctor Paul Janssen desde 1953 buscaba sintetizar una sustancia equivalente a la morfina, un opioide que fuera menos peligroso por sus efectos colaterales y su fabricación fuese más sencilla, y durante los 9 años siguientes, Janssen y sus colaboradores sintetizaron más de una docena de compuestos hasta que en diciembre de 1960 la sustancia que estaban buscando había sido creada y la bautizaron como “fentanilo”.

“Los opioides" se encuentran de forma natural en la planta de amapola o adormidera. Si la estructura química de estas drogas se replica en laboratorios, se habla de la fabricación de “opioides sintéticos” o semisintéticos… El fentanilo es un opioide sintético que es entre 50 y 100 veces más potente que la morfina, su acción comenzaba a sentirse en el término de minutos luego de ser infundida y su fabricación había resultado ser relativamente sencilla. El fentanilo resultó el opioide sintético hasta 100 veces más potente que la morfina.
Las muertes por sobredosis de fentanilo y otros opioides sintéticos alcanzaron otro récord en los Estados Unidos entre febrero de 2021 y febrero de 2022, casi 109.000 personas perdieron la vida por esta razón. Hoy día, el fentanilo es un importante factor presente en los casos de sobredosis mortales y no mortales en los Estados Unidos. Más de 150 personas mueren cada día por sobredosis relacionadas con opioides sintéticos como el fentanilo.

Iker Seisdedos corresponsal de EL PAÍS en Washington, ha relatado en el pasado mes de mayo (2023) como fue que la droga, responsable del récord de muertes por sobredosis en el país, penetró a mediados de la década pasada y explotó con la pandemia. Esta historia de cómo Estados Unidos se enganchó al fentanilo es una clásica historia económica, de oferta y demanda que empezó a mediados de los noventa, cuando farmacéuticas como Purdue inundaron consultas y farmacias de todo el país con unas revolucionarias pastillas llamadas Oxycontin.

Aquella sensacional oferta decayó, dejando un ejército de adictos que se lanzó a las calles con una demanda: buscaban heroína, más barata y también más peligrosa. Hacia mediados de la década pasada, la epidemia de los opiáceos ya era una crisis sin precedentes cuando la historia registró un nuevo inesperado giro y aparecería El fentanilo que arrasó con todos los hábitos anteriores; en 2022, provocó en torno a las tres cuartas partes de las muertes por sobredosis, y esta semana del 2023 a falta de la cuenta definitiva, se espera que marquen un nuevo récord, con cerca de 110.000 bajas.

Sam Quiñones, periodista de investigación y escritor, se ocupó de la primera parte del cuento en Tierra de sueños (Capitán Swing), un exitoso ensayo que le valió el National Book Award y que se detenía en los estragos de los analgésicos en vastas extensiones del Medio Oeste. Ese libro llevó a otro, The Least of Us (El más insignificante de nosotros, aún sin traducción al español), que retrata el país “en los tiempos del fentanilo y la metanfetamina”.

En The Least of Us, preparó el terreno: gracias a la menfetamina, cuando los narcos mexicanos abrazaron el milagro de la droga sintética y “pudieron dejar de ser los meros recaderos de los traficantes colombianos”. Al principio, importaban el fentanilo de China. Cuando Pekín anunció en 2019 que lo prohibía, sus empresas químicas empezaron a venderles los precursores necesarios para fabricar el potente analgésico. “Así fue cómo se convirtieron en los grandes productores y distribuidores de la droga, primero en polvo, y luego disfrazada de pastillas falsas”… “Al comprobar su enorme potencial, reorientaron su negocio e inundaron Estados Unidos”, explica Quiñones en una entrevista telefónica. De nuevo, la oferta y la demanda.

Un químico llamado Ricardo Valdez-Torres apodado El Cerebro convenció a los hombres de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, de que, antes que la efedrina, convenía fabricar fentanilo (fetty, en el argot). Solo le dio tiempo a enviar a Estados Unidos 10 kilos antes de su arresto en México. Declaró a la policía que lo hizo con la advertencia de que esos polvos había que diluirlos hasta 50 veces antes de venderlos.

La segunda embestida llegó hacia 2014 y nada pudo pararla. La mezcla con otras sustancias, como la cocaína o la metanfetamina, con fentanilo, mucho más barato, “llevo a miles de personas, las que no morían por una sobredosis accidental, acabaron enganchadas a algo que ni siquiera sabían que estaban tomando”. “No solo buscaban aumentar sus beneficios, los traficantes también estaban interesados en crear adictos”. “Ese fue uno de los motivos que contribuyó a que la droga derribara barreras raciales”.

Quiñones explica que la primera oleada de la crisis de los opiáceos, la de las pastillas con receta, se llevó por delante a una población mayoritariamente blanca (90%), pero con el fentanilo fue distinto: se extendió como una especie invasora por las esquinas de las ciudades de todo el país hasta arrasar con la heroína y otras sustancias, del mismo modo que prendió en las comunidades afroamericanas e hispanas.

The Least of Us está lleno de terribles historias de consumidores atrapados en una estadística como la de Tanner, que acaban formando el mosaico de una sociedad enferma, acosada por el dolor y el aislamiento. También hilvana el relato del declive del siglo XX americano a través de ciudades como Muncie (Indiana), que fue la “capital mundial” de las cajas de cambios de los coches hasta que todo se fue al carajo, o Kenton (Ohio), un pueblo del cinturón de óxido donde las estrellas del deporte del instituto que empezaron a tomar pastillas para el dolor acabaron enganchadas a la heroína.

Quiñones destacó otro inesperado efecto: “El fentanilo está acabando con el uso de drogas recreativas en Estados Unidos, un uso que por lo menos lleva entre nosotros medio siglo. Ya nadie se atreve a tomarse una pastilla o una raya en una fiesta por miedo a morir”.

Otras drogas podrían contener niveles mortales de fentanilo, y no se puede ver, ni percibir su sabor, ni percibir su olor. Es casi imposible saber si las drogas fueron mezcladas con fentanilo; si se analizan las drogas con tiras de prueba de fentanilo- puede ser la diferencia entre la vida y la muerte- las tiras de prueba son baratas y por lo general dan resultados en 5 minutos. Aunque la prueba dé resultados negativos, se debe tener precaución, ya que las tiras de prueba podrían no detectar drogas similares al fentanilo que son más potentes, como el carfentanilo.

Los Estados Unidos siempre han tendido a exteriorizar la amenaza del narcotráfico, culpando a los países de origen -Turquía, México, Colombia y Afganistán- de las epidemias de opioides y otros problemas relacionados con las drogas que padece en su propio territorio. Un asombroso 90 % de la heroína en los Estados Unidos viene del sur de la frontera y, por ello, Trump diría: “construiremos un muro que ayudará muchísimo contra este problema”. Un espectáculo de la lucha contra las drogas de los Estados Unidos fue la campaña militar de bombardeos contra laboratorios de heroína en Afganistán, pero la historia demostraría que estas operaciones de interceptación no resuelven la crisis de muertes por sobredosis.

Maracaibo, miércoles 12 de julio del año 2023

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