RUSIA – BELARUS - UCRANIA
LA GUERRA DEL GAS EN LA HISTORIA (2008-2010)
Y EN LA NOVELA ( 2011
el año de la lepra )
“ Después del accidente de Chernóbyl en 1986, Belarus atravesó una crisis
energética. Es esta la época, cuando Rusia presionaba al presidente de Ucrania Yushchenko en la llamada “guerra del gas”.
El gas utilizado por las naciones orientales de Europa llegaba hasta ellas por
gasoductos que corren a través de Ucrania el país vecino de
Belarus, poseedor de una poderosa industria pesada, productor de automóviles,
autobuses, aeroplanos, coches de subterráneo y hasta naves para el espacio.
Mientras Rusia y Ucrania se disputaban el aporte energético derivado del gas
para su desarrollo industrial, Belarus, seguía siendo un país primariamente
agrícola aunque comenzaba lentamente a industrializarse. Las vecinas naciones
de la Europa
oriental, Rumania, Hungría, Polonia y Bulgaria, padecían por las reducciones
del suministro de gas natural, cuando llegó el momento para la compañía rusa
Gazprom, y esta dejó de enviar gas natural a Ucrania. Moscú y Kiev iniciaron
entonces una disputa donde Rusia esperaba convencer a los inversionistas de
Praga, París, Berlín y Londres de que era Ucrania la culpable de la carestía
del gas. En el fondo aquella “guerra del
gas” se daba entre dos poderosas compañías, la rusa Gazprom y la
ucraniana Naftogaz, pero la situación evolucionó hasta el mes de mayo del año
2009, cuando Vladimir Putin y Yulia Timoshenko resolvieron el conflicto con la
creación de una firma intermediaria RusUkrEnergo, con sede en Suiza,
cuya inversión era compartida a partes iguales por los poderosos rusos de
Gazprom y por un grupo de oligarcas ucranianos. La necesidad de los bielorusos
de entrar en la competencia petrolera comenzó a clarificarse luego. Sus hábiles
negociadores políticos, especialmente su amigo Sheiman, pusieron en marcha los
acuerdos con la nación caribeña más rica en hidrocarburos del hemisferio
occidental. Un año antes de la aparente resolución del conflicto gasífero, fue
justamente cuando Dimitri Yakolev llegó a enterarse a través de noticias de
agencias de prensa internacionales, de que en aquel país caribeño existían
grupos de investigadores que estaban desarrollando una vacuna para el mal de
Hansen. Yakolev con el grado de teniente, ya siendo un eficiente funcionario de
la KGB bielorusa
desde muchos años antes se había interesado en esos tópicos médicos. Estando
radicado en Afganistán acompañando a Viktor Vladimirovich Sheiman, para la
época uno de los comandantes de las fuerzas rusas destacadas en aquella
República, Dimitri conoció lo necesario para obsesionarse con una idea para él
brillante. Tras un accidentado viaje por tierra desde Kabul hasta Peshawar en
Pakistán, él se vio confinado, por motivos ajenos a su voluntad a residir durante
un par de meses en aquella ciudad. Un accidente en la carretera, con un
traumatismo sospechoso de una lesión del fémur, lo obligó a hospitalizarse en
Peshawar. Allí conocería y se haría amigo de dos curiosos investigadores
nipones, Shinji Masanori y Hiroaki Kashiwabara. Los amigos de Dimitri
resultaron ser unos microbiólogos japoneses que estudiaban la lepra en muestras
provenientes de diversos países del mundo. Los investigadores se habían
radicado en aquella ciudad de Pakistán al haber determinado que en las muestras
de lepra proveniente de los hospitales Lady Reading y Peshawar-Kai, de
Peshawar, se producían mutaciones que alteraban las secuencias en diversos
genes de las micobacterias. Shinji e Hiroaki le explicaron a Dimitri, excelente
conversador quien mostraba mucho interés en el trabajo de sus nuevos amigos, como
fue que hallaron estos cambios en los genes folP1,
rpo B y gyrA de los bacilos de la
lepra, y como éstas mutaciones, que ellos lograban desatar, habían modificado
la estructura de la cubierta bacteriana que las hacía resistentes a los
tratamientos. El agente de la KGB
quien venía de estar presente en una larga serie de reuniones y charlas dictadas durante tormentosos meses
vividos en Kabul, donde los jefes del Ejército Rojo habían planteado y
discutido con la KGB
el tema del uso de armas biológicas para acelerar las acciones del conflicto
local, comenzó a madurar una idea. Según el teniente Yakolev, Belarus
necesitaba algo que ofertar, algo que les ayudase a reintegrarla a la Madre Rusia y ambas
naciones, estaban obligadas a recuperar a la vecina Ucrania para borrar
definitivamente los absurdos
sueños europeizantes de los ucranianos. Algunas de
estas inquietudes las conversaría Dimitri con sus amigos japoneses, mostrándose
interesado en el asunto de las mutaciones de los bacilos pues había surgido en
él la idea de que pudiesen usarse algunos de aquellos extraños fenómenos de la Biología Molecular con
propósitos bélicos. Bacilos leprosos que podían transformarse en un arma
potencial por su agresiva conducta secundaria a las alteraciones inducidas en
sus genes por las mutaciones. Esa era, para él, la sencilla razón de su
interés, y a pesar de la absoluta negativa de los investigadores japoneses
quienes tomaron a broma las propuestas del ruso blanco, él continuó empecinado
en examinar todas las puntas de aquel espinoso tema, y en ese maremagnum estuvo
sumido durante varios años. Al regresar a Belarus, lo había discutido con
algunos superiores de la KGB
de su país sin ningún resultado. Pasó la temporada larga de su preparación en
España y casualmente, se había dado la afortunada conexión de su presidente con
el país caribeño productor de gas y de petróleo. Allí, curiosamente habitaban
un par de grupos de investigadores estudiando las corinebacterias responsables
del mal de Hansen. Dimitri se empapó sobre todo lo concerniente a una cierta
vacuna, cuya efectividad era discutible y pronto estuvo informado, no solo
sobre la vacuna elaborada en la capital del país, sino también de cuanto habían
avanzado las investigaciones del grupo dirigido por el profesor Arístides
Sarmiento en la región occidental”.
Si quiere usted saber “de que va esto” ( como dicen los españoles
), trate de leer la novela “El año de la lepra”(elotro@elmismo Editores). La
distribuye Edic Ven y se puede todavía hallar en algunas librerías (vg.Tecni-ciencia
Libros, El Buscón, etc).
Maracaibo, enero, 2016
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