Cide Hamete Benengeli
Hace unos días conversábamos
sobre el recurso literario de mezclar
historias dentro historias como parte de la trama original de las novelas, así
como también lo de proponer, o de suponer, que las mismas novelas están escritas
por un personaje irreal pero concreto quien puede aparecer dentro de la trama
de las mismas y quien puede hasta hacerle llegar finalmente sus notas manuscritas
al autor, quien terminaría por hacerlas suyas y llegar hasta publicarlas como
si fuese su propia novela. Miguel de Cervantes a todo lo largo del Quijote,
repite una y otra vez que la novela no es más que la traducción al castellano
del manuscrito de un autor árabe que
relataría unos hechos supuestamente verídicos. Cide Hamete Benengeli el
supuesto historiador musulmán en su novela Don Quijote de la Mancha resulta ser
una habilidosa pirueta literaria de Miguel de Cervantes para hacernos creer que
don Quijote fue un personaje real.
Cide Hamete es
morisco, y dice Cervantes que es «arábigo y manchego», o sea un musulmán español de lengua árabe. Sobre
el nombre «Cide», es el propio don Quijote quien aclara que significa «señor»
en árabe y el nombre «Hamete» puede corresponder a tres nombres de varón muy
parecidos y etimológicamente afines, Ḥamāda, Ḥāmid, o Aḥmad. El apellido de «Benengeli» puede significar «hijo del ciervo», con
lo que Cervantes aludiría a su propio apellido, y es Sancho Panza en la novela,
quien hizo proceder el nombre de «Benengeli» de berenjena, o quizá pudo estar
inspirado en el apellido de una conocida familia andalusí los Beni Burungal, o
Berenguel, apellido de origen catalán. Cabe
aquí recordar que Cervantes pasó cinco años cautivo en Argel y se le permitía
moverse por la ciudad y relacionarse con sus habitantes. Finalmente, La Mancha,
así como la mitad sur de la Península, estaba en aquel tiempo densamente
poblada por moriscos.
¿Quién era
realmente Cide Hamete Benengeli? Don Quijote mientras da a su escudero una
peculiar clase magistral sobre los arabismos del castellano, le explicará. "Tú
no debes, Sancho, errarte en el sobrenombre de ese Cide, que en árabe quiere
decir señor", "Y este nombre albogues es morisco, como lo son todos
aquellos que en nuestra lengua castellana comienzan en ál, conviene saber:
almohaza, almorzar[no es arabismo, sino de origen latino admorsus del verbo
admordere]alfombra, alguacil [al-wazir, que ha dado otro arabismo: visir],
alhucema, almacén, alcancía y otros semejantes, que deben ser pocos más; y sólo
tres tiene nuestra lengua que son moriscos y acaban en í, y son borceguí[no es
arabismo, sino de la lengua brosekin: borceguí], zaquizamí y maravedí, nombre
de moneda de los al-Murabitun [Almorávides], alhelí y alfaquí , tanto por el al
primero como por el í en que acaban, son conocidos por arábigos". Con
todo, Don Quijote dice conocer bien una jerga que podría llamarse mediterránea,
y que resulta ser una mezcla de todas las lenguas del Mare Nostrum, al que los
árabes llaman mar Blanco, porque, al igual que ese color es una fusión de todos
los del arco iris, el mar es una síntesis de las siete culturas de sus cuatro orillas.
En alguna ocasión el mismo Don Quijote se refiere a esa lengua "que
en toda la Bebería y aun en Constantinopla se habla entre cautivos y moros, que
ni es morisca ni castellana ni de otra nación alguna, sino una mezcla con la
cual todos nos entendemos".
Aunque el recurso de
inventarse un autor ficticio tiene una larga tradición, y no nos debe caber
duda sobre el carácter imaginario del personaje morisco Hamete Benengeli,
siempre puede existir la pregunta de, ¿por qué Cervantes eligió concretamente
ese nombre? ¿Quién era Cide Hamete Benengeli, el supuesto autor arábigo de Don
Quijote de La Mancha? Será el mismo Cervantes quien pone en boca de Sancho la
jocosa relación entre el apellido del sabio moro y las berenjenas, por cierto
que a los toledanos se les llama también berenjeneros, berenjenas a las que
eran aficionados los moriscos: "Yo no descarto la posibilidad",
continúa, "de que Cervantes, en sus andanzas por Levante y por su vecina La
Mancha, se hubiera topado con un morisco, personaje real, llamado Berengeli,
cuyo apellido le habría servido como fuente de inspiración para, entre bromas y
veras, atribuir la autoría de su Quijote a un sabio morisco. Por otra parte,
sabemos que en tiempo de Cervantes las regiones de Levante y La Mancha -lo
mismo que Toledo, donde pretende haber encontrado los cartapacios con los
originales de su novela- estaban pobladas de moriscos".
Mahmud Sobh, un catedrático
de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Complutense de Madrid, consideró
que “la presencia en el Quijote de autores ficticios es parte de un sistema
autorial meramente retórico y estilístico donde el Narrador, es la voz anónima
que organiza, prologa, edita el texto completo, y rige el sistema discursivo
que engloba recursivamente el enunciado de los autores ficticios, y obedece a
una parodia de los cronistas o historiadores fabulosos que solían citarse en
las novelas de caballería”. Así pues, Cide Hamete, el morisco aljamiado como
los poetas de Argamasilla, constituyen versiones ficticias o textuales del
autor real, pues él es responsable último del acto de escribir, pero no del
acto enunciativo de narrar desde dentro de la inmanencia discursiva lo que
acontece a cada uno de los protagonistas, actividad que hace corresponder a los
personajes, bien con nombre propio (Dulcinea, Cide Hamete, Sansón Carrasco), o
con un nombre común que funcione como propio (el cura, el barbero, la duquesa),
bien sea anónimo, entre los cuales ha de figurar como el primero, el narrador
del Quijote. Quien realmente existe, es quien escribe la novela empíricamente (Miguel
de Cervantes), y no se presenta nunca como responsable inmanente de la
organización del discurso (Narrador-editor anónimo), y menos aún como narrador
directo. Estas deliberaciones las hizo María de los Campos Sáez el año 2012 en
un trabajo titulado: ¿Por qué Cervantes se inventa la figura de Cide Hamete
Benengeli? Recalcando el hecho de que tanto Cide Hamete como Alonso Quijano son
otra cosa que personajes de ficción creados por Miguel de Cervantes.
Maracaibo, 27 de enero de 2016
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