APUNTES DE VIAJERO
EN TIERRAS LEJANAS
VII
OTRO VIAJE A BUDAPEST
A Clarita Finlay, con cariño
Viajar a
Budapest desde Viena por el Danubio azul es algo fascinante, una nota como
dirían los chamos de ahora. Tú siempre quisiste hacerlo y te quedaste con las
ganas en dos oportunidades anteriores, estabas en Budapest y no lograste
regresar a Viena, la última vez pensaste, fallé y ya no podré hacerlo jamás. Nunca
digas eso... No lo esperabas, no lo habías planificado y se dieron las
circunstancias, así de fácil. Nunca sospechaste que el viejo Danubio esperaba
por ti. Más de cuatro horas sobre sus aguas, y pensaste en el almirante y en su
tercer viaje, a la tercera va la vencida, en esa oportunidad pisó la Tierra de
Gracia, al desembarcar, tú y tu amigo pisarán las riberas del Danubio frente al
Monumento de la Liberación, en Budapest.
A una
velocidad de 150 kilómetros por hora, traspasarán la cortina de hierro sobre el
agua, flotando en un colchón de espuma. Así no hay telón galvanizado que nos
detenga, lo pensaste y unos minutos después de zarpar dejando atrás las aguas
austríacas te percataste de lo increíble que resulta tener en la margen derecha
a Checoslovaquia y en la margen izquierda al país de los magiares, ¡las llanuras
de Panonia! Recordaste al singular Atila con sus hordas de bárbaros, los Hunos
y los otros, que eran los romanos, enfrentados ejércitos para dejar correr la
historia y terminar con los alemanes, luego los rusos y los aliados y tanques y
obuses y todos los horrores de las guerras que durante siglos habrán de ver al
pueblo magiar defendiendo sus valores, sus costumbres, sus creencias ante las
hordas de invasores. No todo es sopa de goulash y paprika con gemir de violines
gitanos, hay rostros contraídos y miradas torvas y ves ceños fruncidos de
pobladas cejas, pero también están los ojos de almendra, las simpáticas miradas
de cervatillo y las piernas torneadas con minifaldas, hay coles rellenas de
carne y de nuevo los violines llegan trayendo por el aire la música hasta el
sitio… Recordarás haber estado en un silencio donde solo se sentía el
chisporrotear de los cirios, en la iglesia de Matías, con velas en candelabros
y murmullos, rezaban los húngaros, como en tu niñez y recuerdas aquel disfraz
de carnaval para tu prima, diminuta bailarina húngara… Noches de Hungría, decía
la canción, nunca las olvidaré... Pero en este momento, el sol corre saltando
por la orilla y hace brillar los castillos en ruinas, las casas de campesinos,
un arado, y tú sabes que van hacia la ciudad de los puentes, la del castillo
encantado en la colina, la de los baños termales, no puede ser, parece irreal pero
vas sobre las aguas del Danubio, hacia Budapest, ¡otra vez!, y el cielo es de
un azul zafiro sin una sola nube y el sol brilla incandescente creando sombras
en una vieja fortaleza en la margen izqueirda, tal vez romana, y te imaginas a
un viejo guerrero magiar con su cota de malla y largos bigotes, él cubre su
cabeza con un lustroso gorro de cuero y apretará en sus manos un gigantesco
mandoble...
Has
pensado en cubrirte la cabeza cuando salen a cubierta pues el viento clava alfileres
helados en tu rostro. ¡Refrescante!, le dices a tu amigo y asciendes hasta el
puente, admiras el río de frente y al voltear, detrás hay una gran estela de
espuma... Se han quedado los dos un rato en la popa, si se puede llamar así a
una barandilla en la que se apoyan para no caer mientras sienten el viento
helado que no les impide beber un poco de vino y ponerse a cantar, es bueno el
momento, para a pleno pulmón ensayar un dúo. Entonan entonces la sin par
Granada. Mi cantar se vuelve gitano… Te imaginas como niño, tiple en el orfeón
de tu colegio, ¿cuánto tiempo hacía que no cantabas así?, Agustín Lara a
gritos, ¡de lindas mujeres de sangre y de sol! En la escuela primaria en tu
colegio, te atrevías a cantar en público. Ante tus hermanos lo hacías, ¿cuantos
años tenías?, cinco tal vez, Muñequita linda… ¿Lo recuerdas? Años vendrían más
adelante, de silenciosas inhibiciones, ahora sobre el Danubio, con tu amigo,
cantas, como si de ello dependiese tu vida, como si te estuviesen ofreciendo
una última oportunidad. Ocasión sin par, en la popa de la nave que vuela sobre
el río, sobre la cubierta donde no hay más nadie, tan solo un poco de vino y
dos amigos, cantando...
Serenella
es una italiana maciza, campesina de la campiña en los alrededores de Venecia,
de manos curtidas y piernas gruesas con grandes pies acostumbrados a pisar las
uvas dentro de grandes toneles. Es ella quien ahora asciende hasta la popa por
la escalerilla y Hernando, galante, la ayuda ofreciéndole una mano. El marido
de Serenella es un gigantón de casi dos metros de altura, la ausencia de sus
incisivos inferiores le dan una apariencia descuidada, pero él sonríe
constantemente; ambos forman parte de un nutrido grupo de campesinos italianos
que viajan a Budapest sobre las aguas del Danubio azul. Hernando y tú ya han
brindado con ellos, salud, ¡salute!, y ellos han sacado vino de la casa, son
vinicultores los amigos vecinos de la reina del Adriático. Nos regalan una
botella sin etiqueta de un rose muy claro, muy suave. Vino de la campiña
italiana hecho en casa por amables hombres y mujeres del pueblo. Ellos parlan,
comentan, inquieren, desean saber cosas sobre Venezuela, sobre Colombia, la
lejana y misteriosa Suramérica… ¿El vino?, ¡eh!, e buono, es delicioso. Uno de los signori le dice a Hernando, ¡eh, salute! Brinda levantando un vasito de plástico lleno de vino y él le comenta
que el vino “e un bocato di cardinale”. ¿Ma como di cardinale?, riposta el compañero de viaje... ¡E un bocato di Papa! Tú te ríes con los demás campesinos admirando el rostro curtido del
viejo, escaso de dientes, ma felice di parlare con dos personajes de tierras
tan lejanas. Se balancea suavemente la lancha mientras flota veloz sobre el
río, Serenella te sonríe mientras coqueta, se arregla el cabello recogiéndolo
con una cinta y dejándote ver el vello de sus pobladas axilas. Del interior de
unas bolsas de papel que reposan entre las piernas de los italianos, surgen
como por arte de magia el queso y grandes panes y la mortadela y luego más
vino.
Tú la
miras, a ella. Desde que zarparon la atisbas con el rabo del ojo, es la
jovencita que les sirve a todos, se desplaza entre la gente con suavidad,
sonríe todo el tiempo, es una rubita austriaca disfrazada de campesina húngara,
y se llama Claudia Hirsh. Tan solo tiene 21 años, en realidad parece una
escolar, delgada, de nariz respingona, ojos azules, hoyuelos en las mejillas,
sonríe de nuevo mostrando unos dientes insuperablemente bien distribuidos, y
además, habla, ¡es de locura!, habla en perfecto español. Hernando y tú la
interrogan, y averiguan que Claudia, ¡habla quechua!, la lengua madre de los
Incas, y por si fuera poco habla inglés, francés, italiano, alemán, holandés y
pare usted de contar porque tiene explicaciones por demás para todo lo que se
les ocurre y tú anonadado escuchas como Hernando en actitud paternal le recrimina
el feo defecto de fumar. Es solo cuando viajo, se excusa ella. Es desagradable
riposta él, ese olor a nicotina en una joven tan bella como tú, y tú piensas
que siendo supremamente bella habría precisamente de llamarse Claudia, como la
cantante del fraterno país. Desde luego, tú ya estás impactado porque uno
termina por creer que tú te impresionas ante cualquier escoba con trapos, y piensas
dubitativo que es un grave problema por lo que te vas de vuelta a la popa,
donde el viento sigue siendo el mismo fabricante de heladas agujas. Con tu
vasito de vino blanco, y piensas en tu tierra, en Saudy tan lejos, y entonces
tarareas, murmuras y luego cantas... “Mi
canción de amor, viene a turbar, la calma y el silencio, y mi pobre voz,
alzándose en la noche te despierta”. La serenata que aprendiste desde niño,
“debes perdonar y comprender mi corazón
tan necio, que por arrullar al azul de tus ojos, te desvela”... Hernando entona
con mucho sentimiento una canción que a ti te suena muy colombiana, y que luego
él te dirá que se llama Amapola, y tú estarás sorprendido, pues no sabías que
existiese otra Amapola que no fuera la que tú adoras en los hierros de su reja,
la que escuchó la triste queja, al escuchar tu dulce canción, y Hernando te
explica que es una vieja canción de la época colonial, pues él, como tú,
también se ha transportado a su infancia lejana, a su niñez en Ibagué… Luego la
juventud, y ambos miran a Claudia quien se asoma por la puerta de madera y los
ve en la cubierta, friolentos. Ella con su disfraz de húngara parece una
verdadera tarjeta postal para estimular el turismo. ¡Viaje por el Danubio hacia
Hungría con Claudia Hirsch! ¿De qué signo del zodíaco será esta catirita sangre
liviana? Tú piensas en Piscis y luego en escorpiones. El 21 de noviembre
cumpleaños Hernando. Sagitarios limítrofes los del 22 de noviembre, como tú, y
analizas el asunto de las coincidencias, si hubiesen sido compatriotas no
congeniarían tan bien. La amistad no puede expresarse con palabras, lo piensas
y te parece curioso que sea con un colega del hermano país con quien hayas
encontrado tantos puntos de identificación, un amigo que para colmo tiene más
de veinte años viviendo en los Estados Unidos, pero Hernando es a todas luces
más colombiano que el difunto Gaitán, solo tenés que verlo mijito, y si lo oís,
ya no te caben más dudas, ¿y cómo así?, venga le cuento y vea no le digo pues
que, ¡es un colombiano exiliado!, y tú piensas que también eres un exiliado,
pero de Maracaibo, de la República del Zulia, ¿más cosas en común?, la amistad
es también recíproca y por ello aseguras que ha valido la pena viajar con Hernando
sobre el Danubio azul, rumbo a Budapest.
Regresar a
Viena por tren desde Budapest siempre ha de ser una experiencia inolvidable.
Cuando hace varios años penetré la cortina de hierro por tierra en un vagón de
segunda, me asombró la meticulosidad de los agentes aduanales del gobierno
comunista, parecían buscar un polizonte, como si alguien se les quisiera
infiltrar sin autorización, sin pasaporte y yo pensé, caray al regresar
desmantelarán los vagones para buscar a los que se escapan, pero no fue así,
por cierto, fue muy diferente. La salida era sin duda alguna más expedita.
Ahora, había una tranquilidad pasmosa, en un apacible atardecer, cuando
dejábamos Budapest, y caminamos con calma por el andén de la Estación Central.
Buscamos un vagón que decía ser de primera y un compartimiento cómodo, pero en
el fondo, todos lucían idénticos, los de segunda y tercera eran lo mismo, dos
sillones frente a frente y el espacio arriba para ubicar las maletas.
Escuchamos los silbatos y el tren que notamos casi vacío, comenzó a ponerse en
marcha. Espero que no estemos en el vagón equivocado y vayamos a parar a
Estambul, le comenté a Hernando, quien risueño me informó que el viaje solo
habría de durar unas cuatro horas. De pronto apareció en la puerta del
compartimiento un joven quien nos hizo señas de querer sentarse con nosotros,
nos habló en perfecto inglés. Pues sí, ¿y por
qué no? Pase adelante. Lazarus es griego, y tiene 23 años.
Es un tipo blanco, perfilado, atlético, estudiante del último año de Medicina
en Atenas. Era increíble, otra vez las coincidencias, pero ya con este joven
griego nos habíamos tropezado antes en un insufrible tour en autobús alrededor del
Bastión de los Pescadores. En aquella oportunidad decidimos desertar del grupo
ante la chillona e insoportable voz de una vieja guía y por el deseo de
penetrar y estar un rato bajo las bóvedas de la iglesia de Matías. Un templo
gótico, lleno de colores y arcos románicos, donde había tenido la suerte de
asistir a un concierto de música sacra de Johan Sebastián Bach, varios años
atrás y me revolvía gratos recuerdos de mis conversaciones con un famoso
patólogo argentino, el difunto profesor Moisés Pollack.
Lazarus es hijo de un ferrocarrilero, su
padre trabaja en trenes y en el gobierno griego, por lo cual él viaja
gratuitamente en tren por toda Europa, y así fue como esa tarde, el destino lo
trajo hasta nuestro vagón. Lazarus espera lograr una posición académica en Ulm
y le gustaría ejercer en Alemania al graduarse. En Grecia tendría que esperar
entre uno y cinco años para poder ejercer libremente, nos dice y explica que
antes tiene que cumplir con el servicio militar. Es un tipo simpático este
Lazarus... ¡Lazarus se le dice también
al bicho, porque muere y resuscita! Es Hernando quien se lo dice y
había que ver la cara de asombro del muchacho. ¡Oh come on Lazarus, I am only
jocking! Luego, él se rió a carcajadas, mientras Hernando
me comenta quedamente que seguramente estará pensando que somos unos dementes.
Él sonríe y nos comenta. It
is okey with me. Colombia, Grecia y Venezuela en tren. ¡Que
verraquera!... y se
dio inicio a un contrapunteo geográfico. Hernando lo interroga inquisidor. ¿Capital de Malasia? ¿Capital de Indonesia? ¿Capital
de Australia? Él va respondiendo, a trompicones, sí.
Kuala Lumpur, Dakarta, Camberra. How can you know so much about
geography? Are you both some sort of teachers? Entonces
tratamos de presentarnos formalmente. Somos patólogos. Physicians? El
estudiante de Medicina se entusiasma. From South America? Hernando de nuevo a la carga. ¿Qué
sabes sobre Cristóbal Colón? América, ¿de dónde viene el nombre?, Américo
Vespucio, ¿y Venezuela?, la Venecia del Coquivacoa ¿Has oído hablar de Alonso de Ojeda?... ¿Cómo brindas
en griego? ¿Cómo en otros idiomas? Salud, salute, campai, y, ¿cómo
se insulta en diferentes idiomas? Relucen maldiciones en griego, ¿y
qué tal en turco?, griegos y turcos no se las llevan muy bien... Terminamos
hablando sobre Estambul, sobre la tragedia de Armenia, de armenios y turcos...
La historia... ¿Qué queda ahora de los
persas de antaño? Babilonia es Bagdad. ¿Qué
es lo que queda de los griegos? ¿Algo
de Esquilo? Recordamos a Edipo rey. ¿Volveremos a ver algún Pericles? You know what Lazarus?, in your life you
have to do everything intensively, that is the secret, intensively, if you take
a shower, you have to feel the water hiting your skin, intensively, study and
concentrate yourself in what you are learning, when examining a child, give you
completely, intensively...
Yo los miro y pienso que Hernando, quien
ya es abuelo, conversa con Lazarus como un patriarca, él pone todo el cariño y la
sapiencia de lo que es la vida en sus consejos, se los ofrece gratuitamente y
el joven griego los capta. Voltea momentáneamente y me dice. Siento como si hablara con uno de mis hijos y con acento británico el inglés de Lazarus nos informa. I think I am a good student...
Yes, tha´s what people say. Hernando piensa en sus hijos. Por
la ventanilla el sol corre como una pelota anaranjada ocultándose a cada paso
tras sombras muy negras. A mí, Lazarus me recuerda a Jorge Eduardo, me
impresiona por su buena educación, su don de gente... Súbitamente Hernando le
está planteando el Teorema de Pitágoras, y ¡ajá!, el joven griego sabe cómo
hacerle frente a la situación y lo resuelve para plantearnos luego un problema
matemático sin solución posible, por lo que terminamos cayendo en una discusión
sobre la Filosofía… Lazarus nos dice. Greeks now, are not the same.
People have changed. We have had so many invaders, so many nations, countries,
politicians... We
greeks are not the same. La historia de una vieja nación reflejada en la opinión de aquel joven
de la generación actual no deja de tener un dejo de nostalgia, la tristeza que
proviene del conocimiento de que ya no nacerá otro Eurípides, no vendrá otro
Fidias, ni un nuevo Pericles, no más Sócrates ni nadie que construya algo como
el Partenon, y yo reflexiono sobre nuestro entrópico paraíso tropical… Somos un
pueblo pobre, abandonado, sin una historia centenaria, algunos nos considerarán
una escoria del Tercer Mundo, pero somos ricos en futuro, abiertos hacia el
porvenir. Grecia en la persona de un joven médico no aspira por más filósofos,
ya su esplendor pasó, les quedan las casitas blancas brillando al sol del
Mediterráneo, piedras y la belleza de una línea de añil en el horizonte y eso
es bastante...
Entonces hablamos sobre Constantino y yo traje al tapete a
Justiniano, a Juan de Capadocia y a Teodora y conversamos sobre el significado
del manto purpurino, de aquí pasar a Ronald Regan fue un solo brinco histórico.
He´s a son of a bitch! Los gobiernos entregados a los
negociadores de los grandes consorcios de los Estados Unidos, es un lugar
común. Hernando insistirá. Goberments are like prostitutes! Lazarus expresa sus deseos. I hope to be a pediatrician, bu how to get into USA? Hernando le da detalles sobre cómo y dónde
tomar el ECFMG. You
have to take it. Pediatricians in general practice have a good chance in USA at
the present time. Lazarus me ha impresionado tan bien que pienso que no era esa la idea
que yo había tenido de ningún griego. Joven y educado. Lazarus nos llevó de
vuelta a la época del Monte Olimpo y después del siglo de oro, por Praxiteles
caímos en Sófocles y luego en Platón... ¿Tal vez así eran los griegos de antes?
Lazarus es ateniense, Argimiro es colombiano y yo venezolano y maracucho. Un
colombiano y un maracucho exiliados, fuera de su terruño, uno en los Estados
Unidos, el otro, viviendo en Caracas, la sucursal del cielo... ¡Saudy, cuanto
te pienso! En este viaje, entre Viena y Budapest he sentido el recuerdo de todos,
a Jorge y a Juan los tengo ante mis ojos con Lazarus, Tomy con los cuentos del
Rodrigo de Hernando. Clarita y Beatriz se han cruzado en nuestros
conciliábulos. ¡Francisco, como quisiera haber estado más tiempo de mi vida
contigo!, Hernando se ha asombrado con las increíbles hazañas de Pablito y del
catire Fernando con su estenosis pilórica y el susto que pasamos cuando recién
nacido y ahora con la bolita no descendida en espera aún de otra intervención.
He llegado a encontrarme pensando en inglés y ese fenómeno hacía años que no me
acontecía. Fue bueno recordar lo sucedido en el tren, entre Hungría y Austria,
allí alejándonos de Budapest vivimos y disfrutamos una cátedra de la vida,
sincera, abierta, fructífera e inolvidable.
Con algunas modificaciones,
tomado de “La Entropía Tropical” novela, Ediluz, 2003.
Maracaibo, 12 de enero, 2016.
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