Tinnitus
En diciembre del 2020 se me antojó publicar un artículo con el título de “Con tinitus, a cantar rancheras”… Decía que “en la duermevela de mis tiníticas chicharras, a mi mente acudió repetitivo, aquel poema de Ezequiel Bujanda: “No toques ese vals cierra ese piano, no broten nunca de tu blanca mano, esas notas que invitan a llorar”; más adelante escribiría… Ya saben quiénes me leen que el tinitus está allí, o aquí, constante, llenando mis silencios “cual si estuviese bajo un inmenso baobab de los de El Principito, cuajado de chicharras, las cigarras, que chirrían, con sonoridad brillante” (https://bit.ly/2XsnnY8); lo he dicho antes, es como “un grillo” y quizá de allí mi costumbre de sostener perenemente un hilo musical en mente, y por eso tal vez, ya he relatado que para mí “el cantar tiene sentido” y así, he ido cantando cada vez que he podido… (https://bit.ly/2z16JW4). Pero nunca antes había hablado en lapesteloca sobre el tinnitus… Hoy estoy padeciendo una extraña recrudescencia del ruido cerebral…
El tinnitus es un síntoma caracterizado por la percepción de un sonido en ausencia de un estímulo externo y su fisiopatología puede involucrar una alteración a nivel del funcionamiento del oído interno, pero la percepción de éste y el grado de molestias asociadas dependen de modificaciones de redes cerebrales cognitivas y emocionales. Cerca de 15% a 20% de la población general presenta en algún momento de su vida tinnitus y esta cifra aumenta con la edad.
La prevalencia real de los acúfenos (tinnitus) es difícil de precisar. Los sufren el 10-17% de la población mundial. Se estima que en los Estados Unidos los acúfenos afectan a unos 40 millones de personas, y la cuarta parte los padece de forma intensa. La Asociación Canadiense de Acúfenos contabiliza cinco millones de casos, equivale al 25% de la población. Se cree que en la población juvenil, por hábitos recreativos con exposición a ruido y música (mp3, discotecas, etc.), aparece trauma acústico en el 19% de la población escolar adolescente y acúfenos en un 10% de la población.
Existen nuevas teorías fisiopatológicas que intentan entender al tinnitus como una enfermedad que involucra cambios estructurales y funcionales en el cerebro que han dado pie a medidas de tratamiento innovadoras. La evidencia actual motiva a desechar la antigua noción que se entregaba a pacientes: “Lo siento, para el tinnitus no hay nada que hacer, mejor acostúmbrese”. Jonathan Wimmer y colaboradoes del Departamento de Neurociencia en la Universidad de Chile, en Santiago, publicaron en la Revista Otorrinolaringol. Cir. Cabeza Cuello vol.79, en marzo del 2019, el trabajo de revisión, Tinnitus: Una patología cerebral donde se discuten aspectos de la patogenia y fisiopatología del Tinnitus. Sobre este tema, podemos comentar algunas cosas interesantes.
La revisión, aborda los cambios que existen a nivel coclear, del tronco encefálico, tálamo y la extensa red cerebral que dan cuenta del tinnitus, discutiendo como esta nueva conceptualización tiene importantes implicancias clínicas, que permiten una mejor comprensión de los síntomas asociados, sus comorbilidades, y el desarrollo de nuevas estrategias terapéuticas. Para que el “precursor de tinnitus” sea percibido como un tinnitus molesto, deben ocurrir una serie de alteraciones a nivel cortical y subcortical en el cerebro que transforman esta señal en una percepción “fantasma” persistente y más aún que esta percepción tenga una interpretación como un fenómeno molesto, invasivo y que afecte la calidad de vida del individuo.
La revisión, está centrada en el tinnitus crónico no pulsátil (TCNP), tonal o no-tonal, ya sea uni o bilateral. Esa es la forma más frecuente de tinnitus en todo tipo de población. Dentro de las alteraciones cerebrales se han visto activaciones patológicas en pacientes con TCNP tanto en distintas áreas corticales relacionadas habitualmente con funciones cognitivas superiores como la atención, la alerta y el procesamiento emocional, como en la interacción con el control sensorial auditivo con estructuras subcorticales, en un fenómeno de “hipersincronía” conocido como disritmia talamocortical. Estos cambios en lo que hoy se conoce como la “red cerebral de tinnitus”, es donde parece “habitar” el fenómeno del TCNP, lo configuran como una percepción fantasma persistente independiente de lo que ocurra a nivel periférico en la vía auditiva. Comprender estos mecanismos parece ser clave en la aproximación terapéutica del TCNP no como una patología exclusiva del oído, sino también del cerebro.
El TCNP es una patología que posee un correlato de una disfunción a nivel cerebral, en la que se afectan regiones sensoriales auditivas, pero también áreas de procesamiento cognitivo y emocional. Entender que los pacientes con tinnitus crónico tienen disfunción de áreas cerebrales, más allá de las regiones auditivas, amplía nuestro entendimiento del tinnitus como una patología que muchas veces se origina en el oído, pero que se perpetúa en un disfuncionamiento cerebral.
El estrés, ansiedad, depresión, un acontecimiento emocional perturbador, pueden revelar o acentuar un acúfeno. La molestia causada por el síntoma no está relacionada precisamente con su intensidad, sino más bien con la percepción que tiene el individuo de un síntoma no deseado y tenaz. En determinados pacientes juega un rol central el área cerebral predominante para que las señales auditivas se puedan tolerar o bien se transformen en acúfenos permanentes. Los que utilizan la corteza prefrontal logran a la larga una habituación a los acúfenos (mediante una respuesta refleja condiciona inhibitoria), mientras que quienes utilizan predominantemente el circuito límbico (particularmente la amígdala) y activan también el Sistema Nervioso Autónomo, padecen los acúfenos a nivel central y los hacen persistir en el tiempo, cronificando el sufrimiento.
El área de Heschl corresponde a las áreas 41 y 42 de Brodmann de la corteza cerebral. Es llamada área auditiva primaria. En la cisura de Silvio, se ubica en el medio del giro superior del lóbulo temporal. Nos permite el sentido de la audición al recibir las aferencias talámicas del cuerpo geniculado medio. La estimulación de esta área produce sensaciones auditivas burdas, como susurros, zumbidos o golpeteo. Las lesiones pueden producir dificultad en la localización del sonido en el espacio y pérdida del procesamiento central de la audición.
La persistencia de una “señal aberrante” o “tinnitus” y del cortejo acompañante de síntomas neuro-vegetativos, manifiestados como una respuesta del sistema nervioso central autónomo, se vinculan al estado de alerta generado en algunos pacientes junto con el componente psicoemocional. Se ha observado que la implicancia de los factores emocionales magnifican la percepción y perpetúan el acúfeno. El cerebro está en especial alerta frente a las señales que puedan suponer un riesgo vital. Cuando el acúfeno es interpretado como una amenaza para la calidad de vida del individuo (creencia de padecer un tumor cerebral), es más incapacitante y persistente.
Finalmente; ante un paciente quejándose de la intolerancia de su tinnitus, lo que se debe hacer es: a) Obtener el diagnóstico más certero factible sobre el origen de su sintomatología, ya que muchas enfermedades que cursan con acúfenos entre sus síntomas, pueden ser tratadas en forma específica para su condición y disminuir concomitantemente este síntoma acompañante. b) 1. Darle una explicación apropiada de la situación, incluyendo las patologías causales y sus posibles tratamientos. 2. Nunca decirle que no tiene cura ni posibilidades de mejoría.3. Indicar si cabe, una de las terapias sonoras.4.Darle apoyo psicológico con algunas de las variadas formas de terapia emocional para mitigar la angustia y el temor.5.Terapia farmacológica.
Maracaibo, martes 8 de febrero del año 2022
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