lunes, 14 de febrero de 2022

Neuronas espejo y el cine

 Neuronas espejo y el cine

El equipo de Giacomo Rizzolatti, de la Universidad de Parma, descubrió las neuronas espejo, situadas en la región de Broca y en la zona parietal de nuestro cerebro. Los neurocientíficos plantearon que este tipo de neuronas participan en el reconocimiento de las intenciones y el valor subjetivo de los actos motores realizados por otros; es decir, corresponderían a la base neurobiológica de la empatía. Gracias a las neuronas espejo imitamos lo que observamos(https://bit.ly/33f2fKD). La idea es que al ver lo que hacen otros se activa una especie de reflejo que nos lleva a hacer lo mismo que estamos viendo que hace el otro.

Para llegar a ser acciones reales, o en términos neurocientíficos -para que se activen sus neuronas espejo-, el actor investiga con su cuerpo, agudiza la memoria sensorial lo máximo posible utilizando experiencias pasadas o bien imaginando experiencias análogas a las vividas, para ponerlas a favor del personaje, de forma que este pueda reaccionar a determinados olores y sonidos entre otros estímulos de forma orgánica y poco a poco, vaya adquiriendo mayor realidad de forma que desemboque en emociones reales y el espectador reaccione ante la obra.

Con la teoría de las neuronas espejo, se abrieron nuevos horizontes a la explicación del aprendizaje vicario o por imitación y a la empatía emocional. Según esta teoría, en el momento en que reconocemos emociones en otra persona, se activarían las neuronas espejo, debido a que nosotros, por ser de la misma especie, tenemos la posibilidad de experimentarlas, y cuando la observamos, la experimentamos, de forma que entran en juego las emociones sociales y los estados del “como si” del famoso neurólogo Antonio Damasio reconocido neurocientífico de origen portugués quien trabaja con su esposa médico, la profesora Hanna Damásio.

El cine ha servido como herramienta para entender la realidad del mundo en que vivimos. El cine tiene la capacidad de sintetizar historias o narraciones escritas en papel durante siglos y puede actuar como transmisor de actitudes morales o representar una forma de transmisión cultural. El cine nos permite estar informados y a la vez puede influir sobre nuestros sentimientos. Las imágenes que representan historias reales o ficticias nos pueden llevar a sentir empatía o no hacia actores y actrices de las películas.

Por otra parte, el cine, por la cobertura de público a la cual puede llegar, resulta una vía muy efectiva como mecanismo de comunicación. El cine logra hablar a través de las imágenes, es decir, por la vista, por tanto estas imágenes entran por los ojos y con o sin sonido van directamente al cerebro. Es una forma mucho más rápida de llegar al mensaje central que cualquier libro filosófico o psicológico. El cine es capaz de movilizar el intelecto, aunque sea a través de la ficción, y resulta ser un reflejo del mundo humano que conocemos. No es algo casual ya que la música, la comunicación gestual de los personajes, los ángulos de cámara o los silencios, que forman parte del lenguaje cinematográfico pueden servir para describir con precisión las experiencias cuando las palabras resultan inadecuadas o insuficientes.


 

Las neuronas espejo vienen a ser uno de los elementos que nos permite tener empatía hacia los personajes que observamos a través de la pantalla. Es precisamente gracias a ellas que somos capaces de entender la posición del otro, de aquel personaje que estamos viendo y admirando, y mientras podamos sentirnos identificados con este, bien sea a través de las vivencias personales que se parecen a lo que uno piensa, o entender lo que puede estar sintiendo el personaje en la situación que se encuentra de la narrativa de la película.​

El cine no solo es capaz de reproducir diferentes realidades, sino que nos permite aplicar nuestra comprensión sobre estas. Gracias a nuestras neuronas espejo los humanos somos capaces de imitar los movimientos que vemos en pantalla como si fuéramos nosotros quienes los estamos realizando. Esto genera que reconozcamos los agentes que nos envuelven y, automáticamente, tratemos de prever y comprender los comportamientos que llevan a cabo los personajes del cine a partir de sus actos. Por eso cuando tenemos muy interiorizado a un personaje porque lo hemos visto en diferentes películas o porque lo hemos observado durante un tiempo en un mismo film, tenderemos a crear hipótesis sobre cómo será su reacción en una situación concreta.

A través del cine, no solamente somos capaces de transmitir una realidad y una razón en base a lo que admiramos sino que podemos emocionarnos y prácticamente “vivir” lo que estamos viendo gracias a la activación de las neuronas espejo. Ya señalábamos antes que el ser humano es capaz de aprender a través de imitar acciones que se llevan a cabo en la pantalla. Cuando estamos en el cine lo que sucede es que las neuronas espejo envían la información del movimiento al cerebro y eso genera que haya la misma actividad neuronal que cuando se va a realizar la acción, pero esta conducta no se refleja de forma externa. Por tanto, esta enseñanza y esta capacidad de empatía nos permiten aprender del cine y será a través de nuestras neuronas espejo, que mecanizaremos una serie de movimientos y acciones.

Cuando en Hollywood se masificó el cine mudo en blanco y negro, este tuvo mucho que ver con las neuronas espejo. El subgénero cinematográfico que generó el surgimiento de grandes cómicos que formaron parte de la historia del cine, como las comedias de figuras tan conocidas como Buster Keaton, Charles Chaplin o Harold Lloyd se basaban en el llamado “gag visual” y se veía todo en un mundo en constante movimiento. La creación de los largometrajes para las salas de cine se generaban a partir de la acción por la acción y las proyecciones tuvieron gran fama. La gente salía del cine cansada o excitada físicamente, con ganas de hacer locuras como las que habían visto. Este fenómeno es absolutamente una consecuencia del efecto de las neuronas espejo.

Al realizar el visionado de cualquiera de estos largometrajes, vemos movimientos que eran captados por el cerebro y enviaban los impulsos electromagnéticos para efectuar el movimiento. Aunque la persona no se moviera físicamente, efectuaba lo que se conoce como movimiento visual y generaba un cansancio por parte del espectador. Muchos de estos cómicos utilizaron el efecto de las neuronas espejo para jugar con el público en diferentes filmes y al actuar siempre de una misma forma hacía que el público conociera un personaje y pudiera identificarse con él. Las neuronas espejo recrean el dolor, la alegría, la tristeza, o cualquier emoción que se reflejase en la pantalla, cuando estamos viendo un vídeo o una película. Es tan fuerte su efecto que la empatía que provoca hace que sintamos literalmente los mismos sentimientos que los personajes que observamos. Todos tenemos la experiencia de sufrir ante una escena donde el malo de la película golpea a la protagonista.  Ese sufrir ocurre porque las neuronas espejo recrean el dolor, la alegría, la tristeza, o cualquier emoción que se refleja en la pantalla, cuando estamos viendo un vídeo o una película. Es tan fuerte su efecto que la empatía que provoca hace que sintamos literalmente los mismos sentimientos que los personajes que observamos. La experiencia de sufrir ante una escena donde el malo de la película golpea a la protagonista, o tal vez, esos momentos que reímos sin parar por la torpeza del personaje, o llorar a lágrima viva. Algo similar tiene que ver con el cine de terror, el miedo que suscita un filme...

La respuesta a todas estas consideraciones sobre neuronas espejo, nos la ofrecieron Giacomo Rizzolatti, Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese quienes desde el año 1996, consiguieron uno de los hitos centrales en la comprensión de la empatía desde la Neurociencia y todos estos fenómenos se deben a las neuronas espejo.

Maracaibo, lunes 14 de febrero del año 2022

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