Recordar, en
avión o en tren…
En el aire, sobre el océano Atlántico, en un avión
suizo, ya de regreso después de seis días de trabajo, tú has venido escuchando Los Cuentos de Hoffman, de Offembach. Suenan
en tus audífonos personales, los del 727. Sin mucho volumen, has oído cantar a
Joan Sutherland y a Plácido Domingo, has cerrado los ojos, pero estabas en
otras cosas; andabas viajando sobre el Danubio, pensando en las extrañas
circunstancias de tu vida, y ahora, con La
barcarola de Weber estás transportándote a tu juventud, épocas de escolar;
puedes ver la gran lámpara facetada de vidrio y barras de plomo en el centro
del techo de multicolores retazos, puro Art Déco del Teatro Baralt, y con las
notas musicales de Hoffman vuelves a ver a Zizi JeanMarie, bailando, danza en
un escenario de celuloide, ella aflora desde lo profundo de tus
circunvoluciones cerebrales…
Recuerdo cuando hace varios años
penetré por vez primera la cortina de hierro; íbamos en un vagón de segunda, veníamos
llegando a Budapest en tren desde París y pienso en cómo nos asombró la
meticulosidad de los agentes aduanales del gobierno comunista; parecían buscar
un polizonte, como si alguien se les quisiera infiltrar sin autorización, o sin
pasaporte, y yo pensé, ¡caray al regresar desmantelarán los vagones para buscar
a los que se escapan! Ahora, años después, se trataba al inverso, de regresar a
Viena, por tren desde Budapest. Una experiencia inolvidable... Pero aún crees ser un muchacho, con tus audífonos del
727 y mentalmente estás viendo tu película musical en el Baralt, y Zizi baila
ballet vestida de rojo sangre, ella gira, y luego regresa en puntas de pie.
Hoffman suena profundamente, y tú eres el mismo quien has culminado con éxito
un compromiso internacional; recuerdas que te pareció tal vez el más difícil de
tu carrera profesional. Has vivido unos días en Viena, un canto emocionado a la
amistad, y convencido recuerdas aquel viaje en tren, y dices para ti, que sí, que
valió la pena…
Por cierto, fue muy diferente, aquella
salida desde Budapest. Sucedería unos cuantos unos años después, y sería sin
duda alguna más expedita. Ahora, había una tranquilidad pasmosa, en el
atardecer, cuando dejábamos Budapest, y ambos caminamos con calma por el andén
de la Estación Central. Buscábamos un vagón de primera, un compartimiento
cómodo, pero todos lucían idénticos, los de segunda y los de tercera eran lo
mismo, dos sillones frente a frente y el espacio arriba para ubicar las
maletas. Si regresas al avión, recordarás que en medio de la música, algo te
mortificaba pues ni idea tienes de cómo
pagarás tu tarjeta de crédito, si te ayudarán, si te darán la subvención
esperada, aunque hay quien dice que música paga no suena, tú sigues confiando, resolver
la deuda, en el aire, y mientras tanto, lo que vas escuchando se te confunde con
un chas, tras, chas, chas; el ruido del tren. Están por salir…
Escuchamos los silbatos y el tren,
que notamos casi vacío, comenzó a ponerse en marcha. Espero que no estemos en el vagón
equivocado y vayamos a parar a Estambul. Se lo comenté a Hernando, pero
él risueño me informó que el viaje solo habría de durar cuatro horas. De pronto
apareció en la puerta del compartimiento un joven quien nos hizo señas de
querer sentarse con nosotros. Nos habló en perfecto inglés, sí… ¿Por qué
no?, pase adelante. Lazarus, un griego de 23 años, blanco, perfilado,
atlético, estudiante del último año de Medicina en Atenas. Era increíble, otra
vez las coincidencias; con este joven griego nos habíamos tropezado en un
insufrible tour en autobús alrededor del Bastión de los Pescadores, cuando decidimos
desertar del grupo, en Pest ante la chillona voz de una vieja guía y para poder
estar un rato bajo las bóvedas de la iglesia de Matías...
Lazarus resultó ser hijo de un ferrocarrilero, su
padre trabaja en trenes con el gobierno griego, por lo cual él viaja gratuitamente
en tren por toda Europa… Así fue como esa tarde, el destino lo trajo hasta
nuestro vagón. Lazarus esperaba lograr una posición académica en Ulm, le
gustaría ejercer en Alemania al graduarse; esto nos lo dice, pues en Grecia
deberá esperar entre uno y cinco años para poder ejercer libremente; antes
tiene que cumplir con el servicio militar. Un tipo simpático este Lazarus... ¡Lazarus
se le dice también al bicho, porque muere y resuscita! Es Hernando quien
le aclara el punto y me impresiona la cara de asombro del muchacho. O
come on Lazarus I am only joking! Luego, él explotó en carcajadas,
mientras Hernando me comenta que seguramente estará pensando que somos unos
dementes. Él sonríe y nos dice. It is okey with me.
¡Que verraquera! Colombia, Grecia y Venezuela en un tren
y así se dio inicio a un contrapunteo geográfico. Hernando inquisidor lo
interroga. ¿Capital de Malasia? ¿Capital de Indonesia? ¿Capital de
Australia? Lazarus irá respondiendo a trompicones. Kuala Lumpur, Dakarta, Camberra…
Nos
pregunta. How can you know so much about geography? Are you both some sort of teachers? Entonces, ya más sosegados tratamos de presentarnos
formalmente. Somos patólogos. Lazarus se sorprende. Physicians? El estudiante
de Medicina se entusiasma. From South America? Hernando va de
nuevo a la carga. ¿Qué sabes sobre Cristóbal Colón? América, ¿de dónde viene el nombre?,
Américo Vespucio, y ¿Venezuela?, la Venecia del Coquivacoa, ¿has oído hablar de
Alonso de Ojeda?... ¿Cómo brindas en griego? ¿Cómo en otros idiomas? Salud,
salute, campai…
¿Cómo se insulta en diferentes idiomas? Relucen maldiciones en griego, ¿Qué tal en turco? Griegos
y turcos no se las llevan muy bien... Terminamos hablando sobre Estambul, y
luego el genocidio de Armenia, sobre armenios y turcos... La historia... ¿Qué
queda ahora de los persas de antaño? Babilonia es Bagdad, y… ¿Qué
queda de los griegos? ¿Algo de Esquilo? Recordamos a Edipo rey. ¿Volveremos
a ver algún otro Pericles? You know what Lazarus?, in your life you have to do
everything intensively, that is the secret, intensively, if you take a shower,
you have to feel the water hitting your skin, intensively, study and
concentrate yourself in what you are learning, when examining a child, give you
completely, intensively...Yo les miro y pienso que Hernando, quien ya es
abuelo, conversa con Lazarus cual patriarca…
Él le pone todo el cariño y la sapiencia a sus
palabras; le habla de lo que es la vida y sus consejos se los ofrece
gratuitamente al joven griego, quien apaciblemente los capta. Voltea Hernando momentáneamente
y me dice. Siento como si hablara con uno de mis hijos… Con acento
británico el inglés de Lazarus nos informa. I think I am a good student… Indeed, that´s what
people say. Hernando piensa en sus hijos. Por
la ventanilla el sol corre como una pelota anaranjada ocultándose a cada paso
tras sombras negras. A mí Lazarus me recuerda a Jorge Eduardo, me impresiona
por su buena educación, su don de gente... Súbitamente Hernando le está
planteando el Teorema de Pitágoras. ¡Ajá!, pero el joven griego sabe cómo
hacerle frente a la situación y lo resuelve para plantearnos un problema
matemático sin solución posible, por lo que terminamos cayendo en una discusión
sobre la Filosofía.
Lazarus nos dice algo tristón. Greeks now, are not
the same. People have changed. We have had so many invaders, so many nations,
countries, politicians... We greeks are
not the same. Pienso en la
historia de esa vieja nación reflejada en la opinión de aquel joven de la
generación actual. No deja de tener un dejo de nostalgia, la tristeza que
proviene del conocimiento de que ya no nacerá otro Eurípides, no vendrá otro
Fidias, ni habrá un nuevo Pericles, no más Sócrates ni nadie que construya algo
como el Partenón. Yo reflexiono silente sobre nuestro entrópico paraíso
tropical; somos un pueblo pobre, abandonado, sin una historia milenaria,
algunos nos considerarán una escoria del Tercer Mundo, pero somos ricos en
futuro, abiertos hacia el porvenir. Grecia en la persona del joven médico no
aspira por más filósofos, ya su esplendor pasó, le quedan las casitas blancas
brillando al sol del Mediterráneo, piedras y la belleza de una línea de añil en
el horizonte, y eso es bastante...
Entonces hablamos sobre Constantino y yo traje al
tapete a Justiniano, a Juan de Capadocia y a Teodora y conversamos sobre el significado
del manto purpurino. De aquí pasar a Ronald Regan fue un solo brinco histórico.
He´s
a son of a bitch! Los gobiernos entregados a los negociadores de los
grandes consorcios de los Estados Unidos, es un lugar común. Hernando insiste. Governments
are like prostitutes! Lazarus expresa sus deseos. I hope to be a pediatrician. How to get into USA? Hernando le da detalles sobre cómo y dónde tomar el
ECFMG. You
have to take it. Pediatricians in general practice have a good chance in USA at
the present time…
Lazarus me ha impresionado bien y pienso que no era ésta
la idea que yo había tenido sobre ningún griego. Joven y educado, Lazarus nos
llevó de vuelta a la época del Monte Olimpo y después del siglo de oro, por
Praxiteles caímos en Sófocles y luego en Platón... ¿Tal vez así eran los
griegos de antes? Lazarus es ateniense, Argimiro es colombiano y yo venezolano
y maracucho. Un colombiano y un maracucho exiliados, fuera de su terruño, uno en
los Estados Unidos, el otro, en Caracas, “la
sucursal del cielo”...
Este viaje, entre Budapest y Viena me ha acercado al
recuerdo de todos; a Jorge y a Juan los tengo ante mis ojos con Lazarus, a Tomy
con los cuentos del Rodrigo de Hernando. Clarita y Beatriz se han cruzado en
nuestros conciliábulos… Francisco, y pienso: ¡cómo quisiera haber estado más
tiempo de mi vida contigo! He asombrado a Hernando con las increíbles hazañas
de Pablito y del catire Fernando con su bolita no descendida en espera de otra
intervención.
Ahora, en este 727, se me ocurre súbitamente que debo
escribir todo esto, lo haré, quizás después de este año 86, aunque eso no lo
pensé cuando iba, viajando en tren entre Hungría y Austria, cuando disfrutamos de
una cátedra libre sobre la vida, sincera, abierta, fructífera e inolvidable.
El texto con
mínimos cambios es de mi novela “La Entropía Tropical”(Maracaibo, Edilz, 2003).
Maracaibo, domingo 17 de mayo del año 2020
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