EEV: una
historia nuestra.
Después del
brote del virus Sika con microcefalia en 2016, han transcurrido más de cuatro
años y a pesar de las investigaciones realizadas con el virus de la EEV que
aprovecho para refrescar, es evidente la declinación de la investigación en
este campo. El deterioro progresivo de la salud del venezolano va paralelo al
escaso apoyo que recibe la investigación en nuestras universidades durante las dos
últimas décadas. En este panorama vivimos la pandemia actual.
Comenzando la
década de los años 70 iniciamos nuestros trabajos de investigación con la
intención de buscar un modelo experimental que reprodujese lo que con
preocupación habíamos visto en el hospital Universitario de Maracaibo(HUM) el
año 1963, el mismo de nuestra graduación como médico-cirujano de la Universidad
del Zulia(LUZ). Las madres guajiras que habían padecido de encefalitis equina
venezolana en la epidemia del 62 y de ese mismo año 63, tenían hijos mortinatos
o nacían vivos y fallecían mostrando hallazgos en autopsias que describiera el
Dr. Franz Wenger, jefe del Servicio de Patología en la Revista Investigación
Clínica, inicialmente en 8 casos de mortinatos (1) y posteriormente denominando
necrosis cerebral masiva, a las lesiones inducidas por el virus (2). Comenzando
la década de los 70, con la colaboración de Luis Carbonell y Gernot Bergold del
IVIC, y de las Dras Slavia y Elena Ryder en el Instituto de Investigación
Clínica de LUZ, y publicamos varios trabajos sobre la ultraestructura del virus
de la EEV (3,4,5).
Trabajábamos
con ratones recién nacidos y entendimos que la cepa Guajira era letal para los
animales de experimentación; ratones, conejos, cobayos, y ratas morían de
inmediato o pocos días después de ser inoculados. Con la colaboración de José
Esparza quien dirigía el Departamento de Virología en el IVIC y de Gabriel
Carreño un estudiante de postgrado, logramos que algunas ratas Sprague Dawley
(SD) sobrevivieran a la inoculación intraperitoneal del virus; Carreño trabajó
creando una verdadera unidad de cuidados intensivos para ratas y
posteriormente, un mes después de la inoculación pudimos examinar histológica y
ultraestructuralmente el sistema nervioso central (SNC) de los animales y
demostrar las lesiones cerebrales en las ratas sobrevivientes al proceso
encefalítico eran similares a daños post
infarto y gliosis reactiva en las zonas afectadas. Los resultados de esta
investigación fueron publicados en una revista inglesa (6), las que
complementaban otros trabajos preliminarmente realizados sobre el mismo tema
como fue investigar una posible respuesta del sistema inmune en el tejido
linfoide (7).
Habíamos
llegado a un punto donde sabíamos que el modelo experimental para nuestros
propósitos podía ser la rata (SD) e iniciamos la tarea de examinar
citológicamente el ciclo menstrual de las ratas SD, y precisar cómo y cuál era
el momento para lograr el apareamiento y poder calcular día a día la edad de
los embriones y fetos en las 3 semanas de gestación. Examinar los úteros de
animales usados como control, lo mismo que calcular el peso y tamaño de las
crías, en fin, estos trabajos nos llevaron durante meses a interactuar con
grupos de entusiastas jovencitas quienes hicieron su tesis para culminar sus
estudios de bachillerato y desarrollaron con nosotros varios trabajos
colaterales, uno de ellos fue intitulado “Efecto del etanol in útero sobre el
desarrollo pondo-estatural y de la ultraestructura del cerebelo en las ratas”.
Paralelamente
fuimos conociendo las diversas etapas histológicas de la embriogénesis y el
desarrollo de los fetos de las ratas durante las 3 semanas de gestación hasta
el nacimiento. Lo primero a estudiar fue la histología de los embriones y fetos
en cada paso de las 3 semanas de preñez en muchas muestras del útero y de sus
productos, embriones, fetos y placentas. Con estos detalles precisados llegó el
momento, conociendo la historia gestacional de cada grupo de ratas, de inocular
a las madres con la cepa Guajira. Tuvimos nuevamente que recurrir a la ayuda de
Virología en el IVIC para no correr riesgos de contaminación con la cepa
Guajira. El efecto de la inoculación intraperitoneal con la cepa Guajira del
virus de la EEV en las ratas madres, se examinaron en diferentes etapas:
La primera
semana de gestación nos mostró que ya tres días después de la inoculación el
virus se había interrumpido la preñez. En los cuernos uterinos había hemorragia
y necrosis focales en el epitelio del útero. Todos estos hallazgos fueron
detalladamente relatados en Investigación Clínica en 1980 (8).
Podemos
resumir los comentarios sobre el examen histológico post inoculación en
diversas etapas concretando los resultados entre los días 14 a 18 de gestación,
cuando fetos y placentas, entre tres y cinco días post inoculación, mostraron
que el virus afectaba predominantemente los vasos de la placenta con
alteraciones diversas y letales en los
fetos. La conclusión derivada de estos hallazgos señalaban a las lesiones
placentarias iniciales como las responsables de diversos grados de alteraciones
de los fetos y donde el daño del cerebro se producía fundamentalmente a través
de trombosis vasculares. En la placenta
normal existe el fenómeno de la invasión del trofoblasto que cubrirá el
endotelio de los vasos placentarios (9) de esta manera, al final del embarazo,
las células trofoblásticas tapizan las paredes internas de las arteriolas
espiraladas del endometrio (10). Estos detalles fueron también señalados en una
publicación nuestra en 1981(11) y en 1983(12).
Inmunohistoquímicamente
demostramos la presencia del virus en el trofoblasto vascular señalando como en
esos sitios se iniciaba el proceso de la infección con trombosis (11,12). Los
resultados de estos experimentos fueron complementamos utilizando la
inoculación con la cepa TC83 del virus de la EEV que se utiliza como vacuna y
no es letal y de esta manera más leve, pudimos volver a demostrar los cambios
histopatológicos en las ratas SD (13). Este
modelo experimental del efecto intrauterino del virus de la EEV lo presentamos
y fue aceptado y publicado en 1981 en la Revista Boletín de Patología Comparada
de Instituto de Las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos (14).
Curiosamente,
en 1967, Lucy Rorke y Spiro (15) habían demostrado el mecanismo de las lesiones
cerebrales en la rubeola congénita y para nuestra sorpresa eran similares a lo
que estábamos observando en nuestras ratas SD. Las alteraciones en las
placentas en el “síndrome post rubella”
en humanos eran similares a los observados en las ratas, detalles estos que ya
habían sido señalados previamente por Alford desde 1964 en la placenta de
mujeres con rubeola (16).
Las
evidencias histológicas, ultraestructurales e inmuhistoquímicas apuntaban a que
las lesiones eran similares a las descritas en el síndrome post-rubeola, donde
el papel de los vasos placentarios parecía ser determinante en la patogenia
delas mismas. Para nuestra sorpresa, se planteaba la controversia de si podía
el virus de la Rubeola ser un Arbovirus (17)
ya que no era transmitido por ningún artrópodo vector, y a psar de ello, Rubeola
sería clasificado como Arbovirus del género Alfavirus en la familia
Togaviridae, y del grupo Rubivrius, muy similar a EEV.
Habíamos
logrado hacer una revisión del problema de la EEV y sus efectos teratogénicos
en 1962(18), y en 1995 publicaríamos los resultados del trabajo con la cepa
TC83 (13), sin embargo, curiosamente, en 1995, el mismo año de la publicación
del Suplemento de la Revista Investigación Clínica dedicado a los estudios con
EEV, nuevamente se desató una epizootia y epidemia de EEV en el occidente del
país con más de 10.000 personas afectadas. En una última publicación nuestra
sobre esta epidemia del año 95, enfatizábamos la importancia de la
ultraestrucutura, ya que esta fue utilizada para examinar el virus en los casos
humanos descritos (19). Extraoficialmente nos informaron de casos en la
Maternidad de Maracaibo, y supimos del resultado de autopsias en mortinatos con
lesiones cerebrales que fallecieron como consecuencia de la epidemia de ese
año, aunque no tuvimos confirmación oficial de los mismos.
Toda esta historia vino a reactivarse en 2016 por una
nueva epidemia con otro arbovirus, la cual se extendió por varias naciones de
América. El virus Zika transmitido por Aedes Aegipty apareció seguido de la
noticia de niños con microcefalia (20). Inicialmente detectado en Brasil y
coexistiendo en muchos casos con el síndrome de Guillain Barré, el virus ZIKA,
llegaría tras haber padecido en nuestro país de brotes epidémicos con
Chinkungunya, otro arbovirus como el Dengue, ya establecido endémicamente en
Venezuela como para rememorar lo previamente descrito con el virus de la EEV.
Finalmente, en el mismo mes de mayo de ese año 2016, en
un estudio inicialmente descrito en Lancet (21) se demostraba como el virus SIKA era capaz de
atravesar la placenta y afectar directamente el SNC, destacando el hecho de que la placenta es un
grave foco durante la infección y que ella misma puede ser la responsable de
las alteraciones cerebrales detectadas en los recién nacidos.
Referencias
1-Wenger F. Hallazgos
de anatomía patológica en la reciente epidemia de encephalitis equine
venezolana.Invest Clin 7: 23-45, 1963 2-Wenger F. Necrosis cerebral masiva del feto en casos
de encefalitis equina venezolana. Invest Clin 21:23-31, 1967 3-Garcia Tamayo J. Acid Phosphatase activity in mouse
brain infected with Venezuelan equine encephalomielitis virus. J Virology 8:
232-241, 1971 4- Garcia Tamayo J. Venezuelan equine encephalomyelitis
virus in the heart of newborn mice. Arch Pathol 96: 294-297, 1973 5- García Tamayo J,
Ryder S, Ryder E. Venezuelan equine encephalomyelitis virus: structural
components. Invest Clin 15: 56-61, 1974. 6- García Tamayo J,
Carreño G, Esparza J. Central Nervous System alterationes as sequelae of
Venezuelan equine encephalomyelitis virus infection in the rat. J Pathology (GrBr) 28: 87-91, 1979 7-García Tamayo J, Esparza J. Importancia de la
respuesta celular en el fenómeno encefalítico inducido por el virus de la EEV.
Patología (Mex) 4: 215-225, 1978 8- García Tamayo J. Encefalitis equina venezolana
experimental. Estudio histológico, histoquímico y ultraestructural. Invest Clin (Ven) 21:
227-371,1980
9- Bronsens I; Robertson WB, Dixon HG. The
physiological response of the vessels of the placental bed to normal pregnancy.
J Pathol 93:569-573, 1967. 10- De Wolf, F, De Wolf Peeters C, Bronsen I, Robetrson
WB. The human placental bed. Electron microscopic satudy of trophoblastic
invasión of espiral arteries. Am J Obst & Gyn 137: 58-70,
1980, 11-García
Tamayo J, Esparza J, Martinez AJ. Placental and fetal alterations due to Venezuelan equine encephalitis virus
in rats. Infect & Immun (USA) 32:
813-821, 1981. 12- García Tamayo J, de García S, Esparza J. Alteraciones iniciales inducidas en los vasos
placentarios de la rata por el virus de la encefalitis equina venezolana.
Invest Clin (Ven) 24: 3-15, 1983 13-
de Freites F, Garcés A, García Tamayo J. Alteraciones fetoplacentarias inducidas en
ratas por la cepa TC-83 del virus de la Encefalitis equina Venezolana.
Investigación Clinica (Ven) 36, Supl 2: 475-495, 1995. 14- García Tamayo J,
Esparza J, Martinez AJ. Venezuelan equine encephalitis. Animal model of human disease. Comp Pathol
Bull. The Registry of Comp.Pathol (AFIP-USA) 13: (2): 2-5, 1981 15- Rorke LB,
Spiro AJ. Cerebral lesions in congenital rubella síndrome, J Pediat
70:243-255,1967 16- Alford CA, Neva FA, Weller TH. Virologic and serologic
studies of human products of conception after maternal rubeola. New Engl J Med
271:1275-1281,1964
17-Holms IH, Warburton MF. Is rubella an arbovirus? Lancet. 1967, 2:(7528) :1233-1236 18- García Tamayo
J. Efecto teratogénico del virus de la encefalomielitis equina
venezolana: una revisión del problema. Invest Clin (Ven) 33: 81-86, 1992 19-Valero de
Fuenmayor N; García Tamayo J; E de García S; Caleiras E; Parada D.
Importancia de la Microscopía Electrónica de Transmisión en el diagnóstico de
la Epidemia de Encefalitis equina Venezolana de 1995 en la Guajira Venezolana. Investigación
Clinica (Ven) 38: 73-82,1997. 20-Rasmussen S A, Jamieson DJ, Honein MA,
Petersen LR. Zika Virus and Birth Defects. Reviewing the
Evidence for Causality. New Engl J Med 2016; 374:1981-1987 21- Adibi JJ, Marques JrETA, Cartus A, Beigi RH.
Teratogenic effects of the Zika virus and the role of the placenta. The
Lancet, 387:1587-1590, 2016
Jorge García Tamayo Instituto Anatompatológico, Facultad de Medicina,
Universidad Central de Venezuela. Laboratorio de Patología Molecular, Maracaibo, Venezuela.
Maracaibo, 1 de mayo, del año 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario