La Princesa Tarakanova
En 1772 aparecería en París una hermosa y misteriosa
joven que se presentaría en sociedad con el título de Princesa Vlodomir, posteriormente conocida como la Princesa Tarakanova. Ella afirmaba
haber sido raptada en Alemania y luego enviada a Persia. Según ella, en Ispahan
un príncipe le revelaría su identidad noble y la convencería para que regrese a
Europa a conquistar el trono que le pertenecía. Aparecerá en París, Londres y
Berlín, llevando una vida extremadamente lujosa donde propagaría el rumor de
que era la hija de la difunta emperatriz Isabel I de Rusia y de su favorito,
un cosaco con el que se casó en secreto.
Grigori Petrovich Danilevsky (1829-1890) era escritor
un ucraniano historiador y novelista. Danilevsky autor de novela muy popular:
Beglye v Novorossii
(fugitivos en Nueva Rusia, 1862). Grigori fue educado en el Institut
Dvoryansky de Moscú (1841-1846) y luego estudió derecho en la Universidad de San Petersburgo. De 1850 a 1857 se desempeñó en el Ministerio de Educación donde en
varias ocasiones fue comisionado para examinar los archivos de monasterios en
el sur. En 1869 se convirtió en un asistente editor de la nueva Pravitelstvenny
vestnik (Gobierno Herald) y en 1881 fue nombrado jefe de redacción,
convirtiéndose así en parte del consejo la supervisión de la prensa rusa. Murió
en diciembre de 1890 en San
Petersburgo.
Grigori
Petrovich Danilevsky se
especializó en escudriñar los rincones más oscuros de la historia rusa, siempre
en busca de episodios singulares, extraños y tenebrosos, relegados al olvido.
Autor sobrio, modesto a pesar de su notabilísima erudición, claro y preciso en
la exposición de los hechos, Danilevsky figura entre los mejores clásicos de la
literatura rusa, y todas sus obras son especialmente notables por su
inspiración en fuentes históricas.
En una novela sobre Yelizaveta (Isabel) Alekséyevna
Tarakánova una supuesta princesa y pretendiente al trono del Imperio
ruso, G.P. Danilevsky, narraría la historia de cómo a
partir del 5 de enero de 1762 cuando falleció la zarina Isabel I Petrovna, cuentan
que, diez años después de su muerte, apareció en los círculos nobles de París
una misteriosa mujer, culta, elegante y de modales refinados, que se decía hija
de la zarina fallecida y de su amante, el conde Razumovsky. Su nombre era Isabel Alekseyevna, más conocida como la Princesa
Tarakanova, una “hermosa joven
de cabello rubio, mirada azul oscura, rasgos circasianos”.
Yelizaveta (Isabel)
Alekséyevna Tarakánova (1745-1775) afirmaba ser hija de la emperatriz Isabel I y de su
amante Alekséi Razumovski, y decía haber sido criada en San Petersburgo. Viajó
por varios países de Europa y fue
amante del conde Felipe Fernando de Limburg-Stirum. Será detenida en Livorno por Alekséi
Grigórievich Orlov bajo las
órdenes de Catalina II la Grande. Orlov la sedujo y la subió a un barco ruso donde
la arrestó y trasladó a Rusia en febrero de 1775.
La princesa pedía el trono de la
zarina Catalina II La Grande,
monarca rusa en aquel momento, y una de las reinas más poderosas de Europa.
Los detractores de la zarina vieron en la Princesa Tarakanova una
posible sustituta que derrocase a la carismática Catalina, por lo que ante la
amenaza de la extranjera con aires usurpadores, la zarina le pidió ayuda al
Conde Aleksei Orlov quien, sedujo a la princesa. Con total cinismo, enamoró a
Isabel y le hizo creer que la amaba, manteniendo con ella un ardiente, falso
romance. Atraída por el Conde con promesas de matrimonio, Tarakanova accedió a
subir en el puerto de Livorno a un buque de pabellón ruso, donde fue detenida,
y llevada a San Petersburgo.
Al llegar a la ciudad, Catalina
II ordenó su encarcelamiento en la fortaleza de San Pedro y San Pablo donde fue
retenida hasta su muerte. La zarina no tuvo piedad de ella, y los guardias
sometieron a la princesa a duros interrogatorios en los que la Princesa
Tarakanova reiteraba que, según el testamento de la difunta Isabel l
Petrovna, ella era la legítima heredera del trono. La humedad del río Neva,
próximo a la fortaleza, y las condiciones físicas de debilidad de la princesa,
hicieron que esta contrajera tuberculosis, enfermedad de la que murió en 1775.
Hay quienes opinan que, si Catalina La Grande actuó así con la bella
princesa que vivía en París, por algo sería...
El pintor Konstantin Flavitsky
(1830-1866), fallecido a la temprana edad de 35 años (también de tuberculosis),
es el autor de uno de los cuadros del romanticismo ruso que se encuentra en la
galería Tretiakov, en Moscú, pintado en 1864. La pintura refleja el momento
cuando el río Neva desbordado inundaba la ciudad y la fortaleza. La princesa aparece
desesperada, mientras unos ratones huyen de morir ahogados subiéndose al catre
y Tarakanova languidece de pie sobre la cama, apoyada en la pared, la cabeza
ladeada hacia atrás en un gesto de vencimiento y desesperación.
Pese a lo dramático del momento
ideado por el pintor Konstantin Flavitsky, la princesa no falleció ahogada. En
realidad, la inundación del Neva se produjo en 1777, dos años después de su
muerte oficial en 1775, sino de tuberculosis. Pero las leyendas alrededor de la
princesa, llevaron al autor del cuadro a reflejar las creencias y no la realidad.
El cuadro en cuestión le valió a Flavitsky el título de profesor de la Academia
de Artes y la atención de los amantes de las artes plásticas y del público
culto de la época. Su corta vida le impidió ser prolífico, aunque hay otras
obras del autor de gran calidad como Mártires cristianos en el Coliseo o
La Corte del Rey Salomón. En
otra oportunidad espero poder conversar sobre la vida de la zarina
Catalina La Grande, mientras tanto, quedémonos flotando entre la realidad y la
ficción literaria de Grigori Danilevsky.
Maracaibo, jueves 7 de
mayo, 2020
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