martes, 19 de mayo de 2020

El intestino y el Parkinson…


El intestino y el Parkinson…

Puede sonar sorprendente, pero comentaré una conexión entre la enfermedad de Parkinson y el tracto gastrointestinal. He leído recientemente, lo publicado por la periodista Diana Kwon en el mes de mayo del 2018 en la revista  Scientific American, y no es cuento; ella regresa al trabajo del cirujano inglés James Parkinson en 1817, quien había señalado que los pacientes con “shaking palsy”, el temblor característico de la enfermedad que llevaba su nombre, padecían de constipación y que al menos en algunos casos, el tratamiento de estos síntomas mejoraba el tremor de la enfermedad.

La investigación sobre esta enfermedad se centró siempre en el sistema nervioso central y se hablaba de pérdida de neuronas productoras de dopamina, y más recientemente se le dio atención a la proteína alfa synucleine, hasta que en el año 2003, Heiko Braak, un neuroanatomista de la Universidad de Ulm en Alemania, propuso la teoría de que el Parkinson se originaba en el intestino y desde allí iba al cerebro. Apoyándose en el estudio de autopsias en pacientes con enfermedad de Parkinson, demostró los cuerpos de Lewis y acúmulos de alfa-synucleina en las células nerviosas de cerebro y en las que regulan el funcionamiento del tracto gastrointestinal.


En 1961 Okazaki describió los cuerpos de Lewy en el neocortex de pacientes con demencia de Pick y a mediados de la década de los ochenta mediante inmunohistoquímica (ubiquitina y alfa sinucleina) se logró una mejor identificación de los mismos. Se ha examinado la relación entre la pérdida de células dopaminérgicas en la sustancia negra, en Parkinson y la distribución y densidad de cuerpos de Lewy inmunorreactivos a alfa-sinucleína. Los cuerpos de Lewy son el sustrato anatomopatológico de la demencia de Pick y se forman por la proteína alfa-sinucleina (14 Kda), 

El doctor Braak y sus colaboradores sugirieron que los estadios característicos de la enfermedad son predecibles y que ella se origina en el tracto digestivo para luego detectarse en el cerebro, lo cual podría sugerir la intervención de un agente patógeno “aún no identificado”. Existen numerosas evidencias de que los agregados de alfa-synucleina, se mueven del tubo digestivo hasta el cerebro a través del nervio vago, sugiriendo que quizás productos de la destrucción bacteriana, o por mecanismo de tipo inflamatorio, acceden al sistema nervioso central y por consiguiente, los pacientes “vagotomizados” tendrían menor riesgo de padecer la enfermedad de Parkinson,

Michael Zasloff, un profesor de la Universidad de Georgetown  ha demostrado niños sanos que no han padecido una infección viral, ya tienen alpha-synucleina capaz de atraer y estimular las células del sistema inmune. Todo esto, a propósito de las infecciones con Norovirus, que producen crisis severas de vómito y diarrea por un virus que es muy contagioso, y se adquiere a través de la ingestión de alimentos o del agua contaminada o por contacto con personas ya infectadas..

Hoy día, en pandemia, vemos que las precauciones que se han adoptado para la infección con el SARS-CoV-2 usadas para prevenir el COVID-19, son similares a las indicadas en la enfermedad por Norovirus, una “intoxicación alimentaria”, o “gripe estomacal”, pues su prevención se basa en el lavado de las manos y la desinfección de las superficies contaminadas con jabón y alcohol., y se ha destacado de manera similar que no existe una vacuna para prevenir esta infección. Las imágenes de cuerpos de Lewis y del Norovirus, no quieren aparecer, por lo que dejo este artículo sin imágenes.

¡Ya va! No es igual la gimnasia que la magnesia. Lo sé: estábamos hablando del Parkinson y ahora caemos en un virus que se conoce también después de una epidemia el año 1968, por llevar el nombre de la ciudad de Norwalk, en Ohio, Estados Unidos(EUA). Los Noroviruses (NoV) son virus ARN de cadena simple de la Familia Caliciviridae, del Género  Norovirus, y su Especie se denomina virus Norwalk y no tiene nada que ver con el SARS-CoV-2 por muy de moda que esté hablar del COVID-19… Esto, que afirmo, mejor será que lo refrende José, mi estimado virólogo maracucho. Como recordatorio, tan solo les muestro una foto.

El asunto viene a cuento, debido a que se ha dicho que los “microbios”, léase bacterias, virus u otros bichos, pueden valer para que en el intestino se promueva la producción de alfa-synucleina. Investigaciones realizadas en animales han podido demostrar que la alfa-synucleína puede incrementarse en el intestino y en el cerebro de ratones, y como proteína cuyo origen es bacteriano ella forma filamentos, cuya forma se parece a los agregados de proteínas que se han descrito como priones responsables de la enfermedad de “las vacas locas”. Robert Friedland, un neurólogo de la Universidad de Louisville, ha relacionado estas alteraciones de las proteínas con la producción de alfa-synucleina. De manera que si regresamos a la investigación sobre el Parkinson, el interés en “el microbioma” intestinal sigue en pie y se describe un incremento de los síntomas en roedores predispuestos a la enfermedad, que empeoran post transplantes de microbios fecales, y todo ocurre paralelamente al incremento de alfa-synucleina 
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Sarkis Mazmanian, microbiólogo del Instituto Tecnológico de California considera que los responsables de los hallazgos con la alfa-synucleina son los metabolitos producidos por las bacterias, y en particular ciertos ácidos grasos de cadena corta capaces de activar la microglia y las células del sistema inmune en el cerebro. Estos experimentos en ratones señalan que bien sea a través del vago, o de la sangre, se provocarían los resultados comentados. Por otra parte, las investigaciones de Inga Peter una genetista epidemióloga de La Escuela de Medicina Icahn del hospital Monte Sinai señalan cada vez más conecciones entre enfermedad de Parkinson y enfermedad intestinal inflamatoria en los humanos. Comparando a 144.018 pacientes con colitis ulcerosa o con enfermedad de Crohn con 720.090 controles sanos, han determinado que la enfermedad de Parkinson es 28% más frecuente en los enfermos con enfermedad intestinal inflamatoria y que el uso de medicamentos que reduzcan la inflamación como los inhibidores del Factor de Necrosis Tumoral (TNF) reduce las enfermedades neurodegenerativas hasta en un 78%. 

La patogénesis del Parkinson, según Madelyn Houser, del Laboratorio Malú Tansey de la Universidad de Emory, los hallazgos con TNF apuntan hacia una asociación entre la enfermedad intestinal y el Parkinson sobre una base primariamente inflamatoria. A pesar de que no todos los pacientes con Parkinson tienen enfermedad inflamatoria del intestino, la idea del microbiólogo Mazmanian es que la mayoría de los estudios en años recientes apoyan la idea de que la enfermedad de  Parkinson y la enfermedad inflamatoria del intestino tienen un origen común.
Maracaibo, martes 19 de mayo, 2020

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