Stéphane Mallarmé
Stéphane
Mallarmé (1842-1898)
fue uno de los grandes poetas y crítico francés, del siglo XIX, quien representó la culminación
del simbolismo en Francia, un antecedente claro
de las vanguardias que marcarían los primeros años
del siglo XX. Bautizado con el nombre Etienne
Mallarmé, al perder a su padre en 1849, viviría con sus abuelos. La muerte
de su hermana María lo marcaría profundamente. Estudió el bachillerato en Sens.
En 1862, tras conocer a María Gerhard una joven alemana, dejó su empleo para
vivir con ella en Londres, con la idea de prepararse para ser
profesor de inglés.
En septiembre,
fue nombrado jefe de estudios en el Instituto de Tournon; en 1866 la revista Parnasse
Contemporain publicó diez poemas suyos; ese
año, se abre un periodo fundamental en su vida que finalmente se cierra
en 1869. Durante una estancia en Cannes en casa de su
amigo y corresponsal Eugène Lefébure
empezaría a dudar de sus convicciones estéticas primitivas. Al término de su
jornada laboral, se dedicaba a escribir y así compuso L'azur y Brise
marine, empezó Herodías
y redactó una primera versión de La
siesta de un fauno. En 1866, el Parnasse Contemporain le publicó diez
poemas y poco después fue trasladado al liceo de Aviñón donde conoce el
Movimiento Félibrige y entabla
amistad con sus poetas en lengua provenzal: Théodore Aubanel,
Joseph Roumanille
y Frédéric Mistral,
con quienes además mantuvo correspondencia; ese mismo año será nombrado
profesor en Besançon, y comienza
su correspondencia con Paul Verlaine;
en 1867 lograría el ansiado traslado al liceo Fontanes de París y, ya establecido en la capital,
abrió un famoso salón o tertulia.
Durante años,
sus veladas literarias fueron consideradas el centro de la vida intelectual
parisina. Entre otros asistentes, cabe mencionar a los poetas alemanes Stefan George y Rainer Maria Rilke,
a los franceses Paul Verlaine y
Paul Valéry, a los novelistas André Gide e Huysmans y al lírico irlandés W. B. Yeats.
Con Henri Cazalis (Jean Lahor) y Eugène Lefébure,
sus dos amigos, intercambió una caudalosa correspondencia. Apasionado por la
poesía y el ocultismo, se haría muy célebre como egiptólogo. El músico del impresionismo Claude Debussy compuso en 1892 una pieza de
orquesta sobre su poema La siesta de un fauno, y el
también impresionista Maurice Ravel le
dio música a poemas suyos: Trois poèmes de Stéphane Mallarmé
(1913); a estos hay que agregar los compositores Darius Milhaud (Chansons bas de Stéphane
Mallarmé, 1917) y Pierre Boulez (Pli selon pli,
1957-62). José Lezama Lima,
poeta y escritor cubano admirador de Mallarmé escribió: «...
es, con Arthur Rimbaud,
uno de los grandes centros de polarización poéticos, situado en el inicio de la
poesía contemporánea y una de las aptitudes más enigmáticas y poderosas que
existen en la historia de las imágenes. Sus páginas, y el murmullo de sus
timbres serán algún día alzados, para ser leídos por los dioses».
En principio la
obra poética de Mallarmé muestra la huella de tres contemporáneos ilustres a
los que él reconoció como maestros: Théophile Gautier, Théodore de
Banville y, especialmente,
Charles Baudelaire.
Pero Mallarmé desarrolló una obra poética tan breve como ambiciosa. Oscuro
y esteticista, Mallarmé inició, en la segunda mitad del siglo XIX, una
renovación de la poesía cuya influencia se siente hasta nuestros días y que
acabaría por trascender del simbolismo inicial
hacia una estética más ambiciosa, relacionada con cierto impresionismo y con el orfismo que continuarían discípulos suyos
como Rainer María Rilke,
o la poesía pura de Paul Valéry
En 1876 lo pintó
Édouard Manet, el mismo año en que daría a
conocer su poema L'après-midi d'un
faune. Por entonces frecuenta a los poetas parnasianos Leconte de Lisle y José-Maria de
Heredia. Investigó el uso de la tipografía libre, el espacio en blanco en
la poesía y el verso libre en su
poema más audaz, Un coup de dés
jamais n'abolira le hasard (Una tirada de dados jamás derogará el
azar), de 1897. Al año siguiente (8 de septiembre de 1898) sufrió un fatal espasmo faríngeo mientras trabajaba en su
poema Herodías y pidió a su
ayudante y a su hija que destruyeran sus escritos diciendo: “No hay herencia
literaria ahí...”. A la mañana siguiente, murió.
Mallarmé divulgó su nueva poética a través de la tertulia que mantenía en su casa, la cual
se caracterizaba la introducción del verso libre y la construcción del poema
alrededor de un símbolo central. Fue
uno de los pioneros del decadentismo
francés. Dueño de una sintaxis experimental, cuyo hipérbaton mezclaba con construcciones
inglesas y latinas, de un ritmo y vocabulario poco comunes, Mallarmé creó
poemas cerrados en sí mismos, lejos de cualquier realismo, donde el sentido
proviene de las resonancias. En su poesía las sonoridades y los colores juegan
un rol tan importante como los sentidos cotidianos que tienen las palabras, lo
cual hace su traducción realmente difícil. Según algunos autores, Mallarmé crearía un impresionismo literario. Junto con otros
poetas, tales como Arthur Rimbaud,
fue incluido en el libro Los poetas malditos
de Paul Verlaine.
Maracaibo, lunes 30 de marzo, 2020
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