Dictadores paraguayos
En julio del 2017 estaba leyendo
al autor de “Yo el Supremo” a través
de su “Madama Sui” y su lectura me
llevó a recordar, además del indiecito guaraní y del naranjero pájaro Chogüí
que cantaba Néstor Zavarce (bit.ly/2p2W7yW), o puede que fuese el lago azul de Ipacaraí que cantaba el Indio
Araucano, pero lo cierto es que con los guaraníes recordé la historia de las
Misiones de los jesuitas en Paraguay. Obligadamente, este recuerdo jesuítico,
ahora que recién ha fallecido el padre Ernesto Cardenal, pensé en la película
de 1986 interpretada por Robert De Niro y Jeremy Irons (La Misión) reviviendo la
lejana epopeya del año 1750 de los jesuitas frente a los gobiernos de España y
Portugal. Así fue como caí en la trampa, ¿para quién?, para guaya… Es un mal
chiste, pero voy al asunto que no es chistoso, por el contrario es tan actual
como el fatídico coronavirus: nuevamente, los dictadores…
En septiembre de 1840 murió Gaspar
Rodríguez de Francia conocido como “El doctor Francia”, famoso dictador del
Paraguay quien durante veintiséis años (1814-1840), se transformó en “el Supremo”, quien antes de haber
devenido en difunto no hizo lo que el engendro de Sabaneta y no dejó sucesor
alguno. En marzo de 1841 un congreso decidió entonces escoger a Carlos
Antonio López y en 1844 otro congreso lo nombró presidente de la República.
Así fue como hasta su muerte en 1862, Paraguay tendría su segundo
dictador. Aprovecho para mostrar la
representación gráfica de ambos personajes. Reconózcanlos.
Luego, el hijo del difunto Carlos,
de nombre Francisco y de
apellido Solano López sería el último dictador-gobernante de la
dinastía López. Francisco había viajado a Europa en 1853 para comprar armas y
estando en París se enamoró de una irlandesa con quien se casó. Elisa Alicia Lynch fue una mujer
inteligente que le dio a Solano López cinco hijos y tuvo una enorme influencia
en la historia del Paraguay. Se transformó en la hacendada más importante del
país.
En abril de 1863, ya en la
presidencia del último dictador de la dinastía López, el general uruguayo
Venancio Flores, quien además era jefe del Partido Colorado de su país, inició
una revolución en Uruguay, y el presidente Bernardo Prudencio Berro Larrañaga le pidió al Paraguay que lo
ayudara en la defensa de su gobierno. Solano López sonriente, decidió ayudar al
gobierno blanco del Uruguay. El presidente actuaba soñando, de lo más confiando
en que iba a poder darle al Paraguay el mismo estatus que poseían la Argentina
y el Brasil. Apropiarse de Montevideo significaría además, el acceso paraguayo
al mar y la liberación de la dependencia comercial con Buenos Aires.
Cuando como una consecuencia de
las aspiraciones de Solano López, una coalición formada por Uruguay, Argentina
y el Imperio del Brasil se unieron militarmente contra el Paraguay en una
contienda que se extendería durante los años 1864 a 1870, y tras sesenta años
de tiranía, Solano López perdió la llamada “La Guerra de la Triple Alianza” que fue un desastre para el
Paraguay. El país perdió buena parte de su territorio, y fue obligado a pagar
una indemnización. Bastaron cuatro años de guerra donde ancianos, niños y
mujeres al mando de Eliza Lynch, a la que el Mariscal presidente le había otorgado
el grado de Mariscala, terminaría con un país donde más del 90 % de su
población masculina quedaba diezmada.
Al final de la historia de la
pareja López-Lynch, Francisco enloquecido, había torturado a su madre y sus
hermanas y asesinado a sus hermanos, porque sospechaba o los supo, traidores.
Pero el pueblo, los paraguayos que aún podían hacerlo, lo siguieron a través de
la selva cual caravana de esqueletos arrastrándose hacia el Chaco, comiendo
polvo de huesos con jugo de naranjas amargas. Los brasileños alcanzaron a
los fugitivos en un lugar desolado llamado Cerro Corá, donde Francisco y el
hijo mayor, Panchito, caerían muertos y Eliza con un arrugado vestido de baile
y arañando la tierra tuvo que enterrarlos con sus propias manos.
Los años de gobierno de Francia y de los
López, serían exaltados por un nuevo dictador Stroessner y por “los
colorados” del siglo XX a pesar de que sus resultados habían sido catastróficos
para el Paraguay. Hijo de un emigrante alemán, y de una campesina paraguaya, Alfredo
Stroessner había nacido en 1912 y en 1954 con 41 años, llegó al poder.
Acabó con la oposición que podía amenazar su liderazgo desde el Partido
Colorado, segó la rebeldía de los paraguayos e inculcó al pueblo un temor
ancestral, misterioso y reverencial. Durante su régimen, su familia, los
allegados, los jefes militares, los políticos, y una serie de aventureros
acoplados al régimen amasaron grandes fortunas.
El secuestro y la violación de niñas de entre
10 y 15 años durante la dictadura, fueron crímenes cometidos por el propio
dictador Stroessner; niñas traídas Stroessner.
especialmente del interior del país, eran preparadas para ser luego
ofrecidas al presidente y su corte. Al cabo de 30 años de Gobierno, en febrero
de 1989, Stroessner abandonó un país que había sido suyo por 35 años y bajo el
manto protector de Brasil, viviría 17 largos años de exilio en Brasilia. De acuerdo con el informe de la Comisión de la
Verdad, creada en 2004, unas 500 personas desparecieron y otras 19.000 fueron torturadas durante
los 35 años del gobierno de
Los
libros de historia cuentan que después de haber gobernado el país sudamericano
durante 35 otoños hasta 1989, con el apoyo del Partido Colorado, el dictador paraguayo Alfredo Stroessner murió a los 93 años en Brasilia en agosto de 2006.
El general cobijó a decenas de nazis en Paraguay y se calcula que desaparecieron
unas 400 personas bajo su mandato, pero jamás compareció ante ningún tribunal. El
historiador paraguayo Carlos Pérez Cáceres ha dicho que: "La persecuciones
políticas y las violaciones de derechos humanos dejaron una herida que el país
aún no ha terminado de sanar".
Maracaibo, lunes 23 de marzo del año 2020
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