Las tres condesas Potocka
En noviembre de 1831 Fréderick
Chopin le escribiría a un amigo en París, cuando recién había conocido a la
Sra. Condesa Potocka, la bella esposa de 24 años del conde Mieczysław,
informándole de su belleza. Ella estudiaría piano con él y serían amigos
íntimos hasta la muerte de Chopin en 1849. Delfina
Potocka había
nacido en Murowane Kuryłowce, Podolia (antes Polonia, ahora en Ucrania) en
Marzo 1807. Era hija de Stanisław Komar y Honorata Orłowska y en 1825 se casó
con el Conde Mieczysław Potocki y pasó a ser condesa. Tuvo 2 hijas de un
matrimonio mal avenido que terminó en divorcio.
A los atractivos físicos de la
condesa Delfina Potocka hay que
añadirle que era una muy buena pianista,
poseía una voz muy bonita y además era polaca, cualidades por las que
indudablemente agradó particularmente a Chopin, por lo que desde 1832 se
convertiría en una muy apreciada alumna de Federico y desde entonces se
iniciarán los correspondientes rumores de una relación entre ellos, por lo que
se dice que sostuvieron un romance desde 1838 a 1846. Los rumores sí que
existieron, ya que de lo contrario, Federico no hubiera tenido la necesidad de
negarlos ante Liszt u otros amigos y conocidos. Chopin le dedicó dos de sus
grandes e inmortales obras a la condesa: El Concierto en Fa menor Op.21 y el Vals
en re bemol mayor Op.64, conocido también como el vals del minuto.
Existe una carta de Delfina para Chopin, escrita 3 meses antes de la muerte del
músico y en ella, la condesa le expresa preocupación por su bienestar y le
informaba que se había puesto en contacto con gente en Varsovia para facilitar
la visa de Luisa, para que ella pudiese viajar y acompañar a su hermano
enfermo; es una carta con un tono amistoso, melancólico, con más consideración
que intimidad.
Como una curiosidad, existía
otro conde polaco, Napoleón Stanisław Adam Feliks Zygmunt Krasiński
(1812–1859), un conde polaco, tradicionalmente clasificado junto con Mickiewicz
y Juliusz Słowacki como uno de los tres grandes poetas románticos de su época, que
influenció la conciencia nacional en Polonia y es sabido que la musa del conde
Napoleón Stanisław, fue durante largos años, la Condesa Delfina Potocka, la amiga de Frédéric Chopin.
La condesa Emmanuela
Potocka, fue la más célebre conquista de Guy de
Maupassant. Nacida en Nápoles, en 1852 de una ilustre familia, Emmanuela
Pignatelli di Cergharia era una auténtica condesa, hija del duque Dio Regina,
embajador de Nápoles en Rusia, y de una “devota romana”, como dijera el
escritor francés Armand Lanoux. Se casó con el conde polaco Félix-Nicolas
Potocki, procedente de una gran familia polaca inmensamente rica, agregado a la
embajada Austro-húngara. La cosmopolita pareja ocupaba un suntuoso palacete
particular en el Nº 27 de la avenida de Friedland, palacete que en aquella
época, era denominado el “Crédito Polaco”, pues era frecuentado por una
incesante muchedumbre de refugiados mendigantes. La condesa Potocka se hizo
famosa, no solo por su belleza, que según Proust, era una “belleza florentina”
de una “elegancia parisiense”. Emmanuela también regía un salón en París que
fue uno de los más brillantes de los años 1880. Pianista avezada, anfitriona
sin igual, dotada de un encanto excepcional, sedujo e inspiró a numerosos
espíritus de su tiempo.
Georges
Legrand, era muy amigo de Guy de Maupassant y le presentó a Emmanuela, en 1882 cuando tenía 30
años, y sin lugar a dudas, Maupassant se inspiró en la condesa, para describir
a Christiane Andermatt, la heroína de “Mont-Oriol”,
su novela publicada en 1887 y centrada en la especulación que provocan ciertas
tierras agrícolas tras descubrirse en ellas unas aguas termales muy útiles para
los enfermos. Christiane Andermatt, la protagonista de la obra es una mujer
casada quien trasladada al lugar para tratarse de una supuesta esterilidad,
vivirá una relación adúltera que tendrá sus consecuencias, mientras su marido
hace pingües negocios con las tierras. Maupassant aprovechó la trama para
criticar la situación de la mujer en la sociedad de la época y también para
hacer una parodia de la profesión médica, todo ello con el trasfondo histórico
de la citada especulación. También la condesa Potocka
debe haberle servido a Maupassant de modelo para la baronesa de Frémines en “NotreCoeur”, una criatura neurótica
conocida en París como extravagante entre las mundanas de la alta sociedad. En
“NotreCouer” se encuentra la
quintaesencia del arte de Maupassant y lejos de ser una “última novela”, “NotreCoeur” confirmaría la madurez de
un escritor en plena gloria, que habría de morir poco después.
Emmanuela no era de fácil acceso. Fría, y calculadora e irónica, era de
las que se divertía contemplando la corte de adoradores que a su alrededor se
presentaban en su salón, y cuya calidad no era siempre similar a la idea que
ella tenía de sí misma y
de su propio valor. Por ello,
Emmanuela aparece en la lógica creadora del escritor quien
con la frecuente asistencia a los salones de Marie Kahn y de la condesa Potocka
tan bien como a los de la augusta princesa Mathilde lo autorizan de algún modo
a realizar una viva descripción de esos ambientes… En
1889 Maupassant ya estaba agotado por la enfermedad que pronto terminaría por
enajenar su razón. Presa de dolores de cabeza y de unas hemorragias
insufribles, minado por el internamiento de un hermano demente que sucumbirá en
el mes de noviembre, parecía desear publicar menos textos cortos, relatos o
crónicas cotidianas en los periódicos (a título indicativo, en 1883, aparte de
su novela Une vie, ¡escribiría
sesenta relatos y treinta crónicas en el año!), para continuar viviendo de su
pluma.
Separada del conde, Emmanuela dejó el palacete Potocki
bruscamente a finales del año 1887 llevándose sus bienes personales, y se
instaló con su madre en el Nº 14 de la calle Chateaubriand. Luego se mudó a un
pequeño hotel donde unos cuarenta años más tarde, el 18 de diciembre, la condesa
Emmanuela Potocka, una de las más descollantes figuras de “La Belle Epoque”, a
la edad de ochenta años, arruinada y abandonada, muere en su pequeño hotel del
barrio Auteuil.
Según
el diario del doctor Polidori, la condesa Potocka, no se hallaba presente en la
Villa Diodati. Para los lectores de El
año del verano que nunca llegó, de William Ospina (1954), puede resultar necesaria
esta aclaratoria. Me estoy refiriendo al año 1816 que ha pasado a la historia
de la literatura por la estancia en Villa Diodati del poeta Percy Bysshe
Shelley, Mary Wollstonecraft Godwin (Mary W. Shelley), Claire Clairmont
(hermanastra de Mary), Lord Byron y su médico John William Polidori, en una
noche durante la cual, tras la lectura de una antología de cuentos de fantasmas
alemanes, Byron propuso que cada uno de ellos escribiera un
relato, de donde
nacerían Frankenstein el moderno
prometeo, August Dawell y El vampiro
escrito por el doctor Polidori. La confusión parece surgir de una
invitación para asistir a un baile en la casa de la Sra Odier que estaba
extendida a los cinco ingleses presentes aquella noche en la Villa Diodati y
sería en ese baile donde también, supuestamente se encontraba la condesa
Potocka, señalada como “ex amante de
Napoleón”. Se puede entender entonces que la condesa ausente de la Villa Diodati
es a una tercera Condesa Potocka de nombre María
Leszczynska (María Walewska) (1786-1817) esposa del conde Atanasio
Colonna-Walewski y conocida en la historia como “la amante polaca de Napoleón Bonaparte”, viuda desde 1812 y quien
ese año (1816) se casaría con el conde
Philippe Antoine d'Ornano primo segundo de Napoleón. María Walewska fallecería el año siguiente 1817 a los 31 años, al
dar a luz a su tercer hijo. Esta tercera condesa polaca, fue tan importante o
más, que las dos, Delfina y Emmanuela Potocka de quienes hablamos previamente.
Después
de conocer a las tres condesas Potocka todavía aparecerá otra, pero ésta no
existió realmente ya que resulta ser un personaje literario; una
joven mujer, Ninotchka, personaje
del Libro de mal amor, de Fernando
Iwasaki (1951) un escritor, investigador, docente, filólogo e historiador
peruano quien vive en Sevilla, y quien nos presenta a Ninotchka, supuestamente
como la bisnieta de la condesa Emmanuela Potocka, la musa de Maupassant, y
reina de los salones parisinos de principios del siglo XX. La condesa Emmanuela
Potocka era, según el narrador Iwasaki, “de
una belleza indomable, a pesar de la escarcela y las alhajas que pretendían en
vano atemperar su naturaleza mundana”. Proust, dice el narrador, que
consideraba a Madame Potocka como una “heroína
balzaquiana” y una Belle sans merci. En cambio, Ninotchka
supuestamente decía de su bisabuela que era una “loca suelta”, “que media Europa se moría por ella”, que “la bandida nunca le hizo caso a nadie”.
Debo recordarles que sobre estos interesantes personajes femeninos, ya había
conversado en este blog en el mes de octubre
del año 2016.
Maracaibo,
sábado 21 de marzo, 2020
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