martes, 11 de septiembre de 2018

Las Beguinas



Las Beguinas

Las beguinas era una asociación de mujeres cristianas, contemplativas y activas, que dedicaban su vida a ayudar a los desamparados, enfermos, mujeres, niños y ancianos, y también a labores intelectuales. Organizaban la ayuda a los pobres y a los enfermos en los hospitales, o a los leprosos. Trabajaban para mantenerse y eran libres de dejar la asociación en cualquier momento para casarse. No tenían una casa-madre, ni tampoco una regla común, ni una orden general. Establecían sus viviendas cerca de los hospitales o de las iglesias, en sencillas habitaciones donde podían orar y hacer trabajos manuales. Cada comunidad o beguinaje, era autónoma y organizaba sus propias formas de vida con el propósito de orar y servir como Cristo en su pobreza. Una carta de 1065 menciona la existencia de una institución similar al beguinaje en Vilvoorde (Bélgica). Desde el siglo XII, el movimiento se difundió rápidamente desde la región de Lieja a Holanda, Alemania, Francia, Italia, España, Polonia y Austria. Algunos beguinajes, como los de Gante y Colonia llegaron a contar con miles de integrantes. El extenso renacimiento religioso que originaron los beguinajes, generó sociedades similares para los hombres, los begardos

Sobre el origen de los nombres beguina y begardo hay varias hipótesis: 1) Lambert le Bègue, sacerdote de Lieja habría fundado la asociación. Era un crítico de las costumbres del clero, traductor de los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas de Pablo, autor de Antigraphum Petri. Fue acusado de herejía, y murió en 1180, después de haber fundado una iglesia y claustro para viudas y huérfanos de los cruzados en su pueblo nativo. El apelativo le bègué significa en francés "el tartamudo".2) Se ha planteaado también que deriva de beghen en flamenco antiguo, con el sentido de pedir (pedir al orar o tal vez peyorativamente, pese a que en realidad nunca fueron mendicantes). 3) Por Bega, santo patrón de Nivelles, donde, según una dudosa tradición, se estableció el primer beguinaje. 4) Por el hábito de color beige de lana burda, parecido al de los «humillados» de Italia.
Como escritoras, las beguinas encontraron el obstáculo de ser laicas y mujeres, pero alegaron el mandato de la inspiración divina. En este sentido, las beguinas rivalizaron con el poder eclesiástico y patriarcal, al considerar la experiencia religiosa como una relación inmediata con Dios, que ellas podían expresar con voz propia sin tener que recurrir a la interpretación eclesiástica de la palabra divina. La beguina mística más famosa es sin duda  Hadewych de Amberes (hacia 1240), autora de varias obras en poesía y en prosa. En Amar el amor escribió: Al noble amor / me he dado por completo / pierda o gane / todo es suyo en cualquier caso. / ¿Qué me ha sucedido / que ya no estoy en mí? / Sorbió la sustancia de mi mente. / Mas su naturaleza me asegura / que las penas del amor son un tesoro. En Alemania aparece como cumbre de la mística del amor Matilde de Magdeburgo (1207-1282), con su escrito La luz que fluye de la divinidad. Fue mal vista por la jerarquía eclesiástica, y  tuvo que buscar refugio en el convento de Helfta.         
  
 Entre las beguinas más ilustres vale la pena recordar a María de Oignies, a Lutgarda de Tongeren, a Juliana de Lieja y a Beatriz de Nazaret, autora de Los siete grados del amor.  Se considera que las beguinas, junto con los trovadores y Minnesänger, fundaron la lengua literaria flamenca, francesa y alemana. Participaban en la apertura del saber teológico a los laicos, tomándolo del latín clerical y vertiéndolo a las lenguas vulgares. La traducción de obras del místico alemán Johannes Eckhart y la divulgación de su propia obra le costó la hoguera en 1310 a Marguerite Porete, autora de El espejo de las almas simples que dice: Teólogos y otros clérigos / no tendréis el entendimiento / por claro que sea vuestro ingenio / a no ser que procedáis humildemente / y que amor y fe juntas / os hagan superar la razón, /pues son ellas las damas de la casa. Marguerite Porete nació hacia 1250 posiblemente en Valenciennes, Francia. Fue una mística acérrima y tradujo las obras del también místico alemán Johannes Eckhard. Tras escribir su obra, la ofreció ante el obispo de Châlons, Pierre de Latihy, el cual la designó como herética. Se le obligó a retirar su obra de circulación, pero ella se negó siendo entonces el libro condenado y quemado en 1306. En 1309, en París, la obra vuelve ser condenada y ella es detenida y juzgada por el Santo Oficio. El 31 de mayo de 1310 es condenada cumpliendo la ejecución de pena de cremación al día siguiente.

La condena de Margarita Porete fortaleció a los enemigos de las beguinas. A instancias del Papa Clemente V, en 1312 el Sumo Pontífice, decidió tomar cartas en el asunto y en 1307 el Papa Clemente V edita la bula Regnum in Coelis en la que convoca el concilio de Vienne, celebrado entre 1311 y 1312, donde pretendía hacer una reforma de base de la Iglesia, censurando la forma de actuar de las monjas y decretó que deben ser prohibidas y excluidas de la Iglesia y el Concilio de Vienne decretó que "su modo de vida debe ser prohibido definitivamente y excluido de la Iglesia de Dios". En este mismo concilio, el Papa también suprimió la Orden de los Caballeros Templarios. En 1321, Juan XXII mitigó esta sentencia y permitió que las beguinas continuaran con su estilo de vida, ya que "habían enmendado sus formas". Posteriormente, las autoridades eclesiásticas tuvieron frecuentes roces con las beguinas y begardos. Durante el siglo XIV, los obispos alemanes y la Inquisición condenaron a los begardos y emitieron varias bulas para someterlos a la disciplina papal. El 7 de octubre de 1452, una bula del papa Nicolás V fomentó el ingreso de las beguinas en la orden carmelita

En 1470, Carlos el Temerario, duque de Borgoña, decretó que gran parte de los bienes de las beguinas pasaran a manos de las carmelitas. Se presionaba a las beguinas de muchas maneras para ingresar en una comunidad de monjas o disolverse. En el siglo XVI la desconfianza en las beguinas creció, pues frecuentemente se unieron a la Reforma, especialmente al anabaptismo. En el siglo XVIII, se tomaron más medidas para frenar a las beguinas. El 14 de abril de 2013, murió en Kortrijk (Bélgica) la hermana Marcella Pattyn, a los 92 años. Era la última representante de este movimiento religioso surgido en la Edad Media. Había nacido en el Congo belga en 1920 y era ciega. Estudió en la escuela de ciegos de Bruselas y a los 20 años intentó ingresar en un convento pero ninguna la aceptaba. Le acogieron las beguinas de Sint Amandsberg en Gante, una comunidad de 260 mujeres. Tenía 20 años cuando ingresó en la comunidad. Trabajó atendiendo enfermos. Posteriormente se mudó al beguinaje de Kortrijk con otras ocho mujeres. Fue la última superviviente.

Maracaibo  11  de septiembre 2018

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