lunes, 24 de septiembre de 2018

Sabato y Abaddón




Sabato y Abaddón
Ernesto Sabato nació en Rojas, Buenos Aires en 1911. Cursó estudios superiores de Física en la Universidad de la Plata, Buenos Aires. Trabajó en el Laboratorio Curie en Francia sobre radiaciones atómicas, al tiempo que hacía contacto con los surrealistas. De vuelta a su país, impartió clases de Física en la universidad. En 1945 publicó su primera obra, la colección de breves ensayos, "Uno y el Universo". Ese mismo año abandonó su vocación científica, para dedicarse por completo a la literatura. En los años cincuenta atravesó una crisis entre el mundo "claro y luminoso de las matemáticas" y el atormentado y complejo mundo de la literatura. A esta época corresponden sus ensayos "Hombres y engranajes" (1951), y "Heterodoxia" (1953), una crítica profunda sobre el futuro de la ciencia desde una óptica humanista. En 1948 publica su primera novela, "El túnel", y trece años después "Sobre héroes y tumbas"(1961), quedando consagrado como novelista con su "Abaddón el exterminador"(1974), novela premiada en Francia con el Premio al Mejor Libro Extranjero en 1974 que mostraba una visión apocalíptica de la realidad en la Argentina. Su pensamiento político está reflejado en sus libros "El caso Sabato; torturas y libertad de prensa; carta abierta al General Aramburu", y "El otro rostro del peronismo: carta abierta a Mario Amadeo", (1956). En 1984 presidió la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP), que redactó el "Informe Sabato" sobre los desaparecidos argentinos entre 1976 y 1982. En 1984 Sabato obtuvo el Premio Miguel de Cervantes de Literatura. Fue nombrado Ciudadano Ilustre de la ciudad de Buenos Aires en 1984 y en septiembre de 1992 recibió el doctor honoris causa de esa Universidad. Debido a su ceguera, en los últimos años Sabato abandonó casi por completo la lectura y la escritura y llenaría su tiempo con la pintura y otras aficiones. En diciembre de 1991 presentó en Barcelona la edición revisada por él mismo, de su obra narrativa, "El túnel", "Sobre héroes y tumbas" y "Abaddón el exterminador", y en abril de 1992, expuso en Madrid, treinta y seis de sus cuadros. En junio de 1996 el Gobierno chileno le concedió el Premio Gabriela Mistral y en septiembre ese mismo año fue investido doctor "honoris causa" por la Universidad de la República de Uruguay. En 1997 recibió el Premio Internacional Menéndez Pelayo y en 1998, publicó sus memorias "Antes del fin" donde relata sus recuerdos de infancia y sus estudios junto al Premio Nobel de Física argentino Bernardo Houssey. En el 2002 recibió el Premio “Rosalía de Castro por su trayectoria de escritor en lengua castellana. Ernesto Sabato murió en Santos Lugares (Argentina) el año 2011 

Abaddón el Exterminador es la última parte de la trilogía que Ernesto Sábato empezó con El túnel (1948) y siguió con Sobre héroes y tumbas (1961). Se trata de un libro que hay que leer con calma, reflexionando y, si es posible, volviendo atrás de vez en cuando para releer alguna escena. Su técnica presenta una estructura narrativa fragmentaria que sirve a una mezcla de sucesos autobiográficos tanto verídicos como fantásticos (historias paralelas, análisis filosóficos, hipótesis y crítica literaria) recreados por personajes que, con el mismo rol, tienen generalmente presencia en la novela anterior. Es la más experimental  de las tres novelas del escritor argentino.
El argumento de Abaddón es marcadamente apocalíptico, con la recreación de sucesos nefastos de la Historia Argentina de los 70, aunque se encuentran presentes los dramas mundiales del siglo XX como la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Vietbam. El texto es una visión apocalíptica de los tiempos actuales, donde se denuncia el triunfo del Mal. El autor, llevado por su intención de desnudar la verdad, rompe con la inmanencia ficcional, y lejos de ser una obra terminada, es una novela abierta, fragmentaria y evidencia un arduo trabajo introspectivo, reflexivo y crítico.  La novela se estructura en torno a un sujeto que mira al mundo y se mira a sí mismo produciendo una visión abarcadora, que va desde el yo poético inserto en la historia hasta la reflexión sobre la creación literaria. La fisión de los personajes es notoria: se observan series que se despliegan o duplican en espectros psicológicos amplios. Además, el autor se presenta en forma explícita, ya que aparece como personaje o aludido por otros.
Abbadon, el exterminador (1974) se puede dividir en escenas cortas, muy profundas, desordenadas pero unidas por el hilo de los personajes que entran y salen para gritar o para guardar silencio, dentro de un círculo vertiginoso que sería, el infierno. De eso trata la novela en el fondo, de la victoria de las fuerzas del Mal sobre el Bien, y del papel que el ser humano, y en particular el artista, puede y debe desempeñar en medio de la angustia del que sabe. Las obsesiones de Sábato aparecen en Abaddon, el exterminador y debido a la estructura de la novela servirán para incrementar la impresión de caos y pesadilla. Las manías persecutorias del Sábato personaje se convierten en cotidianas pero el horror y la intuición de que seres malignos pueden estar guiando nuestras vidas más allá de lo que nunca llegaríamos a sospechar se impone durante toda la novela. Sábato escritor arrastrará al lector hacia sus obsesiones, hasta convencerlo para luego dejarlo libre. La pesadilla cobra vida durante la lectura, no después, sin caer en refugios apocalípticos de mundos paralelos o realidades alternativas y se percibe estar entre personajes que se persiguen y se espían hasta la exasperación. Mediante la continua necesidad de crear del escritor la novela avanzará entre la melancolía, el horror y el humor que surge de los diálogos, inteligentes y agudísimos, que termina por conducirnos hacia ese territorio de sombras, donde florece el Mal, ese que forma parte de la esencia del ser humano, ese  que cada uno lleva dentro de sí pero muy pocas veces se dispone ni tan siquiera a mirar de reojo...
Maracaibo 24 de septiembre 2018

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