martes, 25 de septiembre de 2018

Gottfried Knoche ¿Un vampiro en Galipán?




Gottfried Knoche ¿Un vampiro en Galipán?

Este es un breve resumen de varios trabajos sobre el doctor Gottfried Knoche (1813-1901) uno de ellos, mostrado en internet el 22 de diciembre de 2017 por el maestro, Dr Rafael Muci-Mendoza quien ya el 8 de julio de 2010 lo había presentado con numerosas diapositivas en una conferencia intitulada Momificación en la historia y la leyenda de Gottfried Knoche. Existe igualmente, publicado como trabajo de investigación en la Revista de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina (SVHN), con el título de La figura de Gottfried Knoche (1813-1901) en su verdadera dimensión histórica”, el trabajo de los Drs Andrés Soyano (Individuo de Número de SVHM y del Centro de Medicina Experimental del IVIC) - y de la Dra Aixa Müller, quien fue invitada de cortesía por la SVHM para dictarlo como conferencia, luego publicado en el Volumen 65 de la Revista de la SVHM el año 2016. He querido resumir algunos aspectos de estos laboriosos y bien documentados trabajos, así como un artículo de internet por Ernesto J Navarro (2017) para presentarlo, brevemente a los lectores de mi blog.

Para llegar a lo que fue la finca Buena Vista actualmente dentro del parque Nacional El Ávila, se puede ascender en vehículos de motor apropiados por varias carreteras, desde Caracas, entrando al parque Nacional El Ávila, vía Cotiza y Los Venados, o desde el Litoral, vía Punta de Mulatos en La Guaira, o desde Macuto. Si se usa como punto de referencia la plaza Bolívar de San José de Galipán, desde allí por una vereda angosta y en continuo ascenso se llega hasta el sector La Alpargata y se continúa el ascenso por un trecho para luego bajar por una vereda que nos lleva directamente a la entrada de campo de la hacienda Buena Vista, de la que solo quedan los restos de lo que fue la casa principal, el laboratorio, las dependencias del servicio y una caballeriza, además de una especie de fuente o depósito de agua. A unos 300 metros sobre el borde de un precipicio, se encuentra el panteón, relativamente bien conservado, el mausoleo familiar del doctor Gottfried Knoche quien murió el 2 de enero de 1901, a la edad de 87 años y 2 meses, allí mismo, en la hacienda Buena Vista, siendo su cadáver colocado en el nicho que tenía reservado en el sitio que hemos descrito desde donde a lo lejos se puede divisar gran parte de la costa venezolana.

Gottfried Knoche  nació en Halberstadt (actual provincia de Sajonia-Anhalt, Alemania) el 17 de marzo de 1813. Recibió el título de médico de la Universidad de Halle-Wittenberg en 1845, tras lo cual migró a Venezuela, donde ejerció su profesión en la ciudad portuaria de La Guaira por más de 50 años. La revalidación de su título de médico le fue otorgada el 22 de julio de 1845 por la Facultad Médica de la Universidad Central de Venezuela.  En septiembre de 1865 fue nombrado Médico de Sanidad de La Guaira y también Médico del Hospital Militar. En estos años fue admitido a la Sociedad de Ciencias Naturales de Caracas junto con Federico Lessmann (padre de la fotografía en Venezuela) y según un cronista de la época el Dr Knoche era un hombre alto y fornido, de facciones enérgicas, de ojos azules y barba rubia quien andaba siempre en un fogoso corcel blanco; su carácter era bondadoso y muchos de sus pacientes recuperaron su salud sin contar con los clásico diez reales que costaba la consulta pues nunca le cobraba a los pobres. ¿Cómo es que este médico prusiano por su experticia y afición en el arte de embalsamar, ha sido objeto de especulaciones y conjeturas, que lo han tildado de nigromante o hechicero y porqué se ha fomentado una leyenda sobre la creación de momias en sus posesiones en Galipán, en la ladera norte de la cordillera de la costa?

Entre febrero de 1859 y abril de 1863, las tendencias políticas conservadora y liberal desataron en Venezuela la llamada 'Guerra Federal', en la que murieron más de 100.000 personas en diferentes combates. Para ese momento, el doctor Knoche era el cirujano del hospital militar de La Guaira y ya trabajaba con persistencia en la posibilidad de evitar el inexorable proceso de descomposición de los cuerpos tras la muerte.  Según el testimonio de Carlos Henrique Reverón la opinión del doctor Knoche respecto a la evolución post mortem del cuerpo humano, el doctor pensaba “que los cuerpos debían podrirse sin que los cubriera la tierra, y para eso hizo el mausoleo completamente aislado de la casa con sus bóvedas para cada uno de ellos, con la sola tapa de mármol y una ventana de vidrio protegida con malla de metal a la altura de la cara, con la finalidad de poder observar o estudiar el proceso de descomposición”…  Sus primeros experimentos los realizó con cadáveres producidos por la guerra, que no eran reclamados por nadie. Cargados como sacos sobre lomos de burros o caballos, Knoche hacía llevar esos cadáveres hasta la hacienda Buena Vista para sus experimentos. Así, un médico que llevaba muertos a la montaña, rápidamente despertó la imaginación del poblado. Llegaron a llamarlo “el vampiro de Galipán”, y su estampa de médico generoso se transformó en la de un hombre sombrío para los pobladores.

Gottfried Knoche inventó una fórmula que, después de inyectada, convertía a los cuerpos sin vida en momias, sin la necesidad de extraer los órganos vitales. Probó con éxito su método y se sintió feliz al saber que superaba con creces a la momificación practicada por los egipcios, los más famosos momificadores. Las leyendas que se sucedieron después de que lograse la momificación y la divulgación de sus hallazgos giraban en torno al mito de que era un vampiro. Se decía que la fórmula, su fórmula, podía ser aplicada a los cadáveres, pero daba mejores resultados si entraba al torrente sanguíneo momentos antes de que la persona muriera, es decir, en los últimos segundos de vida. Knoche probó el suero momificado con los perros de la hacienda Buena Vista, y ante el buen resultado del proceso en animales, los colocó como guardianes a la entrada del mausoleo familiar.

Era la noche vieja del año 1900 en la hacienda Buena Vista, en aquel caserón construido en el filo de las montañas de Galipán que bordean el Valle de Caracas. No hubo celebración. El estado de salud del doctor Gottfried Knoche había venido deteriorándose y él lo sabía. El mismo día en que terminaba el año, repasó con Amalie Weismann, su criada y enfermera, los pasos que debía seguir tras su fallecimiento. Le pidió ser momificado con la misma fórmula secreta que había inventado y desarrollado en Venezuela. Esa era su última voluntad. El 2 de enero del año 1901, el cirujano alemán de 88 años dejó de respirar. Unos segundos después, Amalie ingresó al laboratorio ubicado a un lado de la casa, buscó la preparación que Knoche había dejado lista y la inyectó en la yugular. El cirujano iba ser un ejemplo de sus propias investigaciones científicas, con las que logró descubrir una sustancia que podía dotar con apariencia de vida a los muertos. Después, el cadáver del doctor Knoche fue colocado en el mismo mausoleo familiar donde ya estaban los cuerpos momificados de su hija, su yerno y su hermano. Amalie, que tenía entonces 63 años, cumplió así la voluntad del médico, y una vez depositado en mausoleo, miró con resignación un último nicho vacío, que más tarde sería el suyo. Cerca, estaba el envase con la preparación que Gottfried Knoche había destinado para que la momificaran también a ella.

 Knoche sería el penúltimo habitante de la hacienda Buena Vista que falleció. Su esposa, en algún momento del que no se tiene registro, volvió a Alemania sin haberse podido acostumbrar al Caribe. Se supone que allá murió. Tras la muerte de Knoche, Amalie vivió más de 20 años sola en la casa de la montaña, acompañada únicamente por las momias. Aunque Knoche le reservó una dosis del suero, se cuenta que Amalie propuso al cónsul alemán de la época, Julius Lesse, la redacción de un documento en el que se cumpliera su última voluntad: ser cremada y sus cenizas esparcidas en el Mar Caribe. No quería ser momificada como el resto de sus familiares. Amalie falleció a la misma edad que Knoche (88 años) en 1926, y cuando se supo de su deceso, el cónsul Lesse y otro hombre llamado Carlos Enrique Reverón subieron a Bella Vista, pero no la cremaron. Decidieron inyectarle la dosis preparada para ella, 20 años antes, y la acostaron sobre el nicho disponible en el mausoleo familiar. No hubo acto religioso, ni despedida. Tampoco herederos. Lesse y Reverón cerraron la puerta de Bella Vista y no volvieron más. Con Amalie se fue también la última posibilidad de conocer el secreto momificador del doctor Knoche.

Maracaibo 25 de septiembre 2018

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