HISTORIA
DE EL CUENTO EN LOS ESTADOS UNIDOS
La historia de
“el cuento” en la literatura universal es interesante, pero si miramos la
evolución del relato breve, o “el cuento”, en los Estados Unidos de
Norteamérica, esta es una modalidad de la literatura que ha florecido
brillantemente en esa nación. Podemos analizar las razones de este fenómeno particularmente
curioso, si lo comparamos con otros países. Escritores norteamericanos
famosos por sus relatos son incontables, y podemos nombrar algunos como ejemplo: Issac Asimov, Ray Bradbury, Charles Bukowski, George R. R. Martin, Philip K. Dick, F. Scott Fitzgerald Stephen King, H. P. Lovecraft , Herman Melville, Joyce Carol Oates, Edgar Allan Poe y Mark Twain para señalar varios
de los muy reconocidos.
Entre
los norteamericanos que primero aparecieron como autores de relatos, siempre se
menciona a Washington Irving (1783-1859) quien durante décadas fue
quizás el autor más influyente de su
país. Sus obras más destacadas eran Rip
van Winkle y La leyenda de Sleepy Hollow, y la colección de relatos
titulada Cuentos de la Alhambra. Otro
escritor cuyos recursos iban desde la parábola a breves historias y leyendas, hasta
el ensayo, era Nathaniel Hawthorne (1804-1864) cuya obra más importante
es la novela La letra escarlata, ambientada en la puritana Nueva Inglaterra de principios del siglo XVII, sobre una
mujer condenada a llevar en su pecho una letra «A», de adúltera. Siempre será necesario
mencionar obligadamente a Hermann Melville (1819-1891) poeta, escritor, noveista y ensayistam, principalmente conocido por su novela Moby-Dick, o su cuento Bartebly el escribiente.
Otro importante escritor fue Mark
Twain
(1835-1910) que
era el seudónimo de Samuel Langhorne Clemens quien viviría hasta los
inicios del siglo XX, y con el humorismo que le caracterizó, publicaría Las aventuras de Tom Sawyer y su
mejor novela, Huckleberry Finn,
que narra la vida de Huck en el río Mississippi acompañado de un
esclavo fugitivo.
Todos los autores mencionados son
antecesores a la obra narrativa de Edgar Allan Poe, un escritor especializado en el cuento
fantástico, de terror, policíaco y de ciencia ficción. Su influencia habría de
ser decisiva para poder darle importancia a las narraciones cortas que vendrían
a transformarse en “el cuento”. En realidad Estados
Unidos no
contaba con una literatura propia, ya que como nación joven, imitaba la literatura europea romántica.
Será en el siglo XIX cuando estas ideas comienzan a cambiar y se creará un nuevo lenguaje literario, el apropiado
para un país nuevo. Esto fue posible gracias a la prensa, que ayudó a la divulgación de estas nuevas obras, la
prensa escrita, diarios y revistas estimularon la actividad creativa de los
escritores que se adaptaron al nuevo género que surgió: el cuento.
Inicialmente los relatos
estaban ambientados en las viejas ciudades del Este o del Sur y solían
ser cuentos de fantasía, o
basado en las tradiciones de los primeros colonos, o historias de terror casi próximas a la novela gótica. El autor más destacable en este género es Edgar
Allan Poe, aunque además de él hubo otros autores muy importantes, sin duda alguna, Edgar Allan Poe (1809–1849) escritor, poeta, crítico y periodista
romántico estadounidense, representa el mayor aporte literario de Norteamérica
en esta área. Algunos
de los cuentos más relevantes de Edgar
Allan Poe se hallan en sus Narraciones
extraordinarias: El gato negro, Los crímenes de la Calle
Morgue, El escarabajo de oro, El pozo y el péndulo, etc. El lugar que Poe
ocupa en la historia del cuento, no solo en Norteamérica sino universalmente es
decisivo. Edgar Allan Poe definió su teoría artística en
algunos de sus propios cuentos, manipulando el escenario, los personajes y los
diálogos para crear en el lector el estado de ánimo propicio para entender el llamado
crimen perfecto. La influencia de Poe en Europa se asocia a la pasión que por él sentía Charles Baudelaire,
el poeta maldito francés, que lo tradujo a su lengua y lo promocionó
como un gran renovador de la narrativa mundial. Poe influyo en toda la literatura de fantasmas victoriana y en autores tan dispares e importantes como Fedor
Dostoyevski, Thomas Mann, William Faulkner, Franz Kafka, H. P. Lovecraft, H. G.
Wells, Ambrose Bierce, Arthur Conan Doyle, Charles Baudelaire, Guy de
Maupassant, Julio Verne, Jorge Luis Borges, Clemente Palma o Julio
Cortázar, quien tradujo casi todos sus textos en prosa al español y
escribió extensamente sobre su vida y obra. También se estimará positivamente, aunque no es esencial, considerar la
influencia de Poe sobre escritores de cuentos de los siglos XIX y XX
(Conan Doyle, Verne, Wells, Lovecraft).
El cuento es un género del que los norteamericanos se sienten
orgullosos. Se aplica aquí, además, el gentilicio con rigor, y el fenómeno que
se comenta referido a los Estados Unidos con sorprendente similitud se repite en
las demás literaturas americanas. Una tradición popular
sobre anécdotas y personajes legendarios, en muchas ocasiones mezclando motivos
del folclore europeo con la realidad local. El mejor ejemplo de esta tendencia desde el siglo XIX fueron los cuentos de Washington Irving. Otro
factor que influyó directamente en el desarrollo del relato corto como forma
narrativa predominante, en detrimento de la novela, fue la inexistencia de una ley
internacional (“copyright”) que regulara los derechos de edición. A un editor
local le resultaba más barato y menos arriesgado publicar literatura inglesa, o
europea en traducciones inglesas, que patrocinar a los novelistas locales. Durante
la época de la recesión, las ventas de libros experimentaron una fuerte caída,
lo que se traduciría en un aumento del número de revistas, más asequibles a los
bolsillos de los millones de desocupados que buscaron llenar su tiempo con el
entretenimiento de la Literatura. El espíritu puritano, era aficionado a los
escritos históricos y biográficos, y el escritor, consciente de ello, pretendió
envolver su narración en un manto de veracidad. Ambrose Bierce, Mark Twain y,
sobre todo, Stephen Grane, quien sin duda demostró cómo el mismo material que
sustenta una noticia de periódico puede servir de base para un buen relato.
De todos los factores señalados, el más determinante ha sido la asociación
del cuento con las publicaciones periódicas, una relación fructífera porque,
sin el mercado de las revistas, el relato corto probablemente nunca habría
florecido. También, las directrices editoriales de las revistas populares impusieron
ciertas restricciones muy marcadas, llegando a crear verdaderas "escuelas'
de escritores. Existió una gran demanda de espacio para publicar, que se vería
satisfecha en gran medida por una parte por la cancelación de dinero por los
cuentos, lo que los transformaba en un modus vivendi y una oportunidad para que
el escritor pudiese subsistir, y más adelante, la llegada de los anuarios, una
medida importada de Europa desde 1825, la fecha de publicación del primer
anuario, hasta 1884, en que comienzan a perder importancia ante el ascenso de
las grandes revistas de difusión nacional. Los anuarios fueron el canal
dominante de publicación, y en ellos vieron la luz obras de autores como Hawthome
y Poe. Tras la Guerra Civil se producirá una explosión en el número de
nuevos periódicos y revistas, lo cual supone la aparición de muchos canales de
publicación, algo sin precedentes en los Erados Unidos O. Henry
que era el seudónimo del escritor, periodista, farmacéutico y cuentista
estadounidense William Sydney Porter O. Henry, fue un escritor
que, ganaría una pequeña fortuna con cada uno de sus cuentos, y se le
considera uno de los maestros del relato breve, su admirable tratamiento de los
finales narrativos sorpresivos popularizó en lengua inglesa la expresión “un
final a lo O. Henry”. En la actualidad, son las editoriales
universitarias, no solo en Norteamérica las que están mostrando una especial
predilección por el cuento, lo que en realidad refleja que es un campo que las
editoriales comerciales descuidan a menudo. “La riqueza de las grandes editoriales universitarias está también en
las colecciones literarias y de divulgación científica que están hechas para un
público no especializado”, explicó recientemente Jorge Volpi, coordinador
de Difusión Cultural de la UNAM. “Para
nosotros la edición digital ya es una discusión superada”, asegura Esteban
Giraldo, editor de la Universidad Nacional de Colombia. “Ya es un hecho que cada libro que sale en formato impreso debe salir
también en su correspondiente versión electrónica”. Estos comentarios
abrigan futuras expectativas favorables para el cuento también en
Hispanoamérica.
Maracaibo, 29 de junio 2018
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