domingo, 10 de junio de 2018

La fiebre amarilla en Maracaibo ( I )



La fiebre amarilla en Maracaibo ( I )


Estas vivencias provienen de las Memorias del Cónsul Plumacher y están relatadas en un libro traducido por Josephina Beck de Nagel, editado en Maracaibo por Ciudad Solar Eds., en 2003, con el título de “Eugene H Plumacher “Memorias” (Cónsul de USA en Maracaibo 1978-1910)”. Recuerdo a Becky Beck en mi infancia como una jovencita catira y pecosa, admirada por mi padre quien era amigo de sus familiares. Ella se casaría con Kurt, Nagel von Jess. Me tropecé con su libro, con mucha suerte. Recuerdo lo detecté por casualidad en una pequeña librería del hotel del Lago y desde entonces,  esto fue hace más de ocho años, y conservo las memorias del cónsul con gran aprecio ya que muestran una ciudad de  Maracaibo desconocida e inimaginable para los actuales ciudadanos de a pie. 

Antes de venir a nuestro país, Eugene Plumacher conoció en Puerto Rico a un personaje, el capitán Conroy, oficial de la Marina norteamericana quien había sido representante de Estados Unidos por muchos años y había visitado Maracaibo. Al saber que Eugene había sido destinado a esta ciudad como cónsul, se compadeció de él y quiso asegurarle que lo que le esperaba era  un destierro en esa tierra de arena, fiebre amarilla y revoluciones perpetuas” y al expresarle su opinión le pronosticó, que: “regresará voluntariamente dentro de pocos meses”.  No sucedió así, Eugene Plumacher quien era de origen prusiano y se había nacionalizado como ciudadano de los Estados Unidos de Norteamérica, había de vivir en Maracaibo durante 32 años y en sus “memorias” rescata una crónica de nuestra ciudad durante los difíciles años de la época de Guzmán Blanco quien como es sabido, se había prometido “transformar a Maracaibo en una playa de pescadores”.

Al llegar a la ciudad, que relata como muy vistosa desde el lago, se hospedó en un hotel. “Al fin estaba en Maracaibo, hospedado en el hotel Italia”…”Al lado de mi cuarto había un apartamento grande que servía de comedor de día”…”Salí a pie, pero era difícil, las aceras eran de ladrillos rotos e irregulares”…”Las calles eran de tierra y profundas”…”El calor en esos días era insoportable y las lluvias continuas”…”el calor y los olores eran abrumadores; no me sentía bien durante el día y menos durante la noche”. El cónsul terminaría por enfermarse, con malestar y muy febril, inicialmente con postración y sin recuperarse durante muchos días, llegando su estado a ser de gravedad tal que fue desahuciado por los médicos tratantes. Tras una larga y dura lucha, relata cómo logró sobreponerse y sobrevivir a la fiebre amarilla. Uno de los médicos que lo trató fue un norteamericano, el doctor Cody con años viviendo en la ciudad y con experiencia pues “había luchado contra la fiebre amarilla en Nueva Orleans en la epidemia del año 1860”. El cónsul Plumacher aceptaría una invitación del Señor Juan Gurruceaga y se mudó durante varios meses a su casa en Los Haticos y allí a orillas del lago pasó su convalecencia. A través del Sr. Minlos Breuer, el cónsul se iría familiarizando con los comerciantes de la ciudad, muchos alemanes y con diversos personajes extranjeros que hacían vida en la calurosa Maracaibo. Tiempo después mudaría el consulado a “una casa grande en la calle de la Independencia”. 

El relato de lluvias torrenciales con tormentas eléctricas que terminaban en inundaciones yagua dentro de las casas, con las calles transformadas en barrizales donde abundaban alimañas como los ciempiés y hasta un caimán que llegó a aparecer en las calles enlodadas fueron consecuencia de algunos desastres naturales. “Todavía estaba viviendo en la calle de la Independencia, a finales de 1878 cuando, se supo que el presidente de Venezuela, el General Linares Alcántara había muerto repentinamente”. El cónsul relatará las incidencias de estos cambios del Gobierno Central capitalino, en los políticos de la ciudad de Maracaibo. Tiempo después viviendo en otra casa de “la calle Ciencias que es la Quinta Avenida en Maracaibo”…”Nos enteramos por noticias de la capital que el partido de Guzmán Blanco había triunfado y había asumido el poder”. Así el cónsul relatará el derrocamiento del Presidente del Estado, General Rafael Parra, quien fue llevado a prisión en el Fuerte de San Carlos y será el General Regino Díaz quien asumirá el mando de la ciudad.

En septiembre de 1879 varios marineros del bergantín británico “Ángel de Gibraltar”, estaban enfermos de fiebre amarilla y el cónsul relatará varios casos donde fallecerían “muertos por el vómito negro”…. “La fiebre amarilla se regaba de barco en barco y las listas de los enfermos y de los muertos aumentaban rápidamente”…”Me vi obligado a dejar colocadas las banderas a media asta”…; cada una de las embarcaciones extranjeras que regresaban de un puerto de carga traían enfermos a bordo y en cada nuevo barco que llegaba se propagaba la fiebre amarilla”...”Regresó el Edith Mary parcialmente cargado desde el sur del lago y traía a su capitán enfermo; antes de la puesta del sol habían muerto otros tripulantes de Edith Mary”…”Utilicé remedios heroicos, extractos dulces de nitrato de potasa(salitre) y bebidas fuertes calientes para estimular el sudor, alquilé una casa y acomodé catres, contraté ayuda femenina y armé mi propio hospital. Mi mejor enfermera de esa época, hasta que murió, fue una viuda llamada Jones de la isla británica Skitts, quien fue durante años mi asistente en innumerables casos…” 

“¿Qué podría decir de esos días de epidemia? Muchos murieron y fui testigo de muchas escenas tristes. Habiendo estado de pie durante días, rodeado de moribundos y de muertos, mi sistema nervios comenzó a resentirse”…”No recuerdo nada en los días siguientes ya que fui también atacado severamente por la fiebre amarilla; mis amigos mandaron a buscar al doctor Cody que no escatimó esfuerzos en cuidarme. Cuando recuperé la conciencia, estaba agotado hasta la muerte, pero fuera de peligro. “A comienzos de 1880, la mano fuerte de Guzmán Blanco comenzaba a sentirse en esta parte occidental de Venezuela; Guz,án Blanco nunca tuvo una buena disposición para el Zulia; el Zulia siempre había tenido un espíritu independiente pues era de todo el pueblo venezolano el más amante de la libertad: por esa razón no era bien visto el dictador”

Maracaibo, 9 de junio 2018

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