UN REPASO DE
LA HISTORIA DE VENEZUELA EN 3 PARTES
TERCERA PARTE
Cuando
comencé a escribir mi novela La peste
loca, en los años 80, su argumento llevaba inmerso el germen de la historia
de Rafael Rangel y la peste bubónica, siempre con un trasfondo de la lucha
permanente que en el país deben ejercer los investigadores contra el poder
político, ese que ha dominado al ciudadano venezolano desde el eterno
caudillismo hasta los lamentablemente transitorios cuarenta años de
presidencialismo absolutista. En realidad la novela se me hizo tan larga, que
al final hube de desdoblarla, y quedó como se publicaría en 1987, el relato de un
investigador venezolano sobreviviendo en una reláfica burlona en nuestro
añorado régimen democrático nacido el 23 de enero del 58. La peste loca fue publicada en el Zulia el 87 en los estertores de
la Venezuela republicana y democrática durante la primera presidencia de Javier
Arias Cárdenas. Unos años más tarde se editaría El movedizo encaje de los uveros, con la historia a comienzos del
siglo XX del presidente Castro y el bachiller Rangel. Dos de mis novelas, La peste loca y otra que nacería
premiada el año 1994, Escribir en La
Habana, creo que pueden avalar mis planteamientos sobre estas situaciones
políticas que hoy, en este año 2018, estoy regurgitando. Creo que a través de
mis novelas he aplicado aquella máxima muy repetida en el ejercicio de mis
funciones, “no lo diga, escríbalo”, y presiento que mis palabras escritas están
y no se las llevará el viento.
He
relatado en otras ocasiones, quizás reiteradamente en un muy divulgado artículo
que titulé “OhCuba”, la historia de cómo en 1983 viajé con varios médicos
venezolanos a un Congreso Internacional en el Palacio de las Convenciones de La
Habana y conocí la isla caribeña… “Mi
esposa y yo durante más de nueve horas caminamos sin tregua, mirando,
preguntando, conociendo, atisbando la ciudad de La Habana y sus habitantes... …Esa
noche, abrazado a ella, lloré amargamente y nos dormimos muy tarde y muy
tristes. Nos han engañado. Esa era la frase, y quedamente la repetíamos ambos.
El recuerdo de esta impresión ha sido para mí imborrable”… “He vivido en un
desgarramiento permanente, desde mis primeras visitas a Cuba, en aquellos días
ya lejanos cuando comencé mi relación personal con la revolución cubana”. Dicté
cursos de inmunohistoquímica, estuve en varios Congresos, queriendo ayudar ante
la patética indigencia espartana del pueblo cubano, e hice muchos amigos, y yo
diría que todas aquellas actividades duraron hasta el año 2003, cuando estando
en un evento de la Sociedad Latinoamericana de Patología en Quito, Ecuador, decidí
decirle a Israel mi gran amigo, el patólogo más importante de Cuba, que no
habría de volver más a La Habana. Había entendido la realidad de lo que nos estaba
sucediendo en nuestro país y se lo
señalé molesto a Israel. “Nunca es tarde” pensé sin poder imaginar hasta donde
me llevaría vivir en mi país, la evolución de la conspiración que he relatado y
que aún padecemos. No podía sospechar en aquel entonces como vería enlodarse el
honor de las Fuerzas Armadas, ni el prestigio de algunos personajes que llegué
a considerar seres inteligentes, razonables y hasta amigos. Ahora, en los
estertores de estos años aciagos, y en la situación que estamos viviendo en
nuestro país, la cual en ocasiones parece una comedia de equivocaciones, repito
lo que dije en aquel entonces. “Guardar silencio sería, lo menos, una cobardía”.
Callar mis verdades y lo que pienso sobre Cuba y la injerencia de su revolución
en el destino de la República de Venezuela, iría en contra de los principios
más elementales que involucran mi condición de ciudadano de este país. Hace
años escribí…“Sin tener mucho contacto con
militares, siempre había pensado que ellos tenían la fortuna de permanecer
siempre inflamados por un fuego sagrado, padecer un cierto amor sublime por “la
patria”. Hoy resulta, que los hombres que conforman nuestras fuerzas armadas,
no son aquellos idealizados en mi infancia… con sus uniformes de gala, o con
parches verde oliva en los trajes de camuflaje me parecen comparsas de
carnaval. Padecen de una enfermedad crónica y terminal, invadidos por el
terrible mal de la corrupción que minó sus bases mientras unos pocos fueron
inicialmente destituidos, algunos encarcelados, otros murieron o escaparon y
las nuevas generaciones aleccionadas caerían en la trampa de venderse, para
irrespetar la Constitución y transformarse en traidores a la patria”
Podemos retomar el curso de la
historia en febrero de 1989, con motivo de la llamada “Coronación” de Carlos
Andrés Pérez por el inicio de su segundo período presidencial, y recordaremos
que esa será la ocasión cuando vendrá por segunda vez a Venezuela Fidel Castro.
Arribaría muy promocionado, con listas de adulantes personajes del país que
firmarían y publicarían por la prensa sus halagüeñas salutaciones. Fidel
regresaba sin olvidar su renovada esperanza de mantener y buscar la manera de
consolidar su proyecto comunista en Hispanoamérica, y llegaba en un momento
crucial para Cuba ya que la Unión Soviética le estaba retirando el apoyo
económico. Fidel llegó a Venezuela con más de 300 personas, trayendo armas en
su equipaje, el cual no fue revisado por la aduana venezolana siguiendo órdenes
superiores y cuya finalidad no era otra que apertrechar y fortalecer la
insurrección en Venezuela siendo su primera manifestación “El Caracazo”.
Dos años después, en 1991, la
publicación de mi libro “Reflexiones de un Anatomopatólogo” reunía
apuntes y discursos elaborados durante 8 años previos al 91, y como decía en el
Prólogo el Dr. Rubén Ballesteros Vice-Rector de
la Universidad de Carabobo, el libro parecía ser “un ejercicio de Retórica”, donde “se sienten unas convicciones respaldadas con
hechos”. En uno de los trabajos titulado “La Patología Nacional”
en la página 73, ya para finalizar el artículo, se puede leer: ”Lamentablemente el estado venezolano ha
venido formando gratuitamente generaciones de médicos para vivir ahora una
etapa donde pareciera decirles: señores, lo sentimos mucho, pero hay que darle
la espalda al pueblo y cada quien tiene que arreglárselas como pueda, porque
entiéndalo todos: se acabó el dinero”. En la página 103, en otro
trabajo titulado, “Breves apuntes sobre la historia mirando a Centroamérica
y el Caribe” donde dice haber sido escrito a propósito de mi visita el año
1988 a la heroica Nicaragua, después de haber detallado algunas de las
numerosas intervenciones de los EUA en las naciones caribeñas, se lee… “Aunque el capitalismo se encuentre
decrépito, siempre contará con ciudadanos vendidos por unos dólares en cada uno
de los países de Hispanoamérica, siempre deseosos de amasar una riqueza
individual y todos con la ansiedad que produce el convencimiento equivocado de
que en la riqueza está el poder... …El presidente se transforma en una especie
de reyezuelo rodeado por una corte de felicitado-res”. Más adelante y
ya para finalizar ese artículo, afirmaría: “a 30 años del 23 de enero, en diciembre de 1988 preocupa la espantosa
politiquería de un país rico pero económicamente en bancarrota. ¡Una
paradoja!... …Vendrá el año 1989, con un nuevo gobierno. ¿Seguiremos igual?
Hasta cuando aguantará la patria esta sucesión desmedida de tanto politicastro.
Vamos a un nuevo gobierno, “la esperanza es lo último que se pierde”.
Al publicar mi novela La
peste Loca que relata las vivencias de un médico zuliano padeciendo por
no lograr consolidar su proyecto de investigación, se trasformarán en una
reláfica burlona de nuestro añorado régimen democrático nacido el 23 de enero
del 58. La peste loca publicada en
el Zulia el 87 durante la primera presidencia de Arias Cárdenas, utilizaría el
leguaje como protagonista, para lograr una crítica solapada a la figura de los
presidentes, reyezuelos del país con una cambiante corte de aduladores, siempre
buscando en el clientelismo asegurar sus pertenencias para saciar apetencias
personales. Allí, en el parecido cruel con lo que nos sigue sucediendo, quizás está
la explicación del porqué las editoriales venezolanas se negarían siempre a
imprimir una segunda edición de la novela y por ello los interesados tendrán
que buscar La peste loca por Amazon:
http://www.amazon.es/Peste-Loca-Jorge-Garc%C3%ADa-Tamayo-ebook/dp/B00887NN8I
Fin de UN REPASO DE LA HISTORIA DE VENEZUELA EN 3 PARTES
Maracaibo 17 de
junio 2018
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