Los médicos cubanos, un
negocio caribeño.
El trabajo de los médicos cubanos indubitablemente debe
entenderse como un régimen de servidumbre. No obstante sus actividades han
venido siendo tradicionalmente aceptadas por los profesionales de la medicina
cubana, supuestamente por razones de conciencia, o ideológicas. Hay que destacar
el entendido de que dicho compromiso va más allá de la idea de servir a los
habitantes de su país sin percibir emolumentos, y que adicionalmente implica empeñar
su trabajo en el proceso de exportación a otros países de los lineamientos de la
revolución que se inició formalmente en la isla caribeña en enero de 1959. A
todo este procedimiento calculado con frialdad y técnicamente planificado con
gran precisión, se le he denominado genéricamente “el internacionalismo
militante”. Las actividades de los profesionales de la medicina cubana de
acuerdo con los planes del gobierno de la isla caribeña, han servido durante
casi cincuenta años para darle apoyo a naciones de “gobiernos-amigos” de
Cuba. Los profesionales de la salud y el
gobierno del país “beneficiado”, se empatan en una negociación, no con ellos
directamente, sino con el gobierno cubano. Como parte de acuerdos entre la isla
del Caribe y el país gobernado por algún amigo-cómplice de los Castro, los “gobiernos-amigos”,
supuestamente son subyugados por las “ofertas”(profesionales de la salud “gratuitos” para mejorar la situación
sanitaria de un país amigo, como caritativa ayuda social) lograrán esa
“ganga”, más no como un favor, ¡no! Lo harán posible, utilizando los dineros
públicos de ese país amigo y con esos fondos podrán pagar por los servicios “sanitarios”,
y lo cancelarán en divisas. Es evidentemente que no les pagarán directamente a
los profesionales cubanos quienes hacen el trabajo, sino que los “gobiernos-amigos”
envían el dinero ( jugosos estipendios si los vemos calculados en dólares), a
una determinada cuenta, en la isla caribeña. Caribear es un verbo transitivo que en Venezuela
tiene un significado muy particular y que fácilmente se podría aplicar en el
negocio caribeño del que hablamos. Caribear se trata de, actuar con influencia sobre alguien. Su uso es coloquial y
puede ser sinónimo de influir, influenciar, burlar con viveza a alguien,
de aprovecharse, engañar, timar, estafar, embaucar y hasta acosar. En el Caribe andamos, ¿No?
Mientras
las potencias occidentales dan créditos a través de organismos que suelen
favorecer la internacionalización de sus propias empresas o canalizan las
donaciones a través de ONG, y en tanto China construye carreteras y
ferrocarriles a cambio de materias primas, Cuba, por su parte, hace ya muchos
años que abrió una tercera vía en materia de cooperación al desarrollo. Esta
vía es exclusiva de la isla caribeña: exportar médicos y profesores a cambio de
moneda extranjera. Cuba fue el primer país “tercermundista” en proyectar su
poder en otro continente, apuesta que inauguró al desembarcar en Angola, la ex
metrópoli portuguesa hace casi cuarenta años. Fue así como el gobierno cubano
bajo la égida de los hermanos Castro se acostumbraría hace mucho tiempo a
extraer lucrativas ganancias de Angola a costa del trabajo de su propio pueblo
en el marco de los fuertes “lazos de hermandad”, en este caso entre el país
africano y la isla caribeña. En ese entonces, Angola, era el segundo productor de petróleo en el
continente africano, recibía elevados ingresos petroleros… Este es un simpático
detalle que cabe destacar... Luego de concluir la intervención militar cubana
en Angola (1975-1991), la “colaboración” parece haber surgido en 2007 con el
envío a Angola de 60 médicos cubanos (cirujanos, pediatras y otros
especialistas). La prestación de
servicios de Cuba a Angola se consolidó con la suscripción de sucesivos
acuerdos de intercambio del más alto nivel, comenzando con la visita del
presidente angolano José Eduardo Dos Santos a Cuba en septiembre del 2007.
La
caída del socialismo soviético el 26 de diciembre de 1991 es bien conocida al
igual que la historia del muro de Berlín y la perestroika de Mijail Gorbachow. Así
fue como 1991 se convirtió en un año fatídico para la dictadura de Fidel Castro
y comenzó el peor período de la historia del país, cuando los cubanos
conocieron en sus mesas la carne de gatos callejeros, las fábricas se
detuvieron, estudiantes y trabajadores civiles fueron obligados a regresar de
los países socialistas para que no se contaminaran de perestroika. El pueblo
quería reformas. “¿Reforma de qué, si la
Revolución es la más grande y extraordinaria reforma de la Historia?” Les
gritó Fidel crispado... Su hermano Raúl, para no quedarse atrás, llamó “enemigos
de la Revolución”a quienes hablaban de “perestoica”, les advirtió contra sus
peligros y les amenazó además de que en Cuba nadie podía criticar al camarada
Stalin en su presencia. Raúl diría unas palabras que muchos recuerdan aún: “No estoy seguro de que la Revolución
sobreviva largo tiempo a la desaparición de Fidel”. Fidel no desapareció,
pero su Partido Comunista, el 2 de septiembre de 1989 decidió llamar a 400 mil de
sus miembros a entrevistas con sus superiores, seis mil quedarían sancionados y
más de dos mil serían expulsados. Ese fue el año de la razia contra los
militares cuando fusilaron al general Ochoa; ese es el año en que se desarrolla
mi novela “Escribir en La Habana”.
El ejemplo
paradigmático de cómo logró su recuperación la Cuba de Fidel Castro es de todos
conocido y se dirige siempre, fatídicamente a la Venezuela de Chávez. El
“gobierno amigo” de Venezuela comenzó a insuflarle petrodólares por barriles
mensuales para “pagar” la ayuda de los médicos cubanos. Lo que sucedió con el
socialismo del siglo XXI y la debacle económica de la nación petrolera más
importante de América también es bien conocida, y de allí la fatalidad. Para el año pasado, 2017 en Venezuela habían unos 28.000 médicos cubanos;
y la cifra podría crecer rápidamente, según anunció Juan Almeida, de Martí Noticias, quien
dijo, era el mayor número de profesionales de la salud jamás registrado en la
historia. Los médicos podrían formar parte del ejercicio militar “Soberanía Bolivariana”,
que se llevaría a cabo en el país tras la supuesta advertencia del presidente Trump
de
una posible intervención militar en Venezuela.
Los médicos cubanos enviados a Venezuela, que no
han desertado, han denunciado tratos “infrahumanos” y dificultades para poder
alimentarse y sobrevivir. En 2016 un
médico cubano comentaba: “Venezuela lo que necesita con urgencia es
comida. Los compas [amigos] míos del CDI [Centros de Diagnóstico Integral]
salen a cazar iguanas para poder
sobrevivir; solo tiene que visitar nuestros perfiles en facebook para vernos y
no porque seamos cazadores sino porque en los Mercales que nos venden a los
cubanos vienen nada más con arroz y nada de plato fuerte [proteína]”. Los
Mercales o abastos estatales creados por el Gobierno del difunto presidente Chávez, donde antes
podían conseguirse productos y alimentos básicos a bajo costo; hoy en día, se
encuentran desabastecidos y sus locales cerrados. La situación ha seguido
empeorando desde entonces, y especialistas médicos en Cuba han advertido que
los profesionales en salud que salen al exterior por las misiones del régimen
tienen “vivencias traumáticas” que les causan padecimientos psicológicos.
Algunos han vuelto a Cuba con daños orgánicos y “las secuelas han quedado
allí”, asegura un psiquiatra experto. Muchos cubanos que han cumplido sus
misiones en Venezuela han denunciado las críticas situaciones que allí se
viven. “Venezuela está mucho peor que mi país. Nunca imaginé que estuviera así.
Es un desastre ese país y claro está que la culpa no la tiene el pueblo
venezolano”, comentó este año (2017), Celia Santana, odontóloga, una
cubana que trabajó en el país petrolero. Muchos de los profesionales de la
salud que han sido enviados a Venezuela han logrado escapar de las misiones
médicas cubanas en el extranjero; sin embargo, aquellos que se quedan deben
seguir enfrentando la crítica situación que vive el país suramericano.
Maracaibo,
12 de junio 2018
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