martes, 3 de julio de 2018

Las 3 Guerras médicas, en dos partes (1)


Las 3 Guerras médicas, en dos partes (1)
 
Estaba cursando el 5to grado en el Colegio Gonzaga cuando, bien lo recuerdo, escuché hablar por primera vez de las guerras médicas, y me es imposible olvidarlo ya que quien nos daba las clases de Historia Universal era el padre José María Joaristi, quien dirigía también el orfeón y por sus comentarios siempre era muy divertido. “No crean que esas guerras eran entre médicos y practicantes” nos dijo, y sus palabras se me grabaron y resuenan cada vez que los persas aparecen para mí en las noticias o en las películas… Los conflictos entre el Imperio aqueménida de Persia y las ciudades estado del mundo helénico comenzarían en el año 490 A.C.,  hasta el año 478 A.C. Todo comenzó cuando Ciro II El Grande, conquistó Jonia en 547 A.C., y tuvo dos momentos críticos en las dos expediciones fallidas de los persas contra Grecia, en 490 y 480-479A.C., conocidas respectivamente como primera y segunda guerra médica. Este enfrentamiento entre griegos y persas duró en total más de dos siglos y culminó con la conquista y la disolución del Imperio aqueménida por Alejandro Magno en el siglo siguiente.

¿Por qué Médicas? Le preguntamos al padre José María, y él nos explicó que los griegos denominaron estas guerras como “el asunto medo”. Ellos sabían que el Imperio aqueménida, era su enemigo, y que estaba gobernado por una dinastía persa, pero conservaron para éstos el nombre de una región contigua a Persia, denominada Media, que además, había sido sometida a su imperio. En el siglo VII a. C., cuando en 546 a. C. el rey Creso de Lidia fue derrotado por el rey persa Ciro II, las ciudades jónicas que se encontraban bajo la soberanía del reino de Lidia y las ciudades griegas pasaron a formar parte del Imperio Persa. El año 490 a. C. Dario I, el sucesor de Ciro, gobernó las ciudades griegas siguiendo la estrategia de dividir y vencer. Darío apoyó el desarrollo comercial de los fenicios, que formaban parte de su imperio porque eran los rivales tradicionales de los griegos. Los jonios sufrieron duros golpes, como la conquista de Bizancio, y la caída de Sibaris, uno de sus mayores mercados de tejidos, vital para el comercio. En el año 499 A.C., Aristágoras, tirano de Mileto, aprovechó el resentimiento griego contra los persas para movilizar las ciudades jónicas contra el Imperio persa, y pidió ayuda pero sólo Atenas envió 20 barcos (la mitad de su flota), no recibió ayuda de Esparta, y no obstante, el ejército griego se dirigió a Sardes, capital de la satrapía persa en Lidia, y la redujo a cenizas, mientras su flota recuperabaBizancio. Dario I por su parte, envió un ejército que destruyó al ejército griego en Éfeso  y hundió la flota helena en la batalla naval de Lade. Luego de ese triunfo, los persas reconquistaron una tras otra las ciudades jonias y, después arrasaron Mileto, y los supervivientes fueron esclavizados o deportados a Mesopotamia. 

Según el Libro VI de la Historia de Heródoto, la primera guerra médica se daría entre 522 y 486 a. C., cuando DaríoI, rey de los persas luego de haber conquistado las ciudades jonias, se decidió a castigar a quienes habían auxiliado a los rebeldes y encargó la dirección de la represalia a su sobrino Artafernes y a un noble llamado Datis. Mientras, en Atenas algunos hombres veían los signos del inminente peligro, y Temístocles, que había sido elegido arconte en 493 A.C., creía que Atenas en caso de un ataque persa, necesitaba previamente desarrollar una poderosa marina, por lo que fortificó el puerto de El Pireo, convirtiéndolo en su base naval. Pero surgiría un rival político que impediría otras reformas. Milcíades, miembro de una familia ateniense huida del Asia Menor, se oponía a Temístocles porque consideraba que los griegos debían defenderse por tierra, esperanzado en las largas lanzas griegas contra los arqueros persas. Los atenienses decidieron poner en sus manos la situación, enfrentando así la invasión persa. La flota persa se hizo a la mar en el verano de 490 A.C., dirigidos por Artafernes, y conquistó las islas Cícladas y posteriormente Eubea, con su principal ciudad, Eretria. Posteriormente, el ejército persa, comandado por Datis, desembarcó en la costa oriental del Ática, en la llanura de Maratón, lugar recomendado por Hipias (anterior tirano de Atenas, exiliado entre los persas) para ofrecer alla, por considerarla el mejor lugar para que actuara la caballería persa.

Milcíades, avisado del desembarco persa, exhortó a los atenienses a hacerles frente.   En lugar de tomar una estrategia defensiva, Milcíades decidió cargar contra el ejército persa logrando crear sorpresa y pánico en las tropas, muchas se dieron a la fuga y fueron perseguidas y diezmadas por los griegos. El ejército griego logró apoderarse de ocho naves enemigas, pero no pudo cortar la retirada del grueso del ejército persa. Artafernes dio entonces la orden de dirigirse hacia Atenas, esperando llegar a una ciudad desguarnecida. En Maratón, las bajas persas ascendieron a más de 6000 hombres, mientras los griegos sólo perdieron 192. Milcíades ordenó dirigirse de inmediato a Atenas y envió por delante a su mejor corredor-mensajero, Filípides, para levantar la moral combativa de la ciudad. Filípides dio la sensacional noticia de la victoria y cayó muerto por el esfuerzo. Las tropas llegaron horas después, a marchas forzadas, y se fortificaron en el Pireo y la propia Atenas. Ante el evidente despliegue defensivo de los griegos y la desmoralización de las multitudinarias tropas persas, Artafernes no se decidió a desembarcar y dirigió las naves hacia el Asia Menor. Tres días después de la batalla, los espartanos mandaron 300 hombres al mando de uno de sus generales, pero en la llanura de Maratón sólo yacían los restos de los caídos de ambos bandos, pues los atenienses, en la precipitación de su retorno a su ciudad, no habían tenido tiempo de sepultar a sus hombres.

El victorioso Milcíades quiso aprovechar el momento de gloria para expandir el poder de Atenas en el mar Egeo, por lo que después de Maratón envió parte de la flota contra las islas Cícladas, sometidas todavía a los persas. Atacó la isla de Paros, exigiendo a sus habitantes un tributo de 100 talentos,  y al negarse la ciudad le puso sitio, pero la defensa fue tan ardua que los griegos tuvieron que contentarse con unos pocos saqueos. Los enemigos de Milcíades le acusaron de haber engañado al pueblo y le sometieron a proceso, en el que no se pudo defender por haber sido herido en un accidente. Se le declaró culpable, salvando la pena capital común en estos casos por los servicios prestados antes a la patria, condenándole a pagar la elevada suma de 50 talentos. Poco después moriría a cusa de sus heridas. Será ahora Temístocles quien habrá de tomar las riendas de Atenas. En el año 481 A.C., Atenas y Esparta, firmaron un pacto militar para protegerse de un posible ataque del Imperio Aqueménida. Según este pacto, en caso de invasión correspondería a Esparta la tarea de dirigir el ejército helénico. Su resultado fue una tregua general, que incluso propició el regreso de algunos desterrados. Hasta aquí el relato de la primera guerra médica.

 Maracaibo 3 de Julio de 2018

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