Las guerras
ruso-turcas y Crimea
En Polonia, varios nobles, se rebelaron
contra el gobierno del rey Estanislao II, y reunidos, atacaban a las tropas
rusas desplegadas en Polonia en apoyo de Estanislao II, antiguo amante y títere
de la emperatriz Catalina II
de Rusia. Estanislao II
Augusto Poniatowski (1732-1798) el último rey de Polonia como nación independiente
(1764-1795). Los nobles polacos, luego de sus incursiones rebeldes se retiraban a países
vecinos para protegerse de las represalias rusas. Hasta que en 1768 un grupo de cosacos al servicio de Rusia persiguió a
una banda de confederados hasta la ciudad de Balta, en la actual Ucrania, que por entonces era parte del Kanato de Crimea, y los crimeanos
acusaron a los cosacos de matar a varios de sus conciudadanos, cosa que Rusia
negó, pero los polacos le pidieron ayuda
al Sultán Mustafá III de Constantinopla. Sobre la base de esto, Mustafá III le declaró la guerra a Rusia el 25 de
septiembre de 1768 y estableció una alianza con los
rebeldes polacos. La Guerra ruso-turca
de 1768-1774 sería un conflicto decisivo ya que estableció el control ruso de
facto sobre el sur de Ucrania
Rusia se había ganado el apoyo de Gran Bretaña, lo que le garantizaba un acceso
al Mar
Mediterráneo. A pesar de que el Imperio otomano declaró la
guerra primero, los turcos, le permitieron al general Aleksandr
Suvórov maniobrar sin problemas en Polonia, quien en 1768 capturó en Cracovia
a los sublevados y luego aplastó la rebelión en el resto del país. Mientras
tanto, la flota rusa del Báltico penetró en el
Mediterráneo y arribó en febrero de 1770 a Morea, al sur de Grecia,
donde los rusos tenían agentes secretos que estimularon una rebelión popular contra
los turcos. Aun así, esto forzó a los turcos a enviar refuerzos a Grecia en
detrimento de Ucrania, con la posterior derrota y destrucción de la flota
otomana en la batalla de Chesme, entre
el 5
y el 7 de julio
de ese año 1770, frente a la isla egea
de Quíos. El mismo día que el almirante Orlov derrotaba a la escuadra turca en Chesme, el mariscal de
campo Piotr Rumyántsev penetró en la Ucrania otomana y derrotó a los
turcos y sus aliados tártaros en dos batallas sucesivas sobre el río Larga, y los rusos ocuparon la mayoría de las fortalezas existentes en la
región.
Los rusos les
ofrecieron a los crimeanos cambiar de bando y aliarse con ellos contra los
turcos, pero el kan Sahib II Giray se negó. Sin embargo, un ataque
sorpresa sobre la propia península de
Crimea le obligó a recapacitar por lo que envió a su sobrino y sucesor, el príncipe Şahin Giray, a San Petersburgo para que negociara una paz con
la emperatriz Catalina II en persona. Crimea
abandonó entonces la guerra y con ello, su largo vasallaje al Imperio otomano.
En 1773 Suvórov dio la campaña de Polonia por finalizada y
marchó a Ucrania para combatir a las fuerzas otomanas que aún quedaban allí.
Ganó una batalla tras otra, dando pie a su posterior fama de general
invencible. El Imperio otomano solicitó la paz en 1774, y el 21 de
julio de 1774 Rusia y Turquía
firmaron el Tratado de Küçük Kaynarca, que ponía fin
a la guerra. De acuerdo con el tratado, el
Imperio otomano reconocía la independencia de un reducido Kanato de Crimea
(se convertía de facto en un estado satélite de Rusia) y se comprometía a pagar
4,5 millones de rublos
como indemnización de guerra. Rusia ganaba además el derecho a construir dos
puertos en el Mar Negro, cosa que hasta entonces le había estado
vedada. Finalizaba así el monopolio otomano sobre el mar y se abría la
posibilidad a un ataque naval ruso sobre la misma Constantinopla en el futuro.
El Kanato de Crimea
sobrevivió a la guerra, pero quedó sumido en la ruina y dividido entre
facciones fuertemente enfrentadas que apoyaban a Rusia o a Turquía. Usando como
pretexto la guerra civil que por esta causa
desangraba el país, los rusos ocuparon Crimea en 1783 y depusieron al último
Kan, Şahin Giray, el mismo que años atrás había sido recibido por la propia
Catalina II. Exiliado al Imperio otomano en 1787,
fue finalmente apresado y ejecutado por traición por orden del nuevo sultán, Abdul
Hamid I, que no le perdonó su papel en la negociación de la paz con
Rusia y el consiguiente abandono de Turquía en
guerra. De hecho Turquía no aceptó formalmente la anexión de Crimea a
Rusia, en 1783, por lo que la visita de Catalina II a la península en 1787, fue utilizada como
pretexto para la nueva guerra ruso-turca
que estalló ese año. La incorporación al imperio de los zares acabó con
300 años de dominio tártaro, la etnia de religión musulmana que había
establecido en la península su janato, un reino gobernado por un
soberano, o jan, y sometido a las ambiciones enfrentadas de otomanos y
rusos.
Entre 1853 y 1856 el Imperio ruso libró la denominada guerra de Crimea contra una liga formada por
el Imperio otomano, Francia, el Reino Unido y el reino de Cerdeña. El conflicto fue desencadenado
por el expansionismo ruso y el temor a que el Imperio otomano se desmoronase, y
se disputó en la península de Crimea, en torno a la base naval de Sebastopol. Se saldó con la derrota de Rusia, que se plasmó en el Tratado de París de 1856. A finales del siglo XVII, el Imperio otomano se hallaba en decadencia y había perdido los territorios al norte del mar Negro, entre ellos la península de Crimea, de los que se había adueñado Rusia. Esta deseaba socavar la autoridad
otomana y asumir la protección de la abundante minoría de cristianos ortodoxos de las provincias otomanas
europeas. Francia y el Reino Unido temían que el Imperio otomano se
transformase en vasallo ruso, lo que hubiese trastornado el equilibrio político
entre las potencias europeas. En
septiembre de 1854, las fuerzas aliadas vencieron a las rusas en la batalla del río Almá y emprendieron el asedio de la
ciudad homónima. Los rusos trataron varias veces de romper el cerco de Sebastopol, pero fueron derrotados en Balaklava, Inkerman (https://bit.ly/2avImz6 ) y Chernaia; los sitiadores, por su parte, sufrieron copiosas
pérdidas para conquistar los reductos rusos. Finalmente la llegada de refuerzos
y el agotamiento de los defensores permitió que los franceses tomaran el bastión de Malakoff que dominaba la ciudad el 8 de septiembre de 1855 y los rusos
abandonaron ésta al día siguiente. Los combates continuaron durante algunos
meses más, hasta la firma del Tratado de París el 30 de marzo de 1856. Este
puso fin al concierto europeo surgido del Congreso de Viena de 1815 y marcó el resurgimiento de Francia como potencia, pero no
resolvió la Cuestión Oriental que había desatado la contienda
de Crimea.
En 1954, en una
redistribución territorial interna, los dirigentes de la URSS transfirieron Crimea
desde la República Federada de Rusia a la de Ucrania y como parte de este país, en 1991, fue reconocida por la
comunidad internacional, incluida la misma Rusia, al desintegrarse el Estado
soviético. Hoy día, una enorme foto de Vladímir Putin jalona las carreteras de la península del mar Negro
aplaudiendo al líder ruso que se anexionó a Crimea en el 2014, testimonio de una firme
voluntad rusa, la de integrar de forma irreversible a Rusia el territorio que
Catalina la Grande conquistó en 1783. Moscú basaría su dominio actual (2018) de Crimea en el referéndum del 16 de marzo
de 2014, realizado bajo control militar ruso y no reconocido por la Asamblea
General de la ONU. Antes del referéndum, los políticos de orientación prorrusa tranquilizaron a tártaros y
ucranios con promesas (posteriormente incumplidas) como las garantías de que
podrían usar sus lenguas a la par que el ruso como idiomas oficiales, y otras,
pero transcurridos más de dos años, las comunidades de ucranios y tártaros se
han visto debilitadas por el éxodo de miles de sus miembros al territorio
continental de Ucrania. Rusia afirma su
presencia en Crimea con pasión, con celos de lo que no controla, como las
tradiciones y la identidad de las otras comunidades locales. Las autoridades,
han impuesto el pasaporte ruso a los habitantes de la península, son hoy
extranjeros, prácticamente sin derechos, en su propio territorio. Rusia ha
creado en la península un nuevo distrito federal, la República de Crimea y la
ciudad de Sebastopol, que es la sede de la flota rusa del mar Negro
Maracaibo 19 de julio 2018
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