viernes, 20 de julio de 2018

Las guerras ruso-turcas y Crimea



Las guerras ruso-turcas y Crimea

En Polonia, varios nobles, se rebelaron contra el gobierno del rey Estanislao II,  y reunidos, atacaban a las tropas rusas desplegadas en Polonia en apoyo de Estanislao II, antiguo amante y títere de la emperatriz Catalina II de Rusia. Estanislao II Augusto Poniatowski (1732-1798) el último rey de Polonia como nación independiente (1764-1795). Los nobles polacos, luego de sus incursiones rebeldes se retiraban a países vecinos para protegerse de las represalias rusas. Hasta que en 1768 un grupo de cosacos al servicio de Rusia persiguió a una banda de confederados hasta la ciudad de Balta, en la actual Ucrania, que por entonces era parte del Kanato de Crimea, y los crimeanos acusaron a los cosacos de matar a varios de sus conciudadanos, cosa que Rusia negó, pero los polacos le pidieron ayuda  al Sultán Mustafá III de Constantinopla. Sobre la base de esto, Mustafá III le declaró la guerra a Rusia el 25 de septiembre de 1768 y estableció una alianza con los rebeldes polacos. La Guerra ruso-turca de 1768-1774 sería un conflicto decisivo ya que estableció el control ruso de facto sobre el sur de Ucrania

Rusia se había ganado el apoyo de Gran Bretaña, lo que le garantizaba un acceso al Mar Mediterráneo. A pesar de que el Imperio otomano declaró la guerra primero, los turcos, le permitieron al general Aleksandr Suvórov maniobrar sin problemas en Polonia, quien en 1768 capturó en Cracovia a los sublevados y luego aplastó la rebelión en el resto del país. Mientras tanto, la flota rusa del Báltico penetró en el Mediterráneo y arribó en febrero de 1770 a Morea, al sur de Grecia, donde los rusos tenían agentes secretos que estimularon una rebelión popular contra los turcos. Aun así, esto forzó a los turcos a enviar refuerzos a Grecia en detrimento de Ucrania, con la posterior derrota y destrucción de la flota otomana en la batalla de Chesme, entre el 5 y el 7 de julio de ese año 1770, frente a la isla egea de Quíos. El mismo día que el almirante Orlov derrotaba a la escuadra turca en Chesme, el mariscal de campo Piotr Rumyántsev penetró en la Ucrania otomana y derrotó a los turcos y sus aliados tártaros en dos batallas sucesivas sobre el río Larga, y los rusos ocuparon la mayoría de las fortalezas existentes en la región. 

Los rusos les ofrecieron a los crimeanos cambiar de bando y aliarse con ellos contra los turcos, pero el kan Sahib II Giray se negó. Sin embargo, un ataque sorpresa sobre la propia península de Crimea le obligó a recapacitar por lo que envió a su sobrino y sucesor, el príncipe Şahin Giray, a San Petersburgo para que negociara una paz con la emperatriz Catalina II en persona. Crimea abandonó entonces la guerra y con ello, su largo vasallaje al Imperio otomano. En 1773 Suvórov dio la campaña de Polonia por finalizada y marchó a Ucrania para combatir a las fuerzas otomanas que aún quedaban allí. Ganó una batalla tras otra, dando pie a su posterior fama de general invencible. El Imperio otomano solicitó la paz en 1774, y el 21 de julio de 1774 Rusia y Turquía firmaron el Tratado de Küçük Kaynarca, que ponía fin a la guerra. De acuerdo con el tratado, el Imperio otomano reconocía la independencia de un reducido Kanato de Crimea (se convertía de facto en un estado satélite de Rusia) y se comprometía a pagar 4,5 millones de rublos como indemnización de guerra. Rusia ganaba además el derecho a construir dos puertos en el Mar Negro, cosa que hasta entonces le había estado vedada. Finalizaba así el monopolio otomano sobre el mar y se abría la posibilidad a un ataque naval ruso sobre la misma Constantinopla en el futuro.

El Kanato de Crimea sobrevivió a la guerra, pero quedó sumido en la ruina y dividido entre facciones fuertemente enfrentadas que apoyaban a Rusia o a Turquía. Usando como pretexto la guerra civil que por esta causa desangraba el país, los rusos ocuparon Crimea en 1783 y depusieron al último Kan, Şahin Giray, el mismo que años atrás había sido recibido por la propia Catalina II. Exiliado al Imperio otomano en 1787, fue finalmente apresado y ejecutado por traición por orden del nuevo sultán, Abdul Hamid I, que no le perdonó su papel en la negociación de la paz con Rusia y el consiguiente abandono de Turquía en  guerra. De hecho Turquía no aceptó formalmente la anexión de Crimea a Rusia, en 1783, por lo que la visita de Catalina II a la península en 1787, fue utilizada como pretexto para la nueva guerra ruso-turca que estalló ese año. La incorporación al imperio de los zares acabó con 300 años de dominio tártaro, la etnia de religión musulmana que había establecido en la península su janato, un reino gobernado por un soberano, o jan, y sometido a las ambiciones enfrentadas de otomanos y rusos. 

Entre 1853 y 1856 el Imperio ruso libró la denominada guerra de Crimea contra una liga formada por el Imperio otomano, Francia, el Reino Unido y el reino de Cerdeña. El conflicto fue  desencadenado por el expansionismo ruso y el temor a que el Imperio otomano se desmoronase, y se disputó en la península de Crimea, en torno a la base naval de Sebastopol. Se saldó con la derrota de Rusia, que se plasmó en el Tratado de París de 1856. A finales del siglo XVII, el Imperio otomano se hallaba en decadencia y había perdido los territorios al norte del mar Negro, entre ellos la península de Crimea, de los que se había adueñado Rusia. Esta deseaba socavar la autoridad otomana y asumir la protección de la abundante minoría de cristianos ortodoxos de las provincias otomanas europeas. Francia y el Reino Unido temían que el Imperio otomano se transformase en vasallo ruso, lo que hubiese trastornado el equilibrio político entre las potencias europeas. En septiembre de 1854, las fuerzas aliadas vencieron a las rusas en la batalla del río Almá y emprendieron el asedio de la ciudad homónima. Los rusos trataron varias veces de romper el cerco de Sebastopol, pero fueron derrotados en Balaklava, Inkerman (https://bit.ly/2avImz6 ) y Chernaia; los sitiadores, por su parte, sufrieron copiosas pérdidas para conquistar los reductos rusos. Finalmente la llegada de refuerzos y el agotamiento de los defensores permitió que los franceses tomaran el bastión de Malakoff que dominaba la ciudad el 8 de septiembre de 1855 y los rusos abandonaron ésta al día siguiente. Los combates continuaron durante algunos meses más, hasta la firma del Tratado de París el 30 de marzo de 1856. Este puso fin al concierto europeo surgido del Congreso de Viena de 1815 y marcó el resurgimiento de Francia como potencia, pero no resolvió la Cuestión Oriental que había desatado la contienda de Crimea. 

En 1954, en una redistribución territorial interna, los dirigentes de la URSS transfirieron Crimea desde la República Federada de Rusia a la de Ucrania y como parte de este país, en 1991, fue reconocida por la comunidad internacional, incluida la misma Rusia, al desintegrarse el Estado soviético. Hoy día, una enorme foto de Vladímir Putin jalona las carreteras de la península del mar Negro aplaudiendo al líder ruso que se anexionó a Crimea en el 2014, testimonio de una firme voluntad rusa, la de integrar de forma irreversible a Rusia el territorio que Catalina la Grande conquistó en 1783. Moscú basaría su dominio actual (2018) de Crimea en el referéndum del 16 de marzo de 2014, realizado bajo control militar ruso y no reconocido por la Asamblea General de la ONU. Antes del referéndum, los políticos de orientación prorrusa tranquilizaron a tártaros y ucranios con promesas (posteriormente incumplidas) como las garantías de que podrían usar sus lenguas a la par que el ruso como idiomas oficiales, y otras, pero transcurridos más de dos años, las comunidades de ucranios y tártaros se han visto debilitadas por el éxodo de miles de sus miembros al territorio continental de Ucrania. Rusia  afirma su presencia en Crimea con pasión, con celos de lo que no controla, como las tradiciones y la identidad de las otras comunidades locales. Las autoridades, han impuesto el pasaporte ruso a los habitantes de la península, son hoy extranjeros, prácticamente sin derechos, en su propio territorio. Rusia ha creado en la península un nuevo distrito federal, la República de Crimea y la ciudad de Sebastopol, que es la sede de la flota rusa del mar Negro
Maracaibo 19 de julio 2018

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