domingo, 15 de julio de 2018

CORRESPONDENCIA




CORRESPONDENCIA

Revisando algunos correos de años pasados, hallé los comentarios de mi amigo el poeta Víctor Vielma Molina sobre mis dos novelas del 2011, “Ratones desnudos” y “El año de la lepra”, (http://bit.ly/2uxL6GC) publicadas en 2013 y me atreví a volver a publicar su trabajo porque precisamente es Víctor Vielma el poeta que ha ofrecido el discurso de orden y está presentado uno de sus libros de poesía en el Festival de Poesía este año que tuvo lugar esta semana en Maracaibo. En esta oportunidad quisiera atreverme a airear el análisis que el Lic. Roberto Simancas hiciera de uno de mis relatos “Las Ordalías ( http://bit.ly/1GuvbVJ ) aparecido en “Doce relatos siniestros”, un librito poco divulgado que recientemente revisara mi amigo Moisés Flores en el Museo Luis Chacón de Maracaibo. Aquí va el interesante análisis del Lic Simancas y luego parte de mi respuesta a su correspondencia.

Las ORDALÌAS  de JORGE GARCÌA TAMAYO
Cuento difícil. Busco el significado de Ordalía y se refiere a los juicios de consciencia y cosas parecidas, que la iglesia de varios países efectuaba a los creyentes como para eximir la fe. Llama la atención que haya sido la Europa Oriental, donde por último esta práctica se deja. Pluma marabina en la mano del médico y científico de la salud. Jorge García Tamayo.
La ubicación espacial del cuento se hace cuesta arriba. Al comienzo creemos estar en la España clerical con sus curas rechonchos y lujuriosos, atizando con la fe; mientras la negrada bambolea su figura. De pronto al mismo comienzo y al final, todo se confunde, me imagino que ex profeso; pues aquí el animal marino, de tamaño descomunal: la Orca, aparece y reaparece, como cerrando final. El deleite con el lenguaje literario aflora en imágenes como piedras porosas del campanario. Nos adentramos a una Europa, América o África tomada por el mito cristiano. El poder clerical azotando con sus demonios, muy bien digerido por el obeso prior; quien representa más que el bien, el mal hecho poder en medio de unos borregos e indiferentes.  El escenario, al menos a mí, me remite a esas asadas de vikingos o la pandilla Robin Hood, después de los combates; petrificados de miedo, que comienza a apoderarse de los presentes. Más que un mundo de inquisición, el monasterio lo habita el miedo en la figura alienante y alienada del prior; más el miedo a perder el poder.

Se nota un manejo de calidad de esos tiempos, reconozco que tuve que apelar por el diccionario en palabras como prebendarlos, refectorio, escanciar, muaré, entre otros; que le dan vida a la descripción sicológica y espacial de personajes y ambiente. El deleite con el lenguaje literario aflora en imágenes como piedras porosas del campanario. Buen adjetivo para calificar el pompi de las negras, buscando referencia en calipedia: Nalgas calipígicas. La expresión de viejo bergante es de calidad. En un primer momento nos remite a barco negrero, comandado por el esclavista vía a Europa o la América; para luego precisar el significado como el viejo pícaro, precisamente el truhán, el sin escrúpulo, que debe ser todo traficante de humanos. Celebro la imagen encrespando el incienso de los aquelarres.  La traslación del significado de esculcar está bien lograda. Imaginar los glotones curas espiando el interior de los cabritos, atiborrados de aceitunas y demás especies, queda como muy buena imagen. Aplaudo la imagen de ojos basilisco, que busca retratar la mirada de diablo y de muerte de los negros en la mente del prior.

El poder político, en este caso fusión con lo clerical, no puede con el deseo. Existe un poder cotidiano que trastoca esa metafísica que aún persiste, que quiere hacernos creer que ante el poder nada se puede; en el personaje, ejemplo de aberración de una creencia, se desnuda el hombre que languidece por  los pompis y tetas de negras y mulatas; más sigue conjurándose, azotándolas.  Bien trabajada la idea del azor, pues, evidentemente el esclavo en su mente imaginamos que quería ser un ave, un ser volante por los cielos; para no caer en manos del esclavista, el negrero. Pero si mal no entiendo cuando se habla de altanares, estos me remiten a los halcones, símbolo del poder imperial que son confiscados; es decir, el negro queriéndose convertir en un azor, finaliza atrapado por un halcón, el mismo que se le confisca.

El sabath, entendido como el séptimo día coincide con las siete bestias que asoman en el mar, premio ansiado por el prior. Observo una recurrencia por lo mágico-esotérico, juego con lo mítico para deleite o bien manera de perdernos en lo arcaico humano; día que contrasta con los nombres africanos de los negros implorando en el sufrimiento por sus tierras y dioses, sólo llevado a cuesta en el cumbè, de donde después con el tiempo saldría la cumbiamba, el baile cadencioso y lento de la negrada, que puebla ciudades como Barranquilla y Cartagena.   Como antiguo creyente y después observador de la farsa estructura eclesiástica, veo que la descripción de los personajes que pueblan el convento es muy cercana a la realidad, el caso de los monaguillos asemejándose con sus cachetes cual sapos y los sacristanes, amigos hasta el cansancio de manuela; coincide con el adjetivo de pajizos, por sus anemias endémicas al calor del vicio… solitario.

Existe toda una literatura, que ya forma parte del subconsciente colectivo mundial, de asociar la negritud con el diablo y cosas parecidas. El mismo Cumboto de Díaz Sánchez se recrea en lo mismo; cuando sabemos que esa negritud era, por ejemplo, la que en el viejo catre le practicaba la fellatio al señor amo; que su esposa, anclada en la asepsia lo descodificaba como pecado sumo; o bien la niña de la hacienda suspirando por el músculo del negro fornido ante el romanticismo decadente de su novio venido de Europa; en sí, mucho de mito, al punto que se asocia por esas generalizaciones, la mayoría de las veces falsas, que los negros tienen un falo descomunal y las negras un trasero de batea; que son sexualmente inconmensurables y cosas por el estilo; en tanto que la realidad nos dice que son otro humano cualquiera, con la desventaja que en el proceso histórico fueron en la mayoría los negros los esclavos; pues, también hubo esclavos blancos y no decir de indio, los sin dioses.

Vientos de galerna me sirve para ubicar definitivamente el cuento, refiere a los vientos de mar cantábrico; entonces estamos en la Cantabria Española, donde es famoso el Monasterio de Santillana y donde nació por allá en el siglo VIII d.c. el beato Lièbano, autor de Comentario al Apocalipsis. He allí la figura trasmutada del prior de la abadía. No por casualidad en un ambiente de esclavitud y fanatismo ideológico con suma alineación de la fe, se ubica la acción. La actual Cantábrica Española sufrió los embates de la esclavitud romana, luego vikinga, más adelante musulmana; fue punto para la reconquista por los cristianos; y en ese mismo hilo, hijos de su tierras fueron Juan de la Cosa, quien elabora el primer mapamundi y el arquitecto Camargo, arquitecto diseñador del monasterio del Escorial en Madrid; para rematar allí se encuentra la cueva de Altamira. Encuentro otro asidero para decir que el cuento tomó como referencia España, pues, lebrel es un tipo de perro catalán.
Muy buena descripción del despertar del deseo en los superiores de la orden, quienes creen ver el demonio convertido en mujer, orgasmando  con ellos en sus mentes; deseo hecho  baba seminal, que  traspasa la vestimenta de los clérigos, y nos acerca a comprender quién es verdaderamente el ruidoso tam tam: ni más ni menos que el deseo solapado, queriendo esconderle entre sermones y cruces; pero que en el arrebato de las emociones humanas, en la entrega amorosa de los negros en cayapa, finalizaba por devorar a los glotones hombres de fe…

Pienso que es un cuento muy muy bueno aunque difícil. El ambiente y los personajes no lo hacen digerible para el común lector; incluso para quienes tenemos cierto coqueteo con la literatura. Observo como novedoso ese tratamiento diferente que el galeno le da a la negritud; sin ese adocenamiento que caracteriza a muchos escritores que asumen la negritud para deleitarse en sus miedos y demás resabidos de racismo. La trama está bien estructurada, creo no equivocarme que García Tamayo tomó la Cantabria Española para recrearse, como ya le apunté en supra comentarios. Veo también novedoso el uso del castellano antiguo, que bien está trabajado para darle una ambientación más real al cuento. En conclusión un buen cuento que se adentra en el comienzo en lo mágico, nos recrea en el trayecto por lo bien concreto de la esclavitud de los negros, el poder de la sotana, la liberación por el encanto de la ternura y los cuerpos desinhibidos de negros y mulatas; que demuestra cómo el poder coercitivo jamás cede en sus pretensiones de perpetuarse, caso del prior, quien en vez de lanzarse al aquelarre amoroso de los negros, sigue maldiciendo con sus gritos solitarios, de quien le huyo al deleite de los sentidos y la carne.

García Tamayo un desconocido en su tierra zuliana. Hombre con una trayectoria y méritos en su profesión de galeno y científico en el área de la anatomía patológica. Ganador de premios nacionales de literatura, como José David Curiel y José Ramón Pocaterra, sigue escribiendo en solitario, no haciendo alarde de su superioridad ante tanto mediocre premiada sobre todo en ámbito regional zuliano. Adentrémonos en sus libros: Escribir en La Habana, Entropía Tropical, La Anatomía y el País y Para Subir al Cielo, entre otras y por venir y de seguro llegaremos a la conclusión que el Zulia al fin tiene un novelista con mayúscula.

RESPUESTA A MI AMIGO
Al Lic Roberto Simancas
Me parece interesante tu análisis, con algunos acertados comentarios sobre ciertos detalles puntuales, otros que se sienten indagadores de la psiquis y hasta del subconsciente del escritor, y me parecen francamente erráticos, y esto se debe, se produce, creo, porque tal vez es posible hacer estos análisis si quien escribió el relato o el cuento analizado, lo hizo con un fin determinado, para inducir ideas, o guiar pensamientos, para señalar caminos… Afortunadamente, casi nunca es así, no debe ser así, y en el caso que nos ocupa, pues, sencillamente no es así. Tal vez si conoces la historia personal del escritor, puedas atreverte a discurrir haciendo análisis como los que haces con “Las Ordalías”… Como ejercicio lúdico, el análisis así conducido está bien, pero al hacerlo de otro modo, te puedes equivocar de medio a medio, sobre todo si quien escribió el relato lo hizo tan solo por el placer de escribir, no para sufrir, ni para introducir meta mensajes en el texto… Quizá es por esa idea descifradora que te puedes inventar laberintos e ideas equivocadas donde solo hay palabras utilizando nuestro muy rico idioma sin querer caer en una erudición exagerada (ya te decía en “Taller de Narrativa” sin querer ser “erudito en exceso” cual Fernando Del Paso en Palinuro ni como nuestro Denzyl), sencillamente adecuando el lenguaje al momento, a la situación,  para mi, frente al mar Caribe, tal vez en un sitio como Cartagena de Indias… Voy a remitirte a Germán Espinoza, un escritor colombiano de quien hace muchos años leí una novela “Los cortejos del Diablo” sobre la inquisición en Cartagena “El personaje histórico debe conservar las líneas de su carácter, pero, cuando se escribe novela histórica, lo que se persigue no es la verdad del historiador (fundada en documentos oficiales acomodados). El novelista puede explayarse en su fantasía. Y creo que muchas veces está más cerca de la verdad o de lo que debió ser, que el historiador. La función de la novela histórica es buscar una verdad más profunda y puede, explicar mejor muchas cosas. El novelista es soberano. En 'Los cortejos del diablo' El inquisidor Juan de Mañozga, personaje histórico, es un hombre lleno de soberbia, que aspiraba a ser Papa. En 'Los cortejos del diablo', Mañozga se niega a aceptar su decadencia."Para este personaje me basé en un español que conocía, muy anciano, abatido pero con arrestos para demostrar juventud y poder. Así como se expresa Mañozga, hablaba él. Por otra parte, tomé como modelo a un hombre con una soberbia enorme como el maestro León de Greiff. Cuando pensé en hacer una novela sobre La Inquisición en Cartagena, di con el Inquisidor de la época y dije este es el personaje para darle esa personalidad”.  
A pesar de que hacía muchos años que la leí y no he vuelto a leerla, recuerdo que aquella novela destacaba en medio del horror descrito por la musicalidad de un relato fundamentalmente barroco. De ella dijo el autor…"Se me imponía por eso. Muchos comentaristas me han dicho que es una novela muy oscura. Y la verdad es que fue escrita de noche, oyendo música de Beethoven, Mozart y Brahms".
Creo que esos recuerdos influyeron en mí cuando escribí “Las Ordalías”, como algunas veces se me atraviesan escenas de películas en mis relatos, o en las novelas (vg. En “Escribir en La Habana”, puedes leer el prólogo de Ildemaro Torres donde señala mi amor por el cine), siempre fui muy cinéfilo y por darte un ejemplo, “El séptimo sello” de Bergman está en muchas cosas de las que he narrado…
A propósito de algunas de las palabras que me preguntas, como kukurbata,  la use para referirme a la curbata,  que es un tambor pequeño que se coloca parado sobre sus "patas"; es de la etnia africana dahomeyana y se percute con dos palos, así  mientras “la curbata” va marcando los tiempos en forma acentuada, la “mina” va improvisando frases rítmicas entre golpe y golpe. El mina es un tambor africano que se toca en las fiestas de San Juan del mes de Junio en Venezuela. El mina es un tambor largo hecho de un tronco de árbol cilíndrico que se coloca inclinado sobre dos palos cruzados y amarrados que sirven como soporte. “Barlovento” de Eduardo Serrano fue compuesta en  1936 y dice inolvidablemente que se van de fiesta, su cintura prieta y al son de la curbeta y el taqui-taqui de la mina”.
Por último conviene recordar que La Ordalía fue como dices, una prueba que se usó mucho en Europa con las personas acusadas de brujería, pero en todas las civilizaciones, las ordalías tuvieron un origen mágico y estaban encargadas a los sacerdotes, como comunicadores escogidos entre el hombre y la divinidad. Cuando la Iglesia asumió junto a su poder espiritual parcelas del poder temporal, tuvo que pechar con la responsabilidad de una costumbre que era difícil de hacer desaparecer rápidamente, y no pudiendo prohibirla bruscamente se esforzó en modificar su uso para hacerle perder el aspecto mágico que la Iglesia consideraba demasiado vecino a la brujería. El denominado Santo Oficio de la Inquisición fue creado por el Papa Gregorio IX en el año de 1233, extendiendo su acción a toda la cristiandad Europea. Hacia el año 1480, los Reyes Católicos de España establecieron la Inquisición en todo el reino, para utilizarla como uno de los instrumentos en su estrategia para la unificación religiosa y política de la nación. El tribunal de la Inquisición de Cartagena fue establecido en 1610.
Finalmente debo decirte que precisamente fue por mi consubstanciación con lo africano, y con el sincretismo religioso que se puede percibir en “Escribir en La Habana”, con la defensa de la negritud y de esos verdaderos hijos sufridos de la revolución cubana, los mismos habitantes de las cumbes en la novela primigenia de Carpentier “Ecue Yambao”, una de las razones por las que como escritor recibiera en 1994 el premio José Rafael Pocaterra mención Narrativa, pero además me ha tocado vivir fuera de Maracaibo, en el centro y el oriente del país y desde compenetrarme con Acosta Sainges hasta disfrutar de los tambores de San Juan en Barlovento o en otros pueblos venezolanos, conozco algo sobre nuestra negritud. Esto lo digo a título personal. Te aclaro estas ideas por que posiblemente no tienes una clara idea de lo que realmente pienso ni siento sobre ciertos temas, porque sencillamente no hemos tenido la oportunidad de conversarlos… Te sugiero leer de “Escribir en La Habana” la páginas final de la 31 y 32 y parte de la 33, las ideas están fáciles, accesibles, y puede que me comprendas e inerpretes como alguien diferente…
Para finalizar creo que sobre la afirmación que haces: “La literatura es cuento, la ficción una evasión”, otro día podemos conversar sobre esto, pues, no me parece acertada la visión que tienes. En particular pienso que sin la ficción, la literatura puede ser historia, o sucesos, o llegar a ser como decía Lavoe, un periódico de ayer, y entonces, ¿para qué leer? La imaginación del escritor es la que hace la diferencia.
Un saludo, mañana martes es 22 y si vamos a tener una reunión, espero saber la hora y me imagino que el sitio será la Librería del Sur… Espero confirmación, pues había entendido que nos reuniríamos los miércoles o los jueves…
Avísame.
Jorge García Tamayo
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Maracaibo 14 de julio 2018

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