Natufiense es una cultura
del Epipaleolítico Final y Mesolítico, que se extiende por toda la zona
del Próximo Oriente, desde el Éufrates hasta Egipto y los desiertos situados al sur. El
nombe de Natufiense fue definido por , a partir del yacimiento de Uadi-en-Natuf,
situado en Cisjordania.
La arqueóloga británica Dorothy Annie
Elizabeth Garrod (1892- 1968), nacida
en Oxford, quien se matriculó en el diplomado de arqueología en 1921 y leyó
su tesis doctoral en Oxford
en 1924. Fue la primera mujer en obtener una
cátedra en la Universidad de Cambridge.
Es famosa por acuñar
términos como gravetiense, o chatelperroniense para designar fases
culturales de la prehistoria. En 1928, Dorothy Garrod hizo el descubrimiento
del Yacimiento de Jericó, una ciudad protegida por una inmensa
muralla.
Garrod realizó excavaciones en importantes yacimientos de Gibraltar, en el sur de Inglaterra, en Francia, Palestina y el Kurdistán iraquí. En Bulgaria hallaría restos neardertales en Devil's Tower y en 1928 encabezó una expedición arqueológica en el sur del Kurdistán. De 1929 a 1934, la Dra Garrod participó en las excavaciones del Monte Carmelo, en Israel, y sus trabajos demostraron una larga secuencia de ocupación durante el Paleolítico Inferior, Paleolítico Medio y Epipaleolítico en cuevas como la de Kebara.
Su trabajo ha ampliado la comprensión de la secuencia de ocupación prehistórica en la región y definió otros tecnocomplejos como el Chatelperroniense, el Gravetiense, o el Creswelliense. Este marco cronológico establecido a partir de sus excavaciones ha sido crucial para el entendimiento del periodo prehistórico en la zona. La Dra Garrod recurría a la contratación casi exclusiva de mujeres de las aldeas cercanas para realizar las labores de excavación. De 1939 a 1952 ocupó el cargo de profesora de Arqueología en Cambridge con dedicación exclusiva, con un pequeño paréntesis durante la Segunda Guerra Mundial en la que sirvió en las fuerzas auxiliares femeninas de la Fuerza Aérea..
En 1924, la orilla norte del Wadi en-Natuf en Cisjordania, a unos 28 kilómetros al noroeste de Jerusalén había sido brevemente investigada por el reverendo Alexis Mallon. Cuatro años más tarde se hizo cargo del yacimiento la Escuela de Arqueología Británica de Jerusalén, y a petición de Mallon puso a la Dra Garrod al frente de los trabajos. En una sola campaña Garrod identificó una capa del Musteriense tardío (hace unos 40.000 años), y también otra intercalada entre el Paleolítico Superior y los depósitos de la Edad del Bronce, que contenía trazas de carbón vegetal y restos de herramientas de industria de piedra microlítica, así como objetos de hueso trabajados.
La Dra Garrod hallo 45 esqueletos humanos muy fragmentados e identificó esta capa como Mesolítica, un período de transición entre el Paleolítico y el Neolítico que todavía no había sido encontrada en el Oriente Próximo. La capa mesolítica fue bautizada por Garrod como natufiense (por haberse hallado en Wadi en-Natuf), y se comprobó que correspondía a una cultura, hasta entonces desconocida, que se extendió por todo el Próximo Oriente entre 10800 y 8300 a.C. La cronología del natufiense puede dividirse en dos etapas distintas: Natufiense antiguo (10800 a 9000 a. C.), y Natufiense reciente (9000 a 8300 a. C.)
En colaboración con Dorothea Bate y la Escuela Americana de Investigaciones Prehistóricas, Garrod excavó durante 22 meses en la Terraza el-Wad y otros 11 yacimientos y durante las dos décadas siguientes siguió realizando excavaciones en yacimientos de la zona del Monte Carmelo sacando a la luz la cultura natufiense. Entre los elementos recuperados Garrod reparó en la presencia de hoces de piedra, lo que indicaría la presencia de una agricultura muy temprana. En el lugar se encontraron evidencias del paso de los humanos de cazadores-recolectores a agricultores, la cultura natufiense es inmediata a la época de enfriamiento climático de finales del pleistoceno (hace entre 12.700 y 11.500 años) que pudo ser causada por el impacto del cometa Clovis en América del Norte, y que se supone fue una de las causas del desarrollo de la agricultura.
Sobre este tema, se ha propuesto que existió una explosión en el aire o un impacto en la Tierra quizás provocado por condritas carbonáceas o cometas que prendió en fuego a vastas zonas de América del Norte, causando la extinción de la mayoría de los grandes animales y la desaparición de la cultura Clovis correspondiente a la de los primeros grupos humanos que habitaron el continente americano al final de la última glaciación. Los cuerpos estelares habrían estallado sobre o en la capa de hielo Laurentino del período glaciar cuaternario, abarcando la mayor parte de Canadá al norte de los grandes lagos y una gran parte del norte de Estados Unidos. La vida animal y humana que no pereció por la explosión o por los inmensos incendios forestales, habría perecido de hambre al estar quemada toda la superficie del continente.
En los yacimientos natufienses existen evidencias de un incipiente cultivo deliberado de cereales, y en el yacimiento de Shubayqa 1 (desierto nororiental de Jordania) de 14.500 años de antigüedad, apareció la evidencia más antigua del mundo de fabricación de pan. No solo eso, en otro yacimiento natufiense, la Cueva de Raqefet en el Monte Carmelo, cerca de Haifa, se encontró la evidencia más antigua conocida de elaboración de cerveza, aproximadamente hace 15.000 años.
En 1938 la
Dra Garrod publicó su obra sobre el descubrimiento de la cultura natufiense,
titulado The Stone Age of Mount
Carmel, un trabajo considerado pionero en su campo. La Dra Garrod
interrumpió su labor didáctica durante la Segunda Guerra Mundial para servir en
las Fuerzas Aéreas Auxiliares Femeninas dirigiendo una unidad de análisis e
interpretación de fotografía aérea. Continuó realizando excavaciones
arqueólogicas hasta pocos años antes de su muerte en 1968, aun cuando ya se
había retirado de su cátedra de Cambridge en 1952.
Hacia el
año 9,600 a.C., estos mismos grupos humanos se establecieron de manera
permanente. Jericó, la llamarían milenios después, en el sitio que les pareció
un lugar adecuado para sembrar, cultivar y hacer que su comunidad creciera. Con
el fin de las heladas, el ambiente se hizo mucho menos hostil, y más propicio
para el desarrollo de herramientas y cerámica. Desde entonces, el espacio no se ha deshabitado ni una sola
vez.
Hacia el año 8,000
a.C., el sitio creció exponencialmente. Tanto así, que los habitantes
construyeron una muralla de 3.5 metros de alto, con un grosor de 1.8 metros,
para protegerse de posibles inundaciones del manantial. Poco sabían los
natufienses que esta barrera de protección les ganaría un lugar en las
escrituras sagradas de la tradición judeocristiana —y no por las razones que
hubieran querido.
Ni siquiera por el desarrollo cultural que alcanzaron los natufienses a Jericó se le recuerda como la ciudad más antigua del mundo. Por el contrario, ubicado en la región de Cisjordiana de la actual Palestina, la ciudad carga el lastre de un pasaje bíblico funesto. Según las escrituras en el Antiguo Testamento, Dios hizo que las murallas de Jericó se derrumbaran ante la presencia de los israelitas.
Según la Biblia, en
torno al año 1400 a.C., Jericó fue la primera ciudad atacada por los israelitas
tras cruzar el río Jordán y entrar en Canaán.
La ciudad es conocida como el lugar por donde los israelitas entraron a la Tierra Prometida, dirigidos
por Josué, el sucesor de Moisés. Tras ser derribados sus muros por el
sonido de las trompetas de los hebreos. Algunos investigadores bíblicos fijan
la fecha del Éxodo en
el decimosexto o el decimoquinto siglo a. C. El Nuevo Testamento relata el
paso de Jesús por la ciudad, y el milagro del
mendigo ciego (Lucas 18, 31-43) y la conversión
de nombre Zaqueo.
El camino desde esta ciudad a Jerusalén es el escenario de la parábola del Buen Samaritano.
Las
excavaciones realizadas en el lugar revelan una red de muros derrumbados que
datan de finales del siglo XVII o principios del XVI a.C. La causa más probable
del derrumbe fue un terremoto.
Maracaibo. Jueves
19 de septiembre del año 2024
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