Después
de almorzar, casi a las dos de la tarde, Iñigo y Jacobo conversaban
apoltronados en el apartamento del viejo vasco en la avenida Casanova. En un
radio se escuchaba una cinta grabada con canciones de Serrat. Jacobo se la había
traído a su amigo, no tanto por tomarle el pelo con ponerle a oír a un cantante
catalán, sino porque sabía que sus baladas le traerían recuerdos de sus tiempos
de fajador social. Iñigo aceptó escucharlo señalándole que aceptaba a
cualquiera de la Península menos “a el Julito ese”... Tomado del Capitulo IX de “Para subir al cielo…”
- Maestro, usted se sorprendería al saber que la anamorfosis tiene
que ver con el actual mundo de la informática. Son cosas novedosas para
nosotros, se lo aseguro. Es decir, me refiero a esa especie de telaraña
cibernética que rodea el mundo prendida de unos satélites artificiales con una
increíble capacidad para crear espacios irreales, esa especie de áreas que
podemos examinar desde afuera, entonces le permiten ubicarse en un punto y
acceder al sistema, ¿me entiende? Es como cuando todo está en un disco
compacto, y leemos el mensaje en estos sistemas llamados en inglés ci-di-rum.
Es increíble como hoy día cada quien pude ser dueño de cierta información que
esté protegida, codificada, resguardada y restringida y como para poder
conocerla, cualquiera tiene que ubicarse en una perspectiva especial, tener
ciertas claves, mirarla desde otro plano, situarse en un punto geométricamente,
o espacialmente preciso, pero diferente al que poseen los demás. No sé si me
capta la idea amigo Iñigo, le veo la cara amarrada.
- ¡ Joder Jacobo! ¡Como
hablas de la tecnología moderna! Con cuanta emoción te expresas, pero esas
mismas razones, estimado Jacobo, pueden esgrimirse para facilitar el estudio de
la pintura antigua y la de hoy día. Desde puntos de vista diferentes, claro
está, virtuales si así los quieres llamar. No me jodas llamándome Maestro, y
dime, ¿acaso tanta tecnología no podría aplicarse para examinar las pinturas
del Bosco? Podrán idealizarlas los surrealistas y darles miles de vueltas los
esotéricos, el planteamiento de su obra no hay que buscarlo en anagramas ni en
palindromas, no está en discos compactos, puede que parezca estar en claves,
pero es más que eso, el significado de sus pinturas está codificado en la
conciencia de cada uno de los admiradores o de los estudiosos de su obra.
- Acepto, si así lo quieres amigo Iñaki Macho, el que uno puede
comparar la situación del Bosco y los cidi con el Aleph de Borges, con el punto
vélico, o algo así, ¿me entiendes? Aunque ya veo por la sonrisa que despliegas
que no te gustan mucho mis extrapolaciones.
- ¡Hombre Jacobito! Es, como decía el hombre aquel, ¡es todo lo
contrario! Es que de la anamorfosis has saltado al Aleph, y de allí a las
pinturas del Bosco, y es que…¡hombre!, entre todas hay un trecho muy largo.
Puede que desde el ángulo de su visión un sujeto de antes o de ahora, vea
monstruos en sus esmaltes, los detectarán en sus trípticos y puede que estas
figuras susciten ideas confusas, pero sus obras son acabadas, precisas, plenas
de simbolismos y sobre sus significados son concretos, te repito, las claves
están en la mente de cada uno de nosotros. Desde allí, partiendo de ese ángulo
especial que además es muy tuyo, si tú lo quieres, verás aparecer cosas que
sólo podrán ver los poseedores de esa clave que tú tienes, la de tu imaginación
o tu cidirum, como tú lo llames.
- Precisamente y esto viene a propósito de la anamorfosis, yo quería
hablarle Maestro Iñigo sobre la creación artística. Usted es un estudioso de la
pintura del Bosco. No es un disparate el que yo pretenda asociar la obra de
este artista de finales del medioevo con lo que ahora pueden cuantificar las
computadoras. Para mí, este tipo de manifestación artística, la pintura, cuando
vale la pena, es siempre el producto de un mundo intimista, pero estos
universos ya están siendo absorbidos por la cibernética y casualmente por eso,
quiero referirme a la pintura, pero lo mismo puedo comentarle sobre la creación
literaria. En todo está la cibernética. Fíjese que yo estoy empeñado en
informatizar nuestro trabajo en la Medicatura Forense y nadie me da dinero para
hacerlo. No salimos del marasmo, del pasado, del atraso. Así somos nosotros...
-
Estimado Jacobo, comisario, galeno,
investigador, amigo Guzmán, no me digas más Maestro, que me recuerdas la fobia
que el difunto José Ignacio le tenía a ese título. 108 ¡Que maestro ni que ocho
cuartos! Vamos, tú puedes tutearme, ¡hace ya tanto tiempo que nos conocemos!
Así que no me vengas a joder con tus teorías escapándote por la tangente para
disertar sobre la literatura, no vayas a andar buscándole una conexión
literaria a la obra Bosquiana. Vaya amigo mío, tus escarceos de cuentista y de
escritor en ciernes te llevan a lucubraciones brillantes. ¡Quién diría que te
ibas a meter otra vez a policia! ¡Joder! ¿Porque no hablamos sobre “El jardín de las Delicias”? Te recuerdo
que dejamos pendiente el tema hace más de un mes, y no me vengas ahora a
salirte por la secante con la novelística, terminaré por creer que andas
distrayéndome como un bachiller en exámenes intercalando la historia de los
fenicios, ¿la recuerdas?, cuando eras estudiante...
-Un
momento amigo
vascongado gipuzkoano, ¡Iñaki de los Iñigos de San Ignacio de Loyola! Achanta
un pelo, como dicen ahora los pavos. Estoy tratando de explicar o de
explicarte, cual es la relación entre todo esto de las computadoras y cosas tan
sutiles como la poesía o como el arte en general. ¿Cuántas veces hemos
conversado sobre Neruda?, pero la poesía nunca antes la asociábamos con la
computación. Amigo mío, los tiempos cambian, las cosas que se están viendo en
ciencia son años luz de las que nosotros vivimos. De repente la cibernética
encierra esfuerzos humanos por lograr un acercamiento a la naturaleza, y te
digo como Ripley, que, aunque usted no lo crea, ella, la madre natura es
increíblemente perfecta, es la mejor razón para creer en la existencia de un
ser superior, pero cada día que pasa, el hombre está esforzándose más por lograr
una aproximación, una búsqueda de sistemas microminiaturizados que nos alejen
de la entropía. Por eso, el fenómeno de la creación humana, es algo tan
especial, no es una copia de la naturaleza, es algo producido expresamente por
el hombre. ¿No es acaso cierto que la gran diferencia entre nuestros complejos,
perfectos pero previsibles sistemas y los de nuestros hermanos del reino
animal, reside precisamente en la existencia en nosotros de eso que unos llaman
el alma?
-
Pues para ser
animal y vaya que eres bien animal cuando quieres serlo, ¡policía!, para
dártelas de ateo, amigo Jacobo le pones a tus teorías un palabrerío tal que más
que médico y abogado y buen policía, deberías ensayar para meterte también a
político. ¡Pues hombre que de gamberradas dices en un solo instante!
- Mire amigo vascuence,
terco como mula, precisamente por eso insisto en el tema del dibujo, de la
pintura, o de la literatura. Esas son las cosas que nos permitirán siempre
explorar puntos virtuales del ser humano, esas vivencias servirán para penetrar
en la quintaesencia de cosas que han existido dentro de la mente de seres
humanos que han sido creadores, unos con más acierto que otros, ciertos poetas,
algunos pintores, los escritores y todavía podemos ir más allá, porque hay cosas
que están ahí frente a nosotros, ilusos, quienes creemos fielmente en su
existencia, en su presencia real, pero pueden ser como los hologramas, estar
allí para que hallemos en sus reflejos muchas más cosas de las que realmente
existen. Así, muchas cosas, cuentos, son ficciones, son como la literatura,
creaciones del espíritu humano... - Pues si que estaría bien que se plasmaran
en holografías todas las inquietudes y tantas alegorías como las que encierran
las pinturas de Don Gerónimo. Sería algo fantasmagórico, ¿no es cierto Jacobo?
- Déjame contarte algo Iñigo. Hace poco supe que sólo trece años
después de haber nacido el Bosco, vivió en Europa un tal Palissy quien se
ocupaba de la jardinería y escribió un libro denominado “La receta verdadera”.
Este autor se internó en mundos insospechados y lo hizo indagando la naturaleza
cosmogónica de ciertas visiones o ensoñaciones las cuales para esa época le
permitirían conocer estratos muy diferentes a los de la vida común. Claro está
que para ese tiempo, todo eso estaba más allá de la comprensión de sus
semejantes y como era de esperarse, fue considerado por sus contemporaneos como
un vil hereje, y lo liquidaron Iñigo!, sé lo peinó la Inquisición.
- ¡Ah bendita Santa Inquisición! Pues mira bien, con todo y sus pinturas
el viejo brabanzón que era Don Gerónimo no fue nunca visitado por los
inquisidores, no lo llamaron nunca a botón. Después de muerto, pues esa ya es
harina de otro costal, pero en vida, ¡nunca! Puede que fuese porque sus ideales
eran prístinos, puede que fuese por otra razón, quizás su mente fuese más pura
y angelical de lo que creen tus contemporáneos. Posiblemente en aquel entonces
tantos horrores eran del común y él no era tan mal interpretado, como ahora...
- Me figuro que así fue, y si alguno debe saberlo eres tú quien ha
estudiado a fondo su obra, pero igual sabrás que son muchos quienes lo ha
catalogado de hereje o de ser un morboso creador de tantas diabluras. Sin duda
alguna que el dibujo y la pintura de cada época nos hablan de sus autores, nos
cuentan sobre su tiempo, sus preocupaciones, pero además las creaciones
artísticas pueden servir para sumergirnos dentro de las vidas de sus autores,
de sus personalidades, fantasiosas o no. El escritor es igualmente testigo de
su época. Lo cierto es que la irrealidad se mezcla con la vida misma en la obra
de cada artista, por eso la literatura existe para inventar la vida. Pienso que
el arte de la pintura no es meramente retratar, los artistas viven para
recrearse, ellos no son meras cámaras fotográficas, ellos pueden bucear en
universos extraños, los cuales, pueden haber existido en sus mentes desde
niños, cosas quizás parecidas a las que habitan en la imaginación de muchos de
nosotros, ¡desde tantísimos siglos atrás! De repente, hoy en día nos pueden
parecer curiosas, disparatadas, difíciles o incomprensibles, pero tal vez sean
tan solo expresiones de los problemas cotidianos.
Maracaibo, sábado 7 de septiembre de 2024
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