La
palabra aplica para el ejercicio constante y esforzado de quien ya en cierta
avanzada edad comienza a aceptar que los olvidos o dificultades para traer a la
mente un nombre, un apellido, una dirección o cualquier cosa antes bien sabida,
da vueltas en la mente y en ocasiones la palabra no llega, o aparece un poco
más tarde cuando ya no la necesitas y está ya fuera del contexto de lo que
piensas.
Mi
hermano mayor, es decir un par de años más viejo que yo, culpa a estas
“situaciones” (y me disculpan el eufemismo) al Covid 19, que le repite de vez
en cuando, pero yo insisto sin convencerlo de que es, simplemente: la edad. “Son
gajes del oficio” le digo risueño al recordar a un cómico chileno creo que de
apellido Navarro, que decía sobre el oficio de cantantes de unos colegas, que
eran “gases del duo-deno” y me salió el verso sin esfuerzo.
En
2020, escribía ya diariamente en este blog
lapesteloca un poco sobre muchas y muy variadas cosas (https://tinyurl.com/34rf6xsp) cuando
me referí a los amigos y a mis maestros en unos ejercicios “recordatorios” para
recrear los ejercicios de memoria en algo semejante a esta reflexión, ciertas reminiscencias…
He intentado entonces recurrir a mis colegas de aquella ya pasada “belle-epoque”
del IAP en la UCV (mis 30 años de mayor productividad profesional) pero resulta
para mí, que ellos mis colegas, también por viejos ya han desaparecido.
Fue aquella época cuando ejercíamos la ya inventada “patología ultraestructural” y mi sentida
impresión de la ausencia de reales amigos en la capital era tal, que en la
reunión anual de la SVAP en 1991 me atreví a decir ante el público, que, tras
13 años de exilio, ya creía que estaba llegando para mí el momento de regresar
a mi tierra del sol amada. Ya he antes comentado que ante la protesta por mi sincero
comentario tuve que esperarme hasta alargar a casi 30 años, en mi exilio
capitalino.
Concreto el asunto, pues pareciera que ando revoloteando sin
sentido para decidirme a escribir algo que pensé muy temprano en la mañana de
hoy… Había hecho algunos intentos en “la búsqueda de nombres perdidos”, ciertamente,
aunque resultarían infructuosos. Recordaba a menudo a un colega patólogo
colombiano que por su simpatía y capacidad para relatar historias verídicas pero
chistosas era un personaje maravilloso, pero de cuyo nombre no lograba
acordarme, aunque sabía dónde había ejercido y también de su hija, igualmente
buena patóloga. Hasta ayer…
Decidí apelar a uno de mis discípulos, y aclaro que así los
llamo yo porque ellos me catalogan como “maestro” … Entonces le escribí al correo electrónico de
Goyo, con algunas preguntas y de paso felicitándolo por su recién asumido cargo
al frente de la ya cuasi extinta Sociedad de…(¡iba a escribir “de los poetas
muertos”!) de la patología nacional. Me respondió de inmediato y
telefónicamente empezó a esclarecerme el panorama de nombres ausentes…
La mejor notica fue saber que Raúl Sánchez vivía (yo suponía
ya había también fenecido) y le conté al Goyo de cuanto recordaba yo un
encuentro que revivía en un sótano del Museo del Prado en Madrid, allí surgió
de la nada con su risa contagiosa. Qué lástima no haberlo antes sabido pues
estuve con Julia, anclados en Bogotá más de 15 días el año pasado para renovar
la visa americana, donde no logré contactar a Gerzain Rodríguez, otro recordado
colega del hermano país que afortunadamente sé que todavía vive y ejerce su neuropatología
en Bogotá y hubiésemos podido visitar a Raúl, le dije y recordé que afortunadamente
nuestro amigo poeta Víctor Vielma nos alegró aquellos días en Colombia.
Pero en medio de tantas reminiscencias, hablé con Goyo sobre
Gilberto y de su reciente deceso, el tan apreciado “maestro Berríos” lo
recordé, no solamente cuando escucho a Sevillano cantando “las brumas del mar” pues
le gustaba actuar cantando a Gilberto, y recordé su grata compañía en toda una
epopeya docente que viviéramos siete patólogos del IAP (Marielena Ruiz
incluida) durante “la guerra de los contra” en suelo nicaragüense para
dictarles un curso a los colegas de la patria de Vilma Isabel Pérez Valle y de
Sandino.
Aproveché para regresar memorizando muchas animadas conversaciones
telefónicas sobre “casos de inmuno” con Hilda y le dejé con él mis saludos allá
lejos en el oriente del país al rememorar el trio que Hilda completaba con
Zayda y Eugenia, todas crecidas en “el Vargas”, la escuela natural donde se
forjaría lo que iba a ser el IAP de la UCV al final designado Centro Nacional
de Referencia en Anatomía Patológica cuando aspirábamos darle ayuda a todos los
Servicios de la especialidad del país, para terminar transformado en un cascarón
vacío, aunque sus paredes estén recién pintadas.
También rememoré a JoséÁngel, pues tras su reciente partida,
tan solo su viuda Claudia y yo, aparecemos casi como los últimos sobrevivientes
de la indescriptible catástrofe del IAP, de la UCV, lo que nos convierte en observadores
atónitos ante esta debacle que se ha extendido a lo ancho y largo del país-nacional
desde el inicio de este siglo; una triste situación creada por quienes entregaron
una nación otrora soberana, rica y poderosa, a una isla caribeña por razones
inicialmente ideológicas, que ahora parecen ser de otro tipo…
Ahora sobran las palabras para seguir en una tónica de
recuerdos recuperados a través de la ayuda de colegas amigos, y no me queda de otra,
sino expresar el deseo ferviente de que sea posible una reorganización, de
nuestra tan desasistida asociación de patólogos, por una parte para ayudar a los
pacientes elevando la calidad de nuestros servicios, y también, aunque en una
especie de “misión imposible”, tener la esperanza de soñar con un país que regresará
algún día a tener un sistema donde sus ciudadanos civiles y militares acaten la
Constitución, y donde haya un espacio donde poder vivir sin presos ni
torturados, militares o civiles, donde las sinrazones políticas no priven para
que podamos los venezolanos acceder a un salario mínimo digno y aspirar a un hálito
gratuito de libertad.
NOTA: ayer un problema eléctrico impidió que este episodio
apareciera en el blog. Hoy aquí estamos para conversar un poco de “lo que sea
punto com”.
En
Maracaibo para lapesteloca el día sábado
28 de septiembre del año 2024
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