Puede ser
difícil de imaginar que en 1777 se construyera un edificio en el número 13 de
la calle Alcalá de Madrid, con el propósito de albergar una colección de cajas
con el muestrario de diversos tipos de maderas de Maracaibo y de otros objetos
de historia natural con el anexo de una detallada memoria explicativa de cuya
lectura podría colegirse
el elevado nivel
de instrucción del gobernador
español de la Provincia
de Maracaybo, don Francisco
de Santa Cruz. Estas muestras arribaron a Madrid en
1778, y fueron incorporadas al Real Gabinete de Historia Natural, instituido en
1771.
Aquella Provincia
de Maracaybo, era un territorio que en el año 1777, por instrucción del Rey
Carlos III de España, traspasaba su dependencia
política y militar
del Virreinato de
la Nueva Granada a la recién creada Capitanía General
de Venezuela. Así que en 1777 se
inauguraría la primera exposición de
ciencias naturales de la cuenca del Lago de Maracaibo, en la calle de Alcalá en la capital de España y se reportaría igualmente,
la llegada de algunos mamíferos y aves vivos de la región para ser exhibidos en
“la ménagerie de los Jardines del Palacio Real de Aranjuez”, algunos de los
cuales según se dijo, no fueron del total agrado del rey…
Es importante destacar que durante los próximos
cuarenta años no hay otros registros o testimonios evidentes de que alguien
ocupara sus horas de ocio en la recolección o el estudio de las formas de vida
locales y de la naturaleza circundante al lago de Maracaibo, con excepción de
algunas relaciones geográficas del final del siglo XVIII en donde consta
mención de minerales, plantas y de algunos animales.
Desde el siglo XVI, estaban prácticamente cerrados para
los mercaderes no hispanos, los puertos de las ciudades y pueblos españoles de América;
caso aparte eran los filibusteros y
corsarios que en respuesta
a tal prohibición
saqueaban asolando las ricas posesiones de España en el Caribe, de tal
modo que solamente los expedicionarios autorizados por el monarca más
poderoso del momento
podían poner pie
en tierras americanas. Esta situación llevaría a hacer
posible la conformación de la Real Expedición
Botánica del Nuevo Reino de Granada constituida por españoles ibéricos y americanos
desde 1783-a-1808 y de 1812-a-1816.
También se daría la llegada autorizada a Venezuela como invitados especiales para la Expedición de Límites del Orinoco, del naturalista sueco Pehr Löfling, un adelantado apóstol de Linnaeus quien ingresaría al país por la costa oriental en 1754 y fallecería prematuramente en 1756 en la misión de San Antonio del Caroní. Seguirán (https://tinyurl.com/3y9ptrwj) Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland, quienes, entrando por Cumaná en 1799, explorarán la geografía y los elementos naturales del macizo de Caripe, la Cordillera de la Costa, parte de los llanos venezolanos, el Orinoco hasta su conexión con el Amazonas en el brazo Casiquiare.
A finales de 1800 cuando dejan Venezuela y se
retiran hacia la isla de Cuba, lo hacen sin haber conocido sino a través de
relatos y lecturas, las regiones occidentales de la capitanía, el Lago de
Maracaibo y su cuenca. Haciendo uso de un extraño salvoconducto, el botánico
francés Auguste Plée, logró ingresar
a Venezuela por el puerto de Maracaibo, poco después de la batalla naval del lago,
y viajó
hasta la región
de Perijá donde acopiaría
colecciones de plantas que fueron
estudiadas por Agustin de Candolle en Suiza; también remitió
a París las
primeras muestras científicas de peces del lago, descritas por Georges Cuvier y Achille Valeciennes y algunos reptiles estudiados por André
Duméril, su hijo Auguste
Duméril y Gabriel Bibron.
A su
regreso de las montañas en 1824, Auguste
Plée fue acusado de espía por las
autoridades revolucionarias de
Maracaibo y fue expulsado
del país, no
sin antes habérsele confiscado sus colecciones
biológicas. Así lo afirmó con resentimiento un testigo de excepción quien
además denunció el abominable acto de destrucción de las muestras; coterráneo
de Plée, oficial militar, que al ser
sorprendido en actividades encubiertas sufrió su mismo destino.
Empezamos así, y es como si
estuviésemos viviendo esta época al ir relatando episodios para “el
prontuario maracaibero de creación y destrucción”. Se ha investigado
poco el paso por la ciudad y por la región zuliana del extraordinario señor Christian F. Witzke, primeramente danés
y luego venezolano, un inquieto empresario venido a Maracaibo en 1879 como socio de
la firma comercial
Minios, Breuer &
Co. dedicada al comercio del café, pero también a otras inversiones
tan diversas como el alumbrado eléctrico y las empresas ferrocarrileras regionales.
Witzke devino en destacado hombre público, coleccionista, bibliófilo, anticuario,
dirigente de organizaciones gremiales, al punto de tal notoriedad que el Rey de
Dinamarca lo nombró cónsul de su país en Maracaibo.
Witzke
se permitió instalar
en los jardines de su residencia el primer zoológico del cual se tenga noticia
en Maracaibo, y en 1889 El Zulia Ilustrado hizo
especial mención de un águila arpía que
hizo traer Witzke del sur del lago.
Requerido por el presidente Cipriano Castro,
Witzke se mudó
a Caracas en
1906, donde fue
nombrado Director del
Museo Nacional e
hizo una destacada
y variadísima carrera hasta su fallecimiento
en 1921. Witzke fundó, además el Museo Bolivariano e hizo donación de su
extraordinaria biblioteca a la Academia Nacional de la Historia. Es de suponer
que al abandonar la región occidental se llevó su zoológico a la capital.
En 1930 el señor Benito Roncajolo, nieto del empresario
corso de los ferrocarriles en el Zulia, Benoît Roncajolo Bruno, era un asiduo viajero
de la cuenca, coleccionista de mariposas y amante de los animales y estableció
un nuevo zoológico privado en sus
propios predios, donde hacía residencia, la Quinta Belfort, en el sector El
Milagro. Poco tiempo después un joven folclorista, naturalista y taxidermista caraqueño,
Agustín Pérez Piñango, llegó a
Maracaibo en 1925, pero ni el zoológico de Roncajolo ni el museo de Pérez
Piñango fueron tan conocidos en su momento… A Pérez Piñango la posteridad lo
honraría con el humilde título de Profesor, no obstante, aún en 1935 por
exhibir ramas secas y animales disecados fue motejado de brujo y su pequeña
institución cerrada por orden de la máxima autoridad estatal.
Al fallecer Juan Vicente Gómez al
final de ese mismo año, Pérez Piñango
se animó a continuar sus iniciativas culturales en pro del conocimiento de lo
autóctono en lo natural y en lo social, y se ocupó diligentemente de la
difusión de las tradiciones indígenas zulianas y del folclor musical y
escénico. En una ventajosa condición, se establecen en 1943 los decretos de
creación del Instituto de Ciencias
Naturales del estado Zulia (ICNEZ)
y de la Cátedra de Zoología en la
Escuela de Taxidermia de dicho instituto, al cual se incorpora el primer Jardín Zoológico dependiente de la
administración pública, el Museo de
Ciencias Naturales, Jardín Zoológico, Jardín Botánico, División de Taxidermia,
División de Herborización, y la Cátedra de Ciencias Naturales.
Simultáneamente se decretó la fundación de la Sociedad de Ciencias Naturales del estado Zulia.
Medina Angarita asistiría el 24 de
julio de 1944 a la festiva
inauguración del ICNEZ, establecido
en un parque urbano en el sector La Arreaga del barrio Los Haticos, ya
depositario del zoológico y en edificación sede de las otras dependencias, la
que llegó a ser mejor conocida por alojarse allí las exhibiciones del museo.
Estos espacios, a los cuales Pérez
Piñango como director del instituto mudó los espectáculos dominicales del
Parque de La Tradición, llegaron a ser importantes como localidad de enseñanza,
recreación y esparcimiento. No se hacía investigación científica en el ICNEZ, sin embargo, algunos artículos
de interés zoológico aparecidos en revistas especializadas mencionan registros
taxonómicos y geográficos curiosos de animales depositados en las colecciones
del Museo de Ciencias Naturales del
estado Zulia, particularmente insectos. Referencias de credibilidad indican que
la colección de mariposas de Roncajolo era singularmente grande y diversa. En
mi infancia, con mis hermanos éramos asiduos visitantes acompañando a mis
padres y recuerdo desde los monos hasta un gran oso embalsamado y las
colecciones de insectos en cajas de vidrio …
En 1961 José Ramón Labrador Schoonewolf fundó la Cátedra de Entomología en la Facultad de Agronomía de La Universidad del Zulia y estableció una colección de insectos en dicha institución. Con el apoyo definitivo de las autoridades decanales, a finales de los 1970 y principios de 1980 dicha colección devino en el actual Museo de Artrópodos de la Universidad del Zulia “Dr. Edmundo Rubio Espina”. En 1962 Adolfo Pons establecería la Estación Biológica de Kasmera, río Yasa, en la Sierra de Perijá, del Zulia, que por un par de décadas habría de ser un importante centro de investigación para estudios de medicina tropical y ciencias naturales. También una estación de campo en Zipayare y otra en la laguna de Las Peonías. Pero estarán preguntándose qué hay de la tal Anartia y hacia donde me dirijo con este relato en dos partes… Mañana lo aclaramos…
NOTA: Esta historia, continuara y finalizara mañana
Maracaibo viernes
20 de septiembre del año 2024
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