viernes, 20 de septiembre de 2024

ANARTIA ( 1 )


Puede ser difícil de imaginar que en 1777 se construyera un edificio en el número 13 de la calle Alcalá de Madrid, con el propósito de albergar una colección de cajas con el muestrario de diversos tipos de maderas de Maracaibo y de otros objetos de historia natural con el anexo de una detallada memoria explicativa  de cuya  lectura  podría  colegirse  el  elevado  nivel  de  instrucción del gobernador español de  la  Provincia  de Maracaybo, don Francisco  de  Santa  Cruz. Estas muestras arribaron a Madrid en 1778, y fueron incorporadas al Real Gabinete de Historia Natural, instituido en 1771.

 

Aquella Provincia de Maracaybo, era un territorio que en el año 1777, por instrucción del Rey Carlos III de España, traspasaba  su  dependencia  política  y  militar  del  Virreinato  de  la  Nueva  Granada a la recién creada Capitanía General de Venezuela. Así que en 1777 se inauguraría la primera exposición de ciencias naturales de la cuenca del Lago de Maracaibo, en la calle de Alcalá en la capital de España y se reportaría igualmente, la llegada de algunos mamíferos y aves vivos de la región para ser exhibidos en “la ménagerie de los Jardines del Palacio Real de Aranjuez”, algunos de los cuales según se dijo, no fueron del total agrado del rey…

 

Es importante destacar que durante los próximos cuarenta años no hay otros registros o testimonios evidentes de que alguien ocupara sus horas de ocio en la recolección o el estudio de las formas de vida locales y de la naturaleza circundante al lago de Maracaibo, con excepción de algunas relaciones geográficas del final del siglo XVIII en donde consta mención de minerales, plantas y de algunos animales. 

 

Desde el siglo XVI, estaban prácticamente cerrados para los mercaderes no hispanos, los puertos de las ciudades y pueblos españoles de América; caso aparte eran los filibusteros y  corsarios que  en  respuesta  a  tal  prohibición  saqueaban asolando las ricas posesiones de España en el Caribe, de tal modo que solamente los expedicionarios autorizados por el  monarca más  poderoso  del  momento  podían  poner  pie  en  tierras  americanas. Esta situación llevaría a hacer posible la conformación de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada constituida por españoles ibéricos y americanos desde 1783-a-1808 y de 1812-a-1816.

 

También se daría la llegada autorizada a Venezuela como invitados especiales para la Expedición de Límites del Orinoco, del naturalista sueco Pehr Löfling, un adelantado apóstol de Linnaeus quien ingresaría al país por la costa oriental en 1754 y fallecería prematuramente en 1756 en la misión de San Antonio del Caroní. Seguirán (https://tinyurl.com/3y9ptrwj) Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland, quienes, entrando por Cumaná en 1799, explorarán la geografía y los elementos naturales del macizo de Caripe, la Cordillera de la Costa, parte de los llanos venezolanos, el Orinoco hasta su conexión con el Amazonas en el brazo Casiquiare.

 

A finales de 1800 cuando dejan Venezuela y se retiran hacia la isla de Cuba, lo hacen sin haber conocido sino a través de relatos y lecturas, las regiones occidentales de la capitanía, el Lago de Maracaibo y su cuenca. Haciendo uso de un extraño salvoconducto, el botánico francés Auguste Plée, logró ingresar a Venezuela por el puerto de Maracaibo, poco después de la batalla naval del lago, y  viajó  hasta  la  región  de  Perijá  donde  acopiaría colecciones  de plantas que fueron estudiadas por Agustin de Candolle en  Suiza; también  remitió  a  París  las  primeras  muestras  científicas de peces del lago, descritas por Georges Cuvier y Achille Valeciennes y algunos reptiles estudiados por André  Duméril,  su  hijo  Auguste  Duméril  y  Gabriel  Bibron. 

 

A su regreso de las montañas en 1824, Auguste Plée fue acusado de espía  por  las  autoridades  revolucionarias  de  Maracaibo  y  fue expulsado  del  país,  no  sin  antes  habérsele confiscado sus colecciones biológicas. Así lo afirmó con resentimiento un testigo de excepción quien además denunció el abominable acto de destrucción de las muestras; coterráneo de Plée, oficial militar, que al ser sorprendido en actividades encubiertas sufrió su mismo destino.

 

Empezamos así, y es como si estuviésemos viviendo esta época al ir relatando episodios para “el prontuario maracaibero de creación y destrucción”. Se ha investigado poco el paso por la ciudad y por la región zuliana del extraordinario señor Christian F. Witzke, primeramente danés y luego venezolano, un inquieto empresario venido a Maracaibo en 1879 como socio  de  la  firma  comercial  Minios,  Breuer  &  Co. dedicada  al  comercio del café, pero también a otras inversiones tan diversas como el alumbrado eléctrico y las empresas ferrocarrileras regionales. Witzke devino en destacado hombre público, coleccionista, bibliófilo, anticuario, dirigente de organizaciones gremiales, al punto de tal notoriedad que el Rey de Dinamarca lo nombró cónsul de su país en Maracaibo.

 

Witzke se permitió instalar en los jardines de su residencia el primer zoológico del cual se tenga noticia en Maracaibo, y en 1889 El Zulia Ilustrado hizo especial  mención de un águila arpía que hizo traer Witzke del sur del  lago. Requerido por el presidente Cipriano Castro,  Witzke  se  mudó  a  Caracas  en  1906,  donde  fue  nombrado  Director  del  Museo  Nacional  e  hizo  una  destacada  y  variadísima carrera hasta su fallecimiento en 1921. Witzke fundó, además el Museo Bolivariano e hizo donación de su extraordinaria biblioteca a la Academia Nacional de la Historia. Es de suponer que al abandonar la región occidental se llevó su zoológico a la capital.

 

En 1930 el señor Benito Roncajolo, nieto del empresario corso de los ferrocarriles en el Zulia, Benoît Roncajolo Bruno, era un asiduo viajero de la cuenca, coleccionista de mariposas y amante de los animales y estableció un nuevo zoológico  privado en sus propios predios, donde hacía residencia, la Quinta Belfort, en el sector El Milagro. Poco tiempo después un joven folclorista, naturalista y taxidermista caraqueño, Agustín Pérez Piñango, llegó a Maracaibo en 1925, pero ni el zoológico de Roncajolo ni el museo de Pérez Piñango fueron tan conocidos en su momento… A Pérez Piñango la posteridad lo honraría con el humilde título de Profesor, no obstante, aún en 1935 por exhibir ramas secas y animales disecados fue motejado de brujo y su pequeña institución cerrada por orden de la máxima autoridad estatal.

 

Al fallecer Juan Vicente Gómez al final de ese mismo año, Pérez Piñango se animó a continuar sus iniciativas culturales en pro del conocimiento de lo autóctono en lo natural y en lo social, y se ocupó diligentemente de la difusión de las tradiciones indígenas zulianas y del folclor musical y escénico. En una ventajosa condición, se establecen en 1943 los decretos de creación del Instituto de Ciencias Naturales del estado Zulia (ICNEZ) y de la Cátedra de Zoología en la Escuela de Taxidermia de dicho instituto, al cual se incorpora el primer Jardín Zoológico dependiente de la administración pública, el Museo de Ciencias Naturales, Jardín Zoológico, Jardín Botánico, División de Taxidermia, División de Herborización, y la Cátedra de Ciencias Naturales. Simultáneamente se decretó la fundación de la Sociedad de Ciencias Naturales del estado Zulia.

 

Medina Angarita asistiría el 24 de julio de 1944 a la festiva inauguración del ICNEZ, establecido en un parque urbano en el sector La Arreaga del barrio Los Haticos, ya depositario del zoológico y en edificación sede de las otras dependencias, la que llegó a ser mejor conocida por alojarse allí las exhibiciones del museo. Estos espacios, a los cuales Pérez Piñango como director del instituto mudó los espectáculos dominicales del Parque de La Tradición, llegaron a ser importantes como localidad de enseñanza, recreación y esparcimiento. No se hacía investigación científica en el ICNEZ, sin embargo, algunos artículos de interés zoológico aparecidos en revistas especializadas mencionan registros taxonómicos y geográficos curiosos de animales depositados en las colecciones del Museo de Ciencias Naturales del estado Zulia, particularmente insectos. Referencias de credibilidad indican que la colección de mariposas de Roncajolo era singularmente grande y diversa. En mi infancia, con mis hermanos éramos asiduos visitantes acompañando a mis padres y recuerdo desde los monos hasta un gran oso embalsamado y las colecciones de insectos en cajas de vidrio …

 

En 1961 José Ramón Labrador Schoonewolf fundó la Cátedra de Entomología en la Facultad de Agronomía de La Universidad del Zulia y estableció una colección de insectos en dicha institución. Con el apoyo definitivo de las autoridades decanales, a finales de los 1970 y principios de 1980 dicha colección devino en el actual Museo de Artrópodos de la Universidad del Zulia “Dr. Edmundo Rubio Espina”. En 1962 Adolfo Pons establecería la Estación Biológica de Kasmera, río Yasa, en la Sierra de Perijá, del Zulia, que por un par de décadas habría de ser un importante centro de investigación para estudios de medicina tropical y ciencias naturales. También una estación de campo en Zipayare y otra en la laguna de Las Peonías. Pero estarán preguntándose qué hay de la tal Anartia y hacia donde me dirijo con este relato en dos partes… Mañana lo aclaramos…

NOTA: Esta historia, continuara y finalizara mañana

Maracaibo viernes 20 de septiembre del año 2024

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