lunes, 16 de septiembre de 2024

Envejecimiento


En el campo de la longevidad hay quienes están preocupados por extender la vida, pero la mayor parte de la gente, más bien se plantea el modo de ralentizar el inicio de las enfermedades y de los trastornos neurodegenerativos, de las enfermedades cardiovasculares o algunos tipos de cáncer que llegan con la edad. Coleen Murphy, investigadora de Princeton, en los Estados Unidos, ha publicado un libro sobre la ciencia de la longevidad en el que repasa lo que se sabe sobre cómo mantener con vida y sana, a la gente durante el mayor tiempo posible.

 

En 1974, Sydney Brenner publicó un artículo dedicado a la genética de un gusano, el  Caenorhabditis elegans, un animalito, que mide tan solo un milímetro de longitud y que se convirtió en un modelo sorprendentemente fiable para comprender la regulación genética de muchos procesos, incluido el envejecimiento. La investigadora estadounidense de Princenton Coleen Murphy, se interesó por el gusano Caenorhabditis elegans, cuando conoció el trabajo de Cynthia Keyson quien había descubierto cómo era que una sola mutación genética, en el gen daf-2, doblaba el tiempo de vida de estos gusanos.


 

Cynthia Keyson había podido comprobar que muchos de los mecanismos observados en este gusano están también conservados en las moscas y en los ratones, por lo que desde que ella era estudiante de doctorado y después cuando se encargó de la dirección del Instituto de genómica LSI Genomics Institute en Princeton (EUA), ella ha utilizado los mencionados gusanos para entender cómo el envejecimiento afecta al aprendizaje, la memoria o la reproducción. La FDA (el organismo que regula la aprobación de fármacos en Estados Unidos) no considera el envejecimiento como una enfermedad, y por ese motivo, el progreso en el desarrollo de fármacos contra el envejecimiento ha sido muy lento. Recientemente, Cynthia Keyson ha publicado un libro que repasa con detalles los últimos avances en la ciencia de la longevidad: How we age: The science of longevity (Cómo envejecemos la ciencia de la longevidad”), donde plantea cómo prolongar la vida saludable, no solo en los gusanos, sino también en los humanos.

 

Life Biosciences Inc., es la primera y mayor empresa de biotecnología comprometida con lo relacionado con la edad como falla sistémica del cuerpo, y el en lugar de como una serie de eventos y trastornos aislados. Nir Barzilai es asesor médico jefe y con la colaboración de Ana Maria Cuervo publicarían en 2018 un artículo en JAMA (320 (13):1321-1322) donde señalaban que “los problemas de salud crónicos relacionados con el envejecimiento de la población humana en el siglo XXI amenazan con alterar las economías y degradar la calidad de vida en fases avanzadas en el mundo desarrollado”. La metformina es una de esas cosas que podrían ralentizar el envejecimiento y se debería poder llevar adelante un ensayo clínico que muestre si la metformina ralentiza a los biomarcadores del envejecimiento.


 

Otra forma de afrontar el problema de hacer un ensayo de un fármaco contra el envejecimiento es utilizar las enfermedades relacionadas con ese proceso como un indicador del envejecimiento. Eso ayuda ya que se puede probar si un fármaco es seguro o si tiene un efecto sobre alguna enfermedad y es más rápido que poner a prueba los efectos en la longevidad. Hay varias compañías que están utilizando este enfoque, con enfermedades como la osteoartritis o la degeneración macular.

 

Nir Barzilai dice que al no ser médico no puede dar consejos médicos, pero afirma que un médico de ese campo le dijo que quienes trabajan en longevidad están tomando metformina que se prescriben a sí mismos. La metformina, dice Nir Barzilai que está muy probada como fármaco antiguo pero algunas compañías están haciendo ensayos clínicos y decidiendo si funciona o no, lo que nos va a dar información interesante. Es importante que las compañías que hacen ensayos clínicos informen si los fármacos funcionan o no, dice Nir.

 

Ante la pregunta de si el envejecimiento es algo que hay que combatir desde muy temprano, Barzilai cree importante comprender que, durante mucho tiempo se hacían experimentos en ratones jóvenes y miraban si prolongaba su vida, pero la pregunta es si podemos empezar a tomar un fármaco cuando tenemos 60 o 70 y tener aún efectos positivos. Es algo que al final habrá  que probarlo.

 

En el laboratorio dCynthia Kenyon, descubrieron que se pueden modificar los genes mitocondriales y prolongar la vida de los gusanos, pero esto solo se podía conseguir cuando eran larvas, básicamente es como si tratas a adolescentes pensando en ellos ya muy mayores. Si lo haces demasiado tarde, no había efecto positivo. Pero cuando hacían el mismo tipo de experimento, reduciendo la actividad de la vía de señalización de la insulina, se podía conseguir efectos en la longevidad hasta mucho más tarde. Ese es un ejemplo de una vía que, en una situación análoga en humanos, podrías tomarse un fármaco y cambiar el metabolismo en la parte final de la vida y tendría efectos positivos en el envejecimiento.

 

Han logrado incrementar la esperanza de vida cambiando cosas, como la mortalidad infantil o el saneamiento, pero estas son cosas que no tienen que ver realmente con el envejecimiento. Pareciera haber un límite a la esperanza de vida sin asistencia. La pregunta no es tanto cuánto se va a conseguir que viva la gente, sino cuánta gente va a poder vivir muchos años con salud, también en la parte final de la vida. Vamos a ver a más personas de 85 años muy sanas que no estarán en el hospital.

 

Si podemos aprender sobre los genes relacionados con su longevidad y si son los mismos genes que vemos cuando estudiamos C. elegans, la vía de señalización de la insulina, y de el gen FOXO, estarán modulados de una forma particular en los centenarios, en la forma que también vemos en los gusanos.

 

Hay cosas que sabemos que ralentizan el envejecimiento, o la aparición de problemas que llegan con la edad, pero son cosas que la gente ya conoce. La gente quiere que les dé un truco mágico, como que se coman doce arándanos al día, pero no existe tal cosa. Cosas más sencillas como no comer demasiado o la dieta mediterránea son positivas y el ejercicio puede ser lo que más se pasa por alto porque la gente se centra en la dieta. El ejercicio tiene muchos efectos beneficiosos que ahora estamos empezando a entender y posiblemente va a ser lo que más ayude a la gente.

 

El libro da un dato interesante sobre las dietas de ayuno más extremas, que por cada 21 hombres que las hacen, solo hay cuatro mujeres. En estas diferencias no se puede ignorar la química cerebral. Oprah Winfrey ha contado que siempre pensaba que tenía la culpa de su sobrepeso, y es interesante que la gente que ha tomado fármacos cuentan cómo cambian la forma en que piensan sobre la comida. Es más fácil para algunos comer menos y esto no se trata de una decisión moral ya que los nuevos fármacos para la obesidad no cambian solo el metabolismo, cambian los impulsos por la comida. No debemos olvidar este importante detalle.

Maracaibo, lunes 16 de septiembre del año 2024


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