jueves, 2 de noviembre de 2023

Fernando de Magallanes


Cuando un grupo de habitantes de la isla de Mactán, en la actual Filipinas les robaron un bote que estaba atado en una de las naves de Fernando de Magallanes, él lo supo, y se mostró muy enfadado, de manera que bajó a la tierra a recuperar sus pertenencias. Seria entonces cuando los isleños comenzaron a arrojarle lanzas y Magallanes decidió repeler la agresión y conminó a su gente a incendiar algunas de las viviendas y luego ejecutaría a siete nativos capturardos...

Tras este imprevisto incidente, Magallanes y sus naos continuarían su viaje pero ya los nativos estaban dispuestos a no dejarse agredir nuevamente por aquellos hombres que en grandes naves recién habían arribado a sus islas en lo que es la actual Filipinas.

Antonio Pigafetta, (https://bit.ly/3IsOdFL) cronista de la primera circunnavegación al mundo, atribuiría a Fernando de Magallanes su decisión personal de combatir a los nativos, negándose a las peticiones de su tripulación que insistían en no encabezar una operación de castigo contra los rebeldes nativos de la isla de Mactán, pero el almirante portugués quizás quiso sentirse caudillo militar y someter con pocos hombres a un ejército indígena...

La historia relata como la expedición había llegado a Cebú el 7 de abril de 1521 donde se toparon con el rey más poderoso de la zona, Humabón, quien les exigió un impuesto para dejarles atracar y comerciar. El navegante luso, a través de su esclavo Enrique, dejó claro que no estaba dispuesto a soportar aquel chantaje."Si quería la guerra, le haría la guerra", describe Pigafetta sobre aquel ultimátum, pero entonces el monarca nativo acabó claudicando, y luego convirtiéndose al cristianismo y siendo bautizado como Carlos, en honor al emperador Carlos V, su nuevo soberano.

Otorgando a este cacique el poder, Magallanes pensaba que lograría someter a todos los otros salvajes jefes de la zona. Pero llegarían a la isla de Mactán, donde quien mandaba era un cacique llamado Lapulapu (quien es considerado en la actualidad un héroe filipino). Lupalapu no se sometió ante las amenazas de muerte y saqueos. El capitán general decidió entonces agarrarse al derecho de hacer una guerra justa ante aquel salvaje que rivalizaba con un rey cristiano y decidiría organizar una expedición de castigo.

"Existe un contraste enorme entre la firmeza y prudencia mostrada por Magallanes como capitán hacia la tripulación y la insensatez mostrada en aquellas “labores diplomáticas” en su trato con las autoridades indígenas de Filipinas". Asi lo valora Pedro Insua en su libro El orbe a sus pies (Ariel, 2022). "Desafiante, arrogante, incluso fanfarrón a veces, lanzando órdagos constantemente, cae víctima de uno de estos lances insensatos".

Al amanecer del sábado 27 de abril, hace exactamente cinco siglos, el almirante portugués y sesenta de sus hombres se subieron a unas chalupas y sufrieron una emboscada en un arrecife de Mactán. Mil quinientos indios se lanzaron contra ellos, según dice Pigafetta. Los atacaron y el mismo resultaría herido durante la batalla.

Magallanes quedó rezagado con menos de una decena de soldados, y en ese momento los indios se lanzaron todos al ataque contra él. "Duró el desigual combate una hora -narra Pigafetta-. En fin, un isleño logró poner la punta de la lanza en la frente del capitán, quien, furioso, le atravesó con la suya, dejándosela clavada. Quiso sacar la espada, pero no pudo, por estar gravemente herido en el brazo derecho; se dieron cuenta los indios, y uno de ellos, asestándole un sablazo en la pierna izquierda le hizo caer de cara, arrojándose entonces contra él. Así murió nuestro guía, nuestra luz y nuestro sostén".

El navegante luso fue víctima de su propia sinrazón, sujeto de una muerte absurda, innecesaria, barnizada posteriormente de heroísmo al ser presentado como salvador de los suyos. Stefan Zweig, en su apasionante biografía sobre Magallanes, donde describe con enorme pasión los acontecimientos "De ese modo insensato acaba, el navegante más grande de la historia, en una miserable escaramuza contra una horda de isleños desnudos”. (...) “Pero tan torpe desdicha solo puede quitarle la vida, no así a victoria; porque, estando ya coronada su empresa, después de un logro tan por encima de los demás, su destino individual es casi indiferente".

El cuerpo del navegante nunca pudo ser recuperado, y Pigafetta justifica este hecho ya que no le pudieron socorrer por estar todos heridos. "Todo vestigio de aquel hombre que arrebató al océano infinito su último secreto desapareció en el misterio de lo desconocido", escribe Stephan Zweig en lo que podría ser un epitafio inmejorable.

Perder al capitán general significó un duro revés para la expedición, pues ya los indios ya no verían a los extraños como seres invencibles. El rey de Cebú quien había sido bautizado como Carlos, en honor al emperador Carlos V, invitó el 1 de abril a los nuevos capitanes Duarte Barbosa, Luis Alfonso de Gois y Juan Serrano, a un convite en el que les iba a hacer un regalo para Carlos V. Pero resulto ser una trampa donde el trío de oficiales y veinticuatro hombres más fueron asesinados. Pigafette formó parte de la tripulación de Juan Sebastián Elcano (https://tinyurl.com/4498h7a2 ) a bordo de la Victoria en el regreso a Sevilla.

El emperador Carlos V siempre estuvo deseoso de extender su dominio y su hijo Felipe II quien le sucedió en el trono le ordenó a Luis de Velasco -Virrey de la Nueva España (México)-, equipar una flota para conquistar las islas que Magallanes había descubierto. Miguel López de Legazpi partió desde México a principios de 1563 y llegaron a las Islas de Luzón, Mindoro y Mindanao, que pasaron a llamarse Filipinas en honor a Felipe II. Allí fundaron establecimientos de gran importancia además de mandarles misioneros desde la Nueva España.

El padre Diego Luis de San Vitores, de la Compañía de Jesús se embarcó el 5 de abril de 1662 con 14 misioneros. Felipe IV tras leer las memorias y cartas de San Vitores dio orden al gobernador de Filipinas de proporcionar buques y recursos para las islas Marianas. Llegó a Filipinas el 10 de agosto de 1662. El 23 de marzo de 1668, con el almirante Bartolomé Muñoz a cargo y llegaron el 15 de julio llegaron a las islas de Zarpana, seguida de la isla de Guahan (Guam). A los segundos de llegar se vieron rodeados de pequeñas embarcaciones que les acogían gritando “mauri”, que significa “amigos".

La colonización española duró 230 años, hasta la guerra hispano-estadounidense de 1898, cuando España perdió a favor de Estados Unidos la isla de Guam por el Tratado de París de 1898. Y al año siguiente el gobierno de Francisco Silvela firmó un tratado con el Imperio alemán (Tratado germano-español de 1899) por el cual las islas Marianas, Carolinas y Palaos pasaban a manos de esta nación por el pago de 25 millones de pesetas.​

Maracaibo, jueves 2 de noviembre del año 2023

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