Un Sindrome es un conjunto de síntomas que se presentan juntos y son característicos de una determinada enfermedad o de un cuadro patológico determinado el cual en ocasiones es provocado por la combinación de una o varias enfermedades.
El síndrome de Down es una afección en la que la persona tiene un cromosoma extra. Por lo general, los bebés nacen con 46 cromosomas y en el síndrome de Down tienen una copia extra de el cromosoma 21. El síndrome de Marfan es una enfermedad descubierto por el Dr. Marfan como un trastorno hereditario que afecta el tejido conectivo, Las personas con síndrome de Marfan generalmente son altas y delgadas, y sus brazos, piernas, dedos de los pies y las manos son inusualmente largos. Se habla del Sindrome de Salieri representando la más recóndita, pero tormentosa envidia, termino acuñado por el cine tras la película Amadeus del director Forman sobre el compositor Salieri y el joven músico Mozart.
El síndrome de Kessler o cascada de ablación es un escenario propuesto por el consultor de la NASA Donald J. Kessler en el cual el volumen de basura espacial en órbita baja terrestre sería tan alto que los objetos en órbita serían impactados con frecuencia por la basura, creándose así aún más basura y un mayor riesgo de otros impactos sobre otros objetos. A medida que el número de satélites en órbita crece y los viejos satélites se acumulan, aumenta el riesgo de este escenario de colisiones en cascada de Kessler.
El mundo aún no superó la pandemia del coronavirus: los rebrotes comenzaron a aparecer en varios países y la vacuna, según las predicciones más optimistas, recién estaría disponible, siempre diciendo “para el año que viene” cuando una nueva amenaza aparecería en el horizonte de todos: el Síndrome de Kessler.
¿De qué se trata este asunto? Para comprenderlo simplemente hay que mirar hacia arriba. Es que el peligro se encuentra en el ”espacio exterior”y sin embargo podría afectar la vida tal como la conocemos. El nombre proviene como dijimos antes, de un científico estadounidense de la NASA. Donald Kessler, quien lo acuñó por primera vez en 1991, haciendo referencia a una posible reacción en cadena producida por la colisión de fragmentos de desechos que ya se encuentran en el espacio.Por su parte, el astrofísico estadounidense Jonathan McDowell estima que hay casi 7.200 toneladas de basura espacial. La mitad de esos objetos corresponde a restos de sondas y cohetes fabricados y lanzados por su país de origen.
Para comprender el Síndrome de Kessler es necesario entender lo qué sucede a miles de kilómetros de la Tierra. Los expertos de la Agencia Espacial Europea (ESA) calculan que hay unos 129 millones de fragmentos de residuos dan vueltas alrededor del planeta. De ese total, alrededor de 34 mil miden, al menos, 4 pulgadas de ancho (unos 10 centímetros). Se cree que hay unos 166.000 millones de fragmentos de basura de entre un milímetro y un centímetro. «Los fragmentos pequeños también son peligrosos», explicó Holger Krag, uno de los científicos de más renombre de ESA.
El síndrome de Kessler es especialmente peligroso debido al efecto dominó y a la retroalimentación positiva. Cualquier impacto entre dos objetos de masa importante creará una basura adicional de metralla resultante de la fuerza de la colisión. Cada pedazo de metralla tiene el potencial de causar un daño adicional en otros objetos orbitando, creándose así más basura espacial. Con una colisión bastante grande, como una entre una estación espacial y un satélite, la cantidad de basura generada podría ser lo suficientemente alta como para hacer la órbita baja de la tierra inutilizable.
La basura espacial es muy difícil de tratar directamente, debido a las altas velocidades en sus órbitas y el pequeño tamaño de la mayoría de la basura. Eso haría la recuperación y la eliminación extremadamente difícil e improbable. La mayoría de la basura en órbita baja de la tierra sucumbiría eventualmente a la resistencia del aire en la extremadamente tenue alta atmósfera, pero el proceso requeriría cientos o miles de años. Si esta basura fuera susceptible magnéticamente, podría caer en algunas décadas debido a la fricción con el campo magnético terrestre.
Para reducir al mínimo la posibilidad de dañar otros vehículos, las nuevas misiones se diseñan de forma que los vehículos o satélites puedan ser desechados de forma segura al final de su vida útil, por ejemplo por medio de una reentrada controlada en la atmósfera en caso de órbitas bajas o el ascenso a una órbita cementerio en el caso de ocupar la órbita geoestacionaria. La fricción del aire en las órbitas más bajas mantiene las zonas limpias. Para altitudes por debajo de 500 kilómetros, los objetos serían barridos en cuestión de meses.
En el caso de la órbita geoestacionaria, muy poblada de satélites, esto no ocurriría, por lo que los satélites viejos se suben a órbitas más altas donde no se puedan cruzar con los que están en órbita geoestacionaria a fin de preservar esta última. Si un micrometeorito impactase en un satélite de una manera tal que el combustible y el oxidante usados para maniobras pudieran entrar en contacto el uno con el otro, la explosión resultante crearía metralla metálica que podría a su vez impactar sobre otros cuerpos en una órbita similar. Esto podría dar lugar a una especie de reacción en cadena, haciendo estallar en una secuencia rápida tales cuerpos que terminaría solamente cuando todos los objetos en órbita hayan sido destruidos.
El campo de residuos de alta energía que resultase podría imposibilitar el acceso al espacio (síndrome de Kessler). A medida que sigue aumentando el número de satélites y cantidad de basura en órbita, también aumenta la probabilidad de tales acontecimientos. Una tecnología para los fragmentos más grandes es un láser en tierra de millones de megavatios de potencia que se podría utilizar para apuntar a los fragmentos. Cuando la luz láser golpea un fragmento, un lado se vaporizaría, creando un empuje que cambiaría la excentricidad de la órbita de los restos del fragmento hasta que volviera a entrar nuevamente en la Tierra y así ser destruido, pero ésta es solo una hipótesis. Para los fragmentos muy pequeños, no se conoce ninguna tecnología que pueda recoger y ocuparse de los muchos existentes en diferentes planos orbitales.La probabilidad de un impacto de basura contra la Estación Espacial Internacional (EEI) se incrementó en un 5% luego del ensayo de armas anti satélite realizado por India en marzo de este año.
La carrera espacial está lejos de detenerse. Basta con ver las agencias espaciales de Estados Unidos, Rusia, India y China para entender cuán ambiciosos son sus planes en el cosmos. La lucha por conquistar el espacio no solo tiene que ver con viajes a la Luna, excursiones a Marte o descubrimientos científicos. Lo cierto es que hay algo mucho más poderoso y peligroso: la militarización del espacio. El desarrollo del armamento y tecnología militar para el espacio puede tener serias consecuencias. Una de las prácticas que genera más preocupación son los ensayos de armas antisatélites.
Existe un efecto secundario y la agencia espacial rusa, llamada Roscosmos, alertó la semana pasada: la destrucción de naves espaciales puede terminar llenando de basura a las órbitas bajas.Los desperdicios generados por las colisiones podrían tantos como para hacer inutilizable la órbita baja de la Tierra donde actualmente operan la Estación Espacial Internacional y miles de satélites.Más del 75% de estos desechos ni siquiera están identificados. Todos ellos están ubicados en órbita geosíncrona, precisamente donde se concentran los satélites de telecomunicaciones.
La NASA, está desarrollando un sofisticado aparato, diseñado especialmente para recoger y retirar de orbita los residuos diseminados en el espacio. En un artículo publicado por el sitio web «Space», Captura y Eliminación de Naves Obsoletas llevará redes y amarras a bordo y trabajará en forma autónoma, con una mínima orientación por parte de controladores desde la Tierra. El líder del proyecto, es Kurt Anderson, profesor de Ingeniería Mecánica, Aeroespacial y Nuclear del Instituto Politécnico Rensselaer, con sede en Nueva York, Estados Unidos.
Maracaibo, lunes 6 de octubre del año 2023
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