Hace diez años, el lunes 23 de septiembre del año 2013, el doctor Roberto Jiménez Maggiolo escribiría sobre la isla de Providencia, a propósito del planteamiento de Iris Valera, para aquel entonces Ministra de Chávez, proponiendo mudar la cárcel de Sabaneta para la isla frente a la ciudad de Maracaibo.
Cinco años después, en agosto del 2018, en este blog (lapesteloca) relatamos la historia de “el primer leprocomio del país”, describiendo el nacimiento de “el primer hospital anti leproso de Venezuela”, situado en un inhóspito lugar que abrigó a más de mil pacientes con lepra, desde el año 1828, cuando Simón Bolívar decretaría la construcción de un lazareto u hospital para leprosos en una isla en el lago de Maracaibo que llamó, de Providencia. En ese sentido, la isla fue comprada por el Ayuntamiento de Maracaibo al Sr. José Simón Peña y el sanatorio se inauguró el 14 de julio de 1831 con el objetivo de trasladar allí a todos los que padecían de esta enfermedad para así mantenerlos aislados.
En el decreto de 1831 se estableció para el sostenimiento económico del hospital se aplicarían las rentas provenientes del derecho de anclaje de los barcos que fondeaban en el Puerto de la Vela de Coro; e igualmente, el producto pecuniario de “las galleras” ubicadas en el entonces departamento Zulia. Posteriormente, en el año 1890, doce monjas pertenecientes a la congregación de las Hermanitas de la Caridad de Santa Ana, viajaron desde Zaragoza, en España, para radicarse en la Provincia de Maracaibo en Venezuela.
Tres de las hermanas de Santa Ana, fueron asignadas al leprosorio de la Isla de Providencia y el resto se instaló en el Hospitalito, conocido hoy como Hospital Chiquinquirá. Otras hermanas pasarían a formar parte del equipo de personas que atendían a los enfermos de lepra. Las Hermanas de la Caridad de Santa Ana, atendían también a las mujeres en la cárcel de mujeres de Maracaibo, y fundaron en Maracaibo el Colegio Zaragoza, el Colegio Nuestra Señora de El Pilar, La Clínica San Rafael y el Colegio Artesanal de El Pilar en Sabaneta.
Regresando al relato del Dr Jiménez Maggiolo sobre la Isla de Providencia, él referiría como… “Sobre la isla, igualmente escribí artículos en serie, pues bien la conocí i además me recordaba que mi padre, el Dr. Juan B. Jiménez, en dos oportunidades fue Director de su Leprocomio; la visité también cuando estudiaba Medicina (conversamos con muchos pacientes) i en una ocasión, junto con mi sobrino el Dr. Alfredo Jiménez Useche (fallecido en accidente de tránsito cuando mudaron los leprosos a Palito Blanco), quien fue residente-jefe, tuve oportunidad de observar instrumentos de la época, mesas de exámenes, camilla de partos i exámenes ginecológicas, lavamanos, i muchos otros objetos en su clínica o enfermería”…
En el artículo de este blog en 2018, hablamos del transporte para el personal hasta la isla, destacando que entonces existía una embarcación con exclusividad de la isla para el transporte, y que aquella era una piragua llamada “El Bongo” que estaba a la orden para el traslado cuando llegaba con algún enfermo; -en su mayoría venían delos Andes-, y el capitán “del Bongo” pitaba fuertemente antes de atracar en la isla avisando su llegada. En la isla de Providencia durante años fueron construidas instalaciones hospitalarias y comunales.
Diecisiete pabellones de hospitalización para hombres y mujeres, una prefectura, una cárcel, plazoletas, dos iglesias (una protestante y otra católica), una biblioteca, y un cementerio. Existía también una escuela de artes y oficios, un cine, una oficina de correos, un mercado y casas para los enfermos que vivían en pareja. La isla también contaba con un club y otras infraestructuras ya que se sabía que los internos no podían salir jamás al mundo exterior. Para el año 1951, se construyeron alrededor de 70 casas por separado donde se albergarían a los enfermos víctimas de la enfermedad que convivían con sus parejas. También se levantaron edificaciones con aproximadamente 20 habitaciones, una cárcel, y dos iglesias (una católica y otra protestante).
Con del advenimiento de las Sulfonas, y en particular de la Dapsona desde la década de los 50 del pasado siglo XX, la resolución acordada por los organismos de Sanidad del país desde el año 1947 comenzaría a aplicarse y los tratamientos ambulatorios tenían que haber suplantado la política de confinamiento de los pacientes en leprocomios. El lazareto en la isla ubicada a la entrada del lago Coquivacoa, desde aquel entonces, estaba irremediablemente, destinada a desaparecer.
La historia relata cómo en 1983 por iniciativa de la Dra. Alcalá de Monzón siendo gobernador del estado Zulia el también médico Dr. Auvert se decide trasladar a un hospital, recién construido en la zona de “Palito Blanco” a toda la población de la isla. Las protestas no se hicieron esperar, porque por una parte se contravenía el decreto del propio Libertador, además por el hecho de que esos enfermos contaban en la isla con su propio espacio y arraigo. Lo sucedido fue que definitivamente, todos fueron desalojados en el año 1984.
En 2003 relataba el Dr Jiménez Maggiolo sobre su visita a la isla: “escribí mucho de la isla, conseguí la iglesia o capilla sin caerse, pedí que me permitieran rescatar para el Museo Urdaneta un cuadro grande de la Virgen de Guadalupe, pintada por un artista leproso i, especialmente, un conjunto de Viacrucis tallados i pintados en España, lo mismo que un gran Reloj de Porcelana con la fecha de 1885 que estaba en el frontón de los Pabellones de Hospitalización”.
“A todo se oponía el hecho que eran cosas patrimonio de la nación i debía hacer muchas solicitudes, trámites i permisos. Con el tiempo, cuando ya estaba casi abandonada la isla, gente con buenas lanchas a motor, se robaron todo i el gran reloj lo destrozaron a pedradas. Los archivos, llenos de numerosos documentos fueron destruidos, i hasta el pequeño cementerio que tenía ciertas piezas rescatables, lo volvieron blancos escombros”.
"Allá, pinté muchos paisajes al natural, lápiz que luego pasé a óleo i acuarela, i lo único que conseguí con ciertas personas vigilantes i mi sobrino, fueron monedas de la isla de Providencia. Pero en fin, quedaba alguna ruina de un cine i un logotipo en pintura de aceite, del partido Acción Democrática, cuando iban a buscar votos".
En palabras del Lcdo. Iván José Salazar Zaíd, Miembro de Número de la Academia de la Historia del estado Zulia, en su trabajo “La isla de Providencia y su historia” relataría la triste historia final de la isla de Providencia… “El desalojo definitivo de la isla que se dio el 20 de agosto de 1985 y la construcción del nuevo hospital en tierra firme, fue para muchos de los pacientes del leprosorio un golpe bajo. Ya nada sería igual para ellos. Ya Se acabaron las tardes de juegos, no tendrían un cine a donde ir. Los domingos no serían días de compartir ni de cocinar juntos; solamente les quedaba el ocio y la inactividad. Lo que no entendieron nunca los que propusieron la idea de desalojarlos, es que la isla era su hogar más que un hospital, donde solo vivían los de su misma condición y a pesar de que el ingreso o visitas de sus familiares sanos era muy restringido, se fueron adaptando de tal manera que formaron sus propias familias, naciendo entre ellos una hermandad y un apego a su pequeña tierra que preferían morir antes de volver a la soledad que les ofrecía nuestra sociedad”.
Esta es pues resumidamente, la historia de la isla llamada inicialmente “de los Mártires” luego denominada de “Providencia” o de “Lázaros”, frente a la ciudad de Maracaibo.
Para quienes se interesen por la literatura, mas alla de la historia, puede que encuentren mayor información en mi novela “El año de la lepra”(Mérida, 2011 elotro@elmismo Edts.) que les invito a leer o a releer.
Maracaibo, jueves 31 de agosto de 2023
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