Corría el año 1974 en Maracaibo, y pensé yo, quien desde 1998 trabajaba como profesor Asociado en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad del Zulia(LUZ), que me tocaba disfrutar de un año sabático. Me correspondía, y eso daría tiempo, pensé para que se reorganizaran algunos de los conflictos -de trabajo y personales- en marcha. Fue así como el Laboratorio de Microscopía Electrónica del hospital General del Sur de Maracaibo, quedó extraoficialmente en manos del Profesor de LUZ Estanislao Del Conte, un investigador serio y muy responsable con quien habíamos publicado varios trabajos de investigación…
Lamentablemente, el Profesor Del Conte, era personal de la Universidad del Zulia y estaba tratando de actuar en un hospital del MSAS con un Laboratorio de Microscopía Electrónica, que había sido creado como parte del Servicio de Patología, y dependía para su funcionamiento de la Dirección del Sanatorio cuyas autoridades directivas habían cambiado, pocos meses antes. Así resultó fácil que “se desentendieran” del eficiente profesor universitario. Lamentablemente, aquel Laboratorio, aunque muy productivo no había contado nunca con el respaldo del Jefe del Servicio de Patología, y ante la nueva situación, quedó huérfano de apoyo para sus proyectos de investigación. Llegaron a proponer regalar el microscopio y otras medidas y así, mientras el tiempo comenzaba a transcurrir, el Laboratorio cayó en un total abandono…
La historia había mostrado como durante los años iniciales (1968,1969), trabajos del Laboratorio de Microscopia Electrónica(ME) sobre los virus de la rabia y de la encefalitis equina venezolana(EEV), sobre las tricomonas y el cáncer del cuello uterino habían sido presentados en eventos y publicados en revistas indexadas.
El año 1971 el Laboratorio de ME organizó en Maracaibo el “Primer Simposio Venezolano de Patología Ultraestructural” con importantes conferencistas nacionales y otros venidos del extranjero, uno de ellos, el doctor Ruy Pérez Tamayo en la oportunidad de visitar el laboratorio y observar los trabajos los calificó como un fenómeno, y expresó que el Laboratorio era “tan exótico como una rosa que hubiese florecido en el desierto”. Ese mismo año 1971 en el Hotel del lago de Maracaibo durante el VIII Congreso de la Sociedad Latinoamericana de Patología se presentaron diversos trabajos del Laboratorio de ME y se dictó un Curso sobre Patología Ultraestructural.
El doctor Fernández Morán quien había regresado de visita un par de años antes a Venezuela, de nuevo en aquel año 1971 volvió a su patria y en esa ocasión se hizo presente en Maracaibo para conocer el Laboratorio de ME fundado por su amigo, el doctor Pedro Iturbe, atendiendo a sus instrucciones personales. Las expresiones favorables ante los proyectos de investigación en marcha, la observación detallada de las microfotografías, y de las publicaciones, redundaron en felicitaciones y en la oferta de continuar asesorando al Laboratorio. Lo he dicho... Esto es historia del Zulia.
A partir de los años 1972 y 1973 las observaciones ultraestructurales sobre el virus del papiloma humano y su novedosa importancia en el cáncer del cuello uterino llevo a la presentación de los mismos en diversos eventos y el trabajo se concentraria en un listado de 28 trabajos publicados.
Lo que ocurrió en los años sucesivos y sus resultados están escritos y perfectamente documentados en mi libro de ensayos editado por la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica con el título de “Reflexiones de un Anatomopatólogo” (1991). Concretamente los detalles se pueden leer en un artículo del mismo libro titulado “Desidia vs Crimen”, el cual se inicia de esta manera:
“Hace un par de semanas, regresé después de once años de ausencia a visitar el Laboratorio de microscopía electrónica del hospital General del Sur, sitio que fuera por años mi mayor ilusión y el orgullo de muchos colegas zulianos”…/ …“Caminé tras mis huellas de once años ausente, un dolor lacerante me desgarraba el alma”…/“Las máquinas sangraron y se secó el aceite, entre el polvo, linóleo despegado. Cual vísceras, vi como protruyen las entrañas de los microcircuitos, los cables en maraña, los tubos recortados, disueltos pequeñitos circuitos integrados… ¡Canallas!, lo pensé”…
“¿A quien clamar justicia?”… …“lo habían cubierto con una manta gris, lo asieron con mecates, su inmensa mole había sido velada, tal vez alguien sintiera un soplo de vergüenza… Saqueado y en total abandono, cual paciente que en vida sufriese de un horrendo mal crónico, allí estaba escondido, entre trapos, el cuerpo más grande del delito, el que fuera un famoso microscopio electrónico”.
Estos hechos fueron denunciados por escrito ante la Sociedad Venezolana de Anatomía Patológica el año 1986 solicitándose una investigación y un voto de censura para los anatomopatólogos que resultasen responsables de aquel desastre. Una comisión sería designada por la Junta Directiva para tal efecto, y se suponía que, investigaría a fondo los hechos. Es interesante señalar que “la comisión” estaba conformada por personajes de la misma ciudad, y así transcurrió el año 1987, y luego pasó el tiempo... Un año después, no se habían pronunciado. Sucedió lo de siempre. No hubo culpables.
Al final, el artículo (Desidia vs Crimen) rezaba… “Todavía nadie dice nada, nadie sabe nada. ¿Será desidia? Estas son simplemente algunas reflexiones alrededor de una situación triste que pregona el mal que nos corroe a los venezolanos. La impunidad”.
“Sultana del Lago y el año de la lepra” fue el título de un artículo publicado en este blog (lapesteloca) hace ya dos años, el jueves 15 de julio del año 2021, al cual se puede acceder por esta conexión (https://tinyurl.com/yv4pykbj). Esta novela, -decía el artículo al que me he referido del 15/7/2021- cuya primera edición existió sin el prefijo del año: 2011, curiosamente, desapareció del mercado. Esta es una historia que es real y es verdadera. Además, la novela original relata en sus capítulos impares la vida de un personaje importante para la investigación médica del país -el doctor Luis Daniel Beauperthuy-, pero no se consigue hoy día…
El objetivo que pretendía (el autor que es quien escribe) con la publicación en 2021 era: (cito textualmente) “que quienes leerán hoy día la novela recientemente publicada por Sultana del Lago (“2011, el año de la lepra”) supiesen que existe una parte histórica y real dentro de esta novela, porque es nuestra historia venezolana, aunque aparezca en una novela y como siempre puede que se perciba con tristeza y quizás dejará un amargo sabor, pero debemos conocer la historia de “el médico de Cumana”.
Este año 2023 he titulado “Impunidad” este relato para este blog (lapesteloca). “Solo una cosa no hay; es el olvido”, son palabras de Jorge Luis Borges en “Everness” y fue también una frase usada como epígrafe en mi novela original “El año de la lepra” (elotro@elmismo Ed, Merida, 2011). Debo informar que la novela de la que intenté publicar una 2da edición -en vista de que la primera había “desaparecido”- esta con el prefijo de “2011” que pensé, o creía yo que usando una editorial local “Sultana del lago” podría vencer al destino… Nunca la he visto...
Recordé entonces como, años atrás, cuando disponía de algunos recursos ya que trabajaba diagnosticando en mi especialidad, había logrado comprar la primera imprenta que tuvo aquella “empresa”, y la entregué como una donación, entusiasta… Pero a la larga, este esfuerzo tampoco me valió de mucho en lo personal y creo puedo explicarles el por qué. ... Nunca he visto ni un ejemplar de la novela titulada “ 2011 el año de la lepra ”, si es que acaso se llegó a editar, esa 2da edición, tal vez no existe, aunque se supone está “en Amazon” y es vendida en dólares, yo nunca he visto ningún ejemplar… Todo lo que aquí he relatado se apega estrictamente a la verdad aunque hay cosas que suenan “muy feo”… ¿Impunidad? Parece ser una palabra que también cuadra en este caso…
Todas estas son cosas que tienen que ver inicialmente con una historia de hace más de 50 años en la ciudad de Maracaibo, giran siempre alrededor del tema de “la impunidad”, como un mal que se produce y se reproduce en nuestro medio, que crece como la mala hierba, y se siguen dando casos y -no pasa nada- y lo dicen y lo repiten todos, pues, aunque sean denunciados los casos, sabemos que no existe el amparo de la ley ni de la justicia.
¿Rezaremos? Será… -Por ahora parece no existir otro mecanismo más idóneo- Quizás puede que tengamos alguna esperanza de que se recomponga la vida en nuestra malquerida patria, Venezuela. La esperanza es siempre lo último que se pierde.
En Maracaibo, el día sábado 12 de agosto del año 2023
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