martes, 15 de agosto de 2023

Resucitar cerebros…


¿Qué dirías si te cuentan que 4 horas después de muerto, un cochino (hablemos de cerdo para ser más elegantes) se pueden resucitar algunas de las funciones de su cerebro?  El experimento se hizo con 300 cabezas de cerdo examinadas cuatro horas después de que habían muerto… ¿Verdad que suena muy rara esta noticia?

 

De manera general, la idea es que cuando el flujo de sangre deja de llegar al cerebro de los mamíferos -seres humanos o cerdos-, el órgano se degrada rápidamente, produciéndose una cascada de daños celulares, la destrucción del tejido y un camino solo de ida directo hacia la temida muerte cerebral. Sin oxígeno y sin sangre, la actividad eléctrica y los signos de consciencia y percepción desaparecen en segundos, aunque las reservas de energía aún tardarán en agotarse unos minutos.


Existen simultáneamente, múltiples mecanismos que conducirán a la obstrucción generalizada del flujo sanguíneo de los pequeños vasos, lo que va a producir una situación teóricamente irreversible. Pues, resulta que, un grupo de científicos de la Universidad de Yale (EUA) ha conseguido restaurar la circulación y la actividad celular en el cerebro de varios cerdos cuatro horas después de haber muerto, y sus resultados desafían todos los dogmas sobre la rapidez de la degradación de este órgano vital. 

 

Los investigadores advierten en primer lugar, que los cerebros porcinos no se “resucitaron” completamente -en ningún caso hubo evidencia de actividad cerebral normal (solo se detectaron algunas funciones) y segundo: si en investigaciones sucesivas alguien quiere emular al doctor Frankenstein y piensa en disparates, habrá que realizar estudios éticos preliminares para ver hasta dónde se puede llegar con estas tecnologías, que prometen ser toda una revolución al menos en el campo del ensayo.

 

“Cuando empezamos esta investigación nunca pensamos llegar hasta este punto; teníamos una hipótesis inicial, es cierto, pero aun así fue una tremenda sorpresa”. De esta manera explicaría en una conferencia previa con varios periodistas Nenad Sestan, profesor de neurociencia, medicina comparativa, genética y psiquiatría en la Universidad de Yale, además de ser el principal autor del estudio que recoge este experimento y que se publicaron en la revista “Nature”.

 

La teoría inicial era que el cerebro intacto de un mamífero grande puede conservar una capacidad que hasta ahora se ha subestimado si se lograse restablecer la circulación, que sucedería con ciertas actividades celulares y moleculares, incluso varias horas después del paro circulatorio. Esa era la conjetura que los investigadores del equipo de Sestan, quienes forman parte de la Iniciativa BRAIN -un ambicioso proyecto para mejorar la comprensión del cerebro humano- se la plantearon tras observar de forma rutinaria signos de viabilidad celular en las muestras de tejido cerebral humano muerto que usaban en sus investigaciones -incluso aunque hubiesen sido recogidas hacía varias horas. Es decir, que mostraban algunas señales de vida neuronal a pesar de estar muertos los seres originales.

 

Se propusieron entonces a investigar si había alguna forma para “alargar” este proceso cerebral después del fallecimiento en grandes mamíferos. Por esto la idea de utilizar las 300 cabezas de cerdo obtenidas de una planta de procesamiento de carne aprovecharon que, de otra manera, habrían desechado. Cuatro horas después de la muerte de los animales, se conectaron 32 de los cerebros de cerdo obtenidos, a un nuevo sistema llamado BrainWx ( BEx ), que consiste en varias bombas insuflando una “sangre artificial” -compuesta a de una hemoglobina sin células, modificada genéticamente y con propiedades anticoagulantes- ideada por los propios investigadores, que permite la protección celular y el bloqueo de la actividad neuronal de los grandes mamíferos postmortem.

 

Vista de la región CA3 del hipocampo del cerebro: a la izquierda, diez horas después de la muerte sin tratamiento; a la derecha, el mismo tiempo pero después de someter al cerebro porcino a la tecnología BrainEx. En este periodo, las neuronas (verde) y los astrocitos (rojo) normalmente se desintegran a menos que el sistema BrainEx los recupere. STEFANO G. DANIELE Y ZVONIMIR VRSELJA; LABORATORIO SESTAN; ESCUELA DE MEDICINA. UNIVERSIDAD DE YALE

 

Sestan señalaría que “las conclusiones son muy importantes, pero en este momento no podemos restaurar la actividad completa del cerebro de los cerdos ni asegurar que se pueda utilizar el mismo mecanismo para otras especies, incluida la humana”. Según explicó el director de Bioética de Yale, Stephen Latham, la ventana temporal de seis horas aplicando el tratamiento tras cuatro horas desde la muerte se ampliará en futuras experiencias y “el siguiente paso es ver si se pueden mantener durante más tiempo estas funciones”.

 

Una aplicación posible sería su utilización tras un infarto, cuando el corazón deja de bombear sangre y hay riesgo de daños cerebrales. Este tratamiento podría proteger el cerebro mientras se logra reparar el corazón o los pulmones, por ejemplo.  Su aplicación médica aún está lejana, pero… “Sería un tratamiento muy invasivo, aunque sin duda esta investigación abre un campo de investigación que hay que seguir abordando”, advierte Juan Lerma , investigador del Instituto de Neurociencias de Alicante.

 

Otras posibilidades, como el revivir cerebros criopreservados tras la muerte de sus dueños o hacer trasplante de cerebro quizá parezca menos descabellado ahora. La biología tiene un límite y no creo que se pueda resucitar un cerebro humano. Lo que hoy sí sabemos es que este experimento ha cambiado el concepto de la irreversibilidad. La Medicina había asumido que después de unos minutos de anoxia cerebral se producían daños irreversibles.  Resulta que el cerebro es más resistente de lo que se pensaba y se puede recuperar cierta actividad, esto se ha demostrado en un cerebro de cerdo, un animal muy parecido al ser humano.

 

El autor principal del estudio insiste: «No sabemos si hemos restaurado por completo las moléculas, solo que responden de manera correcta. El cerebro sigue clínicamente muerto, no hemos redefinido el concepto de muerte clínica porque no hay señales de restauración de funciones vitales. Aún estamos en una primera fase y es muy difícil hablar ahora mismo sobre aplicaciones futuras, menos aún para la especie humana». De momento…

 

Maracaibo, martes 15 de agosto del año 2023

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