¿Qué dirías si te cuentan que 4 horas después de muerto, un cochino
(hablemos de cerdo para ser más elegantes) se pueden resucitar algunas de las
funciones de su cerebro? El experimento
se hizo con 300 cabezas de cerdo examinadas cuatro horas después de que habían
muerto… ¿Verdad que suena muy rara esta noticia?
De manera general, la idea es que cuando el flujo de sangre deja de llegar al cerebro de los mamíferos -seres humanos o cerdos-, el órgano se degrada rápidamente, produciéndose una cascada de daños celulares, la destrucción del tejido y un camino solo de ida directo hacia la temida muerte cerebral. Sin oxígeno y sin sangre, la actividad eléctrica y los signos de consciencia y percepción desaparecen en segundos, aunque las reservas de energía aún tardarán en agotarse unos minutos.
Existen simultáneamente, múltiples mecanismos que conducirán a la
obstrucción generalizada del flujo sanguíneo de los pequeños vasos, lo que va a
producir una situación teóricamente irreversible.
Pues, resulta que, un grupo de científicos de la Universidad de Yale (EUA) ha
conseguido restaurar la
circulación y la actividad celular en el cerebro de varios cerdos
cuatro horas después de haber muerto, y sus resultados desafían todos los dogmas
sobre la rapidez de la degradación de este órgano vital.
Los investigadores advierten
en primer lugar, que los
cerebros porcinos no se “resucitaron”
completamente -en ningún caso hubo evidencia de actividad cerebral
normal (solo se detectaron algunas funciones) y segundo: si en investigaciones
sucesivas alguien quiere emular al doctor
Frankenstein y piensa en disparates, habrá que realizar estudios éticos
preliminares para ver hasta dónde se puede llegar con estas
tecnologías, que prometen ser toda una revolución al menos en el campo del
ensayo.
“Cuando empezamos esta investigación nunca pensamos llegar hasta este punto; teníamos una hipótesis
inicial, es cierto, pero aun así fue una tremenda sorpresa”. De esta manera explicaría en una conferencia previa con varios
periodistas Nenad Sestan,
profesor de neurociencia, medicina comparativa, genética y psiquiatría en la
Universidad de Yale, además de ser el principal autor del estudio que recoge
este experimento y que se publicaron en la revista “Nature”.
La teoría inicial era que el cerebro intacto de un mamífero grande puede conservar una capacidad que hasta
ahora se ha subestimado si se lograse restablecer la circulación, que
sucedería con ciertas actividades celulares y moleculares, incluso varias horas
después del paro circulatorio. Esa era la conjetura que los investigadores del equipo de Sestan,
quienes forman parte de la Iniciativa BRAIN -un ambicioso
proyecto para mejorar la comprensión del cerebro humano-
se la plantearon tras observar de
forma rutinaria signos de viabilidad celular en las muestras de tejido cerebral
humano muerto que usaban en sus investigaciones -incluso aunque
hubiesen sido recogidas hacía varias horas. Es decir, que mostraban algunas
señales de vida neuronal a pesar de estar muertos los seres originales.
Se propusieron entonces a investigar si había alguna forma para “alargar” este proceso cerebral después del fallecimiento en grandes mamíferos. Por esto la idea de utilizar las 300 cabezas de cerdo obtenidas de una planta de procesamiento de carne aprovecharon que, de otra manera, habrían desechado. Cuatro horas después de la muerte de los animales, se conectaron 32 de los cerebros de cerdo obtenidos, a un nuevo sistema llamado BrainWx ( BEx ), que consiste en varias bombas insuflando una “sangre artificial” -compuesta a de una hemoglobina sin células, modificada genéticamente y con propiedades anticoagulantes- ideada por los propios investigadores, que permite la protección celular y el bloqueo de la actividad neuronal de los grandes mamíferos postmortem.
Vista
de la región CA3 del hipocampo del cerebro:
a la izquierda, diez horas después de la
muerte sin tratamiento; a la derecha, el mismo tiempo pero después de someter
al cerebro porcino a la tecnología BrainEx. En este periodo, las neuronas (verde) y los astrocitos (rojo)
normalmente se desintegran a menos que el sistema BrainEx los recupere. STEFANO G. DANIELE Y
ZVONIMIR VRSELJA; LABORATORIO SESTAN; ESCUELA DE MEDICINA. UNIVERSIDAD DE YALE
Sestan señalaría que “las conclusiones son muy importantes, pero
en este momento no podemos
restaurar la actividad completa del cerebro de los cerdos ni asegurar
que se pueda utilizar el mismo mecanismo para otras especies, incluida la
humana”. Según explicó el director de Bioética de Yale, Stephen
Latham, la ventana temporal de seis horas aplicando el
tratamiento tras cuatro horas desde la muerte se ampliará en futuras
experiencias y “el siguiente paso es ver si se pueden
mantener durante más tiempo estas funciones”.
Una aplicación posible sería su utilización tras un infarto, cuando el
corazón deja de bombear sangre y hay riesgo de daños cerebrales. Este
tratamiento podría proteger el cerebro mientras se logra reparar el corazón o
los pulmones, por ejemplo. Su aplicación
médica aún está lejana, pero… “Sería un tratamiento muy invasivo, aunque
sin duda esta investigación abre
un campo de investigación que hay que seguir abordando”,
advierte Juan Lerma , investigador del Instituto de
Neurociencias de Alicante.
Otras posibilidades, como el revivir cerebros
criopreservados tras la muerte de sus dueños o hacer trasplante de cerebro
quizá parezca menos descabellado ahora. La
biología tiene un límite y no creo que se pueda resucitar un cerebro humano. Lo
que hoy sí sabemos es que este experimento ha cambiado el concepto de la
irreversibilidad. La Medicina había asumido que después de unos minutos
de anoxia cerebral se producían daños irreversibles. Resulta que el cerebro es más resistente de
lo que se pensaba y se puede recuperar cierta actividad, esto se ha demostrado
en un cerebro de cerdo, un animal muy parecido al ser humano.
El autor principal del estudio insiste: «No sabemos si hemos restaurado
por completo las moléculas, solo que responden de manera correcta. El
cerebro sigue clínicamente muerto, no hemos redefinido el concepto de
muerte clínica porque no hay señales de restauración de funciones vitales. Aún
estamos en una primera fase y es muy difícil hablar ahora mismo sobre
aplicaciones futuras, menos aún para la especie humana». De momento…
Maracaibo, martes 15 de agosto
del año 2023
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