Carlos Bernal y Manuel Salvador Prieto fueron dos maracaiberos que nacieron en 1880 el primero y en 1898 el segundo y resultaron ser dos inseparables amigos quienes ya desde la segunda década del siglo pasado eran famosos, por sus apodos entre la población maracucha. Estos singulares personajes zulianos Roñoquero y Mamblea del Maracaibo de ayer se convirtieron en los genios de la invención y fueron famosos por sus anécdotas.
Roñoquero y Mamblea se decían carpinteros, pero sólo trabajaron en aserraderos por los lados de la Nueva Venecia, donde se producían los horcones, tablones, tablas, listones y otras piezas de madera que se utilizaban en la construcción y ebanistería de la ciudad. Allí, y por las tardes, después del trabajo, eran asiduos de las taguaras y pulperías donde vendían caña y cocuy, que consumían en compañía de otros amigos que les festejaban sus ocurrencias llenas de embustes y exageraciones, tantas que ellas eran motivos de apuestas para ver quién era el que mejor las decía. En estas competencias de mentiras inventadas, casi siempre ganaba Roñoquero, pero Mamblea no se le quedaba atrás en la inventiva y gracia de sus cuentos.
Carlos Bernal Mijares era conocido como el famoso Roñoquero, quien nació en Maracaibo el 4 de noviembre de 1880, y falleció en la misma ciudad el 20 de julio de 1963. Era considerado como uno de los hombres más embusteros del universo. A “Mamblea” le gustaba recorrer las calles de El Saladillo y la Nueva Venecia, para contar sus historias exageradas llenas de mentiras en las peluquerías, barberías y botiquines de las calles mencionadas, todo esto lo hacía junto a su carnal “Roñoquero”, con quien vivía en una constante competencia para ver quién era más embustero. Los dos amigos, se la pasaban por las Taguaras del Saladillo y del Empedrao inventando sus fantásticas y exageradas aventuras y así fueron reconocidos como los maracuchos más embusteros del mundo. Su popularidad se acrecentó con el concurso de embusteros organizados por la emisora de radio Ondas del Lago.
Al empezar el concurso el primero en hablar fue Roñoquero y contó que se lanzó al lago de Maracaibo desde un avión a 3000 metros de altura sin paracaídas, y que al caer había matado a un cocodrilo del golpe que le metió con la cabeza y luego nadando llego a la orilla fresquito sin un rasguño. Mamblea, contaría como, una vez en África se encontró en la selva con dos tigres y un león, mollejuos, que se lo querían comer, pero sin asustarse les apunto a las dos fieras en fila y de un solo pepazo, las atravesó con el único tiro que le quedaba a la escopeta!
Roñoquero le diría… "Mira 'Mamblea', vos sabéis que una vez que yo estaba por Santa Barbara, y conseguí una mata que daba unos plátanos que median cuatro metros cada uno", a lo que respondía Mamblea. "Chico, yo lo que estoy es cansado, porque estaba haciendo un sarten de 20 metros", y respondía Roñoquero de lo más serio."¿De 20 metros? ¡ Que molleja e' sartén! ¿ y eso es pa' que, muchacho?" . La respuesta era: “Pa' hacer las fritas de los plátanos esos que vos vistes en Santa Barbara".
El Padre Ocando Yamarte en su libro sobre ambos personajes anotaría: “Procesando el material recopilado, fui descubriendo poco a poco, las dificultades de dos carpinteros en una Maracaibo apurada. Muchas de sus “salidas” giran en torno al desempleo. A diversas maneras de conseguir la alimentación. Hambre y desempleo son dos temas centrales: “matas de arepitas”.. “matas de pescaítos”… Sus días eran roñosos, pero ellos tenían la sabiduría de revestirla de humor”. Rafael Molina Vílchez, quien se ha dedicado a estudiar la historia cotidiana de Maracaibo, apuntaria que: “No puede verse a ambos personajes como unos estafadores. No, ellos contaban sus chistes e inventaban sus historias, pero para divertir. Exageraban muchísimo, las mentiras eran las mismas exageraciones. Imagínate que era tanto el respeto, que en esa época, no se decía ni un ‘¡Qué molleja!’ delante de una dama”
Lo significativo de estas vivencias características de la oralidad del zuliano y concretamente del marabino que sobreviene de los genes andaluces, sin duda alguna, es tan característica que se conserva a través del tiempo, y que se recuerdan como si ellos estuviesen presentes. Las mentiras exageradas de este par de marabinos considerados como los más embusteros que han existido, con sus vocablos, el voseo característico y el acento con esa entonación exclusiva del habla zuliana o marabina, es la que le da más humor a las expresiones exageradas de estos dos personajes, iconos de la tierra del sol amada, Maracaibo. “Fueron unos grandes repentistas, hay que tener una habilidad especial para tener esas salidas, cosas que no eran ensayadas sino que iban creándose en la medida de la cotidianidad”… “Eran unos tipos sanos, personajes de El Saladillo ancestral que se confundieron con la gente y brillaron por una habilidad especial: no exageraban usando groserías, como es común en algunos humoristas de estos tiempos”, agregaria León Magno Montiel, periodista e investigador de la gaita zuliana.
“No es que no decían groserías”, apuntaria el doctor Rafael Molina Vílchez. “Sino que se cuidaban mucho de la presencia de la mujer. Pero delante de los hombres sí soltaban sus florecitas”… agrega. Cuando ubicados en Las Quince Letras, la mítica cantina frente a la Basílica, Mamblea le preguntó a Roñoquero ¿Qué estaba viendo?, cuando éste hizo ademán de mirar hacia las cúpulas de San Juan de Dios… -¿Y vos que estáis mirando pa’ allá?—le consultó Mamblea. -La hormiguita aquella que va bajando la cúpula. De este lao’, pa’cá, pegaíta de aquí la podéis ver. ¿La veis?, -explicó Roñoquero.-Chico, no la veo, -se quejó ‘Mamblea’.-Vos tenéis que estar ciego chico. ¡Ahí, qué molleja, ahí está, mirá! ¿La veis? —No la veo— concluyó Mamblea… -Pero le escucho los pasos.
Para el concurso de poesía que patrocinó la Dirección de Cultura del Estado Zulia el año 2000, el poeta Ramon Alberto Faria compondría unas décimas para completar los recaudos exigidos y recientemente las publicaría por Facebook como homenaje a los dos personajes de la cultura popular:
IMITANDO A ROÑOQUERO
He visto hienas llorando,
morrocoyas en carrera
y una verde cotorrera
desde un púlpito arengando.
Un elefante silbando
una alegre melopea
y un gallito de pelea
que en las noches cacareaba
mientras su novio contaba
unos chistes de Mamblea.
También he visto una bruja
que en una escoba volaba,
un camello que pasaba
por el ojo de una aguja;
un santo que hacía burbujas
y gárgaras boca abajo
y a un rico pasar trabajo,
sacrificios y desvelos,
pues cuando llegaba al cielo
lo mandaban al carajo.
Vi un muerto cortar la paja
que le enmontaba su tumba
mientras bailaba una rumba
mal envuelto en su mortaja;
otro, ahogado en sus carcaja-
das y vivo de la risa,
porque un cura sin camisa,
maloliente y embriagado
esa noche había gastado
las limosnas de la misa.
Vi un calvo vendiendo ungüento
para hacer crecer el pelo,
un dragón comiendo hielo
como sólido alimento;
un ciego que en un momento
treinta agujas ensartaba
y un mudo que recitaba
una larga poesia
esa noche que llovía
pero el agua no mojaba.
RAF 2000
Hasta aquí este relato sobre estos dos famosos personajes del viejo Maracaibo.
Maracaibo, martes 14 de febrero del año 2023
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