César Uribe Piedrahíta nació en 1896 en Medellín, y lo bautizaron en la Iglesia de La Candelaria. Estudió el bachillerato en el Colegio de San José, y su padre, Emilio Uribe Gaviria, murió en 1905 en Guaduas (Cundinamarca) de paludismo. Su madre, Margarita Piedrahíta Villa, murió en 1913, y en orfandad, Cesar estudió en la Facultad de Medicina y Ciencias Naturales de la Universidad de Antioquia y estudiaría el paludismo, un mal que el científico analizaría profundamente en su tesis de grado, brillante tratado de patología, parasitología, biología y antropología sobre la geografía médica del Ferrocarril de Urabá.
César Uribe Piedrahíta ha sido reconocido como “el hombre que dignificó un oficio”, fue médico, novelista y educador, graduado en la Universidad de Antioquia se especializo en 1921 en la Universidad de Harvard, y tempranamente, estando en los Estados Unidos, publicó algunos trabajos sobre protozoarios y parásitos en revistas especializadas.
En 1926 César casó en la Ermita de la Veracruz con su pariente lejana Lucrecia Uribe Lince, “su cara mitad, su cero a la derecha, su novia de toda la vida, su alma gemela y compañera inseparable de aventuras”. De estas aventuras él diría una vez, al regresar de varios continentes: “Me varé en Jerusalén, en Atenas, en Roma, en todas partes. En Constantinopla me metieron a la cárcel porque no dejé que le pegaran unas patadas a un marinero”. En cambio, en El Cairo, el rey Fuad I de Egipto lo condecoró con la orden del Nilo en grado de Caballero, y sus estudios de las lenguas aborígenes de la Amazonía colombiana están en el archivo de Paul Rivet en París.
De él diría Manuel Luque:“Uribe Piedrahíta disfrutaba como pocos la virtud, la fuerza y las disposiciones necesarias para producir belleza. Sentía en su interior las vibraciones del sonido del color o de la luz. Más que imitar la naturaleza, sabía amarla, comprenderla e interpretarla”. Adolescente, recibió del maestro Francisco Antonio Cano lecciones de pintura, cristalizadas en preciosas acuarelas que fueron pasto del fuego en los sucesos luctuosos del 9 de abril de 1948 en Bogotá, junto con su amplia biblioteca, manuscritos, plantas, animales y el completo instrumental de laboratorio. Cuentan que, en ese episodio, César Uribe exclamó: “Lo he perdido todo… Sin embargo, me quedo con mi patria y con mi pueblo”.
Expuso “Paisajes, flores, árboles y frutas” y “Muñecos” en el Club Médico de Bogotá (1943) y participó en una muestra colectiva de acuarelas en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, con Eduardo Ramírez Villamizar y Eduardo Ibáñez. Para Jorge Moreno Clavijo, Uribe Piedrahíta era uno de los mejores acuarelistas de Colombia, pero siempre se creyó un aprendiz en la pintura y en las letras. Una vez le pidió a Dios la gracia de los primeros tres millones de años de eternidad para aprender a pintar; sus últimos días los pasó vestido de sayal, pintando y dibujando en el Convento del Santo Ecce Homo en Boyacá.
Polifacético, de espíritu independiente, curioso y aventurero, escritor de novelas de gran sentido social como Toá (sobre la explotación de los trabajadores del caucho, similar a La Voragine) y Mancha de aceite sobre la explotación petrolera en Zulia, Venezuela, una impresionante novela de la que hablaremos posteriormente... Mancha de aceite (1935) del escritor César Uribe Piedrahíta ha sido considerada la mejor novela sobre el petróleo en Venezuela -y en Colombia donde fue editada originalmente- por la postura crítica que asumió el autor contra el complejo sistema de explotación de las multinacionales del petróleo, no solo de los recursos naturales sino también de la población de Maracaibo y sus campos petroleros, además, Piedrahíta cuestionaría la injerencia de las compañías extranjeras en los asuntos políticos, económicos e internos del país hermano, y su connivencia con la dictadura de Juan Vicente Gómez.
El resto de la breve obra del escritor de Medellín se completa con el relato titulado Sebastián de las Gracias y con los fragmentos que, en vida, llegó a publicar de su novela inconclusa, proyectada bajo el título de El Caribe. Sabía tocar el violín, y realizó pintura y escultura en madera. Casado con Lucrecia Uribe Lince, no tuvo descendencia. César Uribe Piedrahíta falleció en 1951, a los 55 años de edad, según se señala en su biografía, “afectado por el alcoholismo”.
Maracaibo, domingo 26 de febrero del año 2023
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