lunes, 7 de noviembre de 2022

Zaporiyia y los riesgos…


El riesgo de fuga en la central nuclear de Chernóbil y el anterior ataque en Zaporiyia (Ucrania) han hecho que “se dispare” el interés en las farmacias por la venta de pastillas de yodo. Estando en el Reino Unido de Inglaterra (UK) escuchamos hablar de países nórdicos en las fronteras de Rusia donde se estaban agotando las pastillas de yodo ya que la gente estaba pensando en prevenirse contra la casi inminente tragedia de Rusia afectando a las plantas nucleares con sus constante bombardeos sobre Ucrania. Sobre este tema quisiera aclarar algunos detalles pero antes podría señalar algunos datos de interés.

Esta relatado en mi novela “El año de la lepra” como… “desde la época cuando se dio la tragedia de Chernobyl, Dimitri Yakolev un agente de la KGB, había visitado de nuevo los lagos y bosques contaminados de Belarus su país y pudo palpar en uno de sus familiares cercanos lo que significó la desgracia de ser uno de los “liquidadores” en la lucha para descontaminar la planta ucraniana y las áreas afectadas por la radiación. Desde entonces había conservado el gusanillo de un creciente malestar por Ucrania y regresaba mentalmente a la idea de que Belarus tendría que ser resarcida de alguna manera por sus vecinos del sur.
Pero si bien es cierto que su país mantenía una conexión maternal con Rusia y con todo lo ruso como valor cultural y humano, que deberían ser comunes con las del gobierno de Kiev, no parecía ser así con Ucrania, y el distanciamiento y la inconformidad con todo lo ucraniano se acrecentaron en Dimitri durante el proceso de las llamadas tendencias pro-occidentales del presidente Yushchenko. Durante la Revolución Naranja del año 2004, Dimitri Yakolev estuvo en Kiev como enviado especial del gobierno de Minsk para palpar la situación ucraniana y vio el arribo de Yulia Timoshenko catapultada por aquel movimiento casi subversivo, inaceptable para un agente de la KGB como él.
Unos meses antes de conversar por vez primera con su amigo Victor Sheiman y con el presidente Lukashenko sobre su posible misión en Suramérica, el teniente Yakolev había corroborado sus temores al conocer de los acuerdos entre Yulia Timoshenko como primer Ministro de Ucrania y Vladimir Putin. Las posibilidades y esperanzas de intervenir en los problemas gasíferos ucranianos parecían esfumarse para Belarus, y esto le molestaba al eficiente Dimitri por cuanto él sostenía varias conexiones con funcionarios del grupo de mafiosos provenientes de la Naftogaz quienes en Suiza estaban comandando la nueva empresa RusUkrEnergo. Seria su amigo personal el poderoso Sheiman quien le propuso al presidente Lukashenko que Dimitri debería ser el hombre ideal para una misión como agente especial en el país más rico en gas y en petróleo de América”.

Lo cierto es que desde el 24 de febrero de este año 2022, con el temor en el aire a un hipotético uso de armas no convencionales en Ucrania, un submarino y dos bombarderos estratégicos rusos emprendieron sus primeros ejercicios de este tipo desde que el mandatario ordenase la ofensiva total contra Kiev. Las fuerzas de disuasión estratégica rusas ensayaron durante el mes de octubre pasado un “ataque nuclear masivo” bajo la mirada escrutadora de su comandante en jefe supremo Vladímir Putin quien presenció las pruebas aislado en su centro de mando, y después se reunió con los jefes de los organismos de seguridad de sus socios en la Comunidad de Estados Independientes (CEI), organización fundada en 1991 que integra a una decena de países postsoviéticos. En ese encuentro ha asegurado que un choque mundial es hoy factible.

Desde el 6 de marzo el Ejército ruso ha disparado cohetes sobre el Instituto de Física y Tecnología de Járkov donde hay una instalación de investigación nuclear, según ha informado la filial de los servicios secretos ucranianos (SBU) en Járkov. Las autoridades de la provincia ucraniana de Járkov han denunciado el impacto de proyectiles lanzados por las fuerzas rusas sobre el Centro Nacional de Investigación del Instituto de Física y Tecnología de Járkov, donde hay un reactor nuclear experimental.


El potencial de conflicto en el mundo entero, y a nivel regional, sigue siendo muy alto y se están apareciendo nuevos riesgos y desafíos para la seguridad colectiva, principalmente como resultado de la confrontación geopolítica internacional”, dijo el mandatario en la reunión de ese grupo de Estados que mantienen sus lazos con Moscú. La amenaza de una escalada en el conflicto con el uso de armas no convencionales se ha avivado desde el domingo, hace una semana cuando el ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, llevó a cabo una ronda de llamadas con sus pares de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Turquía, para asegurarles que una bomba sucia podría estallar en Ucrania próximamente.

Luis Miguel García, médico y presidente de la Sociedad Aragonesa de Medicina de Familia y Comunitaria, ante el "aumento de interés" por las pastillas de yodo, que en países como Noruega ya se distribuyen entre algunos sectores de la población con el objetivo de proteger a los ciudadanos de la radiación en caso de un supuesto accidente nuclear, opinó lo siguiente: en España "sí se han disparado las consultas las pastillas de yodo, sobre todo desde hace unas semanas y no tanto para comprarlas, ya que se necesita receta, sino para saber los efectos que tienen después de haber visto en los medios de comunicación que en otras ciudades ha aumentado la demanda"

Estamos ante un nivel de miedo y ansiedad constantes, consecuencia del brusco cambio de vida que ha supuesto la pandemia y vemos cómo a nuestro alrededor se suceden cosas que jamás pensamos que iban a ocurrir y que cada vez más están alterando por completo nuestro bienestar. Tampoco nos podíamos imaginar que veríamos una guerra y con las comunicaciones actuales, que íbamos a poder ver cómo evolucionaba el conflicto armado. Esta situación también potencia, sin quererlo, nuestros miedos.

Ante ellos, intentamos protegernos, perdiendo, en algunas ocasiones, la percepción de la realidad. Lo último es "creer que las pastillas de yodo nos van a proteger ante un posible ataque nuclear". Los medicamentos que contienen yoduro de potasio y están disponibles en las farmacias "bajo prescripción médica" están destinados al tratamiento de personas que necesitan un aporte de yodo, como en casos de hipotiroidismo. Tienen una dosis de 0,1 a 0,3 miligramos, una cantidad mínima si la comparamos con de las pastillas que se utilizan en alertas nucleares -cuyo fin es proteger la glándula tiroidea de las lesiones por radiación-, que cuentan con una cantidad de 130 miligramos. Atendiendo a las que se dispensan en farmacias, "se necesitaría de 400 a 1.300 comprimidos para alcanzar la dosis necesaria", apuntan desde el Colegio de Farmacéuticos.

¿Qué puede pasar en Chernóbil tras quedar desconectada de la red eléctrica? En caso de accidente nuclear, el yodo radiactivo que se situaría en los líquidos o los alimentos contaminados podría propagarse por el aire y ser absorbido por la glándula del tiroides, ubicada en el cuello. La ingesta de yodo natural bloquearía la absorción de yodo radiactivo y reduciría el riesgo de desarrollar cáncer de tiroides. Cabe destacar que "las pastillas de venta en farmacias no protegen contra las sustancias radiactivas", concluyen las mismas fuentes.

Escrito en Maracaibo, el día lunes 7 de noviembre del año 2022

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