El Kilimanjaro es una montaña situada en el noreste de Tanzania, formada por tres volcanes inactivos: el Shira, en el oeste, de 3962 m de altitud; el Mawenzi, en el este, de 5149 m y el Kibo, entre ambos, cuyo pico, el Uhuru, se eleva hasta los más 5891,8 m. Es la montaña más alta de África, conocida además por los famosos campos de hielo de su cumbre, que se están reduciendo de forma drástica desde principios del siglo xx y se estima que desaparecerán por completo entre 2020 y 2050.
Los 460 glaciares que según la Unesco son patrimonio de la humanidad están condenados irremediablemente a desaparecer; son víctimas de la crisis denominada “cambio climático” que afecta el planeta tierra. Sucede que tras décadas de ignorar las alertas científicas, la enorme cantidad de gases de efecto invernadero que el ser humano ya ha expulsado, ha generado un calentamiento que será suficiente para provocar impactos irreversibles durante cientos o miles de años. En ese listado de condenados a muerte están los últimos glaciares de África (ubicados en las montañas Kilimanjaro, Kenia y Rwenzori-Virunga) y otros muchos en algunos lugares emblemáticos de Europa y Norteamérica…
“Las nieves del Kilimanjaro” es un relato de aproximadamente treinta páginas donde el escritor Ernest Heminway cuenta la agonía de Harry, un escritor peleando a muerte con una gangrena en su pie mientras estaba de caza en África. La agonía de Harry y la incomodidad con su pareja, una mujer tierna y diligente que lo cuida en su catre y le da esperanzas de vivir, mientras que él le recrimina su forma de ser de mujer rica. La gangrena de Harry simboliza el deterioro, no del cuerpo, sino moral. Las nieves del Kilimanjaro (que en la lengua nativa masai significa “La casa de Dios”) resultan evidentes al final de la narración cuando el avión en el que regresa Harry sobrevuela y se acerca al legendario monte que simboliza la dimensión espiritual que Hemingway trae a colación con el título de su novela.
El informe de la Unesco sostiene que con el nivel de calentamiento actual, que ronda los 1,1 grados Celsius respecto a la época preindustrial, lo que ocurra con los glaciares de los otros lugares Patrimonio de la Humanidad analizados podría estar todavía, en manos del ser humano: “Podrían salvarse si las emisiones de gases de efecto invernadero se reducen drásticamente para limitar el calentamiento global a los 1,5 grados Celsius”, el objetivo más ambicioso del Acuerdo de París para lo que la ciencia ha dejado claro que es imprescindible que la humanidad deje atrás lo antes posible los combustibles fósiles: el petróleo, el gas y el carbón.
Las nieves del Kilimanjaro también es una película estadounidense de 1952 basada en el relato homónimo de Ernest Hemingway, dirigida por Henry King y con Gregory Peck, Susan Hayward y Ava Gardner como actores principales. La película fue candidata a dos Oscar: a la mejor dirección artística y a la mejor fotografía.
En 1519, el navegante y geógrafo español Martín Fernández de Enciso podría haber sido el primero en haber evocado realmente el Kilimanjaro en la obra “Suma de Geografía”: «Al oeste [de Mombasa se encuentra el Olimpo de Etiopía que es muy alto, y más allá están los montes de la Luna dónde están las fuentes del Nilo. En toda la región hay una gran cantidad de oro y animales salvajes». En 1845, el geógrafo británico William Desborough Cooley, informado algunos años antes por emisarios árabes en Londres, asegura que la montaña más famosa del África Oriental, llamada Kirimanjara, está cubierta de coral rojo.
En 1840, la Church Mission Society decidió emprender la evangelización de África del Este y Johannes Rebmann, un misionero alemán fue enviado a Mombasa en 1846 para apoyar a Johann Ludwig Krapf, enfermo de malaria. El 27 de abril de 1848 se dirigió, acompañado por Bwana Kheri y ocho indígenas, al descubrimiento del reino chagga de Kilema, en el que solo los esclavistas árabes habrían entrado.
Rebmann descubrió el 11 de mayo, de forma inesperada, con solamente 28 años, esta montaña formada por una cúpula blanca. Su atención estuvo totalmente centrada en la presencia de nieve que le sorprendió en esa latitud. Volvió al Kilimanjaro en noviembre y describió dos picos principales, uno cónico y el otro más elevado, que forma una cúpula, que se elevaban por encima de una base común de unas 25 millas de largo (40 km) y que estaban separadas por una depresión en forma de «silla» de 8 a 10 millas.
En 1861 la expedición del barón alemán Karl Klaus von der Decken, acompañado por el joven botánico inglés Richard Thornton, la que permitió confirmar mediante una observación a 2460 m de altitud la existencia de nieve en la cumbre. Decken consiguió al año siguiente ascender hasta los 4260 m y hacer los primeros mapas topográficos e hidrográficos de la cumbre. Eran solo aproximados pero permitieron, por primera vez, confirmar el carácter volcánico del Kilimanjaro.
El científico y explorador escocés Joseph Thomson observó en 1883 la vertiente septentrional desde el territorio masái y abordó el ascenso a la cumbre, aunque no logró llegar más que a los 2700 m de altitud. Fue seguido en 1887 por el conde húngaro Sámuel Teleki, con el austriaco Ludwig von Höhnel, pero no superaron los 5300 m. El geólogo alemán Hans Meyer, fracasó en 1887, en su primer intento, a los 5400 m de altitud. Recomenzó al año siguiente, acompañado del geógrafo austriaco Oscar Baumann, pero ambos fueron hechos prisioneros durante la revuelta Abushiri y debieron de pagar un rescate de 10 000 rupias.
Meyer decidió traer a su amigo Ludwig Purtscheller, un alpinista austriaco y a Yohan Kinyala Lauwodu, un soldado chagga del ejército en Marangu. El 3 de octubre llegaron finalmente al cráter del Kibo, a 5860 m de altitud. Los hombres constataron que para escalar el Kaiser-Wilhelm-Spitze (ahora pico Uhuru), debían de contornear la cresta rocosa. Llegaron a la cumbre el 6 de octubre de 1889 después de pasar varias horas tallando con los piolets pasos en el hielo los días anteriores. Emprendieron a continuación el ascenso del Mawenzi y pasaron un total de más de dieciséis días a 4000 m de altitud, enfrentados a temperaturas cercanas a los −14 °C. La ascensión del pico Uhuru no se volvió a conseguir hasta veinte años más tarde por M. Lange.
En 1926 el pastor protestante Richard Reusch descubrió en el borde de la caldera del Kibo un leopardo congelado, del que cobró una oreja como prueba, lo que inspiró una novela de Ernest Hemingway. En 1927, un trío británico encadenó el Mawenzi y el Kibo, lo que hizo de Sheila MacDonald la primera mujer en escalar el pico Uhuru. Hasta aquí, esta historia sobre las nieves que se derriten en la cumbre del Kilmanjaro.
En Maracaibo, el día miércoles 16 de noviembre del año 2022
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