Ifigenia
Ahora en este siglo
XXI, cuando ya Putin, “el nuevo zar de Rusia” se anexionó la península
de Crimea y está masacrando a Ucrania para expandir sus territorios, y quizás el
mundo entero espera con horror ver destruidas las escaleras de Potemkin de
Odessa por misiles-sin cosacos disparándole al pueblo y sin carritos con bebés
cayendo,- es curioso recordar cómo era hacia Crimea donde Ifigenia habría de
ser transportada por Artemisa para convertirla en su sacerdotisa y ella allí, sacrificando
a los extranjeros le rendiría tributos a su diosa...
“Ifigenia. Diario de una señorita que escribió porque se fastidiaba”
(1924) fue la primera novela de la escritora venezolana Teresa de la Parra (1889-1936), y sería en ella donde la escritora recogió las vivencias de María Eugenia Alonso, una joven educada en Europa en medio del refinamiento y los progresos de la época, que regresó a Venezuela, a una sociedad todavía apegada a costumbres del siglo XIX.“Iphigénie en Tauride” es
la reescritura de la tragedia griega de Eurípides hecha
en alemán por Goethe, indudablemente influenciado por los
títulos de los autores franceses e italianos que le precedieron en este tema.
Goethe eligió para su obra la forma latina del título, siendo la Tauri de un
país (una isla) imaginaria, mientras que el título original de Eurípides significa Ifigenia entre los Tauri que
era una tribu escita establecida en aquellos
momentos en Crimea. Goethe escribió la primera versión
de esta tragedia en prosa en seis semanas, y se representó por primera vez
en 6 de abril de 1779. Lo reescribió en 1781, todavía en prosa, y
finalmente dio una versión en versos endecasílabos en 1786. Se llevó el
manuscrito en su viaje a Italia.
En la mitología griega, Ifigenia fue
pedida en sacrificio a Agamenón para continuar su navegación a Troya.
Artemisa había
castigado a Agamenón por alardear de ser el mejor cazador quien en su viaje a
Troya para participar en la Guerra de
Troya, había matado a un ciervo en
una arboleda sagrada y fue así, como los barcos de Agamenón quedaron de repente
inmóviles al detener Artemisa el viento en Áulide. Calcas, un adivino, reveló
un oráculo según
el cual la única forma de apaciguar a Artemisa era sacrificando a Ifigenia, la hija del rey Agamenón y
de la reina Clitemnestra.
Entre las fuentes literarias que
relatan este mito, únicamente Esquilo y Lucrecio indican
que Ifigenia fue efectivamente sacrificada, pero la tradición mayoritaria
afirma que Artemisa la sustituyó en el último momento por una corza o por una cierva y
la transportó a Táurica, en Crimea, donde la convirtió en su sacerdotisa; allí tenía
Ifigenia la misión de sacrificar a los extranjeros como ofrendas a la diosa.
En otras tradiciones, lo que
varía es el lugar del sacrificio, que se da en un lugar del Ática.
También varía la víctima de sacrificio que se emplea en sustitución de la
joven: un oso, una ternera, un toro o incluso una mujer vieja. La versión más racionalista explica, que
en el momento del sacrificio había aparecido un toro, una ternera, una cierva o
una vieja, y que el sacerdote había interpretado tal hecho como un presagio de
que los dioses no aceptarían el sacrificio y que ya la ofensa a Artemisa estaba
saldada.
Esquilo
narró el regreso de Agamenón,
rey de Micenas de la guerra de
Troya solo para encontrar la muerte, ya que esperándole
en casa estaba su esposa, Clitemnestra,
quien había planeado su muerte en venganza por el sacrificio de su hija, Ifigenia. Durante los diez años que había durado
la ausencia de Agamenón, Clitemnestra establecería una relación adúltera
con Egisto, primo de Agamenón y descendiente de una
rama desheredada de la familia, quien estaba decidido a recuperar el trono que
creía que legalmente le pertenecía.
Si regresamos a Goethe,
recordaremos como, según Eurípides,
Apolo ordenó
a Orestes que fuese a Táurica, tomase la estatua de Artemisa que había caído
desde el cielo y la llevase a Atenas.
Ifigenia aparece en la historia de su hermano, Orestes
quien trataba de escapar de la persecución de las Erinias (las
Furias) por haber matado a su madre Clitemnestra y a su amante Egisto.
Orestes marchó a Táurica con su primo y amigo Pílades,
el hijo de Estrofio, y ambos fueron encarcelados por
los habitantes de la región, los tauros,
que tenían la costumbre de sacrificar todos los extranjeros a Artemisa.
Oretes encuentra a la sacerdotisa
de Artemisa encargada de realizar el sacrificio y descubre que era su hermana
Ifigenia, quien se ofreció a liberar a Orestes (sin saber que era su hermano)
si este llevaba consigo una carta hasta Grecia. Orestes rehusó hacerlo, pero
ofreció a Pílades llevar la carta mientras él se quedaba para ser sacrificado.
La carta hizo que Orestes e Ifigenia se reconocieran y al entender cuál era la
situación, los tres amigos escaparon juntos llevándose con ellos la imagen de
Artemisa.
Tras su retorno a Grecia, Orestes
tomó posesión de Micenas, el reino de su padre, matando al hijo de Egisto, Aletes,
y anexionando Argos y Laconia a
Micenas. Ifigenia depositó la imagen
en el templo de Artemisa en, Ática,
donde permaneció como sacerdotisa de Artemisa
y sería conocida por las fuentes
mitológicas griegas desde los siglos VII-VI a. C. de
modo que estaba tan estrechamente identificada con Artemisa, que algunos
investigadores creen que originalmente era una diosa de la caza rival cuyo
culto fue subsumido por Artemisa.
Maracaibo, sábado 7 de mayo del año 2022
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