Berenice, por Alfonso Ávila…
Este texto fue extraído
fidedignamente del libro intitulado “Aprenda a vivir eternamente y muera
tranquilo”,
de mi compadre, colega y
amigo ya desaparecido el profesor Dr. Alfonso Ávila Mayor. Corresponde a la primera parte
(Berenice) de uno de sus capítulos sobre las cuatro protagonistas (Berenice,
Eleonora, Ligeia y Morella), citadas en las Narraciones
Extraordinarias de Edgar Allan Poe.
“De mis libros provisión de pesar, pesar por la
pérdida de Eleonora, por la rara y radiante señora a quien los ángeles llaman
Eleonora, sin nombre aquí para siempre. Cuan ansioso el nuevo día
deseaba, en la lectura procurando
en vano hallar tregua a la honda desventura de
la muerta Leonora; la
radiante, la sin par virgen
rara a quien Leonora los querubes llaman, ahora ya sin nombre... ¡nunca
más! (*) Grazna el cuervo, “nunca más¨”, y el cuervo nunca
desaparecido todavía está sentado, todavía está sentado sobre el pálido busto
de Pallas, justo encima de la puerta de mi recámara, y sus ojos tienen todo el
parecido al demonio que está soñando y la luz de la lámpara sobre él
arroja en haces su sombra sobre el piso y mi alma fuera de esta sombra que yace
flotando en el piso, será levantada, nunca jamás. (De El cuervo,
poema de Edgar Allan Poe). ¡Y aun el cuervo inmóvil!, fijo, sigue fijo en la
escultura, sobre el busto que ornamenta de mi puerta la
moldura.... y sus ojos son los ojos de un demonio que, durmiendo, las visiones ve
del mal; y la luz sobre él cayendo, sobre el suelo flota...,
nunca se alzará..., nunca jamás! (*) de la traducción del poema del Edgar Alan Poe
por el poeta venezolano Juan Antonio Pérez Bonalde.
Según epílogo biográfico de Narraciones
Extraordinarias, Edgar Allan Poe nació en Boston, Estados Unidos, el 19 de
enero de 1809. Huérfano a los dos años, fue recogido por su Tío Allan. Al
regresar de Inglaterra ingresó en la Universidad de Virginia, de donde fue
expulsado por conducta rebelde y caprichosa y expulsado también de la Academia
Militar de West Point. Después se lanzó a su carrera literaria, alcanzando fama
en 1845 con su poema El Cuervo. Desde entonces mantuvo depresiones
psíquicas y un aumento de su fuerte tendencia a la mixtificación, a hacer creer
a los demás complicadas patrañas sobre él y sus antecesores.
En su vida predominó el elemento sombrío y tras su
conducta melodramática se escondió una verdad casi siempre trágica. Arrastrado
al alcohol por sus depresiones, intentó el suicidio y viudo, después de casado
con una prima mucho más joven que él, muerta de tuberculosis, intentó un nuevo
matrimonio, pero antes fue encontrado moribundo en la calle Lombard de
Baltimore y falleció el 7 de octubre de 1849 en la sala para pacientes
alcohólicos del Hospital Washington College. Con el material de su infierno Poe
había creado un puñado de obras maestras entre las que destacan sus Narraciones
Extraordinarias, que, traducidas por Baudelaire, muy pronto se hicieron
famosos, por un talento literario afirmado al modelar la ardiente materia de su
angustia, de sus impulsos necrófilos y de su sadismo.
El amor, decía Lope de Vega es la raíz de todas las
pasiones. De él nace la tristeza, el gozo, la alegría y la desesperación.
Mientras Schopenhauer lo consideró la compensación de la muerte y J.R. Gendra
afirmó que amar es tener el diablo en el cuerpo y a Dios en el corazón, la
seductora Madame Pompadour por otra parte decía: el amor es la pasión de las
almas grandes y les hace merecer la gloria cuando no les trastorna la
cabeza.
Edgar Allan Poe no escapa a la fijación amorosa con
la mujer que se describe asociada a conocidos personajes de la literatura. Pero
no es, para señalar unos muy pocos ejemplos, la candorosa dependencia del
Quijote de la Mancha con una idealizada Dulcinea del Toboso que le inspiraba
sus arrebatos épico-justicieros de gran caballero andante, ni la trascendente
asociación del Dante Allighieri con Beatriz, su guía itinerante y
protectora mientras descendía a las profundidades infernales o se
acercaba a la extrema bienaventuranza compartida en el paraíso sideral, ni
tampoco la trágica obsesión de Romeo por Julieta, en el drama universal
shakesperiano.
No, el autor de Narraciones Extraordinarias, protagoniza
él mismo una fijación autobiográfica de alto contenido pervertido y
sadomasoquista con la mujer amada, llámese esta Berenice, Eleonora, Ligeia o
Morella, que con él interactúan en una trágica transmutación, o un ser y
desaparecer para volver a ser con el ritmo de un mismo y terrible ritornello.
De la obra de Poe, comentó Eliphas Levi, el mago, que no inventó ni los
personajes ni los hechos de extrañas novelas, soñaba cuando caminaba y es
por ello que los pintó tan bien, con todos los colores de una chocante realidad
y definitivamente, en Eureka, su obra póstuma, el escritor reveló infinita
y genial capacidad precognitiva de eventos y adelantos muy posteriores a él.
BERENICE
Egaeus, de familia de visionarios que piensa que la
desgracia es diversa y la miseria sobre la tierra multiforme y para quien en el
recordar de su infancia sería ocioso decir que no ha vivido antes y que el alma
no tiene una existencia anterior, de lo que está convencido y de lo que no
trata de convencer, narra sobre su crecer junto a su prima Berenice… Ella ágil,
graciosa y rebosante de energía y él, enfermizo y hundido en la melancolía.
Y sucede después, que, sin embargo, un mal fatal se
abatió sobre aquella sílfide de magnífica y fantástica belleza, una especie de
epilepsia que con frecuencia terminaba en catalepsia, muy semejante a la muerte
y de la que en muchos casos despertaba de forma sorprendentemente brusca.
Mientras tanto su propio mal, crecía en una morbosa irritabilidad de la
facultad de atención o nerviosa intensidad de interés que lo llevaba a
meditar durante largas horas sobre acciones y hechos frívolos y hasta
extravagantes, con excitada atención y sin el carácter especulativo del soñador
ordinario. Fiel a su propio carácter, su mal se alimentaba de los cambios en el
sistema físico de Berenice y en la asombrosa distorsión de su identidad
personal.
Cercana la fecha de su boda, creyéndose sólo en una
tarde de invierno y sentado en el gabinete interior de su biblioteca, la vio de
pronto surgir de pie ante él. Su rostro melancólico y ojos vidriosos carentes
de vida, le hicieron apartar la mirada y contemplar sus labios que se abrieron
en una sonrisa de peculiar significación, mostrando lentamente sus dientes,
cuyo blanco y temible espectro no quiso nunca abandonar la desordenada estancia
de su cerebro y constituirse en la plena furia de su monomanía.
Ya no tenía
pensamientos sino para esos dientes que se convirtieron en la esencia de su
vida mental e informado fue una noche por la sirvienta, que llorando le dijo
que Berenice ya no existía, que a primera hora de la mañana había sufrido un
ataque epiléptico y que la tumba estaba preparada para su moradora, terminados
los preparativos para el entierro. Perdida toda noción de realidad su memoria
estaba llena de horror, más temible cuanto más vago era.
Volvió a la
realidad por el entrar de un sirviente que con loco horror y trémula voz le
contaba de un grito salvaje que había turbado el silencio de la noche por lo
que reunidos todos buscaron en esa dirección. Le habló luego en tono
estremecedoramente claro de una tumba violada, de un cuerpo desfigurado, amortajado,
pero aún anhelante, aún vivo. Señálole el sirviente los vestidos de Egaeus, con
manchas de fango y sangre coagulada y dirigió su atención a una azada apoyada
en la pared.
Lanzando un
grito él se abalanzó sobre una cajita de ébano colocada sobre la
mesa, pero sin fuerzas para abrirla y por su temblor, aquella
cayó pesadamente y se hizo pedazos. Con un ruido metálico rodaron instrumentos
de cirugía dental, mezclados con treinta y dos cositas blancas y marfileñas que
se diseminaron aquí y allá por el suelo.
***
Original del griego: Berenice
significa la que trae la noticia de la victoria. El sentido mágico alude a la
capacidad para inclinar la balanza en beneficio propio. Su capacidad es la
de ser positiva, la de encontrar lo bueno en lo malo, lo brillante en lo opacó,
lo valioso en lo que no tiene valor. Su ángel custodio es Leaiel, especie
angélica, trono. Empatía astral Virgo y Libra – Número de la suerte: 7.
Personajes en la Historia: Berenice I.- Reina de
Egipto por haber sido la tercera esposa de Tolomeo. Berenice II – Princesa egipcia hija de Tolomeo Filadelfo, casó con
el Rey de Siria, Antíoco, tras repudiar este a Laodicea, quien después lo hizo
envenenar y asesinó a Berenice y a su hijo. Berenice III.- Reina de Egipto, casada con Tolomeo Evergates,
durante su ausencia, cortó su famosa cabellera para ofrendarla a los dioses en
solicitud de protección para Tolomeo. La cabellera desapareció y el astrónomo,
Conon de Samos sostuvo que se había transformado en constelación. Berenice I.- princesa judía. Hija de
Herodes Agripa I, de Judea. Casó con Herodes de Calcis y a la muerte de este
vivió incestuosamente con su hermano Agripa II, luego casó con el Rey Polemón
de Cilica. Lo abandonó y pasó a Roma, donde fue amante de Tito, quien desistió
de casarse con ella. Volvió a Judea donde habría muerto.
Maracaibo lunes 16 de mayo, del año 2022
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