jueves, 19 de mayo de 2022

Envejecimiento y autofagia

Envejecimiento y autofagia

En este breve resumen, les hablaré de la autofagia y del envejecimiento como parte substancial de un proceso biológico natural que sigue siendo estudiado con miras a mejorar las perspectivas de la humanidad. La autofagia celular, es un mecanismo normal estudiado por Yoshinori Ohsumi quien ganó el Nobel de Medicina 2016 con la pregunta … ¿Se comen las células a sí mismas? La respuesta la ofreció el biólogo japonés por sus descubrimientos sobre los mecanismos de la autofagia celular.

 

Este concepto se inició a mediados de los años 50, cuando el científico belga Christian de Duve descubrió los lisosomas; unos orgánulos celulares capaces de "digerir" grandes cantidades de proteínas, carbohidratos, lípidos, e incluso a otros orgánulos celulares. Estos corpúsculos también son capaces de reciclar los desechos de las células para convertirlos en material útil. Christian de Duve acuñó el término autofagia para denominar a los procesos que realizan los lisosomas y en 1974 ganó el Nobel de Medicina por sus hallazgos.

 

La fotografía muestra con el microscopio electrónico, en uno de nuestros experimentos, ( años ha ), como existe un “citolisosoma” englobando fragmentos del citoplasma celular sano, con vesículas, cisternas con ribosomas y hasta una mitocondria que terminarán auto-fagocitándose como parte de un proceso celular no patológico.




 

En los años 90, el biólogo japonés Yoshinori Ohsumi empezó a usar células de levadura de pan para entender mejor la autofagia y logró identificar los genes y los mecanismos que regulan este proceso en los hongos y así comprobó que eran similares a lo que ocurría en las células humanas. El trabajo de Ohsumi permitió saber que la degradación y reciclaje de componentes celulares es vital para que se cumplan ciertas funciones fisiológicas.

 

La autofagia se da cuando la célula "tiene hambre" o necesita energía. Robin Keteller, es líder del grupo de investigación sobre la autofagia del University College de Londres (UCL), en el Reino Unido, y piensa que se trata "del sistema digestivo de las células". Los lisosomas “se comen” y digieren componentes extras de las células, que no son vitales para su funcionamiento, y proveen energía a lo que queda de ellas. Así lo explicó el especialista en conversación con BBC Mundo."Sin la autofagia, morirían las células, no podrían sobrevivir sin nutrientes", agregó Keteller. Durante la autofagia, los lisosomas también digieren componentes dañados o tóxicos presentes en las células, como proteínas "viejas" y otros orgánulos. Los "reciclan" o transforman en elementos como los aminoácidos, que son la materia prima para producir nuevas proteínas. "Se generan proteínas jóvenes y frescas", explicó Robin Keteller.

 

Juleen Zierath, profesora de Fisiología y miembro del Instituto Karolinksa y del comité del Nobel, comentó que la autofagia ayuda a producir los 200 a 300 gramos de proteínas que necesita el cuerpo todos los días. Para Zierath Juleen, el trabajo del laureado Ohsumi mostró que los lisosomas no eran un lugar de desechos, sino una planta de reciclaje de proteínas dañadas o antiguas para que puedan reutilizarse. Esta función disminuye las consecuencias negativas del envejecimiento, según opinión del Instituto Karolinksa.

 

La autofagia también puede eliminar los restos de bacterias y virus después de una infección. Las fallas en la autofagia pueden estar vinculadas con enfermedades como el Alzheimer. "Sin la autofagia, nuestras células no sobrevivirían. La necesitamos para deshacernos de moléculas invasoras", agrega Zierath, del comité del Nobel. Cuando la autofagia falla, las moléculas tóxicas aumentan y se pueden producir enfermedades como el mal de Parkinson, el Alzheimer, la diabetes tipo 2 y el cáncer. Asimismo, la autofagia contribuye al desarrollo embrionario y la diferenciación celular durante el crecimiento de los fetos.

 

Los científicos investigan si potenciar el proceso natural, conocido como autofagia, puede frenar las enfermedades debilitantes de la vejez y se preguntan… ¿Será posible intervenir en los procesos que hacen que nuestro cuerpo y nuestro cerebro funcionen mal al envejecer y, así, retrasar la aparición de trastornos relacionados con la edad, o incluso impedir por completo que se desarrollen?

 

La leyenda mítica sobre una “Fuente de la juventud” ha gozado de popularidad durante miles de años y no ha dejado de perseguir a los investigadores que trabajan en el campo del envejecimiento biológico (la senescencia) … Se ha especulado de que quizás esas ideas vienen desde el año 1889, cuando el médico francés Charles-Édouard Brown-Séquard (1817-1894) decidió inyectarse extractos de testículos de animales y con este “tratamiento”, el científico afirmaba que su estado mental y físico había mejorado.

 

Brown-Séquard por utilizar los testículos para las personas que habían perdido su vitalidad fue muy criticado en algunos círculos y finalmente, cuando ya contaba con 72 años, se inyectaba a sí mismo, por vía subcutánea, una mezcla acuosa de jugo de testículo y de sangre de los vasos espermáticos, proclamando que había obtenido grandes beneficios, resultaría que meses después lo imitaron gran cantidad de médicos. Brown-Séquard murió el 2 de abril de 1894.

 

Las personas que nacen actualmente en Europa, pueden llegar a los 81,3 años, unos 35 años más que las que vinieron al mundo a finales del siglo XIX. Sin embargo, los médicos coinciden en que la calidad de vida en la vejez no ha ido a la par con la longevidad. A menudo carecemos de tratamientos para las enfermedades de la senectud, cuyos síntomas pueden ser “muy debilitantes, a veces devastadores”. La mala salud en la vejez representa una carga enorme y cada vez mayor para nuestros sistemas sociales y sanitarios. Solo el alzhéimer afecta a más de 4,9 millones de personas en Europa, y las enfermedades y trastornos del sistema nervioso y el cerebro suponen al continente un coste anual de unos 800.000 millones de euros, según cifras de 2010.

 

Nektarios Tavernarakis, es un biocientífico y profesor de la Universidad de Creta, en Grecia, estudioso del envejecimiento, la muerte celular y la neurodegeneración. Él considera que:“Nuestro objetivo tiene que dejar de preocuparse por vivir más tiempo y pasar a lograr una mayor calidad de vida en la vejez”, El investigador, además es coordinador principal del proyecto Macroautofagia y Neurodegeneración Necrótica en la Vejez (MANNA, por sus siglas en inglés), financiado por la Unión Europea, cuyo objetivo es  entender ‒para finalmente, remediar‒ las causas celulares del deterioro biológico.

 

Mirando al futuro, Linda Partridge, directora fundadora del Instituto Max Planck de Biología del Envejecimiento de Alemania, afirma: “Vemos la posibilidad de desarrollar una sola pastilla que apunte a las vías biológicas que también influyen en la autofagia. La idea sería disponer de una polipíldora que atajara los mecanismos subyacentes que intervienen en más de una enfermedad relacionada con el envejecimiento”.

 

Finalmente, como parte del proceso de envejecimiento no podemos olvidarnos de los telómeros que son regiones que existen en los extremos de los cromosomas y juegan papel en el mantenimiento y la integridad del ADN. Los telómeros constituyen una secuencia de ADN especial que se encarga de la protección del material cromosómico. Cada vez que se dividen las células pierden parte de sus telómeros por lo que uno puede tener idea de la velocidad del envejecimiento biológico conociendo el tamaño de los telómeros.

 

Algunos alimentos, como los ácidos grasos Omega 3 y la actividad física con un estilo de vida saludable alargan la vida de los telómeros; la mejor opción para estimular la reparación del ADN es el consumo de ciertos vegetales como los cítricos, las fresas, el brócoli, el apio, y las manzanas, que en dosis bajas son capaces de proteger el ADN por su contenido de fitonutrientes antioxidantes.

Maracaibo, jueves 19 de mayo, del año 2022 

1 comentario:

Remembranzas dijo...

Excelente, definitivamente no es vivir mas tiempo, es vivir mejor....