sábado, 21 de mayo de 2022

De El Convento y de mi Maracaibo…

 De El Convento y de mi Maracaibo…

El 24 de diciembre del año 2019, escribí un artículo en mi blog lapesteloca, con el título de “Retórica…Para hoy, Navideña”, en el cual me atreví a reseñar fragmentos de varios “discursos” pronunciados durante los últimos casi 30 años para diferentes audiencias en los que reiteraba mi sentir como zuliano y como venezolano. Acompañaba el escrito con un dibujo y una pintura, similares, con una guajira y la iglesia de El Convento en la Plaza Baralt.

 

El Templo San Francisco también conocido como El Convento, es un edificio religioso de la Iglesia católica localizado en la ciudad de Maracaibo del estado Zulia que fue construido por los padres Franciscanos entre 1699 y 1730. El templo constituyó una parte importante de la ciudad. Allí era donde se le daba la bienvenida a los que llegaban a Maracaibo por el viejo puerto. En este templo se instaló el 11 de septiembre de 1891 la Universidad del Zulia. El Convento original fue remodelado en 1908, cuando se modificó su fachada y se construyó la torre y el edificio de dos plantas para residencia, siendo dirigidos dichos trabajos por el ingeniero zuliano Aurelio Beroes.

 

Hoy quiero repetir algunas frases que he expresado públicamente en diversas ocasiones, comenzando por el año 1991, hace ya más de 30 años cuando en un evento nacional de los patólogos dije:  Por extrañas circunstancias del destino, (pudiera parecer un desatino revolver tantos recuerdos en penumbras), pero así fue, hace años ya que me alejé de la tierra infeliz de los palmares, donde a lo lejos está esa luna que se encumbra y un cielo azul de porcelana alumbra, y en el lago, la onda medio caliente, entumecida, coronada de espuma, continúa soñando melancólica. Apartado de aquella extraña medianoche de las regiones índicas, he vivido mirando al Ávila empinado, entre edificios, humo y algunos techos rojos y hasta una blanca torre y al fondo las azules lomas que aún muestran bandadas de tímidas palomas; entre el follaje exuberante, hay ahora, diminutas ranitas silbadoras y en un instante ellas provocan que la noche gire en el cielo y cante. Todas estas cosas me hacen reflexionar y me pregunto si en este andar cotidiano por el trillado sendero de la ciencia, no habrá llegado para mí el momento de regresar... Resuenan en mi mente las estrofas del bardo, aprendidas en mi bachillerato caletrero por la gracia de Dios. “Es tiempo de que vuelvas, es tiempo de que tornes”...

 

Seis años más tarde, en 1997 asistiría en Maracaibo al bautizo de mi novela “La Peste Loca” y tendría que hablar en público así fue como al final terminé diciendo: Quizás el cielo límpido de nuestra la “Ciudad de Fuego”, la de Américo Negrette, continuará brillando en el próximo siglo, o en las noches cuando la luna “se encumbra y un cielo azul de porcelana alumbra” siga recordándonos a Yépez, pero en verdad después del holocausto ecológico a que lo hemos sometido, el “lago de los poetas”, ya no es el mismo, no es el que soñara Lossada cuando escribió: “ Siglos yo pasara bordando quimeras, cual monje que escucha celestes bandolas, bajo tus paraguas de azules palmeras, con la desmayada canción de tus olas”... Ahora quizás la ciudad de las palmas está ante el lago del poeta Guillermo Ferrer... “Hoy las torres de acero, forman tu cielo oscuro y el lodo de las piedras palpita desde el fondo, el alcatraz ha muerto, las gaviotas se fueron, en las palmeras sube la savia del petróleo”, y ciertamente nos duele repetir con Ismael Urdaneta que “la alberca de zafiro se hizo tina de aceite”. Quizás pronto nosotros, los escritores y los poetas de esta región del occidente venezolano, podremos volver a sentir que era cierto, aquello que decía Udón, de los zulianos y del lago, aquella historia, de que... “és fama que le basta, ya encinta, a la madre futura, somorgujar sus formas en la corriente pura, para que luzca el hijo sobre su sien de esteta, la aureola que anuncia la gloria del poeta”.

 

El año 2016, a propósito de cumplir la ciudad de Maracaibo años de su Fundación, me tocó la suerte de pronunciar un discurso donde diría que… Han transcurrido 487 años de la fundación de Maracaibo, pero en esta ocasión no he venido a hablarles, de historia… Nací en “El Hospitalito”. Así le decían al hospital Chiquinquirá, al lado de la Basílica de La Chinita, en la parroquia de San Juan de Dios. En el mero Saladillo… En una de nostalgia podemos ponernos a recordar muchas cosas…  Yo por ejemplo, no puedo olvidar la casa de mi abuela, de dos pisos, a dos cuadras de RJ Villasmil, en una esquina de la Calle derecha. Así le decíamos a la calle Ciencias, pero… La «piqueta les cayó»… El año 1970, bajo el mandato de Caldera, prometiendo la llegada del progreso, destruyeron sin piedad la barriada de El Saldillo y más allá, sí, más allá, al echar al suelo los linderos geográficos del barrio más popular de Maracaibo, entonces nos arrebataron un pedazo de nuestra historia y La Basílica, se quedó sola en el Saladillo. Ahora, quizás cuando se han disipado los muros que separaban a Santa Bárbara de la Chinita, frente a frente, a través de llamado “paseo Ciencias”, están hoy día, y como dice la gaita, “desde San Juan de Dios podéis rezarle a las dos camino a Santa Lucía”.

 

En 2017 durante el XVIII Congreso de la Academia de Medicina del Zulia aproveché el llamado discurso de orden para entre otras cosas hablar de lo que: Desearía hablar confiadamente y lleno de optimismo mirando hacia el futuro y como cualquier venezolano, quisiera poder a vivir en un país mejor, un país sin inseguridad, un país abastecido de alimentos y de medicinas, sin las terribles cifras estadísticas sobre la desnutrición, o sobre la mortalidad materna e infantil… Sin esos datos endemoepidémicos, ausentes y que no obstante reflejan nuestra muy precaria situación sanitaria. Quisiera no aceptar la realidad de que paulatina y conscientemente, ¡hemos llegado a esto! Vivimos un cuesta-abajo indetenible que mantiene el país en total deterioro y al borde de la hiperinflación. Quizás lo peor es saber que sinceramente, nadie vislumbra signos de rectificación. Pareciera no existir nadie que pueda plantear soluciones efectivas, por lo que, ante esta cruel realidad, no debo…, es que no quiero, hablar de política, esta tarde... Sería asumir una actitud plañidera ante los daños sufridos, daños que aparentemente serán irreversibles…  En el año 2005 decidí regresar a Maracaibo y le ofrecí mis servicios a la Universidad del Zulia. … …Más tarde, mi Alma Mater me distinguió con un doctorado Honoris Causa, que agradezco profundamente, pero ciertamente, hubiese querido contribuir mucho más con mí universidad… y desde mi regreso, hace ya 12 años, nunca fue posible. Desde entonces he tratado de hacer algo a través de la Academia de Medicina del Zulia, he sido Secretario en dos Juntas Directivas, y aquí estoy sumamente agradecido por esta oportunidad…  …Espero excusen mi atrevimiento por haber tomado la libertad de desvelar fragmentos de mi vida para ustedes, quizás queriendo señalar que hacer investigación en nuestro país, tampoco ha sido una tarea fácil. Siento que debo repetir algo que dijera en un discurso, de hace ya casi 30 años. Sería en el año 1991, cuando traté de explicarles en la capital a mis colegas patólogos, que era ya tiempo de abandonar el exilio y de regresar a mi tierra. Ellos no querían aceptarlo… Bien. Al final concluiría diciendo y lo repito ahora, que lo importante es trabajar y es ideal poder hacerlo en lo que a uno le gusta, pero especialmente, hacerlo siempre, con amor, para ser más humanos todavía, y poder dormir así, tranquilos, y apaciblemente, vislumbrar en las madrugadas, bajo un cielo preñado de luceros, como florece cada día, en el solar de cada quien, un limonero.

 

Maracaibo, sábado 21 de mayo del año 2022

No hay comentarios: