Sobre el Teatro Baralt
En 1840 pensando en que
la ciudad de Maracaibo debería tener un espacio para la escenificación
teatral, uno de sus ciudadanos, Miguel Antonio Baralt, improvisaría en el solar
de su residencia un teatro con techo de eneas. Se crearía entonces la Sociedad
Unión, que solicitó ante las autoridades la construcción de un edificio propio
para estos espectáculos. Así, el 28 de julio de 1877 el general Rafael Parra
decretaría la construcción del Teatro Baralt de Maracaibo, cuyo diseño fue
desarrollado por el ingeniero cubano Manuel de Obando.
Seis años después, el 24 de julio
de 1883, fecha de la celebración de los 100 años del natalicio de Simón
Bolívar, con la zarzuela “Choza y Palacio”, interpretada por un grupo de niñas
del colegio Inmaculada sería inaugurado el teatro, con capacidad para 400
personas. En 1928 el general Pérez Soto, entonces presidente del estado Zulia,
consideró necesario demoler aquel teatro decimonónico y eligió para
diseñar uno nuevo al alemán Heinrich Eichner y luego un ingeniero contratado
por la Caribbean Petroleum, el belga León Achiel Jerome Höet. De tal manera que
sería Höet quien desarrolló el proyecto final para el nuevo teatro. El 19 de
diciembre de 1932, en fecha conmemorativa del golpe de Estado que dio inicio de
los 24 de años de gobierno de Juan Vicente Gómez, fue inaugurado el nuevo
Teatro Baralt con una capacidad para 1.300 personas.
La historia cultural del Zulia no
puede contarse sin mencionar la presencia significativa del Teatro Baralt. El
Teatro Baralt de 1932 constituyó toda una innovación en el campo de las
edificaciones teatrales del país, y se convirtió en un hito urbano de la ciudad
de Maracaibo. Sería reconocido como patrimonio cultural el 5 de noviembre de
1981. Desde su inauguración, este espacio ha marcado pauta en la vanguardia
artística de esta región. El Teatro Baralt fue el primer escenario, en
1896, de la proyección de una película cinematográfica en el país. También
son recordadas por los marabinos presentaciones como la de y Carlos Gardel y
Teresa Carreño.
Los techos y paredes del teatro
fueron decorados por el reconocido artista zuliano Antonio Angulo y destaca el plafón pintado al óleo de casi 600
metros cuadrados, con una gran lámpara central, así como las pinturas al fresco
para las columnas adosadas. El telón de boca fue donado por el gobierno de
España y elaborado por el artista español César Bulbena. Todo estuvo listo para la inauguración en 1932. El
11 de julio de 1896, el teatro sirvió de escenario para la proyección de la
primera película cinematográfica en Venezuela. El empresario Luis Manuel
Méndez había traído a la ciudad un vitascopio (proyector de cine) cuyo operario
fue el fotógrafo zuliano Manuel Trujillo Durán, quien luego se
convertirá en un entusiasta promotor de la nueva tecnología.
En noviembre de 1986 se iniciará
un proceso de restauración del teatro Baralt bajo la dirección
del arquitecto Paolo D’onghia en un trabajo donde se encontraron las bases
del antiguo teatro y se concibió la idea de hacer un espacio para reuniones en
el subsuelo dejando como testigo las antiguas paredes para de esta manera
respetar la obra de Höet y así rendirle también un homenaje al teatro de 1883.
Los pisos fueron decorados por el artista plástico Francisco Hung, y el teatro
volvería a abrir sus puertas el 18 de julio de 1998.
El sábado 25 de mayo del año
pasado 2019, en este blog y con el título de “En el teatro Baralt…”(https://bit.ly/3aUrsJm)
y me referí a nuestro teatro de Maracaibo; les decía que su nombre se le dio en
honor a Rafael María Baralt y que en su arquitectura se
combinaban elementos del Art Nouveau y del repertorio clásico, y como la decoración
interna, que quizás estuvo inspirada en elementos de Art-Deco, y había quedado a cargo del pintor maracaibero Antonio Angulo. En esa oportunidad era sobre el plafond del teatro
al que me referí en la oportunidad del aniversario de la ciudad, precisamente
diciendo que: “pude ver cómo cobijaba aun
mis ensueños el cielo raso que en ArtDeco creó, quien según Sergio Antillano,
había sido “el primer artista abstracto del país”.
Quisiera ofrecer sobre este
particular cierta información, pues el pasado viernes 24 de este mes, enero, tuve
la oportunidad de asistir a una reunión en el teatro, donde el Sr Enrique
Romero fundador del Museo de Artes Gráficas Luis Chacón y el sociólogo y ensayista
Miguel Ángel Campos, conversaron ante un público primariamente de jóvenes sobre
la curiosa historia del plafond del teatro Baralt.
Una pieza de arte abstracto
pintada al óleo de casi 600 metros de superficie, fue creada por Antonio Angulo
a quien Sergio Antillano acertadamente calificó como “el primer artista abstracto del
país”, es una obra de arte de singular belleza, y de una extensión
considerable, por lo que se hace difícil entender por qué en el país no se le
ha dado la importancia que debería
tener. No existe un precedente similar en
Latinoamérica, nos informó Miguel Ángel Campos. En 1932 cuando se ejecutó la
obra, las artes pictóricas en el mundo y en el país se encontraban bajo otras tendencias
representativa de luchas sociales, el muralismo en México, Siqueiros, Diego
Rivera; y en Venezuela la pinturas de Centeno Vallenilla con matices más sociológicos
y de corte indigenista pueden servir de ejemplo de la tendencia de las artes
plásticas para la época.
Armando Barrios
nacería en 1920 y Oswaldo Vigas en 1926, de manera que es difícil situar esta
obra que curiosamente, como si hubiese querido hacer partícipe de su nacimiento
a su pueblo, el pintor Angulo trabajó en las noches proyectando las imágenes
que iba trazando con la ayuda de un diorama en las paredes de los edificios de
la Plaza Baralt. Si examinamos los libros que han recogido la información sobre
la evolución del arte y en particular del arte moderno en Venezuela, no aparece
el plafond del teatro Baralt. Sergio Antillano lo menciona brevemente y el
libro de Bélgica Rodríguez cita la referencia de Antillano sin hacer más
comentarios. Cuando los disidentes de la escuela de Artes Plásticas de Caracas
cuestionaron la producción artística en el país, Angulo tampoco sería mencionado.
Los pintores
venezolanos estuvieron en conocimiento del desarrollo de la pintura moderna,
bien se llame expresionismo abstracto o de otra manera y el arte plástico evolucionaría
en el país hasta las obras de Jesús Soto, Cruz Diez, Alejandro Otero, y otros,
Quizás en una etapa intermedia Armando Barrios y Oswaldo Vigas, comenzarían a
experimentar. En el Zulia, estaban conscientes de que en Europa se hacía
pintura abstracta, el poeta Héctor Araujo Ortega y trabajaban acticamente los artistas
plásticos Francisco Hung, Francisco Bellorin, Lía Bermudez y Luis Chacón.
Comenzando la década de los 60 se hizo una gran exposición en el Museo de Artes
Gráficas que se denominó “Espacios Vivientes”, pero por ninguna parte se nombró
la obra de Angulo. Lo más extraño es que después de terminar su maravillosa
obra que incluía la lámpara central (ver), Angulo prácticamente desaparece.
Solo se volverá a saber de él por algunos dibujos de figuras humanas de
apariencia indígena que están reproducidos en un libro editado doce años
después de haber trabajado en el teatro Baralt. Como si hubiese perecido
aplastado por la magnitud de su gran obra, Antonio Angulo morirá pobre y
olvidado de todos.
Maracaibo, viernes 31 de enero, 2020
1 comentario:
Luego de esta extraordinaria información, veremos el Teatro Baralt. con otros ojos en nuestra próxima visita. Gracias Jorge.
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