Lolitas y bisontes
He releído en estos días la novela, La huella del bisonte, y debo reiterar comentarios que en su
momento se hicieron sobre esta novela señalando la fina sensibilidad del autor,
Héctor Torres(Caracas, 1968), en el tratamiento de la psique femenina, y su
preocupación sobre las adolescentes, sus intereses y sus fantasías. La novela
recibió favorables críticas en 2006 y . hoy lo reviso en el blog el tema, a
propósito del fallecimiento de Sue Lyon (1946) la jovencita que interpretó a
Lolita popularizada en la película dirigida por Stanley Kubrick en 1962, (https://bit.ly/39yzUNt), quien murió el 26 de diciembre del año
2019, a los 73 años. Lolita, es el personaje de la conocida novela de Nabokov,
escrita en 1955 (https://bit.ly/2FavCy7).
La Lolita
de Nabokov, seguramente no era un personaje desconocido para Héctor Torres,
para la época editor de Ficción Breve Venezolana y autor de varios libros de
cuentos. La huella del bisonte,
fue la primera novela de Héctor Torres, que tras convertirse en finalista del
Premio Adriano González León 2006, sería publicada por el sello editorial
Norma. El escritor venezolano quiso ir más allá para precisar en detalles
sutiles esa transición de las “niñas” viviendo la fase de hacerse mujer; la
inestabilidad personal, la envidia y los celos, los conflictos madre-hija,
mujer-mujer, tan complejos como el uso de la sexualidad para vencer al otro,
todos ellos asuntos subyacentes del tema y la trama de la novela de Torres.
Estrictamente hablando, la pedofilia (del
griego páis-paidós,
“muchacho” o “niño”, y filia,
“amistad”) no se refiere al abuso sexual, sino a la atracción que siente un
adulto hacia un menor y no debe confundirse con la pederastia, que es
el acto de abusar sexualmente del menor. Existen muchas heroínas, y beldades
protagonistas de grandes obras literarias que han sido adolescentes entregadas
al amor. Julieta, la amante de Romeo era una preadolescente de apenas trece
años. Existen ejemplos significativos en la literatura y en el cine: como sería
la vulgar Mildred amante de Philip Carey en La servidumbre humana,
1915, escrita por William Somerset Maugham (https://bit.ly/39D1zwY); una novela importante de la primera parte
del siglo XX, donde se explota, no la pedofilia, pues Mildred no es tan joven
en esta novela, pero como lo haría posteriormente Nabokov, se revela el proceso
de sometimiento del amante masculino, un joven estudiante con un defecto en un
pie, eternizado por Leslie Howard subyugado por la inefable Bette Davis en el
film homónimo de 1945, y previamente en El ángel azul (1930) el filme del legendario
Josef von Sternberg, donde un viejo autoritario se deshilacha y se torna sumiso
hasta la humillación, ante Lola, una cabaretera de mirada de miel, interpretada
por Marlene Dietrich, la femme fatal, que se anticipa a la Lolita de Nabokov.
El punto de
vista del narrador de La
huella del bisonte, refleja una particular sensibilidad, y hay que reconocer en Héctor Torres
su preocupación por profundizar en la mentalidad femenina preadolescente y el
conocimiento que posee de la misma. El protagonista adulto, estudia y analiza
tener que enfrentarse a las reacciones del par jovencitas con quienes
trata, adolescentes quienes enfrentan la
personalidad masculina del protagonista relator, a través de quien el autor describe
las relaciones entre cada una de ellas como individualidades, y sus
experiencias que resultarán finalmente en la incapacidad del adulto para
entenderlas.
Caracas lo es todo alrededor del
narrador, Mario, el personaje, un gris libretista de televisión, novelista
fallido, victimizado por un traumático divorcio, quien tiembla y flaquea ante
Karla el personaje fundamental de la novela, niña que descubrirá su sexualidad
al frente del manubrio de su bicicleta y que luce desbordada de sensualidad en
su temprana pubertad, ante Mario el padre de su amiga, quién por su parte
intenta comprender a Gaby su hija que busca, pierde y recupera a su profesor y
padre en su tránsito de niña a mujer.
Los instintos
primitivos que ejercen las mujeres desde su tierna infancia, en los cazadores
que habitaron las cuevas de Altamira, y otras cavernas de la prehistoria, son
mentalmente repasados mientras ellos dibujaron bisontes en las paredes de
piedra y quizás comenzarían a tomar plena conciencia del poder que las mujeres
poseen cuando se encuentran en los albores de la adolescencia mientras deben
convivir con ellas…
Maracaibo, lunes 6 de enero, del
año 2020
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