Una historia, real y novelada.
En MI BELLO AMOR
IMPOSIBLE, mi primo Ernesto quien fue para mí como un hermano (https://bit.ly/2NQKwON), (https://bit.ly/2sMY8mD) y quien lamentablemente falleciera el año pasado, escribió
un breve relato intitulado “Tragicomedia en la Catedral de Maracaibo” que
brevemente resumo, donde describiría como en 1972 …
“Había ido a la Catedral para exhumar los restos de
dos antepasado y”… …“conocí y quedé prendado de mi preciosa antepasada, Leonor
Nebot Troconis, quien resultó ser hermana de mi abuela”… “Ella, lindísima con
sus 30 primaveras, vestida de blanco inmaculado, con sus manos entrecruzadas
sobre el pecho, parecía una virgen dormida. Casi me enamoro de ella. ¡Dios mío!
Exclamé”... “A los escasos minutos, y mientras la contemplaba embebido, su
cuerpo comenzó a rezumar… ¿Qué puedo hacer yo 140 años después, sí es un
designio universal? Los obreros hicieron un hueco profundo, y los enterraron
pero en sitio menos privilegiado y junto a cientos de cajitas modestas de los
osarios. Y recapacité que, “hay tiempo para vivir y tiempo para morir”. Que
“vuelve el polvo a la tierra adonde antes estaba”…
Este breve relato,
resumido aquí por mí, fue tomado de: “HISTORIAS
DE MARACAIBO N° 33”, de uno de los interesantes reportajes denominados
por Ernesto, “Miércoles de tradición”, siempre leídos con gran interés por sus
innumerables seguidores, lectores por igual de su famosa columna periodística “Verdades
dolorosas”… Las que terminaban con la frase de “quien tenga ojos, que vea” y firmó
siempre: Ernesto García MacGregor.
Para
contrastar este episodio, un relato histórico que antes he resumido, igualmente
quiero copiar fragmentos, tan solo de una parte, del capítulo 28 de mi novela
“Ratones desnudos”(2011), y así balancear la historia con la novela.
…
“Calculá vos como eran beatos que veneraban como santos a unos antepasados que
estuvieron sepultados en el piso de la iglesia, bajo las lápidas, debajo del
suelo que todo el mundo pisaba. De esa golilla precisamente te quiero hablar.
Es sobre un mal rato que me tocó pasar”…
…“Es
una historia vivida en la santa iglesia Catedral. Bueno, pues figurate vos que
un día me avisaron que tenía que ir con urgencia al templo, y no era a rezar,
me llamaban para que estuviese presente en las tumbas de los parientes de
Sarita quien pidió que me ubicaran, y allá fui a parar”... “Los antepasados de
Sarita, estaban siendo zarandeados en sus catafalcos por los obreros guajiros
semidesnudos y sudorosos en medio del infernal calor del mediodía ante el
obispo y las autoridades ya habían sacado y limpiado la tierra de los dos
ataúdes, ante nosotros”…
…“se
escuchó como un silbido, una especie de gemido surgido desde el foso y de
inmediato se produjo una corriente de aire helado, no sé si la sentí yo solo,
pero aquella especie de gemido nos estremeció mientras comenzábamos a respirar
una pestilencia de mil demonios y los guajiros saltaban hacia afuera de la fosa
horrorizados se largaban corriendo. Uno de ellos, el más valiente se atrevió a
destapar el féretro y lo vimos; elegantemente vestido un individuo joven, muy
pálido, de grandes mostachos, mientras su piel cambiaba de colores del rojo al
violeta y rápidamente ante nuestros ojos y en medio de una fetidez insólita
comenzó a descomponerse y una nube de moscas verdes hacía su aparición zumbando
y envolviéndonos a todos que espantados retrocedimos”…
…“En
la otra urna no se dio el fenómeno. Pasado el susto, nosotros mismos pedimos
que la abrieran, y de la linda joven, cuya fotografía está en un camafeo que
Sara rescató, ¡del cuello de la difunta!, a pesar de mis protestas, ¿podréis
imaginarte tal cochinada?, pues de la difunta tan solo quedaban los huesos, el
pellejo reseco y la ropa ya deshecha. En realidad ni sé para qué te estoy
contando todas estas vainas, quizás sea tan solo para decirte que hubo un
época, hace muchos años, cuando Sarita y yo, me imagino que éramos felices,
ella no era gorda ni se había cuaimatizado, y yo... Bueno, yo no era un santo
pegado a la pared, es cierto”…
Me he atrevido
a reseñar parcialmente estos dos relatos, uno histórico escrito por mi primo
Ernesto apreciado y recordado por los zulianos que tuvieron la suerte de
conocerle y de leerlo, y el otro, extraído de una de mis novelas, publicada el
año 2011 (Ratones desnudos), para
destacar como a partir de los recuerdos de una anécdota relatada muchos años
atrás, nacería un episodio “inventado” para darle vida a un singular personaje
que habrían de denominarlo en las hojas manuscritas de mi novela “Felisberto el
hembriólogo”, y quien en la trama de la misma, poco divulgada, forma parte
integral del argumento.
Maracaibo, lunes 27 de enero, 2020.
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