Psiconeurocirugía
He querido traer este tema al blog, para divulgar
algunos conceptos que mi amigo el conocido experto virólogo maracaibero José Esparza, me diera a conocer en
mayo del año 2018 cuando preparaba un trabajo de investigación que sería
publicado posteriormente, intitulado: “Las leucotomías transorbitarias practicadas
por Humberto Fernández-Morán (1924-1999) en Maracaibo, Venezuela en 1946; o
como un joven médico decidió dedicarse a la investigación científica básica”.
Espero con esto contribuir en volver a mencionar a través de mi amigo José
Esparza, una de las facetas de la impresionante obra científica del doctor
Humberto Fernández morán.
Humberto Fernández-Morán (1924-1999) ha sido uno de los
investigadores Venezolanos con mayor proyección internacional durante el pasado
siglo XX, por sus estudios sobre la ultra-estructura celular, en particular del
tejido nervioso, y por su contribución al desarrollo de la microscopía
electrónica. Después de haber completado sus estudios de medicina en Alemania, HFM
regresó a Venezuela a mediados de 1944, y se interesó en la neuropsiquiatría tras
conversar en Caracas con Carlos Ottolina. Después de haber completado un entrenamiento
en Washington con Walter Freeman,-quien popularizó la lobotomía prefrontal para
el tratamiento de las enfermedades mentales-, será cuando Fernández Morán a su regreso
a Maracaibo, practicará las 25 leucotomías transorbitarias en el Hospital
Psiquiátrico, para finalmente, a finales de 1946 viajar a Suecia a trabajar
como “Research Fellow” en uno de los mejores centros de neurocirugía del mundo,
bajo la dirección de Hebert Olivecrona. Será en ese entonces, nos dice Esparza,
cuando Fernández-Morán, “movido por la futilidad absoluta de ver
morir a los pacientes con tumores del cerebro, decide dedicarse a la
investigación básica”.
Por psicocirugía se entiende cualquier procedimiento que
remueva, destruya o interrumpa la continuidad de tejido cerebral normal con el
propósito de alterar el comportamiento o tratar una enfermedad mental. La
psicocirugía comenzó a desarrollarse a finales del siglo XIX. En 1935 António
Egas Moniz (1874-1955), profesor de Neurología en la Universidad de Lisboa, se
asoció con el neurocirujano Almeida Lima (1903-1985) y en 1946 inyectarían
alcohol en el lóbulo frontal del cerebro de pacientes para destruir la
sustancia blanca de las fibras nerviosas sin dañar la sustancia gris, con la
idea de mejorar las enfermedades mentales. Egas Moniz modificó esa operación y
desarrolló la leucotomía (“leukos”:blanco; “tome”:cortar). La leucotomía también se
conocía, sobre todo en los Estados Unidos, como lobotomía.
Egas Moniz afirmaba que la
intervención quirúrgica en enfermos psicóticos estaba indicada porque el
esquema del pensamiento de estos enfermos estaba relacionado con la
estabilización de circuitos sinápticos, una hipótesis que coincidía con las
ideas de Cajal quien afirmaba que la neurosis eran debidas a un pensamiento repetitivo
o distorsionado, con un sustrato orgánico en determinados circuitos neuronales.
La experiencia clínica con tumores frontales y del cuerpo calloso demostraba la
participación del lóbulo frontal en las funciones psíquicas. En 1949 Egas Moniz
fue galardonado con el premio Nobel de Medicina por la introducción de la
leucotomía en la terapéutica psiquiátrica, lo cual sirvió para introducir y
ampliar la práctica de esta técnica en un gran número de países.
De las variaciones de esos procedimientos quirúrgicos la
más importante fue la lobotomía transorbitaria que el psiquiatra italiano Amarro
Fiamberti, ya practicaba inyectando una solución alcohólica o formalina por
vía transorbitaria desde 1937. Esta técnica fue modificada y popularizada por Walter Freeman, un médico
estadounidense quien después de obtener un PhD en Neuropatología se convirtió
en jefe del Departamento de Neurología de la Universidad George Washington. Freeman
era un admirador de Moniz y se convirtió en el campeón internacional de la
práctica de la lobotomía, de modo tal que ya para 1945 había practicado unas
150 y en 1946 comenzó a practicar las lobotomías transorbitarias en las que
posteriormente entrenó a muchos seguidores, incluyendo a Fernández-Morán.
Algunos de los residentes extranjeros, de la Universidad George Washington al
regresar a sus respectivos países incluyendo a Fernández-Morán, Abraham
Moscovich en Argentina, y Manuel Velasco-Suárez, dedicado a la neurología y
neurocirugía en México, divulgarían el trabajo de Freeman quien monitoreó los
programas de lobotomías en otro países incluyendo Checoeslovaquia, Nueva
Zelanda, Canadá, Brasil y Venezuela.
Al regresar a Maracaibo, Fernández-Morán puso en práctica
las técnicas aprendidas con Walter Freeman, y en julio de 1946 realizó su
primera leucotomía transorbitaria bilateral en el Hospital Psiquiátrico de
Maracaibo. En diciembre de 1946, publicó el trabajo titulado “Leucotomía
e inyecciones en los lóbulos prefrontales por la vía transorbitaria”,
con un resumen muy completo de las experiencias internacionales en lobotomías,
discute las diferentes técnicas y los resultados obtenidos hasta el momento, para
justificar su escogencia de la técnica transorbitaria implementando el uso de
un “casquete de localización” diseñado para un mejor control sobre la localización
de la aguja que usaba para la lobotomía. Destaca Esparza el interés de
Fernández-Morán por la investigación, para entonces un joven de tan solo 22
años, al señalar que también
paralelamente realizó experimentos en perros, y su curiosidad científica iría
más allá, ya que especularía sobre el futuro de los casquetes de localización a
ser sustituidos por campos magnéticos para guiar la punta metálica de la aguja en
la pantalla de un oscilógrafo catódico, especie de pequeño sistema de “radar”
valiéndose de la aguja como emisora y de la cinta metálica del casquete como
reflector o receptor. Finalizaba imaginando como algún día electrodos finos introducidos
por esta vía registrarán las diferentes corrientes de acción entre los diversos
tractos de los lóbulos prefrontales.
Fernández Morán practicó 25 operaciones en 21 pacientes,
divididos en tres grupos: 1-Siete pacientes con leucotomías transorbitarias
simples. 2-Doce casos de leucotomía, más la inyección de alcohol concentrado y
de formalina al 10% o 15%. 3-Seis pacientes con inyecciones de Novocaína y
derivados. En los cuatro pacientes re-operados se practicó la leucotomía transorbitaria simple, y luego
una leucotomía con inyección de alcohol o formalina. La gran mayoría de los pacientes operados eran
casos crónicos desahuciados, esquizofrénicos, con tiempos de hospitalización
variando de 2 a 19 años; algunos con antecedentes homicidas y en estado de
agitación que hacía necesario su reclusión en celdas aisladas. Las edades
oscilaban entre 23 y 68 años (12 fueron hombres y 9 mujeres). Casi todos los
pacientes habían sido sometidos a diferentes terapias de choque (Insulina,
Metrazol, electrochoque) y antes de la operación se obtenía el consentimiento
de los familiares por escrito, mencionando el carácter experimental de la
operación y de los peligros inminentes.
En la discusión del artículo, Fernández-Morán
concluye que los pacientes operados se caracterizaron por cambios en las
manifestaciones emotivas y en los estados de agitación psicomotriz. Fernández-Morán
fue muy cauteloso al interpretar los resultados. Se trataba de un número
reducido de pacientes que se siguieron tan solo por menos de dos meses. Sin
embargo, el concluye que 14 de los 20 casos operados reaccionaron
favorablemente, de los cuales 5 mostraron mejoría evidente; seis pacientes no
mostraron mejoría. He regresado a mencionar en este blog, a través del trabajo
del virólogo zuliano José Esparza, una de las facetas poco conocidas de la
importante obra científica del doctor Humberto Fernández Morán.
Maracaibo, jueves 9
de enero del 2020
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