Política
colaboracionista
En el mes de agosto, el año pasado (2021) en este
blog hablé de algo que denominaría “Para nunca olvidar” (https://bit.ly/3B7Nsg3) y diría igualmente una frase que ha sido muy utilizada como leitmotiv
romántico: “Recordar es vivir”. Sabemos bien que la historia vuelve a
repetirse, y que así lo
dice el tango de Cadícamo, escuchado muchas veces en la voz plañidera de
nuestro Felipe Pirela cantándole a su “muñequita dulce y rubia, el mismo amor,
la misma lluvia, el mismo mismo loco afán”…
En mi ya citado artículo, repasaría las fechas que paulatinamente
llevaron a nuestro país a desbarrancarse en la tragedia denominada “Socialismo
del siglo XXI” que tan destructiva ha sido para la que otrora fue una nación envidiada
por sus recursos naturales que se mostraba como ejemplo para otros países de
Latinoamérica con 40 años de quehacer democrático. Después de más de 20 años de esta catástrofe sin parangón en la
historia de la civilización occidental, no pretendo llover sobre mojado, pero en estas semanas casualmente se viene
analizando un triste comportamiento conocido como “colaboracionismo”.
En estos días cuando la brutal invasión de Putin a
Ucrania aparece como un evidente genocidio, nadie en el mundo entero piensa en
colaboracionismos; por el contrario, se destaca la lucha del pueblo ucraniano
por defender su patria y sus tradiciones culturales. El colaboracionismo, siempre
se ha recordado ejemplificando tristes tragedias como la invasión de la
Alemania nacionalsocialista al norte a Francia y la toma de París en 1940, que
llevaría a la posterior conformación temporal del “Estado Francés” de Vichy.
El
diccionario de la Real Academia define la palabra «colaboraciónista»,
como “persona que presta su colaboración a un régimen político que la
mayoría de los ciudadanos considera antipatriótico”. El
“colaboracionismo” se ha querido interpretar por ciertos personajes de la
política como algo que puede que sea necesario asumir frente al adversario, a
conveniencia... A pesar de considerar que sean ilegales, injustas o perversas
las causales de una tragedia, cuando se
decide aceptar que el mal ya existe pero que se tiene que “colaborar” para
procurar la sobrevivencia política, es entonces cuando se adopta una postura detestablemente
cobarde frente al adversario. Este tipo de acciones son las que nos obligan a recordar
al Mariscal Philippe Petain cuando ya anciano, el héroe de la Primera Guerra
Mundial tristemente, llegaría a concretar un armisticio con el triunfante
ejército alemán en junio de 1940. Ahora, el mundo prefiere admirar a la digna
postura del pueblo ucraniano.
Es
que se debe denunciar el “colaboracionismo” y más allá de verlo como una forma
cobarde de “apaciguamiento”, resulta ser una táctica de aprovechamiento para buscar
ganancias a mediano y/o a largo plazo. Siempre el factor crematístico estará
listo para falsear y justificar hasta las más tradicionales razones morales. Es
algo como lo que hemos visto recientemente al asociarse el Reino de España con
el dictador de Marruecos, sin importarle ni el pueblo saharaui, ni la historia
de su país, un ejemplo particular de “colaboracionismo” con un dictador cruel,
para buscar resolver asuntos económicos…
Venezuela
es un deplorable ejemplo de la llamada “actitud colaboracionista” que ha venido
siendo asumida desde hace más de 20 años por una considerable troupe de actores políticos. Desde
siempre existirán los ambiciosos politiqueros que llegan hasta a ofrecerse como
candidatos presidenciales deseando esperar por futuras elecciones, a sabiendas
que las condiciones impuestas por el narcorégimen con sus ergástulas llenas de
militares torturados y presos políticos bajo las directrices del castrocomunismo
siguiendo los patrones de Cuba, de Nicaragua, o de Rusia y de sus aliados
islámicos.
Al
fracasar las incontables “mesas de negociaciones” en la República Dominicana entre
2017 y 2018 y las de México con la facilitación
de Noruega, que se cerraron en noviembre del 2021 al recular el narcorégimen por
la extradición de Alex Saab, de Cabo Verde a Estados Unidos, pero nunca será
tarde para continuar en 2022; entretanto seguimos viendo a Ramos Allup y
Bernabé queriendo oxigenar el triste partido del pueblo, o a coaliciones
AP-MAS-COPEI, y Plataformas Unitarias como las propuestas por Falcón, y todo
rodeado de una parafernalia de colaboracionistas. Hay camarillas que han
llegado a diferentes acuerdos con el PSUV, intentando sostener y darle legitimidad
y legalidad a un régimen criminal que fue desconocido por más de cincuenta
naciones del mundo y que sigue siendo rechazado por la inmensa mayoría de los
venezolanos.
Se hace necesario y urgente, ponerle atención a
quienes colaboran con el régimen, pues está visto que al seguirlos en la calle
o en las redes, se fomenta su existencia como la principal fuente de
legitimidad y de poder. Al hacer ejercicio de la libertad de expresión por
todos los medios que se pueden tener al alcance dándole apoyo al trabajo que
hace la prensa libre, la falsa realidad de bienestar transitorio que dicen
algunos presenciar creada por “los colaboracionistas”, esperemos que no termine
ablandando la conciencia de la gente que sobrevive en el país o llevándolas al
desespero en medio de la decepción.
Maracaibo, sábado 2 de abril, del año 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario