Para ascender al Empíreo…
"Para subir al cielo..." fue el título de mi
novela, ganadora de la Bienal de Literatura Elías David Curiel de la Dirección
de Cultura del Estado Falcón el año 1987 y no sería divulgada a pesar de
haberla editado en ArsGráfica de Maracaibo el año1989. Al año siguiente, el 10
de marzo de 1990 la novela fue presentada por el escritor Eduardo Liendo en la
Librería Monte Ávila del Complejo Cultural Teresa Carreño en Caracas, 1990.
Desde entonces la novela nunca estuvo de venta al público.
El texto de "Para subir al cielo..." fue
cuidadosamente revisado y en los Talleres Gráficos de AstroData, en Maracaibo (https://bit.ly/38Z5H9Q) se imprimió una 2da
edición que fue presentada en Maracaibo el día jueves 27 de octubre del 2016
por el poeta, profesor Carlos Ildemar Pérez, en el mismo acto, cuando el
sociólogo Miguel Ángel Campos hizo la presentación de otra de mis novelas: “Vesalio
el anatomista”.
En febrero del 2020 (https://bit.ly/38Z5H9Q), recordé como la novela “Para subir al cielo…” que relata la vida del pintor medieval El Bosco
(https://bit.ly/2lG8sJt) Hyeronimus Bosch y sus pinturas, mientras paralelamente cuenta lo que sucedió un domingo en la Caracas de los años 90. Un año después, en julio del 2021 hablamos en el blog sobre unos piratas que asaltaron a Veracruz en 1683 y de cómo (https://bit.ly/3hw8oGw) surgió aquello de que “Para subir al cielo, se necesita una escalera grande y otra chiquita”
Pero… ¿Qué pasa con la mente cuando el cerebro
muere? Un
neurocientífico que dice ya haber pasado por el famoso “efecto túnel” y ha narrado
el 03/04/2022 en ABC
ciencia su experiencia y sus reflexiones sobre el final de
la consciencia. A su experiencia se le suma las de algunos de sus lectores… Alex
Gómez-Marín decía algo
como: les invito a que piensen en el agua. Visualícenla por un
momento… La mayoría piensa en agua
líquida, omitiendo que también puede ser sólida como hielo o gaseosa.
Algo parecido pasa con la mente humana dice Gómez Marín. “El haz de luz de la consciencia, al incidir
sobre prisma que es nuestro cerebro, puede refractarse en una gama de colores
que va más allá del enjuto binario encendido/apagado”. Nos explica entonces
lo que él llama “los estados alterados de consciencia”; serían los sueños
lúcidos, hipnosis, trance, estados meditativos, psicodelia, y entre ellos encontramos
también las llamadas “experiencias cercanas a la muerte”.
Tal y como lo que pintó El Bosco (Hyeronimus Bosch) hace más de medio milenio en “La Ascensión al Empíreo”,
el doctor Gómez Marín dice haber estado en el famoso túnel con su luz al final
y con tres figuras que le esperaban amorosamente. Sin sentir miedo, dice él,
que pudo comprender que, si seguía adelante, ya no habría vuelta atrás, por lo
que relató cómo decidiría posponer el viaje para allá y regresar, para acá...
Como colofón remata explicando que una cirujana y su equipo hicieron el resto,
junto con los rezos de sus seres queridos.
Según Gómez Marín “una de cada cinco personas resucitadas tras un paro
cardíaco declara haber vivido la sensación de abandono del cuerpo, ese, ver
pasar toda la vida por delante, o interaccionar con parientes fallecidos.
Quizás sea todo, una alucinación causada simplemente por la falta de oxígeno en
el cerebro... Si se trata de una cuestión estrictamente fisiológica, la pregunta
que surge es… ¿Por qué el resto de los pacientes no tuvieron una experiencia
similar…? Y, en aquellos que sí, ¿cómo pudo una vivencia de tal intensidad
suceder durante el periodo de muerte clínica, con un encefalograma plano?
Pero al parecer no hay que estar técnicamente muerto para vivir una experiencia
cercana a la muerte. En la literatura médica abundan fenómenos similares unas
en casos de shock postparto, en accidentes de tráfico, o en asfixias, entre
otros. Estas experiencias, se dice transforman el resto de la vida de quienes
las viven y su realidad es innegable y su impacto, es indeleble.
No se trata de meras anécdotas. Son miles los relatos en personas de
diferentes culturas que consistentemente apuntan en la misma dirección, y que
muchos profesionales de la salud también corroboran y tradiciones como la
budista ofrecen minuciosas descripciones de lo que sucede no sólo cerca de la
muerte, sino durante, e incluso después. El “bardo”,
estado intermedio entre muerte y reencarnación; el “tukdam”, estado meditativo en el que el cadáver no respira, pero
tampoco se descompone durante semanas. En el
Libro Tibetano de los Muertos existe una exquisita investigación que de la
mente se puede hacer con la propia mente.
Hoy día vemos cómo la ciencia y la religión se confunden en la neuro-soteriología. Promesas de
salvación tecnocrática proponen subir nuestro 'yo' a 'la nube'. Especie de
sueño del transhumanismo barato que, elevándonos a semidioses, niega nuestra
humanidad. Su profecía: inmortalizar tu consciencia como algoritmo quizás en
chips de silicio… La
soteriología es una rama
de la teología de diferentes religiones que se centra en la teorización y estudio de la salvación del alma.
La palabra viene del griego σωτηρία ("sotería", salvación) y λόγος
("lógos", palabra, tratado). En el cristianismo la doctrina de
la salvación se centra en la persona y obra de Jesucristo.
En el protestantismo; la predestinación y
la salvación es solo por la fe en Cristo. En el catolicismo; la doctrina de
la salvación se centra no solamente en Jesucristo sino
también en el cumplimiento de los sacramentos ordenados por la iglesia católica,
en la fe en sus dogmas, doctrinas y en la buenas obras y el proceder de cada
persona.
La pregunta sigue siendo… ¿Qué pasa con la mente cuando el cerebro se
muere? Nada, dirá el dogmático materialista; según su doctrina más filosófica
que científica la mente no puede ser nada más que actividad cerebral. El
verdadero escéptico, confesará que no sabemos la respuesta. Dudar no es negar y
su obligación es investigar aquello que no se entiende, aunque desafíe sus creencias
más arraigadas. Grandes tabús pueden convertirse en fértil campo de
investigación.
¿Sobrevive algún aspecto de nuestra consciencia después de la muerte
permanente del cuerpo físico? Gómez Marín opina que “la posibilidad de “vida después de la vida” no debería
distraernos de la cuestión existencial sobre el significado de la muerte”. Nuestra
sociedad es tanatofóbica y se hace cada vez más necesario mirar la muerte a los
ojos, y amar lo que no va a durar para siempre. La vida sigue siendo un milagro
y la muerte un misterio.
Para regresar desde “el Empireum” a mi novela “Para subir al cielo…” concluyo con palabras de Eduardo Liendo, dichas
en el bautizo de la obra el año 1999: “En esta novela “Para subir
al cielo…” … aparece como personaje El Bosco, Hyeronimus Bosch… La
erudición se desborda en las aproximaciones a un pintor del siglo XV ó XVI, al
mismo tiempo con la jerga de los malandros de nuestra ciudad y de otros
personajes, lo que nos dice del universo lingüístico tan amplio de García
Tamayo… Seguramente en el futuro, alguien lo rescatará. Es realmente un
escritor notable, que hasta el momento ha pasado, relativamente desapercibido”…
Él en su amplísima capacidad para analizar
los puntos de vista del narrador, sobre todo en el manejo del “tú”, esa manera
casi confidencial de dirigirse al lector; en eso, es verdaderamente un maestro
Jorge García Tamayo, y aprecio en él, varias características que me parecen
sumamente importantes en un escritor, en primer lugar, una cultura que es muy
vasta, una cultura científica pero a través de lecturas humanísticas, y en
segundo lugar su disciplina, su perseverancia, su persistencia en escribir. Las
novelas de él, permaneces inéditas”…
Aprovecho la oportunidad de usar las amables palabras
de Eduardo Liendo dichas hace unos treinta y tres años y al reiterar mi
agradecimiento ante las expresiones de mi estimado maestro el gran escritor
venezolano, les invito a leer o releer la novela que en Maracaibo se puede
hallar en la Librería Europa de Costa Verde en BellaVista.
Maracaibo,
miércoles 13 de abril del año 2022
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